Se conocieron en un estudio de televisión, se fueron a vivir juntos y se casaron; su secreto es no compartir habitación; por qué decidieron no ser padres
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Cuando Leo Montero conoció a su mujer, María Laura Tedesco, estaba en pareja con otra persona. Y Malu -como la llaman todos, también. Pero el amor fue más fuerte. Se vieron por primera vez en el 2004, en los pasillos de TyC Sports, en donde Leo conducía La magia de la NBA. Malu era hija de uno de los ejecutivos de esa señal deportiva y trabajaba como vestuarista. En esa oportunidad los encuentros no pasaron de un cruce de miradas, sonrisas y algunas palabras porque cada uno estaba en otra historia. Sin embargo, el destino volvió a cruzar sus caminos en otro programa y en otra señal: trabajaron juntos en Lo mejor de Fox y la buena onda continuó, aunque solamente tenían una relación laboral. Poco tiempo después, un poco jugando -y quizá otro poco en serio- ella le dio un beso y la magia del amor sucedió. Desde entonces Leo y la “Bichi”, como le gusta llamarla él, se hicieron inseparables y comparten la vida y el trabajo. Probaron la convivencia casi inmediatamente y en el 2009 se casaron. Posiblemente hayan sorteado tormentas, pero jamás hablaron de una crisis de pareja. Al contrario, suelen hablar muy bien el uno del otro y con mucho cariño.
Cuartos separados
Es una pareja singular y muchas veces contaron que el secreto de su amor, que ya lleva 18 años, es dormir en habitaciones separadas. “Dormimos más cómodos y es un momento de independencia de cada uno. A ella le gusta mirar tele en la cama y a mí no, por ejemplo. O a veces vuelvo tarde de jugar al básquet y al otro día me voy temprano y no la veo. Prefiero no despertarla, no molestarla. Además “cada uno duerme con un perro diferente”, justifica Montero, entre risas. Los dos son amantes de los animales y promueven la adopción de mascotas. En otra entrevista, Montero insistió: “Para nosotros es re natural dormir en camas separadas y en cuartos separados porque cada uno tiene su espacio, aunque estamos juntos todo el día y somos súper cariñosos”.
Amor y trabajo van de la mano
Son de las pocas parejas que saben combinar amor y trabajo. Para muchas parejas puede ser un punto de conflicto, pero no para ellos: “Administramos bien los tiempos y somos muy activos. Entonces la organización nos permite disfrutar e improvisar. Laburamos juntos y nos gusta, nos llevamos bien y lo podemos hacer”. Desde el inicio de la relación, Montero confió su estilismo y sus looks a su mujer: “En cuanto a imagen, no hay nada librado al azar. Confío mucho en ella porque sabe un montón. Para mí es un placer. La vida es mucha imagen hoy y yo para eso no sirvo, pero ella es una genia”. “Con la Bichi estamos muy bien. Hace 18 años que estamos juntos y si bien es unos años más chica que yo, en ciertas cosas es mucho más madura. Siempre fui metódico, tranquilo, de buen trato, pero he tenido mis etapas más caprichosas, más testarudas y fui menos atento con parejas anteriores, incluso con amigos. Malu me hizo ver todo eso y me transformé en alguien mejor. Siempre se puede evolucionar”, concluyó.
Hijos sí, hijos no
Es una de las parejas más sólidas del mundo del espectáculo y aunque no suelen abrir las puertas de su intimidad, Montero habló algunas veces sobre las charlas que tiene con su pareja y un tema recurrente es la paternidad. “Disfrutamos de la vida y fuimos pateando el tema hijos para más delante. No está descartado. Alguna vez pensamos en adoptar, pero la decisión se fue postergando hasta que llegado un punto dijimos ‘la verdad que no’- se sinceró-. Ya sufrimos un montón cuando viajamos y tenemos que dejar a los cuatro perros. No tuvimos hijos por decisión propia y estamos muy felices así. A veces pensamos que si hubiésemos tenido hijos todo hubiera cambiado mucho y la verdad es que no estuvimos dispuestos a cambiar”.
La pareja proyecta un futuro juntos lejos de los medios y viviendo en el campo: “Amaría tener mi campo para convivir con mis vacas, chanchos, cabras, carpinchos, patos y gallinas. Creo que vamos a terminar viviendo esa vida. Por ahora, somos muy urbanos y nos conformamos solo con perros, pero amamos a todos los animales”.
Entre las muchas cosas en común que tiene la pareja está la decisión de ser vegetarianos, lo son desde hace once años, y veganos, desde hace cuatro años. “La alimentación del ser humano está vista solo en el placer y en la salud, y no en la igualdad con otros seres vivos que merecen vivir tanto como nosotros. ¡Imaginate que todas las vacas nos quisieran comer! Ese es el grado de ecuación que hay que poner en la balanza. Por eso uno se hace vegano: por amor a los animales”, coinciden.
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