Luisa Kuliok y Roberto Romano: se conocieron a los 20 años, ella lo tuvo que conquistar y él después debió hacerle frente a su éxito
La actriz de La extraña dama y su marido ya llevan 46 años juntos y comparten el amor por el arte; tuvieron dos hijos y a lo largo del tiempo supieron cuidar su pareja del ojo público
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Se conocieron con apenas 20 años, en el taller de teatro de Agustín Alezzo y la primera coincidencia que tuvieron fue la pasión que compartían: la actuación. Con el tiempo, Luisa Kuliok y Roberto Romano se identificaron en muchas cosas más, tantas que llevan 46 años juntos y son padres de Lucrecia y Tomás, y tienen una nieta.
Aunque ella es una estrella internacional gracias a sus novelas que rodaron por el mundo entero, nunca protagonizó escándalos y no quiere saber nada con hablar de su intimidad. Sin embargo, en algunas ocasiones dio detalles de su vida privada. Hace algunos años habló sobre los primeros encuentros con su marido y contó en una entrevista de radio: “Yo me enamoré rápido, pero Roberto no. Vivíamos cerca, en Villa del Parque. Él se encargaba de alcanzar a algunas chicas y yo me encargaba de ser la última. O le mandaba cartitas. No me consideraba mucho, la verdad, pero se terminó enamorando”.
Se casaron en 1976 cuando ella ya había hecho algunas novelas y unitarios, aunque no como protagonista, eso sucedería mucho después. Mientras Kuliok estaba abocada a su oficio de actriz, Romano estudió medicina y se recibió de otorrinolaringólogo. De todas maneras, no abandonó su pasión por la actuación e hizo teatro independiente y además escribió varios cuentos, canciones y textos.
Alguna vez la actriz contó por qué su marido se alejó un tiempo de la actuación: “Mientras yo avanzaba en teatro y televisión y participaba del grupo de Repertorio creado por Agustín Alezzo, Roberto lidiaba entre la prórroga del servicio militar y la medicina. Se le iban acotando las posibilidades de actuar hasta que hicimos una participación para Argentores y me dijo que no quería dejarlo. Le propuse que hiciera seminarios con Helena Tritek y volvió al teatro. Fue en 2007″. En tanto él señaló en alguna ocasión: “En un momento me cansé de buscar trabajo como actor, había que andar pidiendo por favor. Entonces empecé a escribir canciones primero y después cuentos y textos”.
La primogénita de la pareja, Lucrecia, nació en 1982 y por ese entonces la actriz empezaba a protagonizar novelas con Arnaldo André como Amor gitano y Amo y señor. Cuando nació Tomás, en 1988, Kuliok estaba al frente de La extraña dama y su carrera se disparó convirtiéndose en una estrella internacional sobre todo en Italia y España.
Sobre ese momento de alta exposición, la actriz le dijo a LA NACION: “Mi marido es un ser excepcional. Nunca fue celoso, confiaba en mí y sabía cómo era yo. En su lugar sí hubiera estado celosa. Tampoco tuvo problemas porque yo ganara más en la televisión que él como médico. Nada, es muy generoso y sabe escuchar al otro”.
También se refirió a la manera en que lo tomaron sus hijos: “Mi hija estaba celosa, pero mi hijo no porque tenía un año cuando hice La extraña dama, no lo vivió. Recién tomó conciencia de que yo era actriz cuando ya había pasado aquel furor. Para una hija mujer, una nena, es muy difícil que desde el afuera se vea que la madre es una diosa, una diva. En la escuela era complicado. Y mi nieta, la hija de Lucrecia, tiene 8 años, nunca me vio y no sé de dónde lo saca, pero está chocha de que yo sea Luisa Kuliok, me dice: ‘Deciles quién sos’, y mi hija dice: ‘Mamá, ¿te das cuenta? Es mi karma’”.
La dicha de trabajar juntos
Cada uno estaba satisfecho con el camino que había tomado, pero tenían algo pendiente: trabajar juntos. Se dio recién hace un año cuando protagonizaron ¡Juana vive!, basada en la vida de Juana Azurduy y dirigidos por Rosa Celentano. Romano habló en un programa de radio sobre la experiencia de compartir el trabajo con su mujer: “Era la primera vez que encarábamos un trabajo juntos y todo fue extraordinario. Hubo algo fantástico en esa primera función que hicimos en el Teatro Roma de Avellaneda. Lo digo como actor”. Los dos coinciden en que trabajar juntos, lejos de restar, le suma a la pareja. “Al principio pensé que podía costarnos el matrimonio- se sinceró Romano-. Pero fue glorioso desde el primer día y gozamos todo, desde el ensayo hasta cada una de las funciones. Fue un disfrute siempre”. Luisa también tiene algo para decir: “Roberto es un actor muy generoso como en la vida. Y lo remarco porque los hombres no están tan criados para lo generoso. Muchas veces se nos alternan los roles en la pareja, de acuerdo a lo que vamos viviendo y siempre está bien. Cada uno tiene su camarín porque nos preservamos hasta la escena. Y ya en el escenario, algo pasa, nos trasciende y se nota porque a la salida del teatro la gente nos espera para contarnos que es hermoso vernos juntos”.
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