“La conexión que tuvimos fue inmediata. Soy madraza, como si lo hubiese sido toda la vida”
"Para mí, 2017 fue el año más duro emocionalmente, pero con el final más feliz. A partir de ahora, la vida es pura felicidad, porque estoy con mi hija”. Las palabras son de Luciana Salazar (37), que recibió el nuevo año con su mayor deseo hecho realidad: el de convertirse en madre. Matilda nació el 15 de diciembre en Sarasota, a 370 kilómetros de Miami, en Florida. Pero el camino para tener en brazos a Matilda no fue fácil. El método de concepción al que recurrió no es el convencional: congeló sus óvulos en 2016 y recurrió al doctor Fernando Akerman [“Experto en infertilidad, incluyendo sustitución gestacional, cirugía ginecológica mínimamente invasiva, donación de ovocitos, selección de sexo y P6D”, según dice en su sitio web] para fertilizarlos con ayuda de un donante. Recién en 2017 Luli decidió transferir un embrión fecundado al útero de una mamá subrogante. Lo hizo en Estados Unidos, porque es uno de los pocos países donde este método cuenta con garantías legales y sanitarias, junto con Canadá y Ucrania. Se trata del mismo procedimiento que eligió Alejandro “Marley” Wiebe para traer al mundo a Mirko, su primer hijo, que nació el 27 de octubre, en Chicago. Distinto al que recurrió Juana Repetto –que para convertirse en mamá de Toribio, nacido en agosto de 2016, se sometió a un tratamiento de inseminación artificial–, pero con el mismo objetivo: traer un hijo al mundo y darle forma a un nuevo estilo de familia, monoparental.
A los diez días del nacimiento de Matilda, Luciana la presentó en ¡Hola! Argentina, en Miami, donde está viviendo desde el 28 de noviembre. Tras unas seis horas de shooting, volvió al departamento que alquiló para que Matilda descansara. La bañó, le dio de comer y se encargó de dormirla. Cerca de medianoche estuvo disponible para encarar una entrevista en la que abrió su corazón. “Cuando por fin tuve a mi hija en brazos sentí la felicidad más plena. Fue una locura. Me puse a llorar y decía: ‘Es mi bebé’. Estaba con mi mamá Liliana, mi papá Fernando y mi mejor amiga, Yamila, en el hospital. Todos lloramos”.
–Recapitulemos: ¿cómo fueron los días previos al nacimiento?
–Viajé a Estados Unidos casi veinte días antes. Si bien el doctor Akerman nos había dado fecha para el 15 de diciembre, la subrogante decía que su obstetra estimaba para el 7. Para mí ir quince días antes era un gran esfuerzo, pero al ver la panza que tenía, confié en que se podía adelantar. El de Marley se adelantó. Finalmente, nació el día que dijo Akerman.
–¿Fue por parto natural?
–¡Sí! Con mi familia hicimos un prode para ver qué día nacía Matilda y con qué peso. La única que le pegó con la fecha fue mi hermana más grande, Marisol. Yo había dicho el 11. Pero me gusta el 15, es la “niña bonita”.
–¿Presenciaste el parto?
–No. Dejaron entrar sólo a una persona y la subrogante me pidió que fuera su marido. Yo lo acepté. Esperé en una habitación con mi familia. Y después me la trajeron envuelta en una manta, con un gorrito. Me volví loca cuando la vi.
–¿La subrogante conoció a Matilda?
–No lo sé. Tal vez, en el momento del parto la pudo ver. No te lo podría decir, no tuve más contacto con ella.
–¿Cómo fue la primera noche de las dos solas?
–Se portó tan bien… Recién en la tercera estuvo más hincha. Pero no llora, hace ruidos. Yo enseguida me despierto. Duerme durante el día y a la noche, nada.
–Evangelina Salazar, tu tía, está en Miami. ¿Conoció a Matilda?
–¡Claro que sí! Ya desde el día que nació me llamaba todo el tiempo. Estaba embobada. Ella ya no tiene bebés en la familia. El más chiquito es Benito [hijo de Julieta Ortega con el músico Iván Noble], que tiene 12. Pasamos Navidad todos juntos. Mi tía alquiló una casa en Key Biscayne. Nadie podía creer lo buena que es Matilda, no lloró. Los únicos que no estaban eran Sebastián, sus hijos, ni Martín. Mi tía se esmeró muchísimo estas fiestas. Un bebito trae amor y unión y ella lo hizo muy especial para mi papá y para mí. Decoró todo. Fue muy lindo, un gesto inolvidable. Ella está al tanto de lo que yo sentía y por lo que pasé…
SER MADRE A PESAR DE TODO (Y TODOS)
“La conexión que tuve con mi hija fue inmediata. Yo le cambio los pañales desde el primer día; a la noche, me levanto todas las veces que sea necesario, me encargo de sus necesidades, de sus vitaminas. Estoy pendiente. Soy madraza, como si lo hubiese sido toda la vida. Es que al no haberla llevado en mi vientre, no sabía qué podía suceder con nuestra unión”, explica Luciana. Ese vínculo especial se podrá ver en el estreno de su real life, “Luciana mamá”. Se trata de un episodio especial que se transmitirá por El Trece el jueves 4 a las 22.30. Y agrega: “Desde que soñé con ser madre mi idea era llevar al bebé en mi vientre. Nunca me imaginé esta situación. No fue algo buscado, sino lo que pude hacer”.
–Se dijo que uno de los motivos por los que subrogaste fue porque padecías trombofilia.
–Fueron muchos motivos los que hicieron que tomara este camino. Yo padezco de trombofilia, pero más allá de eso, uno puede llevar un embarazo a buen término. Lo mío no fue sólo eso, sino una sumatoria de miedos, sufrimiento y emociones. No fue una decisión mía, estuvo consensuada con especialistas.
–Da intriga. ¿El sufrimiento al que hacés referencias tiene que ver con actitudes de Martín Redrado, tu ex?
–Hay temas privados que involucran a varias personas y es preferible llamarse a silencio. Es una historia muy larga con mi ex pareja, pasaron demasiadas cosas, hubo mucho dolor; injusticias también. Pero la vida es sabia y yo tengo el premio. Podría pasar muchas veces más por ese sufrimiento porque si tengo a mi hija, es la gloria. La tristeza se convirtió en felicidad.
–¿Quiénes te apoyaron en tu decisión?
–Mi círculo íntimo. Más mi mamá, que sabe de mi deseo desde siempre. Los primeros en enterarse fueron Martín (Redrado), que obviamente sabía desde el principio; mi mamá y mi mejor amiga. Ah, y Ana [Rosenfeld], que es la madrina de Matilda.
–Se habla de un tratamiento valuado en 70 mil dólares.
–Sí, desgraciadamente es muy caro. En Estados Unidos es bastante común. En Argentina hay un vacío legal. Puse todos mis ahorros y también recibí ayuda. No es sólo el tratamiento, se suma el alquiler de una casa en Estados Unidos, los gastos diarios, la comida. Es un presupuesto terrible.
–¿Para concebir a Matilda usaste tus óvulos congelados?
–Sí, claro. Tengo mitad de óvulos congelados y la otra mitad se usó para fecundar. Matilda puede tener una hermana de la misma sangre: con mis óvulos y el mismo donante. Encima me salieron todos femeninos. Creo que mi deseo de tener una hija mujer fue más fuerte que cualquier cosa. Usé quince óvulos para fecundar y quince para congelar. Tuve la suerte de tener muchos: me sacaron treinta y cuatro, había treinta sanos y quince decidí fecundar y quince congelar. De esos, quedaron cinco embriones femeninos. El día de mañana, puedo volver a ser mamá o también los puedo donar.
–¿Soñás con más hijos?
–Después de esto, sí. No sé si volveré a recurrir a la subrogación. La verdad, siempre me gustó la idea de llevar un bebé en mi vientre. Si Dios, en algún momento de mi vida, me bendice con eso, bienvenido sea. Pero depende de la situación, la vida, mi estado, la edad.
–¿Tenés pensado cómo vas a educarla?
–Sí, ya tengo cinco años más de Matilda pensados. Soy tremenda. La educación es la mejor herencia que puedo dejarle. Quisiera que apenas camine vaya a jardines que la estimulen. Me gustaba la idea de que tenga una educación con método Montessori. Les enseñan de disciplina, orden y conviven con chicos de distintas edades. Después, tengo dos o tres colegios en mente para preescolar y primaria.
–¿Cuándo volvés a Buenos Aires?
–Ahora tengo que esperar a que le den el pasaporte. Puede que el 20 de enero esté en Argentina. Ella es la norteamericana. Ya inicié todos los trámites.
–¿Dónde van a vivir?
–La casa de Nordelta es la que está más acondicionada para Matilda. Pero también tengo mi departamento en Núñez. Ahí hago otra base, mis padres viven en la zona. Es que no podría dejarla con una niñera.
EL AMOR EN TIEMPOS DE MATILDA
Luciana tuvo una historia de amor que duró siete años con el economista Martín Redrado (56). Desde el principio, el romance fue muy comentado. Inicialmente porque se trataba de un funcionario (ex presidente del Banco Central) que se vinculaba con una mujer del espectáculo. Después, por una separación (en 2014) que lograron resolver con terapia de pareja. Pero el detonante de la ruptura final fue la determinación de Luli para tener un hijo. Tomás y Martina, los hijos que Redrado tuvo con Ivana Pages, se habrían mostrado en contra de esa decisión. Es más, luego de anunciar la separación definitiva –el pasado 1 de julio–, Luciana reconoció que lo que la empujó a subrogar un vientre tuvo que ver con que el hijo mayor de su ex descubrió que ella había congelado sus óvulos y temió que ya hubieran dado el gran paso sin habérselo contado a la familia. Desde entonces, la vida de la pareja se volvió un drama.
–¿Es cierto que tanto vos como Martín querían tener un hijo?
–Absolutamente. Él lo dijo también. Después, todo lo que pasó en el medio me lo guardo.
–¿Alguna vez perdiste un embarazo de Redrado?
–Hubo situaciones feas que no quiero revivir.
–Parecía que la historia entre los dos estaba terminada, pero volviste a mencionarlo en Twitter días antes del nacimiento de Matilda.
–Soy una mujer de palabra; si te prometo algo, lo cumplo. Y espero lo mismo. La vida es una reciprocidad, más con gente que uno quiere. Sólo pedí que saliera a la luz algo que hubiese ayudado para que las cosas que hablamos, pensamos o deseamos con Martín pudieran cumplirse. Me salió la escorpiana de adentro. Obviamente, antes, le hablé mil veces a Martín por privado. Tampoco tuve respuesta. Uno agota instancias.
–¿Martín te había prometido que iba a acompañarte en el nacimiento de tu hija?
–Sí, él me lo prometió. Lo que no voy a contar es por qué tendría que haber estado, no me corresponde. Me hubiera gustado que él lo hiciera, pero quedará en su conciencia.
–A partir de tus tuits se generaron muchos supuestos. Uno de ellos, que es el donante, el papá de Matilda…
–[Silencio]. Yo no voy a hablar de nada.
–¿Te bancarías guardar un secreto semejante?
–Cuando alguien me pide que no comente algo, yo doy mi palabra. El día de mañana, si se me da por contarle su historia a mi hija, será cosa mía.
–Se dijo que nunca se habían separado.
–Por eso te digo, hay cosas que no puedo decirlas.
–¿Firmaste un pacto de silencio?
–La verdad es que lo que me mantiene callada es mi palabra. Tengo códigos. Me manejé así siempre.
–¿Cómo está la relación con tu ex?
–No me llamó. Nunca.
–En esa fecha estaba comprometido en resolver cuestiones en el Banco Finansur, que pertenece a Cristóbal López. Su banco de inversión (MR Servicios Financieros) fue contratado para reorganizar la empresa y, en el medio, López quedó detenido por defraudación al Estado.
–La verdad es que no lo sé. Creo que cuando uno quiere, puede.
–¿Volverías a encontrarte con él?
–No lo sé. Hoy sólo pienso en mi hija.Todo lo que me hizo mal, por ahora, lo quiero tener bloqueado en mi vida.
–¿Seguís enamorada de Martín?
–Mi único amor es mi hija. Pero estoy abierta al amor, me encantaría un hombre que me deslumbre.
–¿Qué esperás del amor?
–Un hombre con todas las letras.
–Siempre fuiste reservada con tu vida privada.
–No se puede vivir ocultando un amor. No es sano. La gente que oculta un noviazgo es oscura y rara. Si no estás engañando a nadie, ¿qué tenés que esconder?
–Con Martín tuviste situaciones así…
–Yo no, el enroscado era él. En tal caso, los problemas eran suyos. Yo no tenía hijos ni por qué mentirle a nadie. La única nota que hicimos juntos fue en Ginebra para ¡Hola! y fue difícil, a él no le gustaba exponerse. Nos enojamos mucho el día anterior. Estuve a punto de decir que no. Terminamos durmiendo en diferentes habitaciones. Pero al otro día vino a buscarme y me dijo: “Hagámosla, por favor”.
–¿Le vas a contar a Matilda, cuando sea más grande y pueda entender, todo el proceso que viviste?
–No sé, lo veré en el momento. No quiero que sepa que sufrí tanto. Pero todo lo que tenga que ver con el vientre subrogado, obvio que sí. No quiero que se entere por Google. Reconozco que una de las preocupaciones que yo tenía era cómo le iba a plantear a mi hija su situación. La psicóloga que consulté me dijo que los chicos están más avanzados que los adultos, que me iba a ser más fácil de lo que yo pensaba. Lo único que quiero es que sea feliz, que tenga salud, que siga teniendo luz. Todos se emboban cuando la ven. Realmente creo que tiene algo especial. Después, darle todo de mí y poder ayudarla. Que sea la mejor persona que pueda.
–A nivel personal, ¿qué deseás?
–Es medio raro, pero ya no puedo pensar individualmente. Matilda llegó para sacarme el foco de mí misma. [Piensa]. Ojalá la vida me sorprenda con un gran amor. Tengo muchas ganas.
- Texto: Paula Galloni
- Fotos: Natalia Aguilera
- Estilismo: Magda Yamin
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