El brillo de la mirada lo dicen todo: Liz Solari (35) transita su mejor momento, su gran año. Acaba de aterrizar en Buenos Aires tras haber celebrado en un paraíso en la Riviera Maya su boda "espiritual" con el empresario italiano Walter Fara (33). Las anécdotas, los recuerdos, el amor que debía ser y los sueños compartidos se hilvanan uno tras otro con ritmo propio durante la charla con ¡Hola!, en un café en Palermo. Se ve que es habitué: saluda a los mozos con cierta familiaridad y comenta sobre la reciente redecoración del lugar.
–Un casamiento en el paraíso, con menú vegano y sin luz, donde ustedes brillaron es toda una declaración de principios...
–[Sonríe]. Fue muy especial, de esos momentos que quedan para siempre en el corazón. Fue íntimo, cien personas en total llegaron de todas partes del mundo porque mi marido es italiano y vivió muchos años en Inglaterra, igual que yo.
–¿Se conocieron allá?
–No, en España, pero nuestra historia siguió en Inglaterra. En realidad, nos conocemos hace una década, estuvimos en pareja allá y después nos separamos durante muchos años. Dos años y medio atrás nos volvimos a encontrar.
–¿Cómo fue la propuesta de casamiento?
–Muy simple y muy linda a la vez. Estábamos en Buenos Aires, yo me estaba quedando dormida en el sillón y me hizo la propuesta. El civil fue en Cerdeña, en su casa, en junio.
–Más allá del paraíso que eligieron en México, para vos es un país muy especial, ¿no?
–Sí, claro. Papá (que fue director técnico de fútbol) trabajó en Monterrey, Guadalajara, Morelia, Toluca, Celaya y en esos lugares vivimos y fui a la escuela. Yo fui concebida en México, aunque nací en Colombia. No es un dato menor. De chica me habían llevado a la Riviera Maya y de grande volví y me enamoré del lugar. Tiene una energía especial, mágica. Nos casamos en la reserva natural Sian Ka’an. Es una biosfera protegida, no hay emprendimientos, sólo algunas casas y tierra virgen. Un amigo que tiene un terreno en el lugar, nos ayudó para poder celebrarlo ahí. Pero no es que se utiliza para eventos. Nos casamos debajo de las palmeras, con lo que amo la naturaleza, ¡más cerca no me pude sentir!
–¿Cuál fue el momento más emotivo?
–Fue muy especial ver a la familia en un lugar fuera de lo común, con un día mágico que pintaba para tormenta eléctrica y finalmente brilló el sol. Ahí estaban los pocos elegidos de mi vida. La ceremonia fue al atardecer, todos sentados en círculo, y la ofició una hermana espiritual.
Como figura pública puedo generar cambios con lo que comunico. Y también como meditadora
–¿Cómo es eso?
–Tengo un grupo espiritual, que son como mis hermanas del alma. Todas somos estudiantes de Cher Chevalier, mi maestra espiritual desde hace siete años, que vive en Londres y a quien yo presenté en Argentina cuando trajimos el libro, con el que tuve el honor de colaborar, Meditaciones para un viaje interior. Ella escribió los votos matrimoniales, muy simples y verdaderos, y Dani Senior ofició la boda. De repente caí en la cuenta de que teníamos un casamiento trilingüe, así que le pedí a Cintia Storani, amiga desde segundo grado del colegio, que tradujera. Ella fue nuestro Cupido, así que ésa era la mejor forma de involucrarla. Estaban mis amigas de Rosario y hasta mi perra Ita, con un velo igual a mi vestido.
UN CAMINO AL CORAZÓN
–¿Walter, tu marido, comparte esta filosofía de vida?
–Sí. Somos diferentes pero compartimos valores esenciales y eso hace que la pareja funcione. Él medita, dice que soy la culpable [se ríe], pero esa fue su decisión. Y ahora es vegetariano.
–Lo inspiraste…
–Y yo a la vez lo tomé de mi maestra, que me enseñó, fundamentalmente, la importancia de ser inofensivo, de pisar este mundo sin hacer daño a otros. Por supuesto que todavía sigo aprendiendo, no soy perfecta y cometo errores permanentemente, pero ese es el camino que transito a diario, cuando me levanto le pongo conciencia. Es un efecto multiplicador, como cualquier otro ejemplo positivo.
–¿Sos vegana?
–Prácticamente, pero a mí me cuesta ponerle nombre a las cosas. Llevo una dieta basada en legumbres y vegetales, pero cada tanto como algún huevo, si es orgánico. Naturalmente, fui dejando cosas porque no me caían bien, como la leche de vaca. Me gusta cocinar cuando tengo tiempo, pero este año lo hice poco por los viajes que me demandó el programa Resto del mundo.
–¿Qué te generó tomar la posta de Iván de Pineda?
–Fue un desafío. Iván hizo un gran trabajo durante diez años y lo adoro. Ahora paré de viajar pero estoy poniendo las voces en off. El programa me dio mucho, me nutrió. Es un trabajo atípico en mi carrera porque fui muy renegada en cuanto a la conducción. Sólo había hecho algo en Italia, para la RAI. Pero este formato era más que conducción, era una experiencia de vida, y hasta mostramos gente que está cambiando el mundo. Ahí siento que puedo aportar mi granito de arena. Soy consciente de que como figura pública puedo generar cambios a través de lo que comunico. Y también como meditadora, como persona de bien. Tengo que poder hacer algo desde mi lugar. Por eso soy activista y constantemente colaboro con organizaciones sin fines de lucro.
–Harán malabares con tu marido para verse.
–Diría mamá: "Ustedes son una familia moderna". [Se ríe]. Pero así fue siempre nuestra historia y en especial mi vida. Él es director de una empresa de marketing en Italia. También viaja, aunque no tanto. Yo estaba acá quince días y viajaba veinte. Italia es un mercado en el que trabajo hace diez años y adoro. Probablemente el año que viene nos instalemos allá. Por ahora las bases son Buenos Aires y Milán. [Piensa]. Walter es muy paciente y nos hemos aceptado como somos, que es mucho. Mis padres están juntos hace cuarenta años, lo mismo que sus padres. La aceptación lo es todo. Y el agradecimiento de estar con alguien que saca lo mejor de vos, y quiere lo mejor para vos, y te hace brillar. Eso es lo que yo elegí, con quien elegí caminar por el resto de mi vida, Dios quiera. Y es lo que quiero para él. Eso nos hace ser generosos y confiar en el otro. Igual, siempre hemos encontrado la forma de encontrarnos para estar juntos. Y así seguirá siendo.
–Hablando de Europa, en España te reconocen, además, por ser la hermana de Santiago Solari, flamante DT del Real Madrid. ¿Lo sabías?
–No. Estoy muy feliz por él. Sé todo lo que trabajó y se esforzó. Es un buen tipo, un laburante. Y es un bendecido, un orgullo total. También pienso en papá, que ha inculcado el amor al fútbol en la familia entera. Somos cinco hermanos, salvo Martín y yo que no pertenecemos a la rama del fútbol (él es dueño de Di Poggio), el resto sí. Además de Santiago, Esteban dirige la 6° de Rosario Central, después de haber jugado por el mundo y David integra el Enosis Neon Paralimni, de Chipre. Papá armaba canchas de fútbol en nuestro campo de Rosario. Es feliz a través de nuestros logros, igual que mamá.
UN PRESENTE PERFECTO
A su romántico "sí, quiero" doble, de un lado y otro del planeta, y a la conducción de un clásico televisivo, se sumó su primer protagónico en cine. En The Last Man, una película "apocalíptica y con acción" coproducida con Canadá y hablada en inglés (se estrenó en el país y en diciembre, en Estados Unidos) comparte cartel con Harvey Keitel y Hayden Christensen, entre otras stars. "Este es un año muy especial en muchos sentidos: se dieron concreciones poderosas. La peli es un gran paso en mi carrera, el hecho de no hablar en mi idioma, que ya me había pasado en Italia, hace que cambie la voz y piense desde otro lugar.
–¿Dónde se filmó?
–En Villa Lugano. Hay que valorar a Rodrigo (Vila) porque fue una gran inversión, con un cast espectacular que me hizo crecer y me abrió otras puertas. Por otra parte, grabé RRPP, una serie que se verá por Netflix.
Queremos ser padres y esperamos que venga un bellísimo y maravilloso hijo o hija
–Después del lanzamiento de Meditaciones, ¿hay planes para avanzar con otros libros?
–Sí. El libro con Cher fue muy importante porque a través de él hay una bajada de conocimiento. Mi maestra es mística, así que es espectacular que sea accesible para otros. Son treinta y nueve meditaciones cortitas pero poderosas, transformadoras. Ahora con editorial Kier estamos viendo de escribir otro libro sobre mi camino espiritual. Además, colaboré con una amiga para sacar Smiley Minds, un álbum para chicos con canciones en forma de meditación. Brenda Gandini las probó con sus hijos y le encantaron. Hacemos que se relajen y sobre el final un animalito viene a buscarlos para ir a la cama. Los beneficios de la meditación son tantos, aquieta la mente, el alma y el espíritu. Arrancás con cinco minutos y después vas sumando porque lo vas necesitando. El diálogo interior baja y vos estás clara, es el momento en que la intuición y Dios, o como quieras llamarle, trabaja en cada uno. Cuanto más chiquito se aprende, mejor. También tengo mi canal de Youtube. Hay unas meditaciones muy lindas. Y recetas veganas.
–Entre tanta movida, ¿te dan ganas de ser mamá?
–Por supuesto, claro. Se va a dar. Ya estamos encaminados. Los dos queremos ser padres y esperamos que venga un bellísimo y maravilloso hijo o hija.
–¿Harías una pausa con tanto trabajo?
–Por supuesto. Todo tiene un momento. Y ser mamá para mí es muy importante. No me lo perdería por nada del mundo.
–¿Creés que tu búsqueda interior balancea un poco las luces del showbiz?
–No siento que una cosa descarte la otra. Camino por la vida con una enorme libertad. Eso me da la apertura y la capacidad de preguntar: "Dios, ¿cuál es mi próximo paso?". Yo encontré el equilibrio en mi interior. Y eso no fue de un día para el otro. Tampoco significa que soy una chica zen, hay momentos en los que me estreso, la vida me pone delante desafíos difíciles. Pero el beneficio del trabajo en uno mismo con todo lo que te traba y bloquea para evolucionar fue siempre mi pilar para plantarme cada vez que la vida me puso delante algo difícil.
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