Lola Cordero, sus crisis en pandemia, los ataques de pánico y el fin del amor con Alexis Puig: “Hasta acá llegué”
La periodista y conductora habla por primera vez en profundidad de su separación, después de 20 años en pareja, de Alexis Puig, de su salud, de cómo se “mantiene” una familia y de por qué nunca pensó volver a España
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A los 48 años, Lola Cordero está en pleno duelo: después de 20 años en pareja, su matrimonio con el periodista Alexis Puig se terminó. Pero no fue la única separación que vivió en estos últimos meses. También se “divorció” laboralmente de Beto Casella, con quien hizo durante 16 años en radio el programa Bien levantado.
La periodista española, que vive desde el año 2003 en la Argentina, ya es una porteña más. Y aunque su familia quedó en Barcelona, ella encontró su lugar en el mundo en Buenos Aires.
Ahora, trabaja en Radio Metro con Nancy Pazos, en Ruleta Rusa, y también en Radio Continental con Korol Esperanza, junto a Diego Korol. Una vez por semana despunta el vicio como panelista en Bendita TV, por elnueve, y, además, se ocupa de sus hijas Eva y Lara -de su relación con Alexis- y de Vicky, del matrimonio anterior de su ahora ex marido.
-En estos casi 20 años, ¿nunca quisiste volver a vivir a España?
-Yo me vine porque me enamoré de Alexis, lo conocí en Barcelona, fue amor a primera vista y hubo como una necesidad de no separarnos más. Yo estaba en una época de crisis, generalmente los cambios grandes se dan en esos momentos, cuando algo te está revoloteando.
-¿Por qué estabas en crisis?
-Llevaba muchos años haciendo producción teatral. Producía Monólogos de la vagina, era un éxito. Y trabajaba mucho. Porque también era actriz: si se enfermaba alguna de las protagonistas, subía yo a escena. Trabajábamos en Barcelona de martes a domingo y los lunes hacíamos función en alguna ciudad cercana. Así fue durante tres años. No parábamos.
-¿Y qué hacía Alexis en Barcelona?
-Estaba haciendo un máster de cine documental y en ese momento llegaron para hacer Confesiones del pene tres actores argentinos: Nicolás Scarpino, Jorge Schubert y Martín Karpan. Hubo un evento y nos encontramos. Dijimos: “Penes y vaginas… ¡Hagamos una cena para conocernos!”. Nos invitaron a degustar comida argentina y en esa reunión estaba Alexis. Nos conocimos y no nos separamos nunca más.
-¿Esa misma noche pasó todo?
-Pasó todo. Eso fue en diciembre de 2002, en España. En marzo yo ya estaba en Buenos Aires, casándome con él. Fue una explosión y un replanteo... No sé, algo me estaba pasando. Tenía 29 años.
-¿Nunca pensaron quedarse en España?
-La conversación giraba en torno a su hija Vicky, que en ese momento tenía cuatro años. Yo sabía que si nos quedábamos allá, los dos íbamos a tener trabajo. Pero le dije: “Hay una realidad, tu hija no te va a perdonar jamás en la vida que te hayas alejado. Te la vas a perder”. Todo el mundo me decía que estaba loca por querer irme a la Argentina. Acá se estaba terminando de apagar el incendio del 2001.
-¿En qué año llegaste?
-A comienzos de 2003. Me acuerdo que en la televisión yo veía a Menem en una ventana del Panamericano diciendo que no se iba a presentar al ballotage. Del otro lado, un tal Kirchner, que nadie sabía quién era. Pero sí conocían a Cristina, que era senadora. Entonces era: “¿Pero quién es? ¿Va a ser el Presidente?”. La gente estaba sorprendida.
-Pero a vos no te importaba nada, porque estabas enamorada.
-¡No me importaba nada! Además, yo tenía mis ahorros porque había trabajado mucho. Entonces era una manera de empezar tranquila, asentarme, ver qué quería hacer, si quería seguir siendo productora o intentar ser actriz. Y empecé a trabajar de cualquier cosa, porque yo creo que cuando uno llega a un lugar nuevo, tiene que hacer todo de vuelta. Es la única manera de conocer dónde te movés.
-¿De qué trabajaste?
-Hice de extra en publicidades, en esa época se filmaban muchas publicidades extranjeras acá. Y por algún motivo necesitaban gente con pasaporte europeo. Empecé con eso, me empezaron a dar “figuraciones especiales”, entonces me pagaban un poco más. Hice locuciones interpretando a Isabel la Católica... Me empezaron a salir trabajos de cualquier cosa sólo porque era española.
-Nunca pensaste, ¿qué hago acá?
-No, nunca. A mí no me gusta ser vueltera. Yo soy una persona muy práctica, soy muy laburante. Me dedico a trabajar mucho. Le pongo ganas a las cosas.
-¿Por qué se casaron legalmente?
-Por los papeles. Porque sino a mí me expulsaban del país. Nos casamos y un día me llegó una carta de citación de Migraciones. Decía que tenían que comprobar que el matrimonio era lícito porque había cosas que no les estaban cerrando.
-¿Creían que era por un matrimonio por conveniencia?
-¿Qué conveniencia? Era muy gracioso. Cada vez que iba a hacer un trámite a Migraciones eran todos chinos, bolivianos y yo. “Esta no es tu fila”, me decían. “Esta es para quedarse”. “Es que estoy haciendo los trámites para quedarme”, les decía. Y terminaba haciéndome amiga de todos. En esa época eran horas y horas de cola. Terminaba tomando mate con todo el mundo.
-Estabas contenta...
-Estaba como esa gente que dice “agarro la mochila y me voy a recorrer el mundo, a que me pasen cosas”. Yo estaba en ese punto. Me salieron muchos trabajos, yo los agarraba todos porque era la manera de conocer cómo se manejaban acá los actores. Aprendí que había una Asociación Argentina de Actores, que podía tener una obra social, que había un sindicato de extras, que podía hacer bolos especiales. Terminé siendo directora de casting para el canal católico EWTN, donde trabajaba Ale. Filmaban el rosario para que la gente lo rece. Hice de todo.
-Pero en un momento te hiciste famosa. ¿Cómo fue?
-De casualidad. Alexis empezaba a trabajar como columnista de cine retro en el programa que tenían Patricia Miccio, Beto Casella y el Negro Oro, en Canal 9, Cotidiano se llamaba. Y un día me dijo que fuera con él, conocí a todos, pegamos buena onda. Al año y medio, Beto empezaba el programa de radio Bien levantado en Mega y estaba buscando columnistas. Lo citó a Alexis para tomar un café y yo lo acompañé. Empezamos a charlar, a charlar y Beto me dijo: “Me encantaría que estuvieras en el programa. Primero, porque la voz de las españolas calienta. Después, porque sos actriz, se te nota en la dicción, eso me gusta. Sabés de espectáculos, te encanta ver tele, sabés quién es Mirtha, quién es Susana… ¿Te animás?” Y ahí arrancó ese matrimonio laboral que tuve con Beto Casella. Fueron 16 años. Recién ahora, a fin del año pasado dijimos: “Hasta acá llegamos”. Él se iba a Rock and Pop y yo quería quedarme en Radio Continental. Fue una necesidad de parte de los dos de cortar. Fuimos muy sinceros y lo decidimos. Y terminó todo muy bien.
-Tuviste dos separaciones entonces...
-Cumplí todos los clichés de la pandemia.
-¿Por qué te separaste de Alexis?
-Hacía seis o siete meses que se me había roto la cabeza con que algo no estaba bien.
-¿Fue en pandemia?
-Sí, la pandemia me pasó por arriba. Tuve ataques de pánico por esta obsesión de que me iba a enfermar, y que quién iba a cuidar a mis hijas, cómo iba a hacer. Entré en modo supervivencia y les enseñé a las chicas a hacer todo: cocinar, poner la lavadora, usar el horno, el microondas. Les dije qué tenían que hacer si yo me enfermaba y no podían entrar en la habitación. Me preparé porque pensaba “si me enfermo, si me muero, ¿qué pasa con ellas?”. Tanto pensar, tanto pensar, que terminé mal.
-¿Qué pasó?
-Un día estábamos desayunando con ellas en la cocina, lo más normal. Alexis estaba trabajando. Y me tuve que agarrar de la mesada porque no podía respirar. Lara, mi hija de 13 años, me dijo “mamá, tranquila, sentate”. Me trajo agua... Los hijos saben todo. Les dije: “Evidentemente estoy teniendo un ataque de pánico, no se alejen de mí por si me caigo, pero es eso”. Y después de ese hecho en la cocina me di cuenta de que algo me estaba pasando. Yo estaba preocupada porque les pase algo a mis hijas y me estaba enfermando yo sola.
-¿Y cómo relacionás eso con lo que pasó con la pareja?
-La pareja estaba en meseta total. Veinte años juntos, ya no había mucho para contarnos, ni para decirnos. Éramos muy compinches, muy compañeros, siempre hemos compartido todo y lo que nos pasó es lo que les pasa a un montón de parejas. Llega un momento en que todo funciona perfectamente desde lo cerebral y lo práctico pero a la hora de lo romántico ya no pasa más nada. Creo que fue una conjunción de todo y empecé a madurar la idea de que no iba más, que no quería estar más.
-¿Era la primera vez que te pasaba algo así con él?
-Hubo alguna crisis pero nada que no se pudiera superar o se pudiera hablar. Pero acá no había un problema particular para hablar. Se había terminado el amor, no tenía solución.
-¿Vos te diste cuenta? ¿O él?
-Entiendo que era una cosa que nos estaba pasando a los dos y que ninguno se animaba a verbalizar. Precisamente porque no había conflicto. Y en diciembre, cuando pasó lo de Beto, se me abrió la ventana y dije: “Me parece que es ahora, hasta acá llegué”.
-Agarraste envión...
-Me senté, lo hablé con él y le dije: “Mirá Ale, está claro que nosotros como pareja estamos muertos, evidentemente el amor se acabó, funcionamos muy bien logísticamente, pero la pareja no es sinónimo de buena logística”. Me dijo: “Estoy de acuerdo, esto no es lo que debería ser, están faltando muchas cosas de mi parte y de tu parte.” Fuimos muy sinceros, muy honestos. Y con toda la tranquilidad del mundo empezamos a ver cómo hacíamos para separarnos, porque queríamos hacerlo bien. No queríamos herir a nadie, que nadie se sintiera mal. Pensamos en su hija, Vicky, en las chicas, en su familia, en la mía... Tratamos de hacerlo lo mejor posible. Nadie lo esperaba. Fue una sorpresa para todo el mundo.
-¿No había indicios?
-No. Era una crisis de pareja a nivel interno, no había algo en particular.
-¿Por qué lo publicaron en sus redes sociales?
-Porque nosotros nos dedicamos a esto. Somos comunicadores. La mejor manera de que no haya lugar a malas interpretaciones y que la gente saque conclusiones que no son, es que nosotros hablemos, digamos lo que es. Así lo hicimos y fue todo muy suave.
-Podrías escribir un libro: “Cómo separarse bien”.
-Voy a hacer los protocolos para una buena separación.
-¿Ya te lo podés tomar con humor?
-Sí, pero igual estoy atravesando un duelo. Pero mi duelo no es por la pareja, es por el proyecto de familia que tenía. Estoy rompiendo con el dogma de “me casé para toda la vida”. Y lo lloro mucho. Lo lloro un montón porque era mi equipo. Es como alguien que es fanático de un club de fútbol, juega en su equipo favorito y de golpe se tiene que sacar la camiseta y salir a ver qué equipo se busca. El equipo va a ser diferente, van a llegar otras personas, va a pasar de todo. Empiezan a caerte todas las conversaciones de amigas y amigos separados, empezás a llenarte de información y a la par tenés que hacer que los tuyos se sientan bien aunque vos no te sientas bien. Entonces, pensás “¿Y yo cuándo hago el duelo? Yo necesito empezar a llorar por lo que me está pasando”.
-Tenés que sostener todo.
-¡Claro! Cuando tenés hijos chicos y laburos, tenés que mantenerlo todo. Es como jugar al equilibrista con un montón de pelotas. Todo bien, pero yo no estoy estable. Estoy sosteniendo esto y en algún momento me voy a pegar un palo.
-¿Ahora en qué situación están?
-En la lógica de acoplarnos a la nueva dinámica. Qué cosas cambian, qué no. Llegar a acuerdos. Cómo se encuentran, cómo nos comunicamos como familia. ¿Tenemos un WhatsApp juntos o no lo tenemos? Hasta desde el punto de vista económico tenés que empezar a armarte de vuelta.
-En el medio de la crisis, ¿pensabas en volver a salir con alguien?
-No. No pasaba por decir “quiero estar con otra persona” o “me encantaría estar enamorada caminando por el parque con un novio”. Nada que ver. Yo sentía que no tenía que estar ahí. No era mi lugar. No me veía en esa situación de “en pareja con”, “haciendo esas cosas con”.
-Ya no te daban ganas de nada.
-De nada. Y yo tengo 48 años, estoy en la mitad de mi vida. Era ahora o nunca. O sigo así o quiero algo diferente. Yo no sabía qué quería, pero sabía que quería algo diferente. Me di cuenta de que había dejado de preguntarme qué me gusta, qué me interesa, qué quiero hacer... No me preguntaba nada. Y de repente, dije: “¿No tengo ninguna pregunta que hacerme? ¿Estoy bien en pareja? ¿Estoy llevando bien esto del Zoom y la madre que lo parió?”
-¿Qué te respondías?
-Todas las respuestas indicaban que se necesitaba un cambio completo. Y fue llegando solito.
-¿Pensaste en volver a España?
-Soy una enamorada de Buenos Aires, yo sí puedo decir que encontré mi lugar en el mundo. Yo nunca les hablo mal a mis hijas de su país. En mi casa está prohibido hablar mal de la Argentina. Podés criticar a los políticos, alguna cosa que te sentó mal. Pero eso de “Argentina es una mierda, hay que irse de acá”, no. Eso en mi casa no está permitido.
-¿Tenés familia en España?
-Sí, están mis padres, mis hermanos, todo. Pero a mí no me falta el trabajo, me va bien, soy feliz acá. Entiendo que al que le va mal y necesita buscar otra opción. Me parece totalmente válido. Lo recontra respeto. Como me pasó a mí una vez, que dije “me voy a Buenos Aires y mando todo a la porra”. Yo soy muy respetuosa de ese tipo de decisiones revolucionarias de las personas. Cuando uno lo siente, lo tiene que hacer. “No te quedes con las ganas”. Fue lo que yo hice. Pero ahora, te soy sincera, si yo volviera a España, no me hallaría.
-¿Volviste alguna vez?
-Sí, de vacaciones. Estuve con mi familia. Después de tantos años, sentís que no es tu lugar. Te sentís extranjero en tu propia tierra. Sé que a muchos inmigrantes les pasa. Cuando te instalás en otro lugar, te adaptás a otra idiosincracia, hacés tu vida, tenés hijos... Ya está. ¿A dónde iría yo y a hacer qué? Sí tengo esa cosa culposa católica con mis padres. Eso de pensar “los abandoné”. Yo sé que el día de mañana mis hijas me lo van a devolver y se van a ir.
-¿Tenés miedo de que tus hijas se vayan?
-Lo doy por sentado. Una de las tres se va a rajar.
-¿Tenés relación con la mamá de Vicky, la mayor?
-Amigas nunca fuimos, no se dio. Y nos sentimos cómodas así. Pero siempre fui muy respetuosa. Ante una duda, a Vicky siempre le dije que llamara a su madre.
-¿Se llevan bien con Alexis ahora? El otro día replicaron en los medios algo que dijiste, como que estabas cansada de mantener gente...
-Nunca vi un ataque tan machista hacia un hombre. Lo trataron de mantenido. Lo hablé con un amigo y le pregunté: “¿Qué dije de malo?” Yo lo dije en chiste, pero si hubiera sido verdad que yo lo mantenía, ¿qué tiene de ofensivo hacia un hombre que su pareja colabore hasta que vuelva a encontrar trabajo? Todos sabemos que Alexis no paró de trabajar nunca, lo conocen. No es el caso. Nunca lo han visto llevarme el bolso. Trabajó toda la vida. Cuando yo hablo de mantener, hablo de mantener a la familia, el equipo, la contención. Mantener también es cuidar a tus hijas cuando vos estás dos semanas de viaje en Hollywood. No estamos hablando de plata. ¿Por qué todo el mundo se tiró contra él y luego contra mí por hablar mal de él? Cuando para mí no había nada de malo en eso que había dicho. Mantuve la familia, es verdad. Pero desde lo afectivo y desde la contención porque su trabajo era viajar. La que estaba sola ese tiempo era yo. Lo mismo que él hizo cuando, en otra época, yo me quedé sin trabajo. Cuando terminé Intrusos, justo había nacido Eva y fue él quien sostuvo económicamente a la familia.
-¿Cómo manejaban las finanzas?
-Para mí en la pareja hay una única cuenta, todo va ahí y nadie pregunta qué se gasta. Fue así con todas las parejas que tuve, porque Alexis no fue el único hombre en mi vida. Tuve otras parejas con las que he convivido. Muchas veces me han mantenido y otras veces yo he mantenido a mis novios. Para mí no tiene nada de ofensivo. Por eso no entendí el ataque.
-¿Qué dijo Alexis?
-Le expliqué que era en el contexto de Bendita, que era obvio que iban a hacer chistes, que me iban a hacer algún informe. Como repercutió en él y lo atacaron a él, le pedí disculpas. Pero hablamos de lo machista que fue todo. Porque si él hubiese dicho que me mantuvo a mí, habría estado todo bien. Porque se supone que eso es lo normal.
-Ese día en Bendita TV también se dijo que tenías muchos candidatos. ¿Es verdad?
-¡Sí! Me escriben muchos por Instagram. La gente es muy divertida. Pero yo no estoy buscando nada, no tengo ganas de nada. Estoy muy concentrada en mí y en adaptarme a este nuevo formato de familia. Sé que va a haber cosas que me gusten, otras que no… Y otras que en realidad no me gustan porque me saltó la térmica.
-¿Extrañás algo de la vida en pareja?
-Los trámites bancarios. Los hacía todos él.
-¿No te los hace si le pedís?
-Sí, pero ya estoy grande. Es hora de que los haga yo solita.
-¿No hay reconciliación con Alexis?
-Estoy convencida de que no hay vuelta atrás. Esta nueva Lola no necesitaba ese matrimonio.
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