Maite Zumelzú, la actriz de Alen luz de luna: entre la maternidad tras 15 años de búsqueda y los primeros meses en España
La artista se mudó a Madrid en abril pasado, con algunos proyectos con su productora; sin embargo todavía no trabaja porque está dedicada a la crianza de Kiana, que nació luego de un largo camino
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Maite Zumelzú siempre quiso ser actriz y siendo todavía adolescente estudió teatro con Beatriz Matar, que pronto le sugirió hacer un casting. Así llegó su primer gran oportunidad en Son de Diez, en Canal 13, y su primer protagónico fue un par de años después, en la novela Alen luz de luna. Luego llegaron muchas otras ficciones, entre ellas Milady, Campeones, 1000 millones, Viento sur, La ley del amor, Taxxi amores cruzados, Por amarte así, entre otras. Hace tres meses decidió mudarse a España junto a su marido, el productor Daniel Stigliano, y la pequeña Kiana, de un año. En diálogo con LA NACION, Zumelzú habló de su nueva vida en Madrid y de la llegada de su hija, luego de 15 años de búsqueda.
-¿Por qué decidieron irse a vivir a España?
-Hacía tres o cuatro años que íbamos y veníamos a ferias y mercados de contenidos internacionales. Aunque, en realidad, con las ganas veníamos desde hace tiempo porque veíamos que las cosas se estaban poniendo difíciles. Sin ser una gran productora, hemos logrado hacer hermosas producciones como Viento sur, una serie de época que grabamos en la Patagonia, Taxxi amores cruzados, Pan y vino, Por amarte así -por la que gané el Martín Fierro a la mejor actriz protagónica- y La caída. La productora era Azteca Films y ahora, desde que nos mudamos a España, se llama Ganas de hacer ficción. Cada vez costaba más, y la pandemia vino a empeorar todo. En diciembre presentamos tres proyectos hermosos para hacer ficción con el apoyo del Estado, pero no tuvimos suerte: esta vez fue muy alevoso el acomodo en la elección de los ganadores y hay mucho laburo atrás como para que después ni te valoren o ganen los que pueden producir solos sin ayuda del dinero del Estado. Quizá, si hubiese salido algo nos quedábamos unos meses más, pero ya estaba decidido. Adelantamos el viaje, arreglamos nuestro departamento en Buenos Aires y lo alquilamos por Airbnb. Por otro lado, nació Kiana y pensamos en darle seguridad y un buen futuro a nuestra hija, que es lo que más nos importa. Viajamos el 1 de abril pasado y la mudanza fue muy estresante.
-¿Te cuesta adaptarte o ya te sentís como en casa?
-Tengo muchos amigos en Madrid y mi hermano se viene en septiembre. No me costó la adaptación y más adelante, la idea es volver a trabajar. Pero primero tengo que recuperarme, energizarme y ocuparme de Kiana que es muy chiquita. La buscamos tanto tiempo que quiero disfrutarla. Ahora estoy avocada a ella, alejada del tema trabajo, pero Dani tiene muchas reuniones y hay un par de proyectos que están calentitos. Todo lleva su tiempo. Kiana tiene un año y hace quince días empezó a ir a una guardería, tres días a la semana y tres horitas para que socialice con otros nenes. Se enfermó porque al estar en contacto con otros chicos, se agarran todos los bichos. Es muy difícil la maternidad sin la ayuda de abuelos, tíos, niñera. Es lo más lindo que me pasó en la vida, pero mi cuerpo no da más (risas). Nunca pensé en dejar de trabajar porque me encanta lo que hago adelante y detrás de cámaras. Miro todo: los focos, los planos, el vestuario. La idea es volver, pero primero tomarme mi tiempo, acomodarse al país, a la situación, a todo.
-La búsqueda de Kiana fue intensa, ¿cuántos años hicieron tratamientos?
-La buscamos durante 15 años, dos de forma natural y 13 con tratamientos. Cuando quedé embarazada, hacía tres años que no menstruaba por las muchas hormonas que tomé en tantos años. Y un verano me indispuse y le pedí a mi médico que intentáramos otra vez. Tuve muchas frustraciones y por eso me tomo el trabajo de contestarle a cada una de las muchas mujeres que me escriben y que me dicen que mi historia les dio fuerzas para volver a intentar ser madres. Nunca bajé los brazos y estoy segura que el bebé llega cuando Dios quiere que sea. Yo iba a intentar hasta el último momento. Siempre tuve fe. En pandemia hice tres tratamientos y en el último quedé embarazada. Fue el día más feliz de mi vida (se emociona).
-¿Te quedaron embriones?
-No, me quedaban dos y en el último tratamiento me trasfirieron los dos, aunque prendió uno. Ya está. Hace poco me dijeron algo muy lindo y es que cuando tardan tanto en llegar se les dice bebés de oro. Y ella es mi bebita de oro.
-¿Cómo fue este primer año de maternidad?
-Estamos súper contentos. Levantarme y ver a Kiana es mi felicidad. Duerme conmigo muchas noches y a veces duerme con Dani.
-¿Son un matrimonio con habitaciones separadas?
-Soy re pro de dormir en cuartos separados porque a Dani no le gusta el aire acondicionado y a mí sí, soy re calurosa y él no, por ejemplo. Defiendo las habitaciones separadas a muerte (risas). Ahora hay una camita en el cuarto de Kiana y a veces Dani duerme ahí, al lado de la cuna. La cama de nuestra habitación no es muy grande y los tres no entramos. Si mi hija duerme conmigo no descanso nada porque estoy pendiente de cada ruido, de cada movimiento. Es agotador, pero estoy feliz. Es lo más lindo del mundo. Por otra parte, fue un año muy movido en todo sentido. Mi mamá falleció de Covid cuando yo estaba embarazada de cinco meses. Primero se murió su marido porque ella se había vuelto a casar con su novio de la adolescencia: se reencontraron por Facebook después de 65 años que no se veían. Lo internaron porque tenía 91 años y estaba con demencia senil. Mi mamá tenía 87 pero parecía de 75, estaba fantástica. En plena pandemia se escapaba para ir a verlo hasta que se contagió. Cuando parecía que iban a darle el alta, ese día falleció el marido y tres días después se fue ella. Fue muy duro. Y encima durante el embarazo tuve trombofilia y diabetes gestacional. Fue un embarazo raro, muy guardada también, por la pandemia. Lo que más me duele es que me hubiera gustado que mi mamá conociera a Kiana. Al menos se enteró que iba a ser nena.
-Decías que cuando tu hija sea un poquito más grande y se adapten a la nueva realidad, vas a volver a trabajar, ¿qué recordás de tus inicios en el medio?
-Siempre quise ser actriz. Estudiaba teatro con Beatriz Matar y me mandó a un casting para Canal 13. Al poco tiempo me llamaron para hacer un personaje en Son de Diez, como la novia de Federico Olivera, y hasta me casé. Luego hice Vivo con un fantasma y al poco tiempo llegó el protagónico con Alen luz de luna, con Gustavo Bermúdez. Haber pasado un año en San Martín de los Andes fue una experiencia maravillosa. Todavía me siguen mandando mensajes de todas partes del mundo. En general siempre tuve trabajo y las veces que tuve que dejar fueron por los tratamientos para quedar embarazada.
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