Leonardo Simons: a 25 años de su muerte, el recuerdo de un grande de la televisión argentina
El conductor logró forjar una carrera llena de éxitos, pero un hecho inesperado lo sumió en una fuerte depresión de la que no pudo salir
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Fue casi de casualidad que descubrió su pasión y su talento. Desde su adolescencia, en donde animaba los bailes del club barrial, hasta la popularidad de la mano de Finalísima y TaTe Show, Leonardo Simons logró forjar una carrera llena de éxitos que lo llevó, ante todo, a ganarse el cariño y la admiración del público que lo seguía.
Su vida, como la de muchas estrellas, fue marcada por un trágico final cuando hace 25 años, el 15 de octubre de 1996, decidió ponerle fin a su historia arrojándose al vacío desde un piso 13 del centro porteño.
Simons figura entre los primeros grandes conductores masculinos de la televisión argentina, uno de los que les abrió camino a los que vendrían después: Marcelo Tinelli, Guido Kaczka, Marley y tantos más. Nacido el 1 de septiembre de 1947 en el barrio de Villa Crespo, en el seno de una familia humilde, desde chico tuvo que salir a trabajar para poder colaborar con los ingresos del hogar. Primero fue vendedor ambulante, después ayudó en la fiambrería de su padre y en su adolescencia, se dedicó a la animación de fiestas en los barrios porteños, el primer acercamiento a lo que sería su carrera y el despertar de un sueño.
Al terminar el colegio decidió apostar por dos carreras: una que lo apasionaba y otra que le daría seguridad económica. Simons se anotó en simultáneo en la Facultad de Ingeniería y en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER), en donde estudiaría locución. Fue en 1969 que tuvo su primera gran oportunidad, esa misma que lo llevó a abandonar el deseo de convertirse en ingeniero. Tras presentarse a una búsqueda de nuevos talentos en La campaña de cristal, un ciclo de entretenimientos con fines benéficos que se emitía por Canal 13, consiguió su primer trabajo formal en la pantalla chica. Durante todo ese año, Simons fue parte de un grupo de nóveles profesionales, entre los que también se encontraba Fernando Bravo.
En 1970 comenzó su relación de más de 20 años con Canal 9. Su primer trabajo allí fue en Música en libertad, una idea y marca de Alejandro Romay, en donde un grupo de chicos interactuaba al ritmo de los hits del momento y gigantografías de los cantantes originales. La presencia, la voz potente y la innata simpatía del conductor enamoraban al público, y esas características fueron las que le abrieron las puertas a otros proyectos. En 1971 pasó a conducir junto a Silvio Soldán, Sábados continuados y en 1978 sumó otro hito a su promisoria carrera: Domingos para la juventud.
Su época dorada
Su primer gran desafío fue ponerse al frente de Sábados de la bondad, otra idea reciclada por Alejandro Romay. Se trataba de un programa de larga duración que comenzaba al mediodía del sábado y se extendía hasta bien entrada la noche. Durante la jornada se alternaban televidentes concursando en juegos de kermés, figuras del mundo del espectáculo que hacían lo suyo, y una arenga solidaria para recaudar la mayor cantidad de dinero que se destinaba a dos hospitales.
Simons era, junto a Silvio Soldán, la figura más importante del 9, y fue por eso que se le abrieron las puertas al que sería el mayor éxito de su carrera: Finalísima. Corría 1985 cuando el conductor se puso al frente del programa, que nació como un espacio para quedar bien con artistas y discográficas. La idea original era homenajear a alguna figura que se acercaba al estudio y estaba muy lejos de ser una de las prioridades de Canal 9.
Inesperadamente el éxito de Finalísima era cada día más grande. El público amaba a Simons, que se mostraba gracioso y dinámico. “Si fuera el mejor conductor del país, tendría un estante lleno de premios Martín Fierro y no tengo ninguno”, decía él, que no se creía la fama que tenía. El programa llegó a tocar 45 puntos de rating y se convirtió en el mayor éxito del conductor.
A lo largo de los años, la música le fue dando espacio a otros invitados, además de estrellas como Sandro y Luis Miguel también participaron desde Tu Sam a René Lavand. También comenzaron a hacer un segmento llamado “El show del chiste”, en el cual el público competía por brindar la mejor pieza de humor frente a un jurado de expertos. Esta idea funcionó tan bien que con los años el programa cambió su nombre a Finalísima del humor, y se sumó la participación de chicos, que aportaban inocencia y frescura.
En 1993 dejó Canal 9 para trasladarse a Telefe, en donde se puso al frente del ciclo de entretenimientos llamado Ta Te Show, otro éxito en donde buscaba darle a su imagen una estética más moderna que le permitiera seguir vigente frente a los nuevos chicos de la industria como Nicolás Repetto, Marcelo Tinelli y Mario Pergolini.
El trágico final
El 15 de octubre de 1996, Leonardo Simons le puso fin a su vida arrojándose al vacío desde el piso 13 del edificio ubicado en la avenida Córdoba 1367, en donde funcionaba su productora publicitaria. Sus secretarias intentaron salvarlo pero no pudieron, él no quiso.
“Era una persona que lo tenía todo, tenía a sus hijas, tenía salud, tenía dinero, tenía trabajo, reconocimiento, popularidad. Lo que uno creería que es todo. Pero hubo un hecho determinante que a mí papá lo deprimió mucho, que fue cuando a su hermano lo metieron preso por un hecho de corrupción. Preferiría no recordarlo, no tengo relación con él desde que murió mi papá”, decía en 2017 su hija menor, Barbie Simons, durante una visita a PH: Podemos hablar.
El hermano de Simons, el juez Carlos Wowe, había sido arrestado y procesado por el delito de cohecho al periodista Bernardo Neustadt. De acuerdo a la información de la época, se acusaba al magistrado de haber intentado conseguir del periodista la suma de 200 mil dólares para favorecerlo en un expediente en su contra, algo que le pegó muy fuerte al conductor.
“No es lo mismo que se te muera un padre de una enfermedad o de una causa natural, el tema del suicidio es muy fuerte para un hijo. Los últimos quince días no era mi papá de siempre, el carismático y divertido que le gustaba ir a trabajar: estaba medicado. Fue un cambio brutal para mí. Él falleció un martes, y me acuerdo que el día anterior me abrazó muy fuerte, como nunca me había abrazado en su vida”, recordaba su hija.
Su muerte generó un gran dolor, no solo a su familia sino también a su público y a un país que lo amaba. El trágico final de un ser admirado, que se ganó un lugar en el corazón de los argentinos gracias a su simpatía y profesionalismo, logrando alcanzar la cima con esfuerzo y yéndose de este mundo sin haber perdido su brillo.
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