La actriz, bailarina y conductora está protagonizando Legalmente rubia, uno de los éxitos de la cartelera porteña, y se sentó con LA NACIÓN, en un mano a mano, imperdible
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“Estoy haciendo el papel más increíble que me tocó hacer jamás. No sé cuántas veces en la vida te llegan estos personajes”, dice Laurita Fernández en referencia a ese protagónico que la volvió a subir a las tablas y con el que todas las noches contagia emociones, alegría y aplausos entre la platea del teatro Liceo. Es que Legalmente rubia, el musical con el que viene soñando desde hace años, es uno de los más exitosos de la cartelera porteña. “La verdad es que la gente se va como eufórica, como si los hubiésemos invitado a un cumpleaños y eso es hermoso. Era un poco lo que soñábamos cuando empezamos a proyectar el espectáculo y hoy estar viviéndolo, es increíble”, advierte esta actriz, bailarina y cantante que comparte cartel con Costa, Mario Pasik y un gran elenco.
Considerada por muchos como “la sucesora de Susana Giménez”, Fernández no titubea a la hora de aceptar un nuevo desafío; ese que siempre asume con mucho esfuerzo y trabajo como le enseñaron sus padres. “Yo me hice conocida bailando, pero siempre hice musicales y otras cosas, y después decidí ir por el lado de la conducción”, explica quien actualmente también está en la pantalla de elnueve con su ciclo Bienvenidos a ganar.
En el plano personal no se queda atrás. Por primera vez, la artista asegura estar cómoda en una relación y, aunque no planea casarse, sí está entre sus deseos el formar una familia. “Nunca fue como un anhelo. Sí, me gustaría formar una familia pero casarme no, no siento la necesidad”, confiesa Fernández, quien desde hace ocho meses convive con el productor televisivo Claudio “Peluca” Brusca.
-Sos un talento maravilloso y sos Legalmente rubia, ¿cómo lo estás viviendo?
-Con mucha alegría. Es como una joyita, una perlita este personaje porque tiene todos los condimentos: tiene mucho baile (que a mí me encanta), tiene canciones que están buenísimas, tiene momentos actorales re profundos porque deja un mensaje muy lindo y sobre todo, la línea del humor de la obra que a las mujeres muchas veces no nos toca. Me pasó durante muchos años que trabajé con humoristas y grandes actores, en donde yo siempre les daba el pie. Entonces ahora es como estar del otro lado y está re bueno porque es una búsqueda constante con la gente, ir viendo qué va pasando y se arma algo que es una fiesta. La verdad es que desde que empieza hasta que termina la obra no para, estamos todos al palo todo el tiempo y la gente se va como eufórica, se van como si los hubiésemos invitado a un cumpleaños y eso es hermoso. Era un poco lo que soñábamos cuando empezamos a proyectar el espectáculo y a ensayarlo, y hoy estar viviéndolo, es increíble.
-Todos los proyectos los vivís mágicamente. Pasó con Matilda, pasó con Sugar... ¿Cómo se da esa conexión? ¿Los buscás vos? ¿Vienen solos?
-¡Aparecen! Yo creo que hay algo de visualizar y de querer materializar, de querer proyectar que está. Yo en mi caso me imagino y después se van concretando. Sí me pasa con Legalmente rubia puntualmente, que es un personaje que yo lo tengo fichado hace muchos años desde que hice Sugar. El director musical de Sugar me dijo: “Vos lo próximo que deberías hacer es Legalmente rubia”. Me puse a investigar, encontré la obra, la vi por internet y me fascinó. “Si algún día la traen a la Argentina, ojalá me llamen y piensen en mí”, pensé. Era un personaje que yo tenía como muy en la cabeza. Y cuando estábamos haciendo Matilda, la producción -que es la misma que ahora está haciendo Legalmente rubia- me habla de la obra y dije que sí sin dudarlo.
-¿Te costó llegar hasta este lugar?
-¡Sí, obvio! Tengo la fortuna de sentir y de saber que tuve esa cuota de suerte también porque hay muchísima gente talentosa que puede cantar, que puede bailar, que puede actuar drama, comedia, humor (lo que sea) y quizás no tiene esa popularidad o no logra un personaje protagónico. Quizás en nuestro país se estila que las personas que están al frente de una obra o un musical sean populares y conocidas y eso no pasa en otras partes del mundo. Entonces, yo tuve también esa cuota de suerte de haber ido de casualidad al casting del Bailando... y haber sido elegida. Y ahí empezó esto de hacerme conocer desde otro lugar. Pero todo fue de la mano de mucho trabajo y mucho esfuerzo.
-¿Tuviste muchos “no” en el camino?
-Un montón. El del Bailando... fue un casting que quedé después de muchos de los que no quedé, después de muchos de los que me cagué en las patas y me volví a casa porque sentía que no. Siempre me río con Peluca porque él trabajaba en la producción de High School Musical y yo hice el casting. Pasé la primera etapa y cuando tenía que ir a presentarme a la segunda no me animé. Me tomé el colectivo y me volví a casa. Hubo algo en mí que sentía que no estaba preparada y me volví a casa. Pasé muchas de esas cosas. De dar castings muy copados y capaz no quedar porque no iba con el physique du role, pero irme contenta porque había dado lo mejor de mí, a castings donde sé que podría haberlo hecho mejor. Pero todo siempre estuvo acompañado de mucho trabajo, de mucha disciplina. Mis viejos me inculcaron y me enseñaron que para poder lograr algo, te tenés que esforzar; a mí nadie me regaló nada.
-¿Con qué personaje sentiste que llegaste?
-Para mí hay un antes y un después de Sugar. Al principio fue un lugar de mucha incertidumbre porque yo estaba reemplazando a Gri (Siciliani), que era una actriz consagrada y que también había sido un éxito. Entonces tenía como ese peso en los hombros de saber que si nos iba mal era mi responsabilidad y que si nos iba bien también.
-¿Cómo laburás esas presiones?
-Creo que no fui tan consciente. Fue todo tan rápido que ensayé, en 15 días se estrenó y empezó la magia. Empezó a andar bien, la gente lo recibía con amor y el teatro se llenaba.
-Y ahí llegó la comparación con Susana...
-Pero para mí es un halago. La admiro muchísimo. Lo que a mí me gusta de ella es que... Yo me hice conocida bailando, pero siempre hice musicales y otras cosas, y después decidí ir por el lado de la conducción y me decían: “No, si sos conductora, ya no tenés que bailar más” o “si querés estar en el teatro, no podes hacer más el Bailando”. Si sos una cosa, no podés ser la otra, eso de encasillar. Y un poco lo tenía ella también. Desde ese lugar dije: “¿Por qué tengo que dejar de hacer algo si puedo enfocarme y rendir en otra cosa o tratar de ser buena en otra cosa?”. Hoy creo que ya todos hacen más todo. Ya no está más eso de encasillar a las personas en un solo lugar.
-¿Cómo convivís con el mundo de la tele?
-Soy re competitiva. Soy como muy obse del laburo en sí, muy detallista y muy puntillosa con todo lo que hago. Entonces miro el programa y con Pelu siempre estamos viendo qué se puede ajustar o mejorar. Soy medio hincha bolas, pero en todo lo que hago en general y la tele no es la excepción. Sí es un lugar que me gusta porque tiene algo de improvisar y más siendo un programa de talentos, en donde la gente está a flor de piel, con sus ansiedades, con sus nervios, con su familia, con expectativas y bueno, de pronto van sucediendo cosas y uno puede ir improvisando con eso. Me gusta mucho esa frescura y esa cosa espontánea que da hacer un programa con gente que quizás no es famosa y que está más en pose. Tienen esa cosa genuina que es re linda, que me parece súper real y que se vuelve más verídica.
-Hablando de cosas reales, hace un ratito me nombraste a tus viejos, a los que siempre intentás disfrutar y los mostrás en redes sociales. Contame sobre esta Laura hija...
-Como en muchas separaciones, que lamentablemente no son en los mejores términos, y de pronto el hijo se vuelve el mediador del vínculo. Durante muchos años fue así. Hoy ya estamos todos más grandes, está como más superado de todas las partes y ya cada uno tiene su vida y sus cosas.
-¿Cuántos años tenías cuando se separaron?
-Tenía 11 y sufrí, más que nada por verlos sufrir a ellos. Y también por mi hermana que era muy chica y no quería trasladarle a ella lo que estaba pasando, entonces me volví como un poco su protectora en ese momento. Toda esa etapa me obligó a madurar de otra manera por un montón de cuestiones que fueron pasando en el camino. Siempre me reía porque llega ese momento, en donde vos siempre le pedís favores a tu vieja o a tu viejo, y después es al revés, donde en vez de que ellos te cuiden, vos empezás a cuidarlos o a preocuparte por ellos, y siento que de a poco estoy entrando en esa etapa de que todo empieza a ser al revés.
-¿Tus viejos te acompañaron siempre en la carrera?
-¡Siempre desde el día uno! Yo tenía tres años cuando le dije a mi vieja que quería ir a bailar y me llevaron a danza y ahí empezó todo. Y después cuando quise rendir el secundario libre porque me había salido mi primer laburo con Pepe (Cibrián), ellos lo único que me dijeron fue: “Terminá el secundario, rendí todas las materias y te apoyamos”.
-¿Qué hiciste con tu primer sueldo?
-Había dos cosas que me gustaban: una remera de 47 Street -que iba al shopping de Liniers y la miraba, pero no tenía manera- y la línea de ropa de Ricky Sarkany, que para mí era imposible. Así que con ese primer sueldo compré el jean de Ricky y la remera de 47 Street, que la tuve por años.
-¿Tus viejos te ayudaron a administrar la plata?
-Sí, sí, me ayudaron. Mi vieja es más de: “Ay sí, comprátelo... laburaste todo el año”. No me colabora... (risas). Pero mi viejo sí. Me pasó con los primeros sueldos de bailarina en ShowMatch que yo no sabía bien qué hacer o cómo administrarlo, y mi viejo me dijo: “Ponelo en un pozo” y yo pensé que era un pozo en la tierra (risas). Cuando me explicó lo que era un pozo, empecé a pagar un departamento sin saber ni dónde estaba ubicado. Terminé siendo vecina de Pachano en ese edificio. Me acuerdo que pasaron cuatro o cinco años y un día me llevan al departamento y me dicen: “Bueno, es tuyo”.
-¿Qué te pasó ahí cuando te diste cuenta que era tuyo?
-¡Fue increíble! Si bien tenía tres trabajos (en el Bailando, hacía shows de animación los fines de semana y coreografías), yo enganché una época donde teniendo un sueldo base podías aspirar a tu propia vivienda. Y tuve la suerte que mi viejo me aconsejó en ese aspecto. Fue una decisión porque de pronto veía a mis compañeras que tenían auto y viajaban por el mundo y yo (que soñaba con conocer Broadway) decía: “Bueno no, tengo que terminar este departamento”. Una vez que terminé eso pude pensar en un autito o en viajar. Siempre fui súper organizada, pero me aconsejaron bien.
-Siempre fuiste muy fuerte mediáticamente porque todo el tiempo se habla de vos: si no es por tus parejas, es por el trabajo, o por la comparación. ¿Cómo lo vivís puertas adentro?
-Hubo muchos momentos, en donde obviamente trataba de ser de piedra frente a la cámara, pero llegaba a casa y me desarmaba. Lloraba y lo pasaba mal porque a mí el conflicto en sí no me gusta, no son aguas donde siento que nado bien. La ironía o el doble sentido no me gusta, no me hallo, no me divierte, no me va. Entonces sí la pasaba mal. Yo he pasado cosas en la vida, tristes y momentos difíciles, momentos familiares conflictivos y duros, que nunca expuse ni tengo la intención de hacerlo. He tenido que transitar y vivir muchas cosas, en donde me tuve que hacer fuerte, muy fuerte para poder llevarlas adelante o para poder superarlas. Entonces no le puedo dar importancia o lugar a que eso me haga mal o me tire para atrás. También hay algo de que yo tenía tan, tan, claro que yo quería que mi vida sea esto, vivir de lo que me gusta hacer (más allá de ser conocida), que yo decía: “Loco, vengo estudiando y laburando un montón, no voy a dejar que esta o este me desvíen de mi camino, de mi objetivo. Si yo no estoy jodiendo a nadie”.
-¿Hiciste terapia para superar esos momentos?
-He hecho terapia familiar y no tuve la mejor de las experiencias. Y por ahí la ligaron muchos psicólogos en el camino porque he tenido mala experiencia con uno. Después fui encontrando otro tipo de terapias como la biodecodificación que me ayudó a comprender un montón de cosas de otra manera. Y hoy es esa la terapia que hago. Me sirve mucho para ver el panorama más claro.
-Pocas veces te enojás… ¿sos de bloquear a la gente?
-No, no me enojo casi nunca; suelo tener buen humor. A veces estoy de mal humor, obvio, pero trato siempre como de verle el lado positivo a las cosas, no amargarme. Debo tener bloqueada gente seguro... (risas). Igual soy un queso con las redes. Mis amigos se ríen porque a veces en el grupo de Legalmente rubia pregunto: “¿Cómo se pone tal cosa?”. Entiendo que hoy las redes son una salida laboral, pero no es mi trabajo principal. O sea, puedo mostrar lo que estoy haciendo, de vez en cuando me vinculo con alguna marca, me puedo divertir, pero las redes no son mi vida. Mi libido pasa por otro lado, entonces eso es como algo secundario; no me enloquece estar atrás de la tendencia.
-¿Los amigos son los de toda la vida?
-Tengo amigos de toda la vida, tengo amigos de más grande. Me pasó que la mayoría de mis amigas del secundario se fueron a vivir afuera. Mi mejor amiga ahora está en Francia, es antropóloga. Cuando hablamos es como si nos hubiésemos visto ayer, pero obviamente el día a día se pierde por los horarios. Yo salgo del teatro a las 2 de la mañana y para ella son las 05.15 y está durmiendo. Hubo una época que no fui tan buena amiga. Nunca tenía tiempo, nunca podía, siempre estaba cansada y después de más grande entendí que un vínculo hay que regarlo y hay que estar.
-Y siempre estuviste mucho de novia también...
-También. Pelu ama a mis amigos y hacemos los re mil planes todos juntos, pero a mí me gusta que separemos.
-¿Vos pensaste en irte del país en algún momento?
-Yo no he viajado mucho porque, si bien siempre viví bien, no nos podíamos dar ese lujo. Pero la verdad que tengo todo acá, nunca me nació esto de tener ganas de ir a probar vivir en otro lado. No soy arraigada, no siento que sea por una cuestión de arraigo o que me costaría o que extrañaría mucho, sino simplemente porque armé mi camino acá y me encanta hacerlo en la Argentina. Amo mi país y tengo mi gente y todo acá. Ojo que no critico a quienes lo hacen porque en definitiva es su vida, es su camino. Obviamente soy argentina y tengo mi corazón en nuestro país, pero en un punto me pongo en el lugar del otro que capaz no la está pasando bien o no siente que tiene las oportunidades o el vuelo que quiere, y no dejan de ser lugares físicos.
-¿Con la política te gusta involucrarte?
-No, no, no.
-¿Sos de las que charla de política entre amigos?
-Lo evitamos. Desde que yo tengo uso de razón, la grieta existe y no está mal que exista, no está mal que pensemos distinto, pero que se lo viva con ese fervor y con esa violencia de que si yo pienso de una manera es porque yo tengo razón y vos no, no me gusta. Entonces evito los temas políticos en grupos de amigos porque las veces que han surgido se genera una tensión que no termina estando buena.
-La situación económica está difícil... ¿Estás sorprendida con el éxito que tienen?
-Hablo mucho con Carlos Rottemberg de eso, de las promos, las cuotas, los descuentos. Él sabe que el día de mañana a mi me gustaría producir entonces es muy generoso conmigo y me cuenta mucho de todo. Yo tenía miedo honestamente que se disparen los precios de las entradas y Carlos me dijo: “No, los vamos a mantener para que la gente pueda seguir eligiendo el teatro”. A mí lo que me da muchísima tranquilidad es que este es un espectáculo, en donde no nos guardamos nada, sudamos hasta la última gota y el que está en la platea lo agradece mucho.
-Y llorás como nadie cuando no podés hacer la función como mostraste hace poco en redes sociales...
-¡Mal! Es que nunca había faltado al teatro, nunca en mi vida y yo siempre criticaba a las personas que tenían algo y subían una foto; no entendía la necesidad. Y esta vez pensaba: “¿Cómo transmito que la estoy pasando muy mal de tener que cancelar?” Me sentí responsable de estar fallando a esas personas que ya habían sacado su entrada, que tenían ese plan. Cuando tomamos la decisión con Carlos me puse a llorar en casa y quise que sepan que no me gusta tener que hacer esto. Pero bueno, es la gripe que nos está agarrando a todos y también es el personaje más exigente que hice en mi vida. No lo puedo hacer estando más o menos. Tengo que estar bien, bien descansada, bien dormida, haberme alimentado unas cuantas horas antes. Tengo que ser como muy disciplinada porque me demanda un montón. Conocí a la protagonista de Broadway el año pasado, que se llama Laura también, y charlando con ella le pedí algún consejo. Y me dijo: “Es lo más difícil que hice en toda mi vida”. Y ahora la entiendo, tenía razón. Es increíble, pero muy demandante.
-¿Y qué sigue después de esto?
-Por ahora estoy como con la cabeza en esto y haciendo el programa de elnueve que nos va muy bien y estamos todos contentos.
-Recién hablabas de producir, ¿es algo para más adelante o tenés ya la obra? Y en ese caso, ¿producirías y también protagonizarías?
-No, no sé. Sí sé que me gustaría producir teatro, tele no. Para eso está mi novio, que se encargue él. Cada vez que lo veo, digo: “Ni loca”.
-Contame de Pelu... De todas las parejas que te conocimos es como la de más bajo perfil. ¿En qué momento de tu vida te encuentra esta pareja?
-Yo entendí que quizá no soy fácil para ser pareja por el ritmo, por el estilo de vida, por mi trabajo, entonces capaz para el otro eso no está tan copado y lo entiendo. Y de pronto con él nos complementamos, nos entendimos. Él me comprende completamente y entiende los momentos donde yo llego de la función y tengo que hacer reposo vocal (no puedo hablar por dos horas). Nunca en mi vida me había pasado, pero si yo no hago reposo vocal al otro día no puedo hacer dos funciones. Y él me lo re banca, me lo respeta un montón y me ayuda a sostenerlo. Y yo siento que lo acompaño mucho a él también. Al principio todo es fuego, fuegos artificiales, todo divino, pero después viene el día a día y ahí es donde yo siempre empezaba a hacer malabares y a no sentirme tan cómoda o tan que quería estar en pareja. Y con él va fluyendo.
-¿Hace cuánto que viven juntos?
-Ocho meses más o menos. Él se levanta temprano, escucha su música y yo me levanto tarde. Algo que amo de esta rutina del teatro es que grabo a la tarde y el teatro es a la noche, entonces me puedo levantar tarde. Me encanta dormir. Si me das a elegir algo en la vida es dormir.
-¿Soñás con casarte?
-No. Nunca fue como un anhelo. Sí, me gustaría formar una familia. Pero casarme no, no siento la necesidad. Él sí quiere, pero sabe que yo no, entonces le dije: “No hagas eso de sorprenderme en un lugar público porque yo no quiero”, pero no porque no lo ame, quizá en unos años sí, pero hoy no... Sé que hay muchos que ya vienen con ese deseo, con ese sueño, pero a mí no me pasó.
-Pero estás en un lindo momento...
-Sí, sí, la verdad que sí. Siempre creía que era parte de la vida esto de “si estás bien en el laburo, no estás bien en el amor” o “si estás bien en el amor, estás como rara en tu profesión”. Es la primera vez en mi vida que siento que todo está como estable. Estoy haciendo el papel más increíble que me tocó hacer jamás. No sé cuántas veces en la vida te llegan estos personajes. Ojalá el próximo sea divino y seguramente hay millones de personajes que me gustaría hacer a futuro, pero como este no hay. Entonces de pronto me encuentro cumpliendo ese sueño y por otro, estoy bien con Pelu, mi familia tiene salud, llegó Miel (su mascota) a nuestras vidas que nos tiene enamorados, y felices a todos.
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