El músico -cofundador de Los Fabulosos Cadillacs- volvió a la Argentina para ser parte del jurado de Canta conmigo ahora y habló con LA NACION sobre la vida que dejó en Los Ángeles, su amor a la distancia con Mimi y cómo a través de su humor conquistó a grandes y chicos
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En una tarde de bowling conoció a Vicentico y a Flavio Cianciarulo. Pegaron buena onda y fueron a ver un show de Riff. Cuando salió del recital, Luciano Giugno tuvo un fuerte sentimiento: “No sé cómo, pero yo quiero hacer esto”, dijo. Y lo dijo tan fuerte que el universo lo escuchó. Al poco tiempo, estaba formando su propia banda, Los Fabulosos Cadillacs, creando hits como “Mi novia se cayó en un pozo ciego” y produciendo a mega figuras del rock nacional. Sin embargo, el éxito nunca lo mareó. A principios de los ‘90, y en pleno apogeo, el rockstar reunió a su banda y les dio una noticia: “Muchachos, mañana me voy a vivir a los Estados Unidos”.
“Soy nómade”, confiesa este buscavidas que de chico vivió entre Bolívar –en la casa de abajo de su primo, Marcelo Tinelli- y Mar del Plata. De grande, su costumbre de ir de un lado a otro se acrecentó por las giras, viviendo en lugares como Los Ángeles, San Pablo, Curitiba, Venezuela y Japón. De hecho, fue hace apenas dos meses que volvió a la Argentina para ser parte de Canta conmigo ahora, el certamen de canto que lo tiene entre sus 100 jurados y le permitió unir sus dos facetas: la musical y la humorística; que desarrolló a partir de “Bailando por un sueño” con su personaje “El Tirri”.
-¿Cómo estás viviendo la repercusión de Canta conmigo ahora?
-Es un programa que disfruto mucho, estoy muy contento. En un principio, era solo por diez semanas y ahora acabo de renovar para la segunda temporada. En el canal están contentos, Marcelo también; a pesar de la competencia que tenemos estamos muy conformes con el número logrado. Aparte después de tantos años de hacer un mismo programa como fue el “Bailando...”, Marcelo tuvo la rapidez y suspicacia de cambiar de formato y que la gente lo vea de otra manera. Este es un programa más familiar que ha captado un público diferente.
-Un programa que te permite conectar con tu faceta como músico...
-Exactamente y eso fue lo que más me motivó para venir desde Los Ángeles. Cuando Marcelo me llama y me dice que quería que esté en su programa nuevo, yo me imaginaba baile otra vez y le dije que no, que no quería volver a bailar en TV. Cuando me dice que era un formato de la BBC de Londres con 100 jurados, ni lo dudé. A la semana ya estaba volando a la Argentina. Realmente estoy muy feliz.
-¿Qué tiene que tener un participante para que te levantes?
-Yo no evalúo tanto el tecnicismo sino que me enfoco más en el compromiso del participante con el certamen. En el sacrificio y los sueños que hay detrás de cada presentación. Para muchos es la primera vez que cantan en público, otros vienen desde lejos y hacen un gran sacrificio para llegar y eso es lo que valoro; la voz, el compromiso y todo lo que solo se ve en bambalinas. La escenografía es muy impactante y tener que cantar ante 100 jurados muchas veces te pueden hacer pifiar alguna nota por eso evalúo otras cosas. Si empezó desafinado, pero luego se pudo acomodar eso me motiva a apretar el botón.
-Son 100 jurados y todos muy talentosos, ¿cómo se llevan? ¿No hay guerras de ego?
-¡Para nada! Hay un compañerismo tan grande que es increíble lo que se vive tanto delante como detrás de cámara. Hay una carpa grande donde está la mayoría y nos juntamos ahí, tomamos café, hacemos temas, es una simbiosis total. Nos vamos a extrañar mucho el año que viene. Ojalá no termine nunca, la estamos pasando bárbaro.
-Forjaste un vínculo muy especial con Manuel Wirtz y con el Bahiano, ¿los conocías de antes?
-Al Bahiano sí, desde hace muchos años, pero con Manuel nos cruzamos acá por primera vez y nos amamos desde el primer día. De hecho, tenemos nuestra cábala que es abrazarnos antes de comenzar cada programa. Lo que me pasó con él es algo muy extraño. Fue algo tan genuino lo que se dio, nos hicimos muy amigos. Y con el Bahiano nos matamos de risa. Lo conozco hace 30 años, venía siempre a ver a Los Cadillacs. Me acuerdo que un día vino a un show y me regaló una remera de una banda que él amaba y era fanático. Lo adoro, fue muy lindo volver a encontrarnos.
-Recién decías que son las historias detrás de cada participante lo que más te moviliza cada noche... ¿te sentís identificado? ¿Tuviste que remarla mucho en tu carrera musical?
-Tuve que remarla un montón. Siempre fui una persona del palo del rock, toqué muchos años con Los Fabulosos Cadillacs, compuse temas que han sido hits, pero nunca tuve esta exposición. Mi llegada a la tele con el “Bailando...” me cambió la vida. A partir de eso, hice obras de teatro en Mar del Plata y Carlos Paz, trabajé para chicos con Panam (compusimos el tema “Qué papelón”) y con Carlitos Balá, la verdad he hecho de todo. Es increíble lo que me dio ese programa, me abrió las puertas de todo y el corazón de la gente. El afecto de la gente me sigue sorprendiendo hasta el día de hoy. Hace cinco años que me fui del país y me paran por la calle, me piden fotos, los más chiquitos enloquecen.
-¿Por qué te fuiste en su momento?
-Quería vivir una vida más relajada después de dos asaltos grandes que tuve en el país. Aparte estaba lejos de mis padres y mis hermanos, que viven en California desde hace 25 años. Entonces quise volver para estar con ellos y para tramitar la residencia (la Green Card); algo que nunca había hecho porque yo siempre fui muy nómade, siempre viví un poco en cada ciudad. Los últimos 20 años viví entre San Pablo, Los Ángeles y Buenos Aires. Luego vino la pandemia y ya no pude salir del país. Ahí me uní a un productor muy grande de allá -que trabajó con estrellas como Beyoncé- y pusimos un estudio en Coachella, donde se hacen los festivales de música. Compuse un tema “Los Ángeles de noche” que fue elegido para la nueva temporada de Narcos, la serie de Netflix.
-¿Qué es lo que más extrañas de Los Ángeles?
-Mi vida allá es mucho más rutinaria. Me levanto a las 5.30, 6 de la mañana, ceno a las 7, 8 y a las 9.30 ya estoy en la cama. Es una vida muy distinta a la que ahora hago acá; la disfruto mucho, pero es un estilo muy diferente. Extraño mucho a mis viejos y a mis hermanos, pero hacemos cuatro Skype por semana. Soy muy cariñoso con ellos, soy el que siempre está haciendo chistes. Me encanta a esta altura de mi vida haber vuelto a vivir con ellos. Yo se los propuse porque ellos estaban en un rancho en las afueras y los tenía muy lejos así que un día les dije: “¿Qué les parece si alquilo algo cerca de la playa y vivimos todos juntos?”. Ahora vivimos a diez minutos de New Port Beach, retome mi pasión por el surf y con mi viejo tenemos la rutina de ir tres veces por semana con dos termos de mate a pasar el día a la playa.
-Con tanta exposición, ¿sentís que cada tanto necesitás volver al anonimato?
-Por supuesto que sí. Yo soy una persona muy nómade, siempre lo fui. Tengo un amigo que vive en Mar del Plata que siempre me dice: “Tu vida es irte”. Y es verdad porque en los ‘90 cuando era la época pico de Los Cadillacs decidí irme a vivir a Los Ángeles. Después viví en San Pablo, donde tuve a mi segunda hija, después vine para la Argentina para trabajar con Marcelo; toda mi vida fue así.
-¿Cómo fueron esos inicios con Marcelo?
-Un día Marcelo me preguntó cuál era mi próximo proyecto. Le dije que tenía en mente ponerme un bar de color flúo en Dominicana. Paró el auto y me dijo: “A partir de hoy quiero que labures para mí”. Me contó que estaban por hacer un programa, Soñando por cantar, que lo iba a conducir Mariano Iúdica y que quería que yo haga los castings de los participantes. Me puso como jefe de casting, y la rompimos durante dos años.
-O sea que arrancaste detrás de cámara, ¿cómo fue la decisión de pasar del otro lado?
-Marcelo siempre me decía que por mi personalidad yo tenía que estar al frente de la cámara, pero por mi adicción al alcohol no quería arriesgarse. Haber dejado el alcohol fue un quiebre grandísimo en mi vida y en mi carrera; no solo por mi salud sino porque me permitió estar en el “Bailando...”.
-¿Qué te hizo hacer el clic?
-Un viaje a Colombia, en donde hay 48 horas que se borraron de mi mente. Yo era productor musical y había organizado un show en Bogotá con Fito Páez y Charly García. Me acuerdo que ese fin de semana pasé por la puerta de un lugar que se llamaba “El museo del vodka”. Yo no quería entrar, pero el demonio que tenía adentro me decía: “Comprá que no pasa nada”. Me compré dos botellas de un litro y medio, empecé a tomar el viernes y me desperté el domingo con las uñas pintadas con notas musicales, el Skype de la computadora abierto y Mimi llamándome. No me acuerdo nada de lo que pasó. Por supuesto que me perdí el show. Me sentí tan mal que cuando estaba por volver entré en una iglesia muy linda que hay en el aeropuerto de Bogotá, me arrodillé y dije: “Jesus mío, si vos me llevás vivo a Buenos Aires no tomo nunca más en mi vida”. Llegué vivo porque estoy hablando con vos y el 22 de octubre cumplo 10 años sin tomar una gota de alcohol.
-¿Cómo cambió tu vida desde entonces?
-Todo empezó a fluir. Siempre digo que di el volantazo en el momento justo. Entré en el “Bailando...”, en donde bailaba muy mal pero yo me sentía un ganador, hice teatro con grosos y gracias al “Tirri” volví a ser un Cadillac.
-¿Cómo sería eso?
-Antes de la pandemia, Los Cadillacs me llamaron para hacer un Luna Park con ellos, me dejaron abrir y cantar temas que yo amo. Si yo hoy les digo que quiero volver a la banda me reciben con los brazos abiertos, son como mis hermanos. El otro día estuve en un ensayo y ellos mismos me decían: “La verdad que fue una buena decisión dejar la banda porque te hiciste muy famoso”. Salvo Vicentico, los demás van por la calle y nadie les pide una foto.
-Si repasamos un poco tu carrera, podría decirse que siempre te bajás de los éxitos: Los Fabulosos Cadillacs, el “Bailando...”, en tu momento de mayor exposición te fuiste a vivir a miles de kilómetros...
-Fueron decisiones difíciles que, hoy con el diario del lunes, veo que me salieron bien. Este es un país muy duro en el que si no estás en el centro de atención no existís y desaparecés. Y yo siendo “El Tirri” después de cinco años, volví y encontré el mismo amor y afecto de siempre.
-¿Sentís que “El Tirri” le ganó al rockstar?
-En cierta forma sí. Yo siendo músico no tenía esta repercusión. Y pasa algo muy loco que es que toda la gente del rock me banca a morir. Cada vez que estoy en el programa, tengo mensajes de Los Cadillacs, Babasónicos, El Negro Fidel, Los auténticos decadentes. Apenas llegué a la Argentina, Cucho me invitó a tocar con ellos en el Luna Park. Canté “Pende viejo”, que es un tema que siempre me lo dedican a mí los HDP... (risas). Me da mucha emoción volver a compartir el escenario después de tantos años.
-¿Te duelen las críticas cuando insinúan que estás en el medio por ser “el primo de...”?
-Sí, al principio sí, pero me duró nada. Yo hice mucho en la época que no existían las redes sociales. Nadie sabe, por ejemplo, que fui telonero de Madonna; abrí sus dos shows en River. La gente piensa que yo empecé en el “Bailando...” con Marcelo. Este es un país donde se le tiene rabia al hijo, al primo, al pariente de... pero en mi caso fue todo lo contrario. A mí me amaron de entrada porque me veían como el chanta, el loco, el mentiroso. Todo lo contrario a lo que es Marcelo. Se creó una especie de antihéroe que funcionó muy bien y con ala propia. Por supuesto que siempre le voy a agradecer a mi primo la oportunidad que me dio. Es más fue el quién me puso este apodo. Mi nombre en el “Bailando...” iba a ser Luciano Jr. y me dijo: “No, vas a ser El Tirri”, un apodo que tengo desde chico por ´el terrible´. Al principio me re amargué porque no me gustaba pero ahora me encanta.
-Sabemos que “El Tirri” es un personaje muy divertido y algo delirante, pero ¿cómo es Luciano Giugno cuando las cámaras se apagan?
-En realidad “El Tirri” no es un personaje. Yo siempre fue así y volviendo a Los Cadillacs, ellos pueden dar fe. La realidad es que estoy medio loco y sé que a veces mi vida puede parecer un delirio como cuando compré los terrenos en la luna, pero juro que es verdad.
-¿Qué es lo que pensás que más le atrae a la gente de vos?
-No sé, creo que mi humor tan diferente porque sin reírme hago reír a todos. Siento que a la gente le gusta que no soy un personaje nocivo, soy un tipo que dice disparates, pero que tienen sustento real. De hecho, cuando doy comentarios en el Canta conmigo ahora siento el murmullo y la risa por detrás en el jurado y el público, y yo por ahí estoy hablando en serio.
-Tu fan número uno es Marcelo...
-Él siempre me dice que lo hago reír mucho. Que sin hacer nada, ya lo hago reír. Los chicos (Francisco, Cande, Mica, Juana y Lolo) también, organizan una comida y lloran de risa conmigo. Yo disfruto mucho de eso. Hay días que no estoy tan up (porque me pasan cosas y no soy un clown las 24 horas) pero trato de sacar algo de donde sea para verlos reír. Voy a extrañar mucho el día que todo vuelva a la normalidad y me tenga que volver a Los Ángeles.
-¿Cómo va la convivencia?
-Yo con Marcelo he vivido un millón de veces, pero siempre en situación de vacaciones y esto no es lo mismo: laburamos en el mismo programa, vamos y venimos a la productora en el mismo vehículo, desayunamos, almorzamos y cenamos juntos. Pero la verdad es que la convivencia es muy orgánica, muy linda. Me siento muy feliz viviendo con él y con sus hijos; somos muy unidos y confidentes.
-¿No hay roces?
-No hay ni un “sí” ni un “no”. Realmente cuando uno convive conoce al otro y nosotros nos llevamos muy bien. Aparte yo soy un tipo muy ubicado, sé lo que tengo que hacer y lo que no, lo que le gusta y lo que no. Por ejemplo, sé que a la mañana no le puedo hablar. Mientras desayunamos, él mira sus cosas, contesta los millones de mensajes que tiene, mira los números del rating, entonces no da para que yo le hable del partido de fútbol de la noche anterior. Hasta que me mira, se ríe y me dice: “Hablá si querés, eh...” y ahí comienza nuestro día. Otra cosa que respeto es la puntualidad. Él arma todo de manera impecable, pero lo único que te exige es puntualidad y yo lo respeto.
-¿Cómo va tu relación con Mimi (Mariela Alvarado)?
-Hace 12 años que estamos juntos, hablamos todos los días. Ella ahora está en República Dominicana porque abrió un restaurante, Tango mío, y está lanzando su línea de cremas. Antes de venir para acá, estuve con ella y el mes que viene nos reencontramos acá.
-¿Cómo se hace para mantener un amor a la distancia?
-Ella una vez me dijo algo que es muy cierto: “Menos mal que nosotros tenemos esta química porque hay parejas que viven juntas y no se tocan hace años”. La distancia no existe para nosotros. Cuando nos vemos es como si no hubiese pasado el tiempo. Nos tomamos la distancia como una pausa, un break y después volvemos con todo. El año que viene nos vamos a vivir juntos donde sea, en Buenos Aires, en Los Ángeles o en Dominicana, ya lo decidimos.
-¿Te gustaría volver a ser papá?
-Es una pregunta que me están haciendo mucho. A veces me quiebro porque no fui el padre que tuve en casa. Esta vida de nómade no me permitió ser el padre que hubiera querido, pero pienso que Mimi algún día me lo va a plantear. Ese día, te llamo y te cuento.
-¿Cómo sos como papá? ¿Qué cosas te reprochás?
-Lo que más me reprocho es el poco tiempo dedicado. Con mi primera hija, Katerina (que ya tiene 31 años) estuve mucho más presente, sobre todo durante sus primeros años. Después, entre las giras y mi separación de su madre, me he perdido muchas cosas como actos de fin de año o cumpleaños. Mis papás están juntos desde hace más de 60 años, entonces yo mirando ese modelo veo que no tuve lo mismo en mi vida personal.
-¿Tenés vínculo con ellas?
-Sí, con las tres. Con la más grande que vive en Miami es con la que más me veo. Ahora cuando voy para Los Ángeles paso por ahí antes. Con Francesca (26), que vive en Iowa, y con Luna (19), que vive en San Pablo, también nos vemos aunque no tengo la misma fluidez. A veces la relación que uno tiene con las madres también influye. Con la madre de Katerina me llevo increíble, inclusive con mi suegro (Leo Dan) que es un genio; así que todo es más fácil. Mi idea es algún día poder juntarlas, ellas se conocen pero necesitamos pasar tiempo juntos.
-Hasta fin de año estás en Canta conmigo ahora y después...
-Tengo propuestas para hacer teatro, radio y TV, pero hay uno muy especial que todavía no puedo contar que tiene que ver con un reality show muy fuerte. Ahí voy a poder explotar 24/7 lo que soy yo, un reality que va a verse en todo el mundo. ¡Va a ser grande! Además tengo en mente grabar material nuevo con una discografía, pero quiero ir paso a paso.
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