Lionel Uberman, el conductor de un programa de sexo que se ponía colorado cuando le hacían propuestas indecentes
Estaba al frente de un ciclo icónico del cable que quedó en la memoria de todos porque fue el primero en hablar del tema en televisión; hoy vive en los Estados Unidos
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Locutor y conductor, Lionel Uberman ganó popularidad con De eso no se habla, que emitía Plus Satelital los viernes a la medianoche. Ese, fue el primer programa de sexo en el que la gente llamaba y contaba sus fantasías y experiencias, allá por 1999. Claro, muchos de los llamados eran propuestas indecentes para el propio conductor que se sonrojaba, sonreía y apenas contestaba “gracias”. Hace diez años que Uberman se mudó a Miami junto a su familia y, durante una charla con LA NACIÓN, habló de su experiencia en los Estados Unidos, recordó el icónico ciclo y reveló el consejo que le dio Raúl Portal en ese momento.
-¿Por qué te fuiste a vivir a Miami?
-Soy de querer salir de la zona de confort, conocía Miami y me parecía que era un buen lugar para vivir. En ese momento lo hablé con quien era mi esposa y decidimos emigrar buscando un futuro mejor para nuestros hijos. Fue una apuesta y un riesgo que decidimos correr aún teniendo todo para seguir viviendo en la Argentina porque mis empresas de cirugía y tratamiento capilar siguieron funcionando. La idea era venir, ver y si no pasaba nada, volvíamos.
-No hubo un hecho puntual entonces...
-Bueno, sufrimos varios hechos de inseguridad bastante seguidos. Nada grave, pero sí robos continuos. Y una noche, en el cumpleaños de un amigo en Las cañitas, me destrozaron el auto y creo que esa fue la gota que rebalsó el vaso, el empujón que nos faltaba. “Hasta acá llegamos”, pensé, y fue una buena excusa para evitar algo que podría llegar a ser más grave.
-¿Nunca te arrepentiste?
-No, para nada porque nos adaptamos bien. No a todos les es fácil adaptarse a vivir en los Estados Unidos y también hay que decir que Miami es como un país dentro del país porque vivimos personas de todas las naciones, fundamentalmente latinas así que el idioma es una barrera que no existe porque se habla más español que inglés. Obviamente te alejás un poco de Miami y las cosas cambian. Al principio no fue fácil porque veníamos con visa de turista y nuestro hijo tenía 10 años y necesitaba empezar la escuela. Fue un cambio importante, pero era una muy linda apuesta. Me gustó el desafío porque siempre fui de salirme de la zona de confort.
-¿Y cómo fueron esos primeros años allí?
-Fuimos pasando por distintas etapas para lograr tener los papeles necesarios para vivir legalmente. Tuvimos un spa de nenas porque mi exesposa tenía lo mismo en Buenos Aires, y nos dieron una visa de inversión, luego la residencia y la ciudadanía. Trabajé con una empresa que hace música para televisión y publicidades en la Argentina, hice radio, algunas cosas para la web y sigo teniendo empresas de cirugía y tratamiento capilar en la Argentina y trabajando como locutor; grabo cosas para Ángel Carabajal y Bien argentino, trabajo con Marcelo Iripino, hice la locución para radio de la obra Felicidades, de Adrián Suar.
-¿Y en la mudanza se rompió el matrimonio?
-Tengo dos exesposas, dos matrimonios y dos hijos. Luciano es del primer matrimonio, vive en Buenos Aires, y se recibió de actuario en seguros y está trabajando; es una carrera complicadísima y se recibe muy poca gente por año, pero él es muy estudioso e inteligente. Y Nicolás es de mi segundo matrimonio y estudia Business en Nueva York.
-Si bien trabajaste mucho se te recuerda especialmente por De eso no se habla, un programa que te dio mucha popularidad y en el que la gente llamaba y decía cualquier cosa y vos no respondías, ¿qué recuerdos tenés de ese momento?
-Iba los viernes a la medianoche por Plus Satelital y duró más de cuatro años, de 1999 al 2003 o 2004, y lo repetían los lunes, a las dos de la mañana. Lo levantaban siempre de PNP y de CQC. En ese momento el sexo era muy tabú, Internet recién arrancaba y todo era muy diferente a lo que es hoy. Entonces cualquier cosa que dijeran era muy fuerte y llamaba la atención. Todo fue sorpresivo porque llamó una persona en el segundo programa y me dijo: “me gustás mucho” y lo levantó PNP. Casualmente hacíamos el programa en un estudio en el que también grababa Raúl Portal y siempre nos encontrábamos y me decía: “Lionel, perdón que te levantamos”. Y yo le daba las gracias porque eso me alimentaba. Una vez Raúl, a quien le debo un montón, me dijo que el éxito de mi programa era que yo no contestara. Y yo no lo hacía, pero él me decía que nunca me tentara porque ese era el encanto. En este momento, que un hombre le diga a otro hombre que quiere sexo no llama la atención, pero en aquel entonces era un montón. Era muy fuerte. Dividíamos el programa en temas serios como el aborto, por ejemplo, y otros divertidos como sexo en lugares insólitos. Y en estos programas medio en joda la gente llamaba y decía que quería salir al aire para que después los levantaran en PNP o CQC. Era muy gracioso realmente. Marcó una época y tengo que agradecerlo porque pasaron más de veinte años y la gente me sigue hablando de eso. Es un orgullo porque fue una creación mía.
-¿Cuál había sido tu propuesta?
-Hay una historia en eso. Una vez fui a un casting para un canal de noticias que abría Telefe y se llamaba La red de noticias, y quedé como uno de los conductores. Al principio trabajaba de 23 a 7 y me cruzaba con Hugo Guerrero Marthineitz que hacía un programa y tenía el placer de verlo en vivo, porque yo había los informativos cada media hora y me iba al estudio a verlo trabajar. Él daba el teléfono de su casa y la gente dejaba mensajes en su contestador y después pasaba ese casete con los mensajes y llamaba en vivo a la persona y hablaban del tema. Yo quería hacer algo así, pero tenía que buscar algo diferente y se me ocurrió hablar de sexo y que la gente opine. Así empezó.
-¿Cómo hacías para no responder frente a las propuestas sexuales que te hacían?
-Hoy el mundo cambió, pero en ese momento era muy gracioso que la gente me dijera de todas las maneras posibles que quería estar conmigo, y más que nada eran hombres. Era algo que no me esperaba y me lo decían en vivo. Muchos pensaban que era gay porque no contestaba y cómo les explicaba. Mi esposa de ese momento también estaba en el estudio y nos reíamos. No contestaba porque qué iba a decir. Ni siquiera sabía qué contestar ante una propuesta de ese estilo. Había llamados graciosísimos y yo me quedaba duro y no podía más que reírme. Aparte algunos eran muy ingeniosos y yo no tenía que aportar nada. Así que ponía caras y daba las gracias. No estaba preparado, evidentemente. Quedó como un programa icónico y la gente me sigue reconociendo por eso. Muchos me decían que se juntaban con amigos para vernos, otros lo miraban a escondidas porque eran menores. Llamaba mucho la atención y por eso es un clásico. No hubo otros programas parecidos.
-¿Por qué terminó el programa?
-Yo creo que porque cumplió un ciclo. Mirtha Legrand siempre dice que los éxitos no se dejan, pero me parece que no hay que engolosinarse demasiado con las cosas. Hay que irse en el mejor momento y eso hice. No me equivoqué porque dejé un buen recuerdo de ese programa que es como un hijo para mí. Además, en los veranos empecé a hacer temporada de teatro con Mercedes Carreras en Mar del Plata sin ser actor, pero me insistieron y aproveché esa oportunidad. También trabajé en la radio de Pinamar con Juan Alberto Badía durante dos veranos. Y no dejaba programas grabados sino que se repetían. Después hice Lio a la noche, un programa de juegos que iba todos los días.
-Sos locutor, conductor, hiciste teatro, stand up, cine, ¿cómo empezó todo?
-Hay que remontarnos al 88 cuando terminé la secundaria. En ese momento proliferaron las FM truchas, así las llamábamos. Desde chiquito quería trabajar en televisión y recuerdo que me llevaban a Canal 7 al show de Carlitos Balá. Era mi sueño. Eso y ser piloto de avión. Fui a una radio que estaba cerca de mi casa, en zona Oeste y dije que quería hacer un programa, sin saber absolutamente nada. Ahí conocí a un chico que me dijo que estaba estudiando locución y yo ni sabía qué era, pero me explicó y me interesó. El primer año me rebotaron en los exámenes de ingreso al Cosal y en el segundo también. Me decían que la voz no estaba bien y entonces hice mucha foniatría y locución de manera particular y estudié hasta que en el tercer examen entré. Recién arrancaban los cables, me llamaron de uno de la zona Sur para conducir un programa de deportes. Casting que había, casting que me anotaba. Un día pusieron un aviso buscando conductores para MuchMusic y les dije a mis compañeros, en broma claro, que ni fueran porque me iban a elegir a mí. Y así fue (risas). Después hice un casting para un programa musical de América para conducir con Adriana Aguirre, pero nunca salió al aire, y al mes me llamaron para Sábados musicales que hice con Fito Cassini. Una cosa me fue llevando a la otra y estuve en Movete con Carmen Barbieri y tuve mi programa de sexo en Plus Satelital. También cumplí mi deseo de ser piloto, hice el curso y soy piloto privado.
-Todo a pulmón...
-Cuando estudiaba locución trabajé en una empresa de una tarjeta de crédito zonal. Era un trabajo administrativo que en un momento hasta se puso gracioso porque venía gente que miraba Sábados musicales o Ritmo salsa y juegos, y me reconocían y me decían “qué hacés acá atrás de un mostrador”. Pero era la manera de seguir sustentándome. Para ese entonces ya me había casado por primera vez. Tuve un instituto de pilates también porque siempre entendí que era difícil vivir de la radio y la televisión. Debo reconocer que me fue muy bien y en un momento llegué a tener siete trabajos: Movete, De eso no se habla, un programa de pool en América Sports, la locución de un programa de franquicias, el ciclo de música tropical de América, el sorteo de un juego... Así siete días a la semana. No se puede tener los huevos en una sola canasta y pensaba que alguna vez se podía terminar, así que prefería tener algo por si eso sucedía. Nunca lo hice por una cuestión de fama que muchos ansían.
-¿No buscabas popularidad?
-Obviamente quienes trabajamos en alguna faceta artística necesitamos darle de comer a nuestro ego, pero lo hablé en terapia en algún momento y lo resolví. Me iba bien, sobre todo cuando hice De eso no se habla, que era muy comentado. En la última etapa en la Argentina me dediqué a conducir desfiles de moda y trabajé con Roberto Piazza, Guillermo Azar, con una empresa de cosméticas, hacía eventos. Estudié locución como una manera de entrar a los medios, pero no fue lo que más hice en mi carrera.
-¿Y no quisiste ser actor?
-No, pero aproveché la oportunidad. Hice también un verano con Paolo el rockero, stand up en el Paseo La Plaza. Fue un lindo desafío y me quise sacar el gusto, pero no me considero actor. Me gusta desafiarme y cuanto más riesgoso, más lo disfrutaba. La profesión me dio todo y presenté a grandes figuras, fui como invitado a Sábado bus y jugué al corchito y me tocó vivir muchas cosas icónicas de nuestra televisión. No me quedé con las ganas de nada, tampoco de trabajar como actor con Mercedes Carreras.
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