Lito Cruz: sus comienzos, su amistad con Robert De Niro, el escándalo que vivió al final y su repentina muerte
Vino a Buenos Aires para estudiar Arquitectura, pero se enamoró de la actuación; su talento se destacó tanto en la televisión como en el cine y el teatro; fue un referente, pero en sus últimos años de vida fue denunciado por violencia de género
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Se llamaba Oscar Alberto Cruz, pero todos lo conocimos como Lito Cruz. Nació el 14 de mayo de 1941 en Berisso, donde vivió hasta que se mudó a la ciudad de Buenos Aires para estudiar arquitectura y para despuntar el vicio de actuar en teatros independientes. Pero era tal su pasión por la actuación que largó todo y se dedicó de lleno a perfeccionarse en la actuación. Estudió en el Instituto de Teatro Universitario de Chile también y viajó a los Estados Unidos para especializarse en el método del Actor’s Studio de Lee Strasberg. Además, fue quien trajo a nuestro país el método de Konstantin Stanislavski. Fue un gran formador de actores. Murió repentinamente el 19 de diciembre de 2017; una de sus hijas, Micaela, lo encontró en su casa. Tenía 76 años.
Comenzó a actuar a los 15 años, debutó en el Club Social de Berisso y se desarrolló en su ciudad natal hasta que, en 1961, se mudó a la Capital para estudiar arquitectura mientras se dedicaba a trabajar como actor en grupos independientes de teatro. El asunto se puso todavía más serio cuando conoció a Carlos Moreno, compañero de facultad que también daba sus primeros pasos como actor. Se iniciaron juntos en espectáculos itinerantes en los que siempre estuvo presente su interés por lo social.
Pronto se dio cuenta de que lo que realmente le gustaba era actuar y abandonó Arquitectura. Cuando volvió de perfeccionarse en Chile se asoció con Augusto Fernandes y juntos fundaron el grupo ETEBA (Equipo de Teatro Experimental de Buenos Aires). De esta época es famosa su puesta en escena de la obra La Leyenda de Pedro, basada en Peer Gynt de Henrik Ibsen, versión que fue un éxito en los festivales de Europa y abrió el mercado a las obras del off argentino.
Maestro de maestros
Empezó a dar clases de teatro siendo muy joven, como docente de Actuación en el Conservatorio de Arte Dramático, y nunca dejó de hacerlo desde 1978, en su estudio de la calle Suipacha 128. Fue fundador y director del Instituto Nacional de Teatro y del Consejo Provincial de Teatro Independiente, consiguió que se reglamente la Ley del Teatro. Fue director del Teatro de La Ribera, en donde hizo un trabajo comunitario integrando teatro en los barrios, y fue Director Nacional de Teatro.
Su primer trabajo en cine fue Los taitas, en 1968, pero tenía un papel muy pequeño. Recién pudo lucirse en su siguiente película, Don Segundo Sombra. A esa producción le siguieron muchas más, entre ellas, Invasión, La frontera olvidada, Contragolpe, La isla, Mis días con Verónica, De la misteriosa Buenos Aires, Darse cuenta, Expreso a la emboscada, Sofía, Sur, Gracias por los servicios, La amiga, El camino de los sueños, Facundo la sombra del tigre, Con el alma, Sotto voce, El sueño de los héroes, Sobre la tierra, Juguete rabioso, Solo gente, Nada por perder, Vidas privadas, El regreso. La mitad negada, India Pravile, La loma... no todo es lo que aparenta, Historias breves IV, Chile 672, De quién es el portaligas, Detrás del sol más cielo. Encontrarás dragones. La revolución del sueño eterno, Betibú, Amapola, Gato negro y Los inocentes.
En televisión hizo División homicidios, Hombres de ley, Alta comedia. Zona de riesgo, Amores, El garante, La condena de Gabriel Doyle, Tiempo final, Malandras, Epitafios, Botines, Mujeres asesinas, El aval, Reparaciones, Dromo, Para vestir santos, El elegido, Vindica, Televisión x la inclusión, Sos mi hombre, Historias del corazón, Televisión por la justicia, Señores papis, La leona, Siete vuelos y Animadores.
Y por el lado del teatro estuvo en las obras Ha llegado el inspector, Madera de reyes, El pupilo quiere ser tutor, El tiempo y los Conway, Juan Moreira, Hughie, Guayaquil... El encuentro, Sueños de milongueros, Todos eran mis hijos, 33 variaciones. Y dirigió El barrio del Ángel Gris, Cuba y su pequeño Teddy, El pupilo quiere ser tutor, Discursos, Tercero incluido, Chau, Misterix, Guayaquil... el encuentro, Pedir demasiado, Así de perras, Queridas mías, Alegato de un mamarracho inconcluso, Siempre nada, Cuando me afeito, Parpentina, La gota que horada la piedra, No solo arte, En el país de Perbrumón muchos cuentos en un cuento, Situación límite, Extraño juguete y Emperador Gynt.
Mi amigo De Niro
Tuvo una particular amistad con Robert De Niro. Se conocieron en 1980 cuando el actor estadounidense vino a nuestro país a presentar Toro salvaje. “Con su personaje de Jake La Motta me conmocionó. Yo jamás había visto a un tipo que fuera capaz de hacer tantos papeles tan distintos entre sí. Y todos bien. Fui a verlo al hotel donde estaba alojado y así empezó nuestra amistad. Me presenté, le dije que yo era un actor argentino y que su manera de trabajar me parecía fuera de serie. Que quería saber cómo hacía, cuál era su método,” contó Lito Cruz varias veces.
Y sumó: “Fuimos a almorzar, lo invité a mi estudio de teatro y hasta dio una clase. Yo no hablaba inglés y él no sabía una palabra de castellano, pero coincidíamos en italiano y así nos comunicábamos muy bien. Un día tenía un asado en lo de Federico Luppi y me aparecí con De Niro... Nadie lo podía creer (risas). Comimos un gran asado. Estaban Hugo Arana, Betiana Blum, Víctor Laplace y Luis Brandoni”. Después se vieron en Punta del Este en la casa de Brandoni y, años más tarde, otra vez en la Argentina cuando De Niro vino a filmar La misión en 1985. “Por entonces me comentó que estaba pensando en hacer teatro y lo invité a ver Cuba y su pequeño Teddy, de Reynaldo Povod, que acabábamos de estrenar. Después él la hizo en los Estados Unidos y también me invitó. Claro que fui; me tomé el primer avión y De Niro me recibió como jamás lo hubiera imaginado. Él vive en un departamento muy amplio en un décimo piso y acondicionó otro, un piso más abajo, para que yo me alojara. Allí estuve viviendo cerca de un mes. Vi su obra un par de veces, tuvimos infinidad de charlas sobre teatro y hasta hicimos un par de viajecitos en los que conocí a su padre y a su hijo, Rafael”, contaba en las entrevistas de ese entonces.
El recuerdo de sus colegas
Uno de los muchos personajes que dejaron huella fue el que hizo en la serie El garante, donde interpretó a Sagasti, el enviado de Satanás que viene a cobrar una deuda al personaje de Leo Sbaraglia. “Lito era un actorazo. Un actor que pensaba e imaginaba muy bien y daba la sensación que hablaba y contaba ese personaje desde una verdad absoluta. Siempre imaginaba cosas muy concretas y filosas, realmente te podías imaginar en todo momento que el diablo era así. Tenía picardía. Era pillo, era sensual, y tenía una gran impredecibilidad, que era algo que lo caracterizaba como actor. Fue de los compañeros más maravillosos que tuve, estaba siempre atento a levantar tu trabajo, a que seas mejor actor y tengas tu mejor versión en cada escena. Él proponía todo el tiempo juegos expresivos para que nos mantuviéramos conectados y esa sintonía le daba verdad a todo el trabajo. Fue un aprendizaje para toda la vida el que tuve con Lito”, le dijo Sbaraglia a LA NACIÓN.
La autora de televisión Adriana Lorenzón trabajó con Lito Cruz en El elegido. “Lito tenía el pecado de la gula y siempre llevaba chocolates que comía en las escenas. Un día la mujer vino para retar a la producción porque no podía comer dulces; tenía la glucemia alta (risas). También recuerdo que cantaba en las escenas y un día se le ocurrió incorporar un reloj de arena y cuando tenía escenas con otro personaje, les media el tiempo. Eso nunca estuvo en el guion”.
En diálogo con LA NACIÓN, Rubén Stella también lo recordó con cariño: “Lito era uno de los reconocidos formadores cuando y yo comenzaba. En esa tesitura estaba mi vínculo. No fui su discípulo y entonces, no le tenía gran simpatía. Pero bastó cruzarnos en un par de escenas siendo él invitado en Hombres de Ley para crear un corriente de verdadera empatía y sintonía laboral. Algunos años después me convocó para integrarme a un elenco que él dirigía y allí, mi respeto, mi cariño y valoración fueron definitivas. Era un tipo tan llano, tan directo, tan sin ambages que era como un amigo del barrio. Racing, su familia, su caballo moro, el teatro y su entrañable amor por su Berisso natal lo hacían un verdadero ser humano entrañable. Algunos años más tarde lo disfruté como director y compañero de escena en El encuentro de Guayaquil. Recuerdo que una mañana gris y lluviosa recibí su llamado y me dijo: ‘Che, tengo una obra que quiero que hagas... El encuentro de Guayaquil y yo le contesté ipso facto, ‘Dale, pero hago Bolívar, porque San Martín ya lo hice’ (risas). Y así fue. Un compañero y director, amable, creativo y generoso. Un día en plena función, tocando el tema de las sendas amantes, yo hice un agregado en la letra y cebado por la respuesta del público, seguí agregando y ocurrió una escena simpática entre estas dos adustas personalidades. Él, serio, aunque conteniendo una risita pícara, por supuesto, siguió. Cuando terminó la función, me acerqué y le dije ‘perdoname Lito, se me fue la mano’. ‘No’, me dijo con una sonrisa de oreja a oreja, ‘hagámoslo siempre así...’. Y allí se instaló una breve escena que nos divertía mucho transitar: San Martín y Bolívar, hablando de mujeres”, se emociona.
Un triste final que empantanó su vida
Un mes antes de su muerte, la exmujer del actor, Patricia Perrota, de 39 años y a quien había conocido en un seminario de actuación en 2014, lo denunció por violencia de género. Luego, ella contó en Intrusos, por América, que había intentado hacer la denuncia en 2015, pero no se la tomaron “porque no tenía moretones”. “Lito intentó golpearme, pero yo lo esquivé y lo agarré del cuello. Entonces nadie me dio bolilla”, expresó. Dijo además que era alcohólico, violento y obsesivamente celoso: “Tuvimos muchas idas y vueltas en la relación. Yo lo dejaba y él me decía que iba a cambiar. Se internaba un día, me llamaba y me juraba que no me iba a hacer más nada. Me verseaba para que aceptara volver y seguía peor después. Le tuve miedo durante mucho tiempo”.
Micaela, hija del actor, contó que habían hecho una denuncia tiempo atrás contra Perrota “por acoso y amenazas”. Según contó, tras finalizar la relación, su padre y parte de su familia comenzaron a recibir “amenazas de muerte y fotos intimidatorias”, y que por eso se ordenó una restricción perimetral para evitar que ella se les acercara o intentara ponerse en contacto con ellos. “Tuve que cambiar a mi hijo de colegio por la persecución de esta mujer”, explicó. También el actor habló en una oportunidad, pocos días antes de su muerte: “Ahora la Justicia tiene que decir cómo fueron las cosas. Yo no puedo decir nada. Si la Justicia es Justicia, tiene que hablar y dar una idea de lo que realmente pasó. Entre nosotros, es todo subjetivo. No tuvimos una relación difícil. Fue simple. Nunca me habló de que se sentía maltratada psicológicamente. Soy un hombre grande, voy hacia los 80. Uno ha trabajado toda su vida por algo y de pronto gente que no tiene talento para otra cosa se cuelga de la gente que trabaja honestamente. Ojalá le vaya bien, así gana plata”, finalizó.
Todo esto entristeció al actor porque además se levantó la obra que estaba protagonizando junto a Claribel Medina, Mi querido mentiroso. Luego, la muerte sorprendió a Lito Cruz y todo quedó en la nada.
Su colega, Rubén Stella, también habló sobre el tema con LA NACIÓN: “Lamento mucho su muerte motivada por una absurda e injustificada denuncia. Podrían decirse muchas cosas de Lito, pero era absolutamente incapaz de agredir a una mujer”.
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