La actriz, que pronto debuta en calle Corrientes con Pequeños grandes momentos, le contó a LA NACIÓN cómo se quitó de encima algunos prejuicios y aseguró que vive una gran historia de amor con el actor
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Un deseo en medio de un brindis de fin de año encendió la chispita que hoy disfruta Malena Sánchez porque el 15 de abril estrena Pequeños grandes momentos, en el Multiteatro, y por primera vez se sube a un escenario de la calle Corrientes. En diálogo con LA NACIÓN, la actriz habló de su romance con Matías Recalt, reflexionó sobre la popularidad y le dio la razón a su papá, el actor Néstor Sánchez, por no haberla dejado trabajar de chiquita como ella quería. También reveló por qué tiene un particular timbre de voz y aseguró que estudia instructorado de yoga porque no se imagina siendo actriz toda la vida.
“Pasó algo raro porque no suelo pedir deseos, pero en año nuevo se me ocurrió pedir hacer teatro. No sé por qué me salió y se me dio porque al poco tiempo me convocaron, leí la obra y me encantó, también el elenco y sobre todo que fuera en un teatro de calle Corrientes porque soy actriz por ver a mi papá en un teatro de calle Corrientes. Mi papá, Néstor Sánchez, es actor”, cuenta Malena.
-¿Verlo a él te impulsó a ser actriz?
-Sí, le dije que quería ser actriz y mi sueño era hacer Chiquititas, pero él me dijo “nada de trabajar, estudiá”. Y empecé a estudiar a los siete años y seguí. Hice dos videoclips de Chiquititas, que es lo único que me dejaron hacer. Mis padres no querían que quemara etapas, ni que trabajara porque me decían que me iba a cansar de trabajar de actriz, si eso quería... Mi papá también me decía que es un mundo muy hostil y tiene razón. Hoy me parece bien la decisión que tomaron ellos porque soy muy sensible y no sé si hubiese podido convivir con todo eso.
-¿Por qué?
-Le tuve mucho miedo a la fama, a la exposición y también tuve muchos prejuicios. Recién cuando hice Argentina tierra de amor y venganza me saqué de encima muchos de esos prejuicios sobre los actores de televisión. Por eso me interesó tanto hacer Pequeños grandes momentos. Hice muy poco teatro y, de alguna manera, me encasillaron en los trabajos audiovisuales. El teatro era un mundo que tenía un poco cerrado. Hice solamente Teatro x la identidad durante dos años y la obra Etiqueta azul, pero esta es la primera vez que estoy en el teatro comercial. El elenco es hermoso y la directora también; yo necesito contención y saber que no voy a ser juzgada si me emociono o un día llego desequilibrada. Necesito que el equipo sea mi compañero, que me apoye. Y, por otro lado, la obra es muy necesaria porque cuenta varias historias que nos recuerdan la importancia de estar atentos y saber apreciar los pequeños pero grandes momentos de la vida. Hoy estamos en compañía más de nuestro celular que de personas y nos olvidamos de mirarnos a los ojos. Y eso asusta.
-¿Ahora te llevás bien con la popularidad?
-Sí, creo que me sucedió haciendo ATAV porque es cuando yo estuve preparada para que me pasara. El salto es muy grande y hostil si no tenés un cable a tierra y una contención. Porque todo el mundo te requiere y al año siguiente ni te miran. Eso es muy difícil para una psiquis. Me respeté y lo celebro. Entonces no solamente eran prejuicios, sino que yo no estaba preparada. Fui inteligente emocionalmente. La exposición es muy rara y hay mucha gente que quiere estar en tu lugar y vos capaz dormís cinco horas por día, o estás en tu momento más pobre y creen que sos millonaria porque trabajás en la tele. Hay algo en ese contraste que no está bueno, si no tenés gente que te recuerde que sos una más y no alguien superior a nadie.
-Aprendiste a manejar tan bien la exposición que te animaste a contar tu historia de amor con Matías Recalt...
-Lo conté pensando que no iba a hacerse viral. Hace cuatro años que estamos juntos, nos conocimos haciendo ATAV y antes era mi novio, pero ahora es Matías Recalt, el actor de La sociedad de la nieve (risas). Y con esta relación también me quité muchos prejuicios porque decía que nunca iba a tener un novio actor.
-¿La diferencia de edad también fue un prejuicio?
-Le llevo diez años y me molestó que muchos dijeran que era menor de edad porque no era cierto; cuando empezamos Matías tenía 18 años y yo, 28. Me impresionaba la diferencia de edad, es cierto, pero no me hice cargo. La primera semana me conflictuó que me guste alguien de 18 años, después me enamoré y cuando eso sucede es más fuerte. Nos entendimos enseguida con mucha facilidad y conectamos.
-¿Y cómo se llevan con la fama ahora que la de él explotó con la película?
-Creo que nos traemos a tierra mutuamente. No nos gusta ir en un avión y que alguien nos saque una foto durmiendo, con flash. Perder la intimidad es muy jodido y puede traer depresión, ansiedad, ataques de pánico. Lo que más nos tranquiliza es pensar que va a ser efímero. Para una generación entera soy la novia de Matías Recalt porque no me vieron trabajar y no me conocen. Yo me río, pero sé que son etapas. Cuando uno hace un proyecto que está bueno, viene de la mano de eso y hay que saber surfear la ola porque si no te arrastra.
-¿Conviven?
-No, cada uno tiene su casa y compartimos. Es lindo vivir solo, elegir los momentos para vernos. A veces me surge el deseo de la convivencia, pero vamos paso a paso. Estos cuatro años se pasaron como los primeros tres meses porque estamos igual de enamorados. Estoy orgullosa del vínculo que tenemos y valoro haber encontrado una compañía sincera, una escucha (se emociona)...
-¿Es verdad que te interesa la astrología?
-Sí, pero no sé mucho sinceramente. Estoy haciendo un trabajo con una psicoterapeuta que es astróloga, biocodificadora y otras cosas. Y estudio el profesorado de yoga. Estudié algo de filosofía también. Es mi cable a tierra.
-¿Tenés la intención de dar clases de yoga?
-Hago el ejercicio de no pensar tan a futuro, por ahora lo hago para mí. No lo sé, quizá más adelante sí. No me imagino tampoco siendo actriz toda la vida y por eso quiero estudiar algo que me interese.
-Tenés un timbre de voz muy particular, te lo habrán dicho muchas veces...
-Siempre quise ser aceptada por los varones y creo que impostaba una voz más grave para ser uno más. Lo descubrí de grande. Siempre fui la única mujer entre todos varones y para ser uno más tenía que ponerme el short de Boca, jugar al fútbol. ¡No sabés lo bien que juego al fútbol! (Risas) Hice todo lo que había que hacer para ser aceptada por ellos y eso me obligó a colocar la voz, lo que me perjudicó cuando empecé a trabajar como actriz porque me quedaba disfónica muy rápido. Hice foniatría y trabajé mucho con la voz, pero lo que me cambió fue estudiar canto con Moma Iturri. Elongué tan bien las cuerdas vocales que ahora sigo teniendo una voz muy particular, pero sin el miedo al agudo. Mi voz subió un tono. Por suerte ya no me lastimo más la voz. Hoy estoy un ratito con un grupo de varones y me aburro... (risas). Pero en ese momento me gustaba y tenía sus privilegios porque era una niña bastante pilla; me daba cuenta que era todo más fácil para ellos y entonces jugaba a ser varón.
-¿Proyectos?
-Pronto se estrena una serie que se llama AMIA, que se va a ver en Prime Video. Y también Felices los seis que se va a estrenar en Max, que hicimos con Nico Furtado, Delfina Chaves, Juan Sorin, Fede Salles y Pali, una actriz mexicana. Y estoy filmando una película en Chile y Uruguay, con dirección de Alicia Scherson, basada en un libro de Roberto Bolaño que se llama El tercer Reich y con un elenco internacional; los protagonistas son canadienses. Ya filmamos en Uruguay y ahora voy a Chile.
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