Leonor Benedetto: su película favorita, el lugar del artista y por qué considera que se terminó “el tiempo de la joda”
La actriz protagoniza Perdida mente, la obra de teatro que dirigida por José María Muscari articula neurociencias y humor, una de las apuestas de esta temporada de verano en Mar del Plata
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La presencia escénica de Leonor Benedetto es tan inexorable en el teatro como en la vida cotidiana. Se sienta despacio en un sillón algo apartado de un restaurante palermitano atiborrado de gente y sin perder ni un atisbo de delicadeza acomoda sus gafas de sol y peina un mechón de cabello que cae sutil sobre uno de sus hombros. Con 81 años de elegancia en su haber, el magnetismo de Leonor ya es irreversible. Para ella, no se precisa mucho más que existir para arrastrar un derrotero de miradas que la reconocen y admiran. Actualmente es parte del elenco de Perdida mente, una obra de Mariela Asensio y José María Muscari dirigida por este último, en la que la acompañan en escena Karina K, Ana María Picchio, Julieta Ortega y Patricia Sosa, en el Multiteatro.
Hipnótica, como solo una actriz como ella que supo pisar escenarios de lo más reconocidos, trabajar en galardonadas películas y triunfar en populares telenovelas puede ser, Benedetto dialogó con LA NACION sobre el significado del teatro en su vida y las problemáticas actuales.
-¿Qué le aporta el teatro en este momento de su vida?
El teatro no se compara con nada. Es algo que se parece bastante a una ceremonia casi religiosa... En ese sentido, ir a misa no es lo mismo que rezar en tu casa. Creo que los seres humanos, aunque no nos demos cuenta, vivimos de ceremonias y de ritos: en el amor, en buscar qué es aquello que te puede brindar sentido o en la búsqueda de lo que vos le podés brindar a otro. Perdida mente es una obra singular porque habla de todo eso de forma profunda pero sin dejar de ser una comedia desopilante. En general, los temas que trata esta obra, como el Alzheimer, se tratan de manera solemne y acá tratamos el tema de forma desprejuiciada.
-¿Van reinventando cosas de la obra? ¿Hay lugar para la improvisación?
Bastante poco. Y a mí eso me encanta. Me encanta que me dirija un tipo que sabe lo que quiere y que no haya lugar para improvisar.
-Entre el largo recorrido que ha realizado como actriz, ¿está el recuerdo de algún proyecto que quiera destacar?
-Creo que Un lugar en el mundo es una de las mejores películas que se han hecho y una de las mejores que yo hice. Me saco el sombrero ante el director Adolfo Aristarain, sobre todo teniendo en cuenta la época en que se hizo, es emocionante. En este momento en el que se está viendo Argentina, 1985, pienso en que podría tener cosas de aquella película y me da un enorme placer haberla hecho. La película ganó la Concha de Oro en San Sebastián y lo agradeceré toda la vida, sobre todo porque me dieron un personaje que no cualquiera me daría a mí, y eso se lo agradeceré a Aristarain toda la vida.
-¿Qué opina del fenómeno generado alrededor de Argentina, 1985?
-Es una película que había que hacer, y eso excede la opinión que tenga cualquiera. Creo que es importante hacer un proyecto así, que hable de esas cosas. Los que vivimos aquellas épocas lo agradecemos muchísimo, después podés opinar lo que quieras, eso es otra cosa. Pero entiendo que solo el hecho de hacerla es un acto necesario, de coraje, y lo celebro muchísimo.
-Hay varios artistas que decidieron no participar en la inauguración de Qatar por razones éticas ¿Cuál cree que es el vínculo entre el arte y la sociedad?
-Es imposible no pensar en el mensaje que dejás cuando hacés arte. Yo creo que el artista produce política aunque no quiera; no hay en lo más mínimo una posibilidad de escaparte de largar al mundo una opinión política, es imposible.
-¿Cuál es el mensaje que le gustaría transmitir hoy con su arte?
-Yo tengo mucha suerte. Hace muchísimos años... Y cuando digo muchos, digo muchos... Que cuando me embarco en algún proyecto es porque sé que puedo decir y hacer lo que quiero. No fue lo mismo al principio. Cuando empecé era bastante chica y tenía una niña recién nacida y si había que hacer algo porque había ganar dinero, se hacía, sin la menor duda. Pero hoy todo lo que hago tiene que ver con la libertad de los seres humanos, y eso se vincula con la posibilidad de libertad que tenemos todos los artistas. Algunos desaprovechan esa posibilidad, pero creo que cualquier artista puede abrir una puertita e inspirar a alguien del público...
-¿De qué modo?
-Bueno, que tu trabajo abra nuevas ideas en los que te ven, que tu trabajo les diga: “Mirá que por acá se puede tomar este camino si querés, y si no, no”. Esta es mi propuesta por más que a veces resulta y otras veces no. La verdad es que no soy particularmente fanática del cine o el teatro de entretenimiento: no me interesa. Me parece que se pueden hacer otras cosas y creo que estamos viviendo un tiempo nuevo, un cambio de era. Creo que los artistas tenemos la obligación de proponer caminos nuevos porque la gente perdió mucho: perdió vidas, trabajo... Nadie salió indemne de todo lo que vivimos en la pandemia.
-Esa nueva era entonces tiene sombras... ¿Qué luces o esperanzas trae?
-La esperanza no viene sola. Cada persona tiene las herramientas para generar una vida nueva para nosotros y para los demás. Me parece que terminó el tiempo de la joda, y los argentinos somos bastante proclives a que la vida sea una joda. Yo creo que eso ya no va más. No va más ir por el camino más cómodo. No es que me parezca mal que el que quiera lo haga, y que me diga “tomo el camino más cómodo y está bien porque la vida es difícil”, pero yo prefiero el compromiso.
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