Linda Evangelista apuntó contra una de las herramientas fundamentales del mundo de la moda: “Es el diablo”
La supermodelo, una de las más buscadas en la década del 90, sentó posición sobre lo que sucedía en su época y lo que pasa ahora, y fue categórica en sus definiciones
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Linda Evangelista supo ser una de las supermodelos de los 90 que vivió la época dorada de la profesión: cuando, además de mannequins, aquellas mujeres hermosas a la vista de la industria se convirtieron también en figuras y celebridades. Consciente de lo diferente que fueron aquellos años de estos nuevos tiempos, Evangelista fue categórica al hacer referencia a una de las herramientas fundamentales del mundo de la producción de moda y sus consecuencias. “Es el diablo”, aseguró.
Evangelista, de 58 años, compartió su punto de vista en el programa de televisión The View, a donde fue invitada ayer para conmemorar el Mes de Concientización sobre el Cáncer de Mama después de haber padecido esa enfermedad dos veces en cinco años.
Evangelista reveló sus pensamientos sobre la cambiante industria del modelaje cuando le consultaron sobre la forma en que se trabajaba actualmente en comparación al de los años 80 y 90. “Bueno, tengo un motivo favorito. Uno grande”, respondió, sin poder contener sus ganas de compartir sus sentimientos al respecto. “Creo que la postproducción es el diablo. Creo que los filtros y los retoques son el diablo”.
Durante la charla, Linda admitió que se puso botox. Además, reveló los trucos que hacían cuando ella era joven para mostrar una imagen que no era real y admitió que prefiere aquellas viejas intervenciones “artesanales” antes que el uso del retoque digital. “En el pasado, cuando hacíamos una fotografía, sí hacíamos trampa. Nos atamos los cinturones muy fuerte y luego poníamos latas de Coca-Cola en la parte de atrás para ceñirnos la cintura”, admitió, y agregó: “Sostuvimos reflectores para sacar las bolsas debajo de nuestros ojos”.
Luego de dejar al descubierto sus intervenciones en el set, Evangelista aseguró que los trucos y los consejos de las modelos fueron las únicas armas de las que se valían. “No retocaban la foto. Lo hacíamos perfectamente en el set y lo que vieron fue lo que se obtuvo”, sentenció. De inmediato, la icónica mannequin se lamentó: “Hoy es como si, sin importar lo que suceda en el set, se suelte un botón y te digan: ‘No te preocupes, lo arreglaremos más tarde’”.
Los comentarios de Evangelista tuvieron lugar luego de que la supermodelo admitiera haberse sometido a procedimientos cosméticos para alterar su apariencia: además de colocarse botox, contó que se realizó un tratamiento que la dejó “brutalmente desfigurada”, la alejó de la prensa y los medios y la llevó a presentar una demanda contra la empresa.
Reencuentro de supermodelos
En agosto de este año, Evangelista protagonizó, de nuevo, una portada de la revista Vogue. Lo hizo de la mano de Cindy Crawford, de 57 años, Christy Turlington, de 54, y Naomi Campbell, de 53, para una sesión de fotos de la versión británica de la prestigiosa revista de moda. Para esa edición, Vogue puso al envejecimiento en el centro de la mirada.
“No me importa y nunca me ha importado envejecer. Envejecer nos lleva a donde queremos estar y para mí eso es una larga vida”, declaró ante la revista. “Kevyn Aucoin (el legendario maquillador) tenía mucho miedo de las arrugas y nunca las tuvo”, continuó. “Quiero arrugas, pero me pongo botox en la frente, así que soy una hipócrita. Igual quiero envejecer”, añadió Evangelista, que hace unos años reconoció estar muy deprimida luego de la mala praxis estética que sufrió.
La supermodelo pasó seis años “en la clandestinidad” después de sufrir una reacción poco común al procedimiento conocido como CoolSculpting, que fue diseñado para reducir sus células grasas pero, en su lugar, hizo que se agrandaran.
Tratamiento fallido y padecimientos varios
Durante una entrevista con Vogue, realizada en 2022, afirmó que el procedimiento fallido le hizo perder su fuente de ingresos y le dejó cosas “sobresaliendo” de su cuerpo. Para remediar esto, Evangelista se sometió a dos operaciones de liposucción y en febrero de 2023 anunció que había dejado de vivir “avergonzada”.
En medio de sus confesiones, la modelo contó que también había iniciado una demanda contra la compañía Zeltiq Aesthetics Inc., responsable de realizar su tratamiento y que en ella solicitaba la retribución de 50 millones de dólares, alegando la imposibilidad de retomar su trabajo después de haberse sometido a siete sesiones de criolipólisis desde agosto de 2015 hasta febrero 2016.
“Si hubiera sabido que los efectos secundarios podían incluir la pérdida de tu trabajo y que acabarías tan deprimida que te odiarás a ti misma, no habría corrido ese riesgo”, afirmó en ese entonces. “¿Estoy curada mentalmente? No, en absoluto. Pero estoy muy agradecida por el apoyo que he recibido de mis amigos y de mi ambiente... Igual no me van a ver en traje de baño, eso seguro”, expresó.
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