Leonor Benedetto: un romance explosivo, el hombre que la aburrió y por qué no está segura de haber amado alguna vez
A lo largo de su vida, la actriz mantuvo relaciones con varios colegas pero también “sufrió” de atracciones fatales con hombres que la conquistaron desde lo intelectual; “Nunca tuve un vínculo porque alguno fuera guapo a más no poder, o porque estaba sola. Lo que me atrae es la inteligencia, aunque dure una semana”, aseguró alguna vez
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“No sé si he amado alguna vez. Probablemente al padre de mis hijos, cuando todavía no estaba ese monstruo de la fama puesto en el medio de los dos. Con eso, creo y supongo, perdimos una cierta espontaneidad y capacidad de entrega”, reflexiona Leonor Benedetto cuando le hablan de amor. Aunque pocas veces abre las puertas de su intimidad, se sabe que la actriz tuvo amores con José Sacristán, Gerardo Romano, Santo Biasatti y Alberto Rodríguez Saá.
Su primer amor fue el padre de sus dos hijos mayores -María Antonieta Tuozzo (59) y Nicolás Tuozzo (53); luego, ya separada, adoptó a Marco Benedetto (43)- de quien nunca dio siquiera el nombre de pila. De él guarda grandes recuerdos: “Creo que el único hombre generoso que tuve en mi vida fue el padre de mis hijos. Voy a decir algo que es un poco fuerte: los actores vivimos en un mundo mentiroso porque se exige de nosotros que todo lo que hagamos suene a verdad, que amemos, que tengamos sexo en las escenas, que todo suene real cuando es ficción. Y la verdad es que a mí siempre me pasaron cosas cuando hice escenas con mis compañeros. Por eso digo que es un juego peligroso el del actor. Me piden que ame a ese señor y lo estoy amando. Después, no sé… Que me solucionen lo que me está pasando. Casi todas mis parejas fueron actores”, se sinceró hace un tiempo con LA NACIÓN.
Entre colegas
Un amor que estuvo en todas las tapas de revistas fue el que vivió con el actor español José Sacristán, a quien conoció a finales de los ‘70 cuando él viajó a Buenos Aires para presentar la película Asignatura pendiente. Luego del éxito de la novela Rosa de lejos, ella se mudó a España, construyeron una casa cerca de El Escorial, con una huerta y algunos animales. Volvieron a la Argentina en 1983, se instalaron en un departamento en San Telmo y compartieron escenario en un teatro de la calle Corrientes. La relación duró hasta 1984, pero trabajaron muchas veces juntos y la amistad continúa hasta hoy.
A Gerardo Romano lo conoció cuando volvió de España, filmando Atrapadas, y con escenas de alto voltaje. Después hicieron teatro juntos, el musical Yo quiero a mi mujer, en el que la acción entre ambos comenzaba bajo las sábanas de un sofá cama, él en calzoncillos y ella en enaguas. Y dicen que ellos se metían en el personaje mucho antes de que se iniciara la obra. Así, la ficción se volvió realidad. Hace poco tiempo, en la Once Diez dijo sobre Romano: “Que se pelee es una constante en su vida desde muy joven, siempre fue así. Preferiría que intentara conectarse con otros desde otros lugares. Cuando estábamos juntos éramos una bomba a punto de estallar. Y en algún momento estalló, por otras cosas”. También admitió que no necesita un hombre para sentirse plena: “El sexo como práctica está sobrevalorado en los vínculos, yo creo que debería ser mucho más relajado, hay cosas enormemente eróticas que no terminan necesariamente en una relación sexual”.
Bodrios y atracciones fatales
Benedetto fue pareja del periodista Santo Biasatti. Mientras estuvieron juntos, ninguno de los dos habló, pero hace poco la actriz se refirió a esa relación en Los Mammones, y dijo: “No era divertido. Todas mis parejas fueron unos ‘bodrios’. Cuando miro para atrás, los pongo en fila y digo ‘de la que me salvé’”. Y en PH: Podemos hablar, también dijo: “La mayoría de los hombres, porque no me gusta generalizar, se han llevado mal conmigo y he vivido diversas experiencias, desde que me exhibieran como un trofeo hasta que me escondieran. Ese es un fenómeno curioso, porque me atribuyen largas duraciones, a cosas que no fueron tal”.
Cuando Andy Kusnetzoff quiso saber sobre Biasatti, ella respondió: “Pobre hombre, dejalo tranquilo. Tiene una vida maravillosa. Lo nuestro fueron diez minutos”. Y además aseguró: “Del enamoramiento no tengo una buena opinión porque cada vez que me pareció estar enamorada, me puse estúpida y he perdido, seriamente, la inteligencia. Como si mi mente se deshilachara por completo. Gracias a Dios, estoy muy alejada de ese estado”.
“Lo que sí tengo y he tenido en las últimas décadas son atracciones fatales intelectuales, por algunos intelectos, de esas que parecen aniquilar el tiempo. Las de ‘sentate ahí y hablame, solo hablame’. Han sido tránsitos casi paranormales y a las que, curiosamente, considero verdaderas infidelidades. He tenido dos experiencias, pero de una poderosísima atracción por hombres inteligentes y cultos con los que me encontraba a solas para hablar durante horas. Yo buscaba eso como quien busca el sexo. Además, eran hombres que, como yo, estaban en pareja. Sentía y pensaba: ‘Uy, aquí estoy metiendo unos cuernos... ¡pero colosales!’”, decía entre risas.
Sin embargo, también confesó en el ciclo radial Agarrate Catalina: “En general he tenido, aunque fueran cortas, relaciones verdaderas. No he sido muy frívola. Nunca tuve un vínculo porque alguno fuera guapo a más no poder, o porque estaba sola. Lo que me atrae es la inteligencia, aunque dure una semana. Y Santo es un tipo realmente interesante. No he tenido ningún imbécil en mi vida”.
En el 2006, cuando fue a filmar su ópera prima, El buen destino a San Luis, conoció a Alberto Rodríguez Saá y al tiempo contó que estaban comenzando una relación, que duró poco. Hoy asegura que no está en pareja: “Y no lamento vivir ese tipo de soledad. Además, cuando reviso la lista de las personas que estuvieron conmigo y veo con quiénes están ahora, digo ‘claro, era obvio que no podían estar conmigo’ (risas)”.
Mamá corazón
A principio de los ‘80, Benedetto fue voluntaria en el Hospital General de Niños Pedro de Elizalde. Allí conoció a un niño que había sido abandonado: “Era un enanito rubio de dos años y medio que atravesó ese inmenso salón corriendo hacia mí. Al llegar se abrazó muy fuerte a mis rodillas y me dijo ´¡llevame con vos!´. Estaba conociendo a Marcos, mi tercer hijo”, contó en una entrevista.
“Esa noche, mientras manejaba hacia casa, pensé que una persona acaba de decirme que la llevase conmigo. ¿Cómo ser indiferente a eso? ¡Yo no puedo desatender ese pedido! Marcos y yo nos elegimos. Recuerdo que cuando pedí la adopción dije ‘la situación es esta: tengo dos hijos biológicos, estoy divorciada y soy actriz, por lo que entenderá que no tengo un sueldo fijo. Lo mío es con este niño. No estoy buscando otro. Es él y yo, o nada’. Y me acuerdo que le dije algo que pudo haber sonado amenazante, que si el nene no se venía conmigo debería demostrarme que iba a mandarlo a un lugar mejor que al lado mío. Al poco tiempo me llevé a Marcos a España. Y el juez firmó la autorización y mi guarda provisoria. Y lo hizo en una época difícil en la que se estaban expropiando niños y otro tantos nacían en cautiverio”.
“Tuve la adopción plena cuando volvimos de España. Ahí conocí a su madre biológica, que aceptó firmar con la condición de no perder el contacto con él. Algo a lo que, por supuesto, no me negaría jamás. Pero hasta el día de hoy nunca apareció, ni llamó”, contó en una entrevista con LA NACIÓN. Y también habló de su experiencia como madre: “He transitado tres tipos de maternidad porque fui madre de una hija, de un hijo, y también adopté. No santifico la maternidad, así que no voy a decir que fueron los días más felices de mi vida. A mis hijos los he amado y los amo como a nada en el mundo, pero confieso que a veces lo he padecido también. La maternidad es una de las experiencias más ricas que he tenido nunca y ahora lo están siendo mis nietas, esas dos personitas que llegaron a mi vida y de las que me siento responsable. Y me doy cuenta de que muchas de las cosas que hago con ellas es para fabricar recuerdos que van a tener de mí cuando yo ya no esté”.
Su hija María Antonieta Tuozzo es bailarina profesional de tango, vive en España, donde dicta clases y realiza exhibiciones; tiene una hija llamada Olimpia (16). Nicolás Tuozzo es cineasta, copropietario con Leonor de una compañía productora precisamente llamada El buen destino, y es padre de Matilda (13). Y Marcos Benedetto está radicado en Asunción, Paraguay, donde gerencia una señal subsidiaria sueca que transmite deportes.
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