Los herederos de Doña Petrona: de los cocineros argentinos a la pícara Jimena Monteverde y Ariel en su salsa
Petrona Carrizo de Gandulfo dejó su marca en la pantalla chica, pero también en las generaciones que vinieron después
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Mucho tiempo antes de que aparecieran los influencers o los gurús de la cocina, una mujer supo marcar la diferencia se convirtió en la primera referente de las preparaciones culinarias en la televisión: Petrona Carrizo de Gandulfo, más conocida como Doña Petrona, debutó en la pantalla chica en 1952 casi de casualidad.
Pero la vida de Doña Petrona merece un párrafo aparte: nacida en Santiago del Estero en 1898, perdió a su padre de muy chica y a los 15 años se fugó a una estancia escapando de un matrimonio indeseado que no se concretó. Allí aprendió el uso del lazo, las boleadoras y armas, además de forjar su carácter. Su primer marido, Oscar Belisario Gandulfo, el administrador del lugar, la llevó a Buenos Aires con 20 años.
Esta mujer que rompió todos los moldes para la época tuvo que abrirse camino en Buenos Aires. Su primer trabajo fue como promotora de las nuevas cocinas de la compañía Primitiva de gas, que venían a reemplazar la combustión a carbón y kerosene. Después de formarse empezó a dar clases públicas de cocina y debido a su carisma y la buena repercusión entre las amas de casa, le ofrecieron espacios en las radios Argentina, El Mundo y Belgrano. Sus primeros pasos en la TV los dio en Canal 7 en un micro de cocina, Variedades hogareñas, que se realizaba desde el Palais de Glace.
Sus recetas, miradas con el ojo saludable de hoy, tenían demasiada manteca, pero en aquellos tiempos los parámetros eran otros. “Lo rico y económico que resulta si es preparado por ustedes”, repetía en su segmento de Buenas tardes, mucho gusto, acompañada de su fiel asistente Juanita. Sus propuestas iban de los pastelitos de hojaldre, que aprendió a hacer a los seis años, “para atraer a los hombres”, hasta platos muy complejos que había aprendido en la filial argentina de Le Cordon Bleu. En una época en donde no existían casi los programas grabados, Doña Petrona se las ingeniaba para poder presentar su preparación en vivo.
El libro de Doña Petrona, marca registrada de todos los hogares argentinos y de gran parte de Latinoamérica, tiene más de ciento veinticinco ediciones y obtuvo más ventas que el Martín Fierro o La razón de mi vida.
A sus televidentes les recordaba que después de cada recete le escribieran para contarles cómo les había salido. Incluso, se supo, que Doña Petrona se pasaba largas horas contestando cada uno de los mensajes o respondiendo el teléfono por dudas de las amas de casa que la seguían a diario. Nunca abandonó dos de sus rituales reconocidos por ella misma: “tomar un whisky todas las noches y comer los ajíes de la mala palabra”.
¿Quiénes son los herederos de Doña Petrona?
En tiempos de señales dedicadas 24 a la cocina y redes sociales, ¿quiénes son los herederos de Doña Petrona? En los años ochenta Utilísima generó un espacio para que grandes cocineros como Dolli Irigoyen, Osvaldo Gross, Maru Botana y Choly Berreteaga, entre otros, pudieran dar sus primeros pasos en pantalla. Por otro lado, en el noticiero del mediodía de Canal 13, Realidad 83, Chichita de Erquiaga daba recetas acorde a su estilo de ecónoma. En un mundo donde los grandes chef, en aquella época, eran casi todos hombres, el Gato Dumas junto a Ramiro Rodríguez Pardo y luego con un joven Guillermo Calabrese, fue de los primeros que se animó a llevar platos excéntricos a la TV, primero en el cable y luego a la pantalla de América.
Muchos años después, otra referente del mundo culinario en televisión, Narda Lepes, llevó a cabo un ciclo en Utilísima, producido también por los creadores de Buenas tardes mucho gusto, llamado Doña Petrona por Narda. En este programa, la joven cocinera presentaba reversiones de platos clásicos de la decana de la cocina, adaptados a los tiempos que corren.
Probablemente, lo de Dolli Irigoyen sea un caso aparte. Reconocida mundialmente por su calidad culinaria y su sapiencia en la cocina, la maestra supo en los últimos años hacerse conocida, entre los más jóvenes, por su participación como la estricta jurado de Bake off Argentina, la versión local del reality de pastelería inglesa, y de MasterChef. Este último, que se volvió muy popular durante la pandemia, logró que un ignoto, televisivamente hablando, como Damián Betular se volviera un rock star, junto a los ya consagrados Donato de Santis y Germán Martitegui.
La aparición de Cocineros argentinos marcó un antes y un después en la pantalla chica. Nacido en 2009 en la Televisión Pública, el ciclo supo encontrar el tono y la manera para hacer atractiva la propuesta con buenos números de rating, surfeando los vaivenes de las distintas gestiones del canal estatal. De hecho, en este momento de revisión de Canal 7, tras la llegada del gobierno de Javier Milei, es uno de los pocos ciclos que tuvo continuidad. El programa, que debutó con Martiniano Molina al frente y que al año le pasó la posta al fallecido Guillermo Calabrese, hizo hincapié en una cocina cercana a la gente y además le dio lugar a un grupo de jóvenes profesionales. A 15 años de su estreno, propone “ahorrar” con recetas simples pero deliciosas, lejos de la abundancia de Doña Petrona.
En la actualidad hay cinco ciclos diarios de cocina en la televisión abierta con buena repercusión. Ariel en su salsa, en los mediodías de Telefe, con el histriónico y didáctico Ariel Rodríguez Palacios; Cocineras y cocineros argentinos, en la pantalla estatal; Cucinare en eltrece, ¡Qué mañana! con la conducción de Mariano Peluffo y Escuela de cocina, de la mano de la descontracturada Jimena Monteverde, en elnueve, responsable además de los platos que se sirven en la mesa de Mirtha Legrand y Juana Viale.
Por otro lado, La peña de morfi, la creación de Gerardo Rozín, dedica gran parte de sus emisiones del domingo a las recetas de Santiago Giorgini. Y próximamente llegará una nueva edición de MasterChef, esta vez con famosos, de la mano de Wanda Nara.
La aparición del canal Gourmet o Food Network y los cientos de influencers [con Paulina Cocina a la cabeza] o hacedores caseros que replican en sus redes recetas, secretos y experiencias, confirman que el mundo de la cocina aún tiene mucha tela para cortar. Ya no aclaran como Doña Petrona que “125 gramos es la mitad de un cuarto litro”, pero se las ingenian para seguir manteniendo viva la llama de quien supo ser pionera.
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