Instalada en España con su hijo de tres meses y el director de cine David Serrano, la actriz estrena Axiomas, película que coprotagoniza con Jorge Marrale y que aborda el tema de contaminación ambiental
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Instalada en Madrid, donde se convirtió en mamá primeriza hace tres meses y medio, Luz Cipriota está trabajando para una serie española que todavía no tiene fecha de estreno pero que es otra buena señal para consolidar su carrera en un mercado en el que continúa afianzándose.
La actriz, por otro lado, es también una de las protagonistas de Axiomas, película argentina que tiene como telón de fondo la contaminación ambiental que produce la minería a cielo abierto, pero que es sobre todo la historia de los vaivenes de un vínculo intenso entre un padre que gobierna una provincia argentina y una hija que trabaja para una ONG que lo cuestiona justamente por los perjuicios que causa la explotación minera, sobre todo en la salud de la gente del lugar.
La película, estreno del próximo jueves y dirigida por la debutante Marcela Luchetta, le permitió a esta actriz un trabajo codo a codo con un profesional de la experiencia y el aplomo de Jorge Marrale, algo que celebra: “Yo ya admiraba mucho el trabajo de Jorge antes de tener esta experiencia -dice Cipriota-. Fue muy fácil trabajar con él, muy placentero, todo fluyó muy bien desde el principio. Y eso ayudó a que el vínculo de padre-hija que aparece en la película sea muy creíble. No hubo que forzar nada. En cuanto empezamos a leer los textos, ya tenían vida propia. Y eso lo consigue rápido solo un actor que tiene la experiencia de Jorge. Lo consigue él y lo transmite. Internamente, yo me dije ‘dejate llevar, con eso ya está’. Obsesionarse con estar a la altura de actores de más trayectoria te puede generar más inseguridad que otra cosa. Con el correr de los años fui entendiendo eso. Si sabés que tenés red, entonces relajate. Eso pasó con Jorge”.
En pareja con el cineasta y director teatral David Serrano de la Peña, Cipriota vive con él y con Lorenzo, el hijo que tienen desde hace poco más de tres meses. En noviembre pasado, la propia actriz comunicó la feliz noticia de su llegada en su cuenta de Instagram. “Gracias a la vida por este milagro que hoy me tiene completamente enamorada. Ya no sé lo que es vivir sin el corazón tan lleno de AMOR”, sostuvo en un posteo que celebraron muchas de sus colegas argentinas, desde Mery del Cerro, a Celeste Cid, Agustina Casanova, Laura Azcurra, Julieta Nair Calvo y Barbie Franco.
“La maternidad me pegó increíble. Estoy muy feliz”, asegura la actriz, que también coordina una escuela de teatro musical madrileña y es socia de otra similar para niños y adolescentes que funciona en Buenos Aires. “Ahora la idea es compaginar la Luz madre con la Luz actriz. Creo que se puede hacer bien. Yo siempre supe que iba a ser madre. Quizás no podía, obvio, pero hubiera adoptado, no sé... Siempre supe que de alguna manera la vida me iba a llevar a ese lugar. Y estando en una relación estable con David, tomamos la decisión. Fue algo planeado, y estamos felices de haber podido realizar juntos ese deseo. Yo miro a Lorenzo y me derrito de amor”.
-¿Cómo te sentís viviendo en España?
-Mi llegada a España tuvo que ver con una búsqueda. Yo ya me había agarrado el bolsito antes para ir a México, a Brasil y a Italia. Quería ver qué estaba pasando en otros lugares. Y cuando me salió el pasaporte italiano justo se empezó a hablar mucho de Las chicas del cable, la primera serie original de Netflix producida en España, que fue un gran éxito internacional. Hablo de 2017, yo estaba en un proyecto muy lindo, El maestro, con Julio Chávez, en Canal 13. Ahí interpreté a una bailarina clásica y por ese papel gané el Martín Fierro. Me hubiera encantado seguir haciendo ese tipo de cosas, pero en Argentina los unitarios y las miniseries con esa calidad no son tan frecuentes. Sentí que iba a pasar mucho tiempo hasta que me llegara la oportunidad de hacer otra experiencia como esa, entonces decidí venirme a España. Muy rápido me enamoré de Madrid, que es una ciudad divina. Después hice el casting para sumarme al elenco de la tercera temporada de Las chicas del cable y quedé. Hice el papel de una argentina porque acá son muy exigentes con el tema del acento. No es fácil, por más que te prepares a conciencia, como es mi caso. Después del Martín Fierro mucha gente me decía “es momento de quedarte, no de irte”, pero yo siempre fui curiosa y quería probar en España. Cuando me fui a México, hace unos quince años, tuve la suerte de conseguir mi primer trabajo en cine, Déficit, la primera película actuada y dirigida por Gael García Bernal que estuvo en los festivales de Cannes y Toronto. Eso me abrió un panorama internacional que siempre quise explorar. Hoy me sigue interesando lo mismo. Por lo general, en estos países en los que estuve se trabaja con más presupuesto que en Argentina, y eso se nota en el resultado final.
-¿Qué extrañás de Argentina?
-A mi familia y a mis amigos. Soy muy familiera. Tengo hermanos y muchos sobrinos, y los veía muy seguido cuando estaba en Buenos Aires. Lo que no extraño para nada es la preocupación por la inseguridad. Allá una parte de la energía me la consumía esa preocupación. Viviendo en Palermo me robaron muchas veces el auto. Me robaron las ruedas cuatro veces en un mes, en pleno Palermo, a las dos de la tarde y a la vuelta de una comisaría. Eso me tenía todo el tiempo tensa. En Madrid te quedás dormida debajo de un árbol en un parque y estás tranquila, nadie va a tocar nada. Teniendo un nene tan chiquito es algo que valoro especialmente. Me da mucha tristeza lo que pasa en la Argentina en ese sentido.
-Axiomas te puso en contacto con otro tema que es importante en Argentina, el de la explotación minera y sus consecuencias para el medio ambiente. ¿Tenías información de eso antes de hacer la película?
-No, la verdad es que no estaba muy familiarizada con el tema. La directora de la película me metió en este mundo que desconocía bastante. Me parece que justamente Axiomas es una una buena puerta de entrada al tema para aquellos que lo desconocen. Hay muchas ficciones sobre lo que pasa en Buenos Aire y no tantas con historias que ocurren en otros lugares del país. La mayor parte del rodaje se hizo en Caviahue, un pueblo de Neuquén, y hubo gente del lugar que participó en papeles secundarios. Fue una gran experiencia. Sobre todo porque la directora trabajó muy bien el conflicto entre el padre y la hija que son los protagonistas de la historia. Marcela es psicóloga, es lógico que le guste ahondar en esta lucha interna entre las emociones y las decisiones de los personajes. Y eso está muy presente en la película. Mi personaje se enfrenta con su padre, más que con el gobernador. Es más es un viaje interior otra cosa.
-Isabela, tu personaje, debe resolver un dilema moral, ¿pensaste en cómo lo hubieras resuelto vos?
-Es una situación difícil. En algún punto, ella termina aliándose con el padre porque por fin decide escuchar antes de tomar una determinación, algo que no se había permitido mucho hasta ese momento. Ella llega a esa provincia argentina desde el exterior, con una idea fija, pero sin saber lo que estaba pasando ahí realmente. En lo personal, yo soy más observadora, más cautelosa. Antes de lanzarme con una opinión, estudio bastante el terreno. Después, la política honestamente me cuesta mucho porque siento que no tengo todas las herramientas para jugarme por algo.
Uno de los papeles más conocidos internacionalmente de Cipriota es el que hizo en Luis Miguel, la serie, donde se puso en la piel de Lucía Miranda, la esposa de Hugo López, el histórico representante del popular cantante mexicano, encarnado en la serie por otro actor argentino, César Bordón, también parte del elenco de Axiomas. Ella, que también trabajó bajo las ordenes de Woody Allen para su última película rodada en España, Rifkin’s Festival, no considera que su rol en la serie de Netflix sea el más importante de su carrera: “Tiene la importancia que implica estar en una serie muy exitosa, claro. Yo entré en la segunda temporada, cuando el fenómeno ya había explotado. Pero el mío era un personaje que estaba para acompañar al de César. Fue divertido hacerlo, pero no es ni por lejos mi mejor trabajo. Fue complicado, además, porque estaba en México en medio de la pandemia. Me sentí muy cuidada, pero fue raro. Yo valoro especialmente los desafíos: el que me planteó Axiomas, o el de una serie como El maestro, donde pude trabajar con gente que admiro tanto como Julio Chávez e Inés Estévez. Yo no tenía ninguna experiencia en ballet clásico, solo había hecho gimnasia rítmica. Conocía la importancia de la disciplina, pero igual ese papel fue un reto. Y lo viví como la gran oportunidad de desplegar todo lo que soñé desde muy chiquita. Sentí de entrada que ese personaje era para mí y lo disfruté mucho. Hacía tres turnos diarios de ballet para prepararme, adelgacé unos ocho kilos porque el personaje tenía problemas con la alimentación... Fue muy duro, pero a mí cuanto más difícil, más me gusta”.
-Tuviste algunos momentos de exposición por temas ajenos al trabajo: tu casamiento en Las Vegas con Dante Spinetta, la rápida separación, la reconciliación... Todo eso fue insumo para las redes sociales. ¿Te afectó? ¿Cómo te manejás hoy en ese sentido?
-Fue el momento en el que estuve más expuesta, pero también es cierto que yo lo permití. Nunca fui mucho de exponer públicamente mis relaciones ni mi vida personal. Es incómodo que te exijan en público explicaciones que vos no les das ni a tus amigas ni a tu mamá... Pero me parece que lo manejé bastante bien, que al final no me expuse tanto. No me interesa que se hable de mí por cosas que no tienen que ver con mi trabajo. Me pone feliz que alguien me reconozca por la calle por un trabajo que hice como actriz, más que por ser la novia de alguien.
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