Malena Filmus: “Yo me consigo mis trabajos sola; no quiero ser ‘la hija de’”
Actriz, guionista y directora, se luce con su protagónico en el film Cómo mueren las reinas, habla de la relación con su padre, Daniel Filmus, y adelanta sus nuevos proyectos
- 9 minutos de lectura'
A Malena Filmus no le tocó un papel sencillo en Cómo mueren la reinas. En el primer largometraje de Lucas Turturro, estrenado en cines la semana pasada y que además ya se puede ver -pagando apenas 90 pesos- en la plataforma Cine.ar Play, se puso en la piel de una chica de 17 años conflictuada y de temperamento oscuro que no puede establecer vínculos sanos con los que la rodean: su tía (Umbra Colombo), su hermana menor, un primo (Franco Rizzaro) que llega para trabajar con esas tres mujeres solitarias a una casa de campo donde producen miel, ese fluido dulce cuya viscosidad podría simbolizar el ambiente pegajoso y endogámico en el que se mueven los personajes.
“Cuando el deseo se estanca, se puede volver veneno”, declaró el director del film, y lo cierto es que justamente eso es lo que parece ocurrir con Juana (el rol de Malena) y Mara cuando aparece en escena Lucio y desordena un esquema que, de todos modos, pendía de un hilo muy delgado. La dificultad del trabajo no solo estuvo relacionada con la densidad propia del personaje sino también con su edad: Malena tiene 31 años e igual fue elegida para interpretar a una adolescente.
“Cuando me avisaron del casting, lo pensé y estuve a punto de no ir. La diferencia de edad era muy grande y encima he llevado una vida intensa: me fui de casa siendo muy chica y viví diez años en el exterior, me casé, me separé, tuve mil trabajos diferentes, muchos de ellos bastante precarios… Al final me presenté, sin mucha expectativa, la verdad. Y encima ese día estaba lloviendo, se me pinchó la rueda de la bicicleta y llegué toda empapada, con mucho malhumor. Pero sorpresivamente quedé. Más de una vez me pregunté si estaba bien elegida. Recordaba mucho esas series de los ‘90 en las que gente de 30 años hacía personajes de escuela secundaria (risas)”, le dice a LA NACION.
-Para una actriz que está empezando los castings son esenciales... ¿Cómo funciona ese mundo?
-De cien quedás en uno. Hay todo tipo de castings, podés hacer institucionales, comerciales o películas y series. Cuando percibo que el rol no encaja conmigo, obviamente no voy, no es que me mando a cualquier cosa que aparece. Pero está claro que Argentina no tiene los recursos de Hollywood y que las chances de laburar son más escasas. Entiendo que pueda haber gente más romántica que prefiera evitar la publicidad, pero si recién empezás lo mejor que puede pasarte es que te llamen para un comercial y te paguen una torta de plata que de otro modo no ganarías.
-Al margen de la diferencia de edad que tenés con el personaje que te tocó, ¿fue exigente el rodaje de Cómo mueren la reinas?
-Sí, sobre todo porque filmamos todo en apenas cuatro semanas y se trata de una historia de verano rodada en pleno invierno. Hacía mucho frío durante el rodaje, viajábamos un largo trecho todos los días y teníamos un presupuesto que nos obligaba a resolver rápido. Se hicieron siempre pocas tomas de las escenas, un poco como se trabaja en la televisión... Después, hay escenas que fueron muy intensas desde el punto de vista emocional y como en el cine es rarísimo que se filme cronológicamente, tenés que estar reacomodando energías todo el tiempo. A mí me sirvió mucho mi propia experiencia: yo me fui a vivir afuera cuando tenía 19 años, sin estar muy entera ni ser muy responsable. Era una piba muy mandada, pero tuve que aprender todo desde cero y sola, sin tener ninguna guía, que es un poco lo que casualmente le sucede a mi personaje en la película.
-¿Por qué te fuiste a vivir al exterior a esa edad?
-Me escapé de un montón de cosas... Sentía que podía llegar a mi mayor potencial sin ciertas miradas encima. Le tenía mucho miedo al fracaso, a la mirada ajena, sobre todo con la actuación. Hice muchos años de terapia para que esa mirada no me afecte. Primero me fui a París y al toque me terminé instalando en Estados Unidos. Con mis suelditos de moza y de niñera me pude empezar a pagar clases de actuación con Louise Lasser, una gran actriz que estuvo casada con Woody Allen en la década del 60, y con la gente del Upright Citizens Brigade, un grupo de comedia de improvisación que nació en Chicago.
-¿Cuánto tiempo viviste en los Estados Unidos?
-Viví seis años en Nueva York y tres en Los Ángeles, que son lugares muy distintos, y tuve años buenos y terribles. Fueron experiencias fuertes. Me fui sin un mango y sin papeles, todos los que me conocían pensaban que no me la iba a bancar y que me iba a volver muy rápido, viví hasta con catorce personas y fui creciendo y arreglándome sola, como el personaje de esta película. La experiencia de Los Ángeles fue medio terrible porque es una ciudad muy grande, muy solitaria, con un montón de gente que vive en la calle, pibes fumando crack y al mismo tiempo millonarios todos operados que van caminando por ahí como zombies.
-Que alguien joven se vaya de su casa no es tan exótico, pero irte a vivir a otro país sí es una decisión más extrema. ¿Cómo llegaste a tomar esa decisión?
-Mi vieja creció en una familia humilde, después trabajó de azafata y así logró viajar por todo el mundo. El sueño de su vida era que mi hermana y yo también viajemos mucho. Por eso las dos aprendimos idiomas: yo hablo cuatro y mi hermana, seis o siete. El acento estaba puesto en que aprendamos idiomas para poder viajar. No por militar el exilio voluntario de Argentina, sino porque como a ella le encantaba viajar, proyectó ese deseo en nosotras.
-Daniel Filmus, tu papá, se dedica a la política. ¿Hablan de tu trabajo ahora que ya estás más consolidada?
-No, no hablamos mucho porque hacemos cosas muy distintas. Si hubiera hecho algo relacionado con las Ciencias Sociales, claro que hablaría de trabajo con él. O si laburara en el Ministerio de Salud en La Plata, no sé… Pero él no tiene idea de cómo es mi profesión. A mí no me gusta que me pregunten esto porque ya tengo 31 años e hice una vida completamente independiente. Yo me consigo mis trabajos sola, no me los consiguen. Hace unos días mi viejo me reenvió un mensaje de un periodista: le pedía que opine de la película, una película que ni siquiera vio… ¿Qué tiene que ver, por qué lo llaman para eso? Si querés saber de mi carrera o de mi trabajo, preguntame a mí, ¿no? Hay muchas fantasías en torno al lugar que puede tener una persona medianamente conocida como mi papá en el control de las cosas. Tal vez me podría dar una mano si estuviera en su mismo rubro, pero no es el caso. Como es lógico, no quiero ser “la hija de”. También me pregunto cómo hace el Chino Darín, por ejemplo. Debe ser muy complicado…
-Sobre todo en esta época de redes sociales, donde la agresión anónima está a la orden del día...
-Me apabullan bastante las redes sociales. Tengo Instagram porque a veces me divierte, pero no le doy mucha bola. No tengo Twitter porque me parece una cloaca. Lo único que veo ahí es capitalismo, venta y moralina pelotuda; gente que piensa que está haciendo algo importante para el mundo y en realidad no hace nada. Me han dicho que debería salir a buscar seguidores porque eso beneficiaría mi carrera como actriz, pero no me interesa para nada. Quizás en unos años me arrepienta, no sé… Pero hacer algo que pide un algoritmo me da terror, es como una película de ciencia ficción berreta. Prefiero seguir laburando calladita, y si funciona mejor. No le puedo ceder mi salud mental a una red social.
-¿Cómo fue tu vida antes de mudarte afuera? La escuela, los primeros indicios de que querías probar con la actuación…
-Empecé a estudiar teatro a los 8 años y la flasheé, fui muy feliz. Me formé con maestros buenísimos como Nora Moseinco y Hugo Midón. Y después intenté estudiar cine, pero dejé pronto. Era un poco la presión de mis viejos, que me decían que no iba a poder vivir de la actuación. Antes hice la secundaria en la ORT y la pasé muy mal. Nunca me gustó la escuela. La ORT está buena si la sabés aprovechar, pero no era mi caso, a mí no me gustaban tampoco el jardín de infantes ni la primaria. Me echaron de varias escuelas (risas). No iba, rendía libre, era un desastre... A diferencia de lo que mucha gente piensa, mi mamá insistía con que vaya a escuelas privadas con idiomas porque eso abría la posibilidad de viajar. Mi viejo siempre quiso que vaya a la escuela pública.
-¿Y ahora qué planes tenés?
-Cuando volví a la Argentina, hace dos años y medio, más o menos, escribí, dirigí y protagonicé una serie que se llama Tony, estuvo en el Festival de Cannes y en el Bafici y ahora se puede ver en la página de la Untref TV y en la plataforma Flow. Es una comedia dramática sobre el aborto, con una historia de suspenso paralela. Después vino el encierro por la pandemia, así que me concentré en desarrollar una serie nueva donde escribo y dirijo, pero no actúo tanto... Lo que más quiero es escribir y dirigir. La serie nueva se llama Aguafiestas y tiene nueve capítulos. En cada capítulo hay personajes distintos, pero son todos personajes femeninos, queer o de disidentes de género. Estoy muy entusiasmada con este proyecto.
-Muy en sintonía con la época.
-Sí, las mujeres y todo el colectivo LGBTIQ+ estamos empujando mucho toda esta ola del feminismo, y las cosas afortunadamente están cambiando. Yo lo puedo apreciar en mi hermana menor, que conoce mucho más sus derechos y los límites que yo cuando tenía su edad. Yo tuve una clase de educación sexual en la que le pusieron un preservativo a una banana y listo. Es muy doloroso revisar tu historia y ver cómo el machismo, el patriarcado y la violencia te determinaron. Desde muy chica viví esa diferencia entre hombres y mujeres, sufrí abusos y he perdido laburos por no querer acostarme con tipos. También viví situaciones muy feas con parejas. Es una lucha constante, en la que avanzamos día a día. Me alegran muchísimo estos cambios, pero hay que seguir porque siguen pasando cosas horribles. Y en el mundo de la actuación, mejor ni te cuento.
Temas
Otras noticias de Entrevistas
Más leídas de Personajes
“Pasamos por muchas etapas”. Andrea Rodríguez reveló detalles de su historia de amor con Jorge Lanata
Adictos al sexo. Diez estrellas de Hollywood que terminaron en problemas por su obsesión
Las últimas novedades. La salud de Jorge Lanata: tras una nueva intervención, será trasladado a un centro de rehabilitación
"La última en enterarse". Tras confirmar que Hugh Jackman le fue infiel, Deborra-Lee Furness hizo su primera aparición pública