Leonor Benedetto y una feroz crítica a la televisión: “Está vieja y llena de gente que no sabe conjugar un verbo”
La reconocida actriz reveló que solo mira dos programas junto a su nieta; defendió el éxito de las novelas turcas y se asombró con la facilidad con la que los noticieros usan la palabra “urgente”
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Leonor Benedetto brilla cada noche en arriba del escenario en Perdidamente, la obra creada por José María Muscari y Mariel Asencio, pero también encandila con su lucidez en cada uno de sus posteos en las redes sociales. Sin embargo, cada vez que puede, deja en claro que no se toma a sí misma demasiado en serio y que cuando cae en esa trampa, no duda en cambiar de rumbo.
“Lo último que había hecho antes de la pandemia fue la reina Gertrudis en Hamlet, y ahora, hago este personaje que por momentos hace concretamente el ridículo... Tuve que buscar una especie de espejo de esos que ponen en los parques de diversiones y que deforman la imagen. Y me di cuenta de que yo tenía una imagen deformada de mí, tirando siempre hacia la corrección, a algo demasiado serio. Y me dije: “Nena, ¿te estás tomando en serio, de verdad? ¡No me jodas! ¡Vamos por acá! Y estoy como 40 kilos más liviana, con una libertad creativa tan absoluta que yo no había tenido. Yo estaba como conservando ese personaje que inventó la gente. Yo no soy eso. Soy alguien con más facetas”, relató la actriz en diálogo con Moskita Muerta y Nilda Sarli, en el programa radial Por si las moscas.
Y aclaró: “Ojo: no estoy renegando. Era cómodo. A mí me convenía. Si cada vez que necesitaban una ‘comehombre’ me pedían que hiciera ‘trompa’ y que me bajara un poco el escote... ¡Y a mí me salía facilísimo!”.
Es cierto: desde Matilde, la inquietante cuñada de Rolando Rivas (1972), Benedetto encarnó durante años a mujeres hipersensualizadas. Hoy, fiel a su estilo, no se arrepiente de haberlo hecho y también se ríe de eso. “Secretamente esperaba otra cosa y había hecho otros planes para mi carrera ni bien salí del Conservatorio, pero son esos momentos en los que la vida se confabula con el trabajo. Y yo tenía dos hijos chiquitos y entonces... ¡Hice cada bodrio! Me di cuenta de que la clave era tomarme en serio, no con solemnidad sino con seriedad, cada trabajo que me ofrecían, así fuera la pelirroja de los pelos parados o la madre de Hamlet”.
Entre los programas de televisión que más recuerda, Benedetto rescató Bárbara Narvaez, la telenovela que protagonizó junto a Gerardo Romano y Daniel Fanego en 1985. “¡Muy vanidosa estoy de ese programa! Sobre todo, porque la idea era mía”, asumió. Justamente, ese trabajo fue el que le permitiría luego mostrar una nueva faceta. “Tengo que ser justa: Adolfo Aristarain me vio y me convocó para trabajar en Un lugar en el mundo. En ese momento en el que yo estaba haciendo esas pelirrojas ‘matahombres, hubo un señor que me llamó y me dijo: ‘Quiero que hagas una monja’. Yo tragué saliva y pensé que se había equivocado este señor”, recordó, entre risas.
“Con Rosa de lejos (1980) pasó lo mismo: venía de hacer Los hijos de López, que era disparatada y mi personaje era súper sexy... Cuando me dijeron que iba a hacer a una chica de 18 años, analfabeta y virgen, les dije: ‘No. La gente se va a reir. Yo esto no lo voy a hacer. Nadie puede creer que yo puedo tener esas características’. Me tuvieron que convencer, y tardaron mucho tiempo. Pero, evidentemente, tengo unos guardianes que cuando tiendo a renegar de ciertas situaciones que son favorables para mí, me dan un empujón”, reveló.
Y, refiriéndose al gran éxito de ATC, continuó: “Rosa de lejos fue una novela feminista, y el mérito absoluto de María Herminia Avellaneda. La historia ya había sido hecha por Irma Roy y se llamó Simplemente María. La protagonista era una víctima espantosa de un hombre que la había embarazado y la pobre lloraba y lloraba. Y María Herminia, feminista si las hay, tomó el libreto y de ese esquema previo hizo una heroína absoluta, una mujer que se adueñó de su vida. Es una historia de superación”.
La actriz, que debe gran parte de su notoriedad a la pantalla chica, indicó que de ese viejo amor solo quedan cenizas: “No veo casi nada de televisión, porque me aburre mucho. Me parece que está vieja la televisión y hay muy poca gente decidida a arriesgar”.
“Lo prueban los números, además. Telefe es el que lidera la audiencia y es el único canal que se permite... Tampoco es que sea muy creativo... Compra franquicias que vienen de Estados Unidos o de Inglaterra, las repite, porque esa es la condición con la que las venden. Vi MasteChef Famosos, porque tengo un acuerdo con mi nieta, y ahora vemos La Voz Argentina. Pero tampoco es ‘¡Guau!’. Es algo que está bien, está prolijo y hecho con bastante respeto por la gente. Como diría Shakespeare, el resto es silencio”, indicó.
Con respecto al éxito de las novelas turcas, señaló: “Tengo una teoría: ¡vuelven a hablar de emociones! Acá no se hace más la telenovela como formato. Acá inventaron eso de que tienen que poner hombres. La telenovela es el melodrama, es Los Miserables de Víctor Hugo, es Madame Bovary... No es una estupidez. Te diría que es el género en el que transcurre la vida. Hay un estudio que se hizo que explica que hay tres telenovelas Los ricos también lloran, de México; La esclava, de Brasil y Rosa de Lejos, en las que la protagonista es necesariamente es una mujer. Porque el género nació en América latina para acompañar a las mujeres que se quedaban solas. El marido venía a almorzar, los chicos se iban al colegio y las mujeres se quedaban o planchando, o cosiendo, o tejiendo, y fue por eso que se creó la telenovela”.
“Ahora, como muchos directivos de televisión son muy creativos, dijeron: ‘No. Vamos a poner muchachos, que es lo que la gente quiere ver. Y desapareció la telenovela como género. Y hete aquí que aparecen los turcos haciendo esas cosas que a los argentinos, tan adelantados, nos aburren. ¡Y lo ve todo el mundo! Y tienen, además, una simpleza que huele a verdad”, señaló.
En los últimos años, los programas de panelistas coparon la pantalla. Y Benedetto también se mostró sorprendida por ciertos vicios del formato y por algunas carencias de sus conductores. “Prender la televisión a la mañana y que en los programas de noticias o magazines lo primero que te digan es que tengas cuidado porque hay imágenes sensibles que pueden herir la sensibilidad de los menores... ¡Mirás el reloj y son las 11 de la mañana! Entonces, ¿a qué hora podés dejar que un chico esté al frente de un televisor?”, comenzó preguntándose.
“Empiezan: ‘¡Urgente!’. He llegado a contar 13 veces esa palabra en un mismo programa, con la misma forma. Revolean la palabra, le cambian el color... ¿Y qué era lo urgente? Que hubo un choque en Avenida Belgrano y Pichincha. Entonces me pregunto: ¿Por qué carajo tengo que saber yo que chocó un auto? Ni siquiera hay muertos. Si hubiera habido muertos es más divertido, incluso”, ironizó.
“Además, no cualquiera puede llevar adelante esos programas. Hace falta alguien culto y divertido, alguien que tenga sentido del humor, que sepa hablar... No podés poner a cualquiera. Cuando ves como están vestidas las conductoras de los noticieros, por ejemplo, decís: ‘¿Perdón? ¿Me tenías que decir a cuánto está el dólar y aparecés mostrándome las tetas? Me parece que me equivoqué de canal”, indicó.
Pero no todas fueron críticas. “Jey Mammon es el descubrimiento de estos dos últimos años. Es un tipo que canta, habla bien... ¡Por favor! Soy muy prejuiciosa con la gente que habla mal. Creo que la gente que habla mal, piensa mal. Es imposible no saber conjugar un verbo y ponerte al frente de un programa. Me enojo bastante cuando veo esas cosas”.
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