Marcela Feudale: los dos amores que marcaron su vida, su relación con Marcelo Tinelli y la condición que puso para ser una “angelita”
La periodista y locutora conversó con LA NACIÓN acerca de sus comienzos, la estrecha relación con sus padres y el modo en que encara su oficio para “sobrevivir” en los medios
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Es la más conciliadora de las ‘angelitas’ y, quizá, fue gracias a esa habilidad que Marcela Feudale logró construir una larga carrera en el medio, con decenas de programas de radio y de televisión. En una charla con LA NACION, la histórica locutora de los programas de Marcelo Tinelli habla de la relación con sus compañeros de LAM, de los mandatos que rompió, de sus amores y del recuerdo de su papá.
-¿Estás cómoda en LAM?
-Sí, me siento cómoda como “angelita”. Hacía rato que teníamos ganas de trabajar juntos con Ángel De Brito, y en otras oportunidades no se había dado. Esta vez me llamaron en diciembre, acordamos varias cosas y arranqué en febrero.
-¿Qué cosas acordaron?
-Que me gusta discutir, pero no pelear porque no quiero verme en todos los portales. Prefiero un perfil como el que tengo y con el que me va bien.
-A veces hay muchos roces con tus compañeras... ¿Son reales o parte del juego?
-Son reales [risas]. De todas maneras, nos conocemos mucho. A Marixa (Balli) la conozco de la década del ‘90 cuando trabajábamos en La Casona, donde yo hacía la animación. Con Nazarena (Vélez) trabajamos juntas What pass, Carlos Paz?. Fue la única vez que hice teatro porque me llamó Moria Casán y quería saber de qué se trataba. A Yanina (Latorre) la conozco desde hace años, sé cómo es su temperamento y nos apreciamos mucho, lo mismo con Fernanda (Iglesias) y Andrea (Taboada), que ahora se fue a otro programa. Y con Ángel (De Brito) nos conocemos desde hace siglos. Claro que hay discusiones, pero yo trato de que sean eso y no peleas porque los argentinos estamos muy hartos de tantas peleas. Podemos discutir porque pensamos distinto, claro, pero no por eso la otra persona es mi enemiga. En general, en mi vida trato de no pelear.
-¿Así sobreviviste en el medio durante tantos años?
-Sí, yo creo que fue mi manera de sobrevivir en el medio porque soy así, y también porque siempre traté de no meterme en cosas que no me importaban.
-También sos prudente en las noticias que das. ¿Cuál es tu límite?
-Trato de ser picante porque sino no sobrevivís en el medio, pero hay cosas con las que no me meto. Me he guardado noticias relacionadas con enfermedades, por ejemplo. Cuando se enfermó el hijito de Luisana Lopilato me enteré en el momento porque yo me trataba con su hermana Daniela, que es nutricionista, y cuando fui a la casa, la señora que trabajaba ahí estaba desesperada porque se habían ido a la mañana al sanatorio por una supuesta papera de Noah y no habían vuelto todavía y tenía miedo. Yo podría haber salido corriendo a contarlo y opté por no decir nada. Hay que respetar, y además, ¿cuál es el valor de una primicia de esa magnitud? No tiene sentido.
-Se trata de ponerse en el lugar del otro, ¿no?
-Sí. Todos los que tuvimos un pariente enfermo sabemos que la persona no quiere hablar o prefiere que nadie se entere. Soy prudente porque respeto la opinión del otro, cosa que no sucede muy a menudo. Me ocupo de lo mío, porque también hago un programa en Infocielo todos los sábados, y domingo por medio hago Bonaherencia con un grupo de La Plata para YouTube y para Infocielo, sobre la historia de la provincia de Buenos Aires. Me encanta porque combino mi otra pasión, la historia. Y tengo ganas de hacer podcasts vinculados con historia.
-Sos licenciada en Historia, ¿fuiste docente alguna vez?
-Si, fui ayudante de cátedra de Instrucción a la historia en la Universidad del Salvador y me gustó mucho. No seguí porque no me da el tiempo.
-Cuando eras docente, ¿ya trabajabas en ShowMatch?
-Sí, porque hice la licenciatura mientras estaba en ShowMatch. Soy locutora y periodista, empecé a trabajar en la Rock and Pop y seguí en la radio hasta que Marcelo me llamó en el ‘92. Estaba contenta con lo que hacía, pero sentía que me faltaba algo y decidí hacer una carrera más. Un día pasé por la Universidad del Salvador, pedí el programa de Historia y arranqué. Tenía que cursar casi todos los días a la mañana y ShowMatch iba en vivo hasta la 1 de la mañana. Tuve dudas, pero me dije: “De última si no llegás, abandonás”. Y me recibí. Me llevó más tiempo de lo habitual, porque empecé en el ‘99 y terminé en el 2005. Después hice una maestría en la Di Tella y seguiría estudiando, porque me encanta, pero tengo poco tiempo.
-El 22 de agosto volvés con el Bailando. ¿Tenés ganas de arrancar?
-Sí, ya arreglamos y voy a estar. Hace muchos años que estoy con Marcelo, excepto en la pandemia que decidí quedarme en casa por mi mamá. Ya estuve en las dos primeras temporadas de Canta conmigo ahora, aunque quizá no se notaba por el tipo de formato, que no me gustaba nada sinceramente.
-Después de tantos años trabajando juntos, cualquiera puede creer que sos amiga de Tinelli. ¿Cómo es tu relación con él?
-Nos queremos mucho. Tenemos una relación muy linda. Creo que fuimos más cercanos cuando él estuvo con Paula (Robles) porque solíamos ir al campo que tenían en Baradero. En esa época éramos todos más cercanos. Y ahora nos llevamos bárbaro, pero no voy a su casa. Sí hablamos y estamos en contacto por redes cuando sube alguna ‘storie’ personal o cuando sucede un tema en particular, como cuando falleció Diego Maradona que no podíamos creerlo. No somos íntimos amigos, pero lo quiero y lo respeto mucho y sé que él a mí.
-Fuiste testigo de su crecimiento como conductor... ¿Te imaginabas la carrera que hizo?
-Llegué cuando Marcelo estaba tratando de romper el huevo para convertirse en una figura. En el ‘92 hacíamos el programa desde el subsuelo de Telefe y duraba media hora. Se le veía que tenía un perfil con el que podía llegar a levantar un vuelo interesante. Era la época del 1 a 1 y para televisión era un negoción.
-Alguna vez contaste que tuviste que ser ‘machorra’ para permanecer en el medio. ¿Podés explayarte sobre esa idea?
-El medio me obligó a ser machorra. Me comportaba como un varoncito porque es la manera en la que pude sobrevivir. Soy una persona muy frontal y sincera, y a veces eso me jugó en contra. Éramos pocas las mujeres en ese momento y teníamos que mantenernos. Puede parecer raro, pero el ambiente de la Rock and Pop era más machirulo que el que vivía en ShowMatch. Éramos mujeres fuertes, muy fuera de época para ese momento.
-Y también aclaraste que sos heterosexual, ¿por qué sentiste la necesidad de hacerlo?
-Durante mucho tiempo pensaron que era homosexual porque nunca presenté novios. En aquella época te lo decían peyorativamente. Yo no tenía por qué mostrar a mis parejas y eso tiene que ver con la crianza que tuve; cuando yo era chica te casabas virgen y tenías que comportarte para poder sobrevivir. Estaba institucionalizado de esa manera. Es difícil de entenderlo hoy, pero era así. Entonces te cuidabas de lo que podían decir.
-¿Te enamoraste muchas veces?
-Dos, y nunca de un famoso. Mi primer amor fue a los 18 con un compañero de periodismo que ya falleció. Y a los 30 y pico me enamoré de un productor y con los años me enteré de que iba contando por ahí cosas que habíamos vivido juntos. Me costó mucho tiempo olvidarlo. No tenía ganas de que todo el mundo se enterara de mi vida privada. Sabía que no iba a casarme y tener hijos porque es algo que nunca me interesó; los mandatos eran de afuera y no míos. Nunca quise ser mamá y el día que lo conté fue un escándalo. Le debo mi mentalidad progresista a mi papá, Rafael, que un día me dijo: “Casate cuando quieras, pero primero estudiá”. Había mandatos que excedían la educación y tenías que tratar de ver cómo hacías para no cumplirlos, si no querías.
-¿Qué recuerdos tenés de tu papá?
-Los mejores [se emociona]. Papá falleció en el 2004 y me acompañó mucho, siempre me apoyó. Cuando quise estudiar locución fui a rendir al ISER y me fue mal, y también en el COSAL. Entonces hice un curso de foniatría durante un año y mi papá me acompañó siempre. Cuando entré en el COSAL, me dijo: “¿Estás segura de lo que querés hacer? Porque te vas a morir de hambre” [Se ríe]. Y yo lo miré y le dije que no, que estaba segura. Me lo dijo por las dudas, para advertirme. Mi papá era así. Me acuerdo que nos hacía regalos divinos para Reyes; un amigo suyo tenía una juguetería y con los años me enteré que se endeudaba. Los 6 de enero era una fiesta en casa, pero no en Navidad. Y un día, yo tendría 6 años, y se me ocurrió preguntar quién era Papá Noel y me respondió: “Un gordo feo que murió hace muchos años”. Habrá pensado que no podía bancar otra tanda de regalos. Era muy frontal, eso lo heredé de él.
-Siempre contás que vivís con tu mamá. ¿Tenés una relación muy estrecha con ella?
-Sí, muy estrecha. He tenido mi departamento y fui y vine, pero no me molesta vivir con mi mamá porque siempre fui muy independiente. Puedo vivir con ella y hacer mi vida. Mis viejos nunca fueron invasivos, al contrario, acompañaron mi crecimiento. Traté de acercar posiciones entre las cosas que ellos pretendían y las que yo quería, y nos llevamos bien. Es una negociación permanente. Siempre fui un alma muy libre, no me gusta que me aten y quizá por eso nunca me casé ni tuve hijos, porque en cuanto me siento atada me voy o me deprimo.
-¿Qué hubieras hecho diferente en tu vida?
-A veces pienso que hubiese sido más atrevida. Quizá no me atreví a hacer ciertas cosas que tenía ganas y las dejé para más adelante. Ahora le dicen procastinar, ¿no? Eso modificaría, el resto no. Creo que cuando la gente es más osada tiene más posibilidades, y yo era muy respetuosa de lo que me daban y pensaba que lo que venía era en función de que estaba haciendo las cosas bien. Pero la Argentina no es un país meritocrático, podés hacer todo bien y te va mal; no existe el premio.
-¿Te acordás de la primera vez que deseaste ser locutora?
-Crecí escuchando mucha radio. Llegaba del colegio y estaba Radio Colonia, porque por ahí escuchabas todo lo que sucedía en el país, en los ‘70; acá no decían nada. Por lo mismo, alguna vez se escuchaba Radio Moscú. A mi abuela le encantaba la política y la historia. Mi bisabuelo fue ministro de Salud de Hipólito Yrigoyen, en ese momento el puesto se llamaba director de la Asistencia Pública. Tuve una tía abuela diputada, mi abuela fue delegada de la Rama Femenina en La Pampa. Eran amigos de (Arturo) Jauretche, tengo un libro de (Raúl) Scalabrini Ortiz con una dedicatoria de él para mis abuelos. Se reunían en casa y hablaban mucho de política, y a mi me encantaba escucharlos.
-Trabajaste en una obra de teatro, ¿te hubiera gustado ser actriz?
-Probé y me gustó, pero me pareció que hacer todos los días lo mismo iba a aburrirme. Quizá me hubiera gustado ser una actriz como Sarah Bernhardt, bien enigmática, dramática (risas). Tengo una fantasía que es hacer algo con la historia y la radio, pero en teatro. Necesito pensar de qué manera hacerlo. Cuando no tengo nada que hacer, me aburro y busco algo para entretenerme. Lo único que me desactiva es lo que pasa en el país, que nos peleemos tanto, que algunas personas no hagan las cosas como debería ser. Me gusta mucho la Argentina y quisiera que las cosas estuvieran bien.
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