La bailarina y conductora, que estrena hoy El club de las divorciadas, a las 16 por eltrece, habla de todo: sus desafíos, su paso por el “Bailando” y el Cantando 2020, la pandemia y su reciente ruptura con Nicolás Cabré
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Laurita Fernández está al natural, vestida de entrecasa y tomando mate. Faltan algunos días para que se estrene El club de las divorciadas, el talk show que podrá verse desde hoy por eltrece a las 16. Por el momento está tranquila, aunque los nervios vendrán, cuenta en diálogo con LA NACION, en los minutos previos al gran debut -que se vio postergado algunas semanas por temas de organización de la grilla del canal. Las vueltas de la vida: la bailarina será la conductora de un programa que ayuda a las personas a transitar una separación, a poco de su ruptura con Nicolás Cabré. El duelo entonces será compartido aunque admite que tuvo un tiempo de procesarlo porque la noticia se conoció unos meses después de que sucediera. De todo esto, de su carrera, de su forma de atravesar los conflictos, de los amores que no fueron [también fue pareja de Federico Hoppe y Federico Bal] y de la pandemia se explaya en esta relajada conversación que logra derretir de a ratos la pantalla del Zoom.
Con 30 años la carrera de Fernández corre a toda velocidad: pasó de ser una de las bailarinas de la apertura de ShowMatch a una de las participantes más queridas de “Bailando por un sueño”, fue campeona, subcampeona y hasta jurado; luego pasó por Combate, y en 2018, le llegó su gran oportunidad en el teatro al reemplazar a Griselda Siciliani en Sugar. Y los desafíos se siguieron sumando: en plena pandemia fue convocada para ser la coconductora de Cantando 2020, con Ángel de Brito, y para trabajar en Granizo, una película dirigida por Marcos Carnevale para Netflix, en donde trabajó codo a codo con Guillermo Francella. Ahora su camino la lleva a ser la conductora de una de las apuestas de eltrece para conquistar la tarde.
-¿Por qué se pospuso el estreno y qué hiciste estas semanas de espera?
-Por un tema de grilla y programación, el canal decidió posponer el estreno del programa. Cuando nos enteramos que sucedía esto aproveché para hacer un viaje relámpago e ir a vacunarme [a Miami]. Era algo que tenía ganas de hacer y se me dio el espacio y aproveché. Pese a que estamos hisopados y testeados todo el tiempo y nos cuidamos mucho, no dejo de ver mucha gente. Me iba a sentir más tranquila si me vacunaba. Esperé a que se vacunen mis abuelos, mis viejos y me fui. Ahora estoy más tranquila porque no sabía cuándo me iba a tocar por mi edad. Ese tema ya lo tengo resuelto. Después aprovechamos todo el tiempo para seguir ensayando y estamos súper contentos con el programa, estamos ansiosos porque ya salga al aire, por compartirlo.
"Cuando nos enteramos que se posponía aproveché para hacer un viaje relámpago e ir a vacunarme [a Miami]."
-¿Qué expectativas tenés con el debut de El club de las divorciadas?
-Es un programa muy diferente a lo que vengo haciendo, que eran juegos, entretenimiento o un concurso. Es un talk show que trata de historias reales, fuertes. Cuando me llamaron de Kuarzo les pregunté si era en joda. “No, no, Lau, en serio”, me dijeron. Viste que en muchos programas son actores los que van y cuentan sus historias. En este caso, son historias reales con puntos en común y la idea del programa es ayudar a esa persona, preguntarle cuáles son sus problemas, sus metas, si quiere mejorar y ver cómo puede seguir adelante. Me parece muy novedoso, nunca había visto un programa así y me encanta que se trata de mujeres en 2021.
-¿Qué temáticas se van a abordar?
-De divorciadas, pero hay muchísimos casos de parejas que se separaron después de muchos años sin estar legalmente casadas. Hay mujeres que se separaron hace 11 años y todavía están con conflicto, mujeres que se separaron hace 3 días o en pandemia, mujeres que se quieren separar y no pueden hacerlo, mujeres que están bomba, pero tienen otros problemas. Va a haber un equipo de profesionales para ayudar: Gabriel Cartañá, un psicólogo que la tiene clarísima, Alessandra Rampolla, que no solo trabaja la sexualidad sino también la autoestima, Viviana Koffman, para toda la asesoría legal. Mi idea es que a todos los que estén mirando les sirva el consejo que escuchan.
-Los divorcios hace 30 años eran otra cosa, ahora está todo mucho más naturalizado, aunque todavía muchos comulgan con la idea de “casarse para toda la vida”...
-Era como mmmm... no lo querías decir. Yo soy de ese grupo. De hecho, si me preguntás no sé, no creo casarme. Digo no creo porque capaz en tres años hablamos y me estoy casando. Soy creyente, así que por la parte de la iglesia, quizás, pero, por la parte legal... ¡ay no! Siento que es hasta engorroso en un punto. Uno es consciente de todas las posibilidades posteriores y si las cosas no salen bien después es un quilombo. Eso me frena, mejor ni lo hago. Hoy pienso de esa manera, después capaz me nublo y digo: “Ay, no, si es re lindo” y le pongo todo ese romanticismo. También el romantizar determinadas situaciones te genera expectativas que después puede ser duro cuando no se cumplen. Es lindo proyectar y creo que una tampoco tiene que arrepentirse de habérsela jugado. Si después no salió tampoco te quedaste con las ganas de hacer algo que querías hacer.
-Pasaste de separarte a conducir un programa sobre separaciones con poco tiempo de distancia, ¿este proyecto sirvió como una fuente de deshago?
-La primera vez que lo conozco a Gabi [Cartañá] estábamos charlando del programa y me mira y me dice: “Vos, por ejemplo, tatatatata” y me cantó las 40, en privado, ¿no? Y Yo me quedé impresionada porque dije: “Ay, sí” porque me pasó todo eso y yo no me había dado cuenta. Me empezó a explicar de una manera más concreta cada cosa que yo había sentido, había vivido, un flash. Yo los cargo a los chicos y les digo que en los cortes los voy a volver locos. Se dio la situación, yo los jodía y me decían: “Te pusiste a tono”. Es así, una de cal y una de arena. A veces surgen oportunidades re copadas y en la balanza está esa otra parte, un poco triste pero que hay que atravesar. Estoy segura que es para bien pero el proceso es un poco triste.
-¿La ruptura en medio de tanto trabajo se te hizo más llevadera?
-Sí, uno se queda pensando, maquinando. A mí poner todas las energías en el trabajo me hace súper bien. Me pasó que un montón de cosas re lindas que estaban por empezar coincidieron con un desamor. No porque el trabajo sea tu refugio dejás de atender o de solucionar cosas internas, pero sí es verdad que a mí me hace bien. Si estuviese sin trabajo, en mi casa, por ahí sería más duro, pero como ya pasó hace un tiempo es algo que vengo procesando y justo se dio con la preproducción del programa.
-También se hace más difícil porque los dos son conocidos... ¡siempre te elegís novios del medio!
-¡No tengo otro lado para conocer a alguien! Justo hablaba con mis amigos y decía que como soy cero de ir a un boliche, de ir a un bar... no creo situaciones donde pueda llegar a conocer a alguien fuera de lo que es mi ámbito laboral. Soy más casera, siempre lo fui y me dediqué mucho al baile y a la música. La verdad si tiene que aparecer alguien aparecerá en donde tenga que aparecer.
-¿Cómo quedaron las cosas con Cabré? Se dijo que la separación fue en buenos términos, ¿fue así?
-Sí, sí, todo fue hablado entre los dos. Estuvo todo muy bien, pasamos mucho tiempo juntos y esos años que compartimos fueron divinos. También está bueno que haya sido en buenos términos y la decisión, capaz, fue más difícil de tomar porque no hubo un detonante que digas “me tengo que separar porque pasó esto y esto”. No, por ahí la decisión una la piensa más y decís: “Bueno, ¿estamos haciendo bien o estamos haciendo mal? Finalmente decidimos esto y bueno esperemos que sea para bien para los dos, pero fue todo en muy buenos términos.
-Digamos... ¿con amor?
-A ver, a mí me cuesta cuando escucho en la tele: “Fue con mucho amor”. Pará, por algo te estás separando. Si hay tanto amor, no te separás. Por supuesto que hay amor y por supuesto, que por algo nos estamos separando, pero eso no quita que haya sido en buenos términos y que esté todo más que bien.
-¿Siguen hablando? ¿Seguís en contacto con Rufina [la hija de Cabré con la China Suárez]?
-Yo tengo buen vínculo con mis ex, pero la verdad que ese diálogo o trabajar con ellos o lo que sea se dio después de un tiempo. No podría ahora charlar, sino no desconectás. Extraño más a Rufina que a él, yo me re encariñé. Él no tiene redes sociales, pero su mamá sí. De vez en cuando la voy a ver y veo cómo está, pero es duro. El resto de su familia fue amorosa conmigo, pero hay un punto donde tenés que cortar el vínculo porque a mí no me gustaría que Nico siguiera hablando con mi familia. Si estamos, estamos, si no estamos, no estemos, pero desde ningún punto de vista por lo menos por un tiempo.
-Calculo que el corte es más difícil porque los dos son figuras públicas, aunque él ya tuvo su apogeo y ahora está en otra etapa de su carrera y de su vida...
-Él está en otra etapa de su vida, de su trabajo, sin duda. Nos llevamos 10 años. Claro, para ser mamá y tener familia yo quiero esperar y hacer otras cosas antes. Siempre me imaginé el ser mamá un poco más grande, tengo 30. A mí volver a trabajar con Nico no me jodería para nada, al contrario, yo me llevé bomba trabajando con él. Después de un tiempo pasa el punto de ebullición y está todo bien. Por suerte no hay ningún ex con el que haya quedado todo mal.
-Tuviste algunas parejas que han tenido conflicto en sus anteriores relaciones, ¿cómo lo transitaste?
-Yo no me hago cargo de eso, ni idea. A Fede Bal no lo vi más, sí trabajé con Fede Hoppe y los dos nos bancamos cosas después de separados. Espero haber hecho bien en la vida del otro, a mí me hicieron bien. Nunca me dejé llevar por el pasado de las personas. En su momento, con Nico nos enamoramos y apostamos. No está bueno catalogar o condenar a alguien.
-El tema con Cabré es que en general no habla...
-A veces si no hablás se genera un misterio o empiezan a sacar conjeturas y el tema lejos de desaparecer termina siendo enorme. Por ahí me es más fácil cortar una bola que se puede hacer gigante. Conté que no estábamos más juntos porque yo iba a empezar con la promoción del programa. Hablé con él y le dije: “Yo seguramente lo cuente antes porque a mí se me vienen un montón de notas y no quiero centrar todo en nosotros”. Me dijo: “Sí, Lau, obvio te vas a encontrar expuesta a situaciones que no vas a zafar de la pregunta, sacate el tema de encima antes y listo”.
-¿Sos enamoradiza?
-No. Tampoco soy de salir por salir. Estoy re bien sola. No lo sufro, al contrario, disfruto. Si estoy con alguien es porque realmente estoy enamorada y quiero dedicar mi tiempo, que es algo súper valioso, y compartir cosas. Si no estoy enganchada, no.
-¿Te llevás bien con la soledad?
-Cuando arrancó la pandemia era como un león enjaulado. Después una vez que me adapté a eso y me puse una rutina, la pasé bien. Probé de todo: estudié cosas, me descargaba aplicaciones de yoga.
-¿No te dio por la cocina?
-Soy horrible cocinando. Si hay algo que Dios no me dio es el don de la cocina. Resuelvo porque vivo sola desde chica. ¿Me gusta hacerlo? No, no lo disfruto, me embola.
Del “Cantando...” a Netflix
Durante 2020, Fernández estuvo ocupada: rodó la serie Los protectores, de Marcos Carnevale; fue conductora del Cantando... y después fue convocada por el mismo director para ser parte de una película junto a Guillermo Francella. La versatilidad y trabajar sin descanso son dos características que marcan sus días.
-¿Qué significó para vos ser la coconductora del Cantando 2020? ¿Cómo viviste este desafío?
-Fue increíble, fue todo tan rápido. No se sabía nada: que las restricciones, que sale ShowMatch, que no sale. Estaba todo el estudio listo para Marcelo [Tinelli]. Fue una alegría enorme, desde todo punto de vista, porque era en el estudio de él. Estaba toda la producción y técnica preparada para él. Con Ángel [De Brito, el otro conductor] me llevo muy bien y tiene mucha experiencia. Es como muy relajado y me calmaba la ansiedad y el nerviosismo porque yo lo veía muy tranquilo. También al laburar con LaFlia, que es una productora con la que trabajé toda mi vida... ¡me sentía en casa! Era consciente de la oportunidad que me estaban dando, en el horario, en el canal y traté de aprovecharlo y disfrutarlo. A mí el entretenimiento me gusta mucho y era un concurso artístico que me encantaba.
-Pasaste por todos los roles en la productora: bailarina, participante, jurado y, por último, conductora...
-El otro día pasé a saludar a mi abuelo, lo vi una sola vez desde la pandemia y me acordé que él tiene en su pared enmarcado un recorte chiquito de un diario, en donde aparezco de costado en mi primer año del “Bailando...”. Lo recortó y lo enmarcó en 2010 porque había salido en el diario. Me acordé de eso, de esa primera vez, de ese primer día, del nerviosismo total y todo eso nuevo que iba pasando y empecé a repasar todos los roles que fui ocupando en el programa y en la productora. Está buenísimo y es el día de hoy que sigo teniendo re buen vínculo y trabajar con ellos es lo más.
-¿Con qué rol te sentiste más cómoda?
-Bailando y conduciendo, sin duda. Cuando estuve conduciendo el Cantando..., entendí que el jurado necesita ser picante y generar cosas que a mí me cuestan. Me costó mucho siendo jurado, ese rol en este formato es donde menos cómoda me sentí. El programa requiere de algo que no me sale, no soy irónica, no me copa, no lo sé hacer y hay gente que lo hace muy bien. Del lado de la conducción pude ver un montón de otras cosas y vi qué se requiere para cada rol.
-Igual protagonizaste algunas peleas como con Soledad Fandiño o Moria Casán...
-Las tuve pero no las generé. Me encontré más en la posición de contestar. Muchas veces decidí no contestar hasta que llegó un punto que una también es humana, pero a mí no me copa para nada.
-¿No sos de engancharte?
-Trato de quitarle importancia. Obvio que por ahí me afecta, me duele o me molesta porque tengo sangre en las venas, pero quizá con el tiempo aprendí a quitarle importancia y entender que en todo caso es un tema del otro. Yo no me voy a enroscar ni me voy a hacer problema o salir de mi eje por los problemas que puede tener el otro. Es una pérdida de tiempo, un desgaste de energía innecesario que lo puedo poner en otras cosas.
-Una vez que entrás en un talk show es difícil escapar del ida y vuelta, ¿cómo aprendiste a llevar esa parte del juego con la que no te sentís cómoda?
-Fueron muchos años, pero el balance siempre fue positivo. Tenía esos dos condimentos: esa parte genial de poder hacer lo que me gusta y que me conozcan y esa otra pata que era sortear conflictos, enfrentamientos o esas cosas que iban sucediendo. Era la parte que menos me gustaba y divertía pero la verdad que todo lo otro era tan importante y pesaba tanto que lo hacía igual. Hoy por hoy no podría estar trabajando de esto si no hubiera pasado por el “Bailando...”. No me arrepiento en absoluto por haber tenido que pasar por esas cosas.
-¿Algún día te volviste llorando a tu casa?
-Mil veces, hasta conduciendo el Cantando... Cuando tuve el planteo de Moria Casán y Nacha Guevara, tenía a la productora en la cucaracha que me decía: “Tranquila Lau, tranquila”. Me hablaba al mismo tiempo que me iban tirando palos y dardos. En el momento reaccioné cómo me nació y obvio terminó el programa y me aflojé. Me descargué en el camarín y era toda una situación rara porque, por la pandemia, mi productora tenía ganas de abrazarme y no podíamos.
¿Y fuera del aire cómo lo manejás?
-Se hablan las cosas. Con Moria no me acuerdo, pero Nacha se disculpó esa misma noche y después charlamos y hoy quedamos en un vínculo muy copado, re buena onda. Fue re sincera con sus disculpas y para mí ya está, no me voy a quedar enroscada con eso. Si las disculpas son honestas y sinceras uno se da cuenta. Yo también me puedo equivocar y disculpar con alguien de verdad.
-¡Muy sagitario!
Sí, soy re sagitario, con todo en sagitario. No me gusta el conflicto, no me gusta el estado de enojo, el mal humor. Si el otro te ataca gratuitamente pienso: “Pobre, ¿qué le estará pasando en su vida que tiene ganas de tirar esa miércoles?
-Acabás de rodar Granizo con Francella, ¿qué podés contar de esa experiencia?
-Fue genial. Se lo dije a él, me sorprendió para bien su manera de trabajar, es muy profesional, muy dedicado, muy estudioso, amable. Me hizo ensayar un montón y probar y pasar y hacer. Es muy meticuloso, detallista. Eso me encantó. Yo, en menor escala, soy de la misma manera. Era el líder del equipo. Además me encantó volver a trabajar con Marcos Carnevale, fue una de las personas más lindas que conocí el año pasado, hicimos Los protectores con Adrián Suar y Gustavo Bermúdez.
-¿Cuál es tu papel?
-No se puede decir mucho. Lo único que puedo decir es que el personaje de Guillermo me odia y no mucho más.
-Sos una persona muy versátil, ¿hay algo a lo que le decís que no?
-Creo que no hay porque encerrarse. El abanico puede abrirse y no por eso desviarte. Muchos te dicen: “Si querés conducir, tenés que hacer solo eso”. Yo no lo veo así. Por ahí lo que más me gusta son los musicales, que tenés que hacer un poco de todo y para hacer eso uno se prepara en todas las disciplinas. Muchas veces sentía que quienes me llamaban para los trabajos confiaban más en mí que yo misma.
-¿Es un tema de autoestima?
-Al principio me cuesta decir: “Bueno, dale, créete capaz de”. Lo hablaba mucho con Marcos y también las primeras veces que me llamaron para conducir en canal 9. Internamente eran cosas que yo siempre anhelé y soñé hacer y cuando llegaba el momento me daba miedo. Fue un proceso interno el de confiar, que trabajé en terapia. Me preparé un montón. Los sueños se empezaron a hacer realidad y me preguntaba: “¿Lo podré hacer?” A través de los años fui trabajando un montón y mejorando.
-Hay algo que quizá tiene que ver con el carisma, ¿no? Porque hay gente que se prepara toda la vida y no llega.
-Es una cuota de suerte también porque hay muchísima gente talentosa en el país. Me acuerdo de que el día del estreno de Sugar estaba cagada en las patas. Fue como bisagra en mi vida en lo que te digo de la confianza. Me costaba creer y decir: “Me animo a hacerlo”. El día del estreno dije: “O lo hago o me dedico a hacer otra cosa y me pongo a estudiar en la facultad porque si realmente ante esto me voy a achicar, no sirvo para esto”. Me acuerdo que pensé: “Es todo o nada”. Ese día salí como creyéndomela y teniéndome esa confianza de que las cosas iban a salir bien. Fue un antes y después para mí.
-¿Tenés algún mentor al que le pedís consejo?
-Lo sigo consultando a Gustavo Yankelevich [desde Sugar]. Cuando no sé qué hacer o si hay algo que me da duda, se lo consulto a él. Antes fue pura intuición. Me ha pasado de dejar pasar oportunidades que económicamente me convenían porque sentí que no era lo que quería hacer artísticamente o que no era por ahí el camino.
Trabajar en pandemia
Fernández se acuerda de los primeros tiempos de coronavirus cuando iba al supermercado y la gente se acercaba a pedirle fotos. Algunos con barbijo y con distancia, otros, le pedían un abrazo o la querían tomar de la mano. Ella, cuenta, siempre se cuidó y trató de explicarle a la gente que no era “mala onda” sino que lo estaba haciendo por ellos. “Lo único que me gusta de esto es que cada uno tiene su mate. Me encanta, no espero la ronda, me lo armo como a mí me gusta, nadie critica mi mate extradulce”, dice entre risas. Además confiesa que si bien primero le daba dudas vacunarse y sentía que necesitaba más información, con el correr de los meses cambió de opinión. Más tranquila, después de que sus abuelos recibieran la segunda dosis y sus padres, la primera, la flamante conductora viajó a Miami y se inoculó. “Me sentí bien”, dice.
-¿Cómo es trabajar en pandemia?
-Yo me cuido mucho de no salir y no ver a otras personas. En lo que es el trabajo en sí, al principio fue muy raro. Nos pasó en el Cantando... el año pasado que no había público, uno tenía muy lejos a las personas. Ahora nos acostumbramos, pero era rarísimo. Después todos aprendiendo, desde las reuniones de producción con todas las ventanas abiertas, cosas que uno antes no tenía en cuenta o esto de testearnos la mayor cantidad de veces posible.
-¿Qué cambios hay dentro del set?
-En la serie me testeaban dos veces por semana. Lo que empecé a ver en Kuarzo es mucha gente con doble barbijo. Las reuniones son con la menor cantidad de gente posible, con ventilación o al aire libre. Llegás, te toman la temperatura y después depende de uno, yo trato de quedarme sentada lejos. He visto lugares donde no es tan así, pero depende de uno. Al aire en El club... no vamos a tener barbijo. La puesta está toda hecha con distancia. Se va a hacer todo amoldado a la época que vivimos.
-¿Tuviste miedo de contagiarte?
-Al principio me daba miedo hasta subirme a mi auto. Sentía que si pasaba un auto cerca, me contagiaba. No se sabía mucho, hoy tampoco. No soy ni hipocondríaca ni paranoica, pero tampoco hago cualquiera ni soy una relajada ni ando de acá para allá. Me cuido mucho porque estoy trabajando y porque quiero seguir haciéndolo, pero sobre todo por mis viejos. No los veo mucho, pero si me testeo el viernes y me testeé el miércoles sé que estoy cubierta y nos encontramos a almorzar el sábado. Tomo esos recaudos para tratar de hacer las cosas bien dentro de lo que se puede, después es una lotería.
-¿Y por tu familia?
-Pienso en mis abuelos que acaban de recibir la segunda dosis y un año de vida para ellos es un montón. Estuvieron encerrados mucho tiempo sin hacer nada más que estar con miedo en su casa y me pone triste y mal y me parece durísimo. Mi mamá no paró de trabajar y eso me dio miedo al principio. Siempre estuvo muy expuesta. Mi papá, que se ultra cuidó, se contagió, estuvo internado, la pasó un poco mal, pero ahora ya está muy bien, gracias a Dios.
-¿Cómo te llevás con la política? ¿Te involucrás?
-Nunca me metí a opinar sobre política, mi trabajo pasa por otro lado. Respeto a quienes lo hacen, me gusta estar informada, por supuesto. Me di cuenta de que empecé a madurar con los años porque dejé de escuchar tanto FM y empecé a escuchar AM. Me gusta saber, pero no soy de las que opinan, aunque tengo mi opinión formada.
-¿Hay algo que te preocupe? ¿La crisis económica, el clima social...?
-Recuerdo que era chica y escuchaba a mis viejos putear por la economía del país y hoy yo en casa me encuentro haciendo lo mismo. Escucho noticias y me dan un mal humor tremendo. Pucha, la cosa no cambia, no mejora, por lo que se ve empeora cada vez más y es muy triste. Para el lado que mires: tengo compañeros técnicos de teatro que están sin laburo porque está todo cerrado y por otro lado tengo muchos conocidos que son médicos y me cuentan lo que ganan y lo que trabajan y no condice una cosa con la otra, me da una tristeza enorme. Escucho a los colectiveros que exigen que se los vacune porque ellos transportan a la gente que va a testearse y tienen razón...
-¿Te imaginás yéndote del país?
-A mí me da tristeza, me gustaría poder mirar y decir: “Bueno, hay un horizonte”. Pero yo pago los impuestos y después ves que hay otros que no los pagan y los perdonan y les dan un plazo a pagar de no sé cuántos años y uno se rompe el alma en cumplir. Hay un montón de injusticias que desaniman, pero sigo teniendo esa esperanza de seguir apostando a vivir acá.
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