Marcelo Corazza, el primer ganador de Gran Hermano, su secreto y por qué no volvió a ser el de antes
El exparticipante habló con LA NACION sobre cómo llegó a encerrarse en la famosa casa, cómo padeció el encierro y la exposición mediática y por qué no paraba de enfrentarse con Gastón Trezeguet; además contó quién es su personaje favorito de la nueva edición
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Marcelo Corazza fue el primer ganador de Gran Hermano en 2001. Profesor de educación física y entrenador de rugby, se anotó en el reality casi como un consuelo porque no había sido elegido en Expedición Robinson. Tampoco lo eligieron en GH, pero quedó como suplente. A las semanas, un participante decidió dejar la casa y a Corazza se le cumplió el sueño y en dos meses conquistó a los televidentes que lo consagraron ganador. Ya no trabaja como profesor, pero entrena al rugby en el Club de Tigre y es productor de Telefe desde hace muchos años. Ahora está detrás de cámaras en el debate de Gran Hermano, pero en estos días se suma como panelista al debate de exparticipantes de los viernes. En una charla con LA NACION, Corazza analizó el juego y contó algunos secretos de su vida.
-Conocés GH al dedillo...
-Sí y aparte soy fan. Estoy todo el día mirándolo.
-¿Tenés un participante preferido?
-Sigo hinchando por Thiago. Fue mi preferido desde el primer momento, después un poco me hizo ruido, pero ahora volví. Creo que puede llegar a la final.
-Se lo criticó mucho cuando se burló de Agustín mientras estaba dormido.
-Sí, pero las redes muestran lo que quieren mostrar porque eso venía de otra situación. Fue, más que nada, un juego sacado de contexto, pero la verdad es que se vio horrible. Estás 24 horas encerrado y podés hacer algo que no le guste a la gente. Sigo con Thiago y también pienso que está muy bien Agustín. Y de las chicas, La Tora tenía un perfil muy fuerte hasta que se puso en contra de Agustín y Juliana parece encantadora. También se la ve bien plantada a Cata, pero la casa puede expulsarte en una semana y con muchas nominaciones seguidas empezás a sentirte perseguido.
-¿Cualquier cosa puede pasar entonces?
-Sí. Es como un juego de ajedrez, todo el tiempo, recién se está armando, termina a finales de febrero y no sabés qué puede pasar. Capaz alguno se levanta extrañando y se quiere ir, y puede entrar un suplente y ganar. Como me pasó a mí. El juego está aggiornado, mejorado, es más actual, y me parece fundamental la autorización a cámara, sobre todo después de lo que pasó en España.
-Tiene un rating que hacía tiempo que no se veía en la televisión abierta, ¿por qué?
-Porque está bien hecho y porque la gente es voyerista y quiere ver. Es como mirar la ventana de tu vecino y después te engancha la historia de cada uno y querés saber cómo resuelve las cosas. Las reglas cambiaron bastante, pero de todos modos creo que los chicos entraron bastante confundidos porque jugar no es pisar al otro ni manipularlo.
-¿Y cuál es el secreto?
-Es un juego de convivencia, tenés que estar bien con la gente de adentro para que no te nominen y no hacer cosas malas para que los de afuera tampoco te echen de la casa. Tenés que ser medianamente divertido y pícaro, pero no hacer lo que parece que se instaló ahora y es esconderse para hablar de uno y de otro. Para mí, eso no los ayuda. La casa potencia las emociones porque esa es su función y si algo es cómico, es muy cómico y si es triste, es muy triste. A veces cuesta entenderlo desde afuera y quienes pasamos por eso, al menos intuimos qué pasa. Algunas veces tiene que ver con el aislamiento o la saturación, la resolución de conflictos es diferente en la casa porque afuera podés tener tu propio espacio y adentro no hay posibilidad de separarte de la persona por un rato al menos. El enojo se procesa de otra manera, hay que intentar limar asperezas.
-¿Por qué creés que ganaste?
-En la casa se generó una pelea constante con Gastón Trezeguet, entre comillas, éramos el héroe y el antihéroe. Adentro todos estaban con Gastón y a mí lo que me quedaba era que me defendiera el público y lo hicieron. Éramos como enemigos íntimos, porque las peleas de antes no eran como las de ahora. Me nominaron muchísimas veces y zafaba, pero yo me di cuenta que era fuerte recién al final, creía que era suerte. Me veía como un pibe de barrio, un poco naíf. Me faltaba un poco de calle.
-¿Qué pasó cuando entendiste que la gente te bancaba?
-No cambié de actitud porque es mi personalidad y hasta me daba vergüenza. Cuando fui a la placa con Santiago Almeyda, armé la valija pensando que me iba porque él era el fachero, estaba desde el principio, las chicas gritaban su nombre. Cuando Solita (Silveyra) dijo que se iba Santiago yo no entendía nada y fue Gastón el que me dijo: “Afuera te aman”. Pera ya quedábamos los cuatro finalistas. De todas formas, pensé que ganaba Tamara (Paganini) y yo salía segundo.
-¿Cómo era tu vida antes del reality?
-Vivía con mis hermanos y mi vida era entrenar equipos de rugby y trabajar como profe de educación física en colegios.
-¿Por qué entraste a Gran Hermano en ese momento?
-Me había anotado dos veces para Expedición Robinson, dos veces, la primera no pasó nada y la segunda avance un montón, pero no entré. Y una de mis hermanas me dijo que había un Gran Hermano, que parecía más interesante y me anoté. En ese momento era profe de una colonia de chicos en el Náutico de San Isidro, salía e iba a los castings, que eran diez. No quedé, pero a la semana me llamaron para decirme que les gustaría que fuera suplente. Acepté, pero seguí con mi vida y casi que me olvidé hasta que un día me llamó Marcos Gorban (entonces productor del reality) porque se iba Gustavo Jodurcha y necesitaban que entraba.
-¿Te acordás por qué se fue?
-Porque Gastón le dijo: “¿Qué hacés acá si tenés un hijo afuera?”. Y a él le hizo ruido y se fue. Siempre se lo agradezco a Gastón y Gustavo lo putea... (risas). Me llamaron, hubo un tira y afloja porque querían que me encerrara en el hotel al día siguiente como aislamiento previo, pero yo necesitaba decir en mis trabajos que me iba, acomodar un poco mi historia. Terminé en el hotel un sábado a la noche y el lunes entré a la casa.
-Entraste con ventaja porque el programa ya estaba al aire...
-Sabía de qué se trataba, pero no tenía tanto tiempo de mirarlo porque trabajaba muchas horas.
-¿Y qué pasó cuando saliste? ¿Por qué no volviste a la vida que tenías antes?
-Cambié. Después de Gran Hermano hice Megatrix con Sabrina Carballo y Natalie Pérez. Y después trabajé los veranos con Juan Alberto Badía en la radio de Pinamar y en un momento en el que nuestro país estaba muy convulsionado hicimos un programa solidario que se llamaba Dar es dar. No le fue muy bien y cuento una anécdota muy chiquita: mi abuela me dijo: “No lo miro, nene, porque es muy triste y me hace llorar”.
-Nunca volviste a ser el Marcelo de antes de la casa...
-Sí, paralelo a mi trabajo en la tele y sobre todo al principio como productor, trabajaba en el club de Tigre y algunas horas en colegios hasta que fui dejando porque no tenía tiempo para hacer las dos cosas bien. Yo estaba trabajando con Mauro Viale, en Canal 9, y me llamó Marcos Gorban para decirme que necesitaban productores para Operación triunfo. Acepté y hace casi veinte años que estoy en Telefe. Mi primera ficción fue Mosca y Smith e hice muchas novelas, realities, programas en vivo. Estoy en el departamento de locaciones y es muy creativo porque leés el guion y te imaginás dónde puede suceder lo que cuentan, hablás con el director y cuando ves el resultado sabés que ahí está tu ojo. La última tira que hice fue El primero de nosotros. Después hice Bartender, La máscara... y ahora estoy en la producción de los debates de Gran Hermano y me voy a sumar al aire de los debates de los viernes, con exparticipantes del reality.
-¿Alguna vez te arrepentiste de haber entrado a Gran Hermano? Recuerdo un momento difícil que pasaste cuando Jorge Rial te hizo una cámara oculta.
-En ese momento quizá sí, pero el tiempo todo lo sana y hoy nada me parece tan terrible. El saldo es positivo y me abrió las puertas a otra profesión. La gente me sigue saludando, me tira buena onda. Siempre me sentí querido, protegido y bien tratado.
-¿Volverías a entrar a la casa?
-Hasta dos semanas, quizás. No me imagino encerrado con chicas y chicos de 20 años que tienen otro lenguaje. Me relaciono con gente joven, pero no las 24 horas. No lo aguantaría por un tema de edad, aunque por juego me encantaría, es adrenalina pura.
-¿Qué hiciste con el dinero que ganaste?
-Me compré mi casa en San Fernando. Me agarró el corralito, pero pude hacer la operación. Después la vendí y volví a Tigre, que es mi barrio.