Laura Tuny y su especial vínculo con Ucrania, donde nació su hija por subrogación de vientre
Desde el primer día de la invasión rusa, la actriz y cantante está pendiente de todo lo que sucede en el país que recorrió cuatro años atrás para buscar allí a su hija Shirly
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Durante cinco años Laura Tuny buscó ser mamá junto a su marido Claudio. Pero los tratamientos de fertilización no daban buenos resultados por lo que se decidieron a subrogar un vientre y eligieron que fuera en Ucrania.
Así llegó Shirly a su vida y grande fue la sorpresa de Laura cuando descubrió que su hija había nacido en la misma ciudad que su abuela paterna: Kiev, que por entonces era rusa. Además, su padre, polaco, había nacido en una ciudad que hoy pertenece a Ucrania. “Fue mágico porque, de alguna manera, siento que mi hija nació en el mismo lugar que nuestros ancestros”, le cuenta Tuny a LA NACION.
Conmovida por el actual conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, la actriz y cantante relata su experiencia cuando, hace cuatro años, viajó Kiev a recibir a su hija y compartió dos meses con sus habitantes y su cultura. “Ojalá pronto se termine esta guerra. Todos los días pido la paz para el pueblo de Ucrania, que puedan volver a sus hogares y que los padres puedan reencontrarse con sus hijos, que esto se resuelva de la mejor manera posible y todos puedan vivir en paz”, reflexiona Tuny, a quien conocimos desde muy chica como la maldita Etelvina de Señorita maestra de los ‘80.
-Te sentís muy cercana al pueblo ucraniano…
-Sí. Es una historia muy increíble que nunca hubiera imaginado. Cuando empecé a averiguar sobre la subrogación de vientre, busqué otras alternativas porque si bien en los Estados Unidos ese tema está muy aceitado, los costos son altos. Hay pocos lugares en el mundo con legislación, al menos en ese momento encontré solamente Estados Unidos, India, Ucrania y Canadá. Me tuve que fijar en el mapa dónde quedaba Ucrania, a pesar que sabía que era en Europa del Este. No tenía referencias sobre el tratamiento pero por medio de una compañera de trabajo de mi marido, tuve la suerte de llegar a la nuera de quien había sido ministro de salud de Ucrania. Pude preguntar cómo era el sistema y me explicaron que era a través de agencias que arman y coordinan todo y eso le dio un plus a la elección. Después de tomar la decisión me enteré de que la abuela de mi marido había nacido en Kiev, que era Rusia en ese entonces. Y mucho después también descubrí que mi papá había nacido en la ciudad de Lviv que era Polonia en aquel momento y hoy pertenece a Ucrania. Fue mágico, absolutamente. Son las vueltas del destino que nos llevó a que naciera allí.
-¿Pudiste presenciar el parto?
-¡Sí! Fue hermoso. Y saber que podía estar presente ayudó a que me decidiera por ese lugar. Cuando mi hija nació, me la dieron y pude tenerla en mi pecho y abrazarla durante dos horas. Mi hermana es puericultora y me ayudó a entender el proceso de todas las etapas, que quizá no es fácil cuando no llevas a tu hijo en tu vientre. Durante cinco años buscamos un embarazo y llegamos a la subrogación porque era el paso siguiente para poder convertirnos en padres. Lo pensamos mucho pero el deseo es tan grande que buscas alternativas, y al fin y al cabo lo importante es tener a tu hijo en brazos, verlos crecer y no de dónde o cómo viene. Pudimos cumplir el sueño de ser padres. En nuestro caso teníamos embriones congelados en Estados Unidos, que quedaron de los tratamientos; no quise seguir poniéndolos en mi vientre porque el embarazo no avanzada.
-¿Cuánto tiempo estuviste en Ucrania y cómo fue la experiencia de caminar por sus calles y hablar con su gente?
-Estuvimos dos meses, alquilamos un departamento hermoso en el centro de Kiev e interactuábamos con la gente en el día a día, cuando salíamos a hacer compras, a caminar. Fuimos un mes antes del nacimiento y pudimos volver pronto a Argentina porque Shirly nació con un peso bárbaro: 4.120 kg. Queríamos volver, para que la conociera toda la familia. Le tengo mucho amor a esa ciudad porque, poéticamente, es la que me entregó a mi hija, donde se gestó. Fue mágico, recuerdo que nevaba, de hecho mi hija nació el 27de febrero del 2018 con -16º bajo cero. La gente grande habla ruso y los más jóvenes, ucraniano y están aprendiendo inglés. Nosotros tomamos clases de ucraniano, lo básico para poder comunicarnos y ahí nos dimos cuenta de que la pifiamos, que deberíamos haber estudiado ruso.
-¿Seguís en contacto con alguien en Ucrania?
-La verdad que no. Intenté mandar un mensaje a la gente de la agencia para ver si estaban bien pero tampoco sé si sigue funcionando. Cuando estuvimos hace cuatro años, tuve contacto con un argentino entrenador de fútbol que se llama Coqui Raffo, pero ahora está en España. Nos dio una gran mano porque llegar y no conocer a nadie fue shockeante. Lo único que nos queda de Ucrania son los recuerdos, las fotos y videos. Es muy triste ver que Kiev hoy está destruida. Vivíamos en pleno centro, sobre una avenida que desemboca en la Plaza de la Independencia. A pesar de que es una ciudad antigua, tenían shoppings modernos con las mejores marcas y a precios europeos. Sí era barato comer. Tienen mucha vida subterránea, justamente por el frío, y hay tiendas, restaurantes, peluquerías, muchos cruces de avenidas, todo bajo tierra.
-Hoy son los bunkers donde se refugian durante los bombardeos.
-Claro. Me dio una impresión increíble pensar en esa gente que tiene que dejar sus hogares y abandonarlo todo, o dejar a sus hijos en manos de otras personas. Es muy angustiante, muy doloroso. Cuando empezó la guerra me quedé congelada porque nunca pensé que podía existir, en este siglo, una guerra de esa manera; porque uno espera algo virtual y no el arma en manos de un ser humano contra otro, como les sucedió a nuestros abuelos en la Segunda Guerra Mundial. Me toca muy de cerca porque pienso que hace cuatro años yo estaba ahí y me imagino a esos padres tratando de escaparse, o las madres subrogantes cuidando esas panzas, y a padres que no pueden viajar.
-Cuando miras a tu hija, ¿qué pensás?
-Es una emoción tan grande. Tenemos una conexión increíble. Tiene mucha mamitis, me dice que soy su corazón, el amor de su vida. Es un ser maravilloso, alegre, piola, ¿qué voy a decir de mi hija...? Es una nena muy activa, hermosa persona por dentro y por fuera. Le gusta cantar, ama las princesas y se cambia de disfraz cinco o seis veces por día. Tengo que saberme todos los cuentos de princesas porque a veces soy la bruja también. Mirándola a los ojos color mar Caribe que tiene, pienso que todo valió la pena y lo volvería a hacer. Valió la pena esperar porque es un regalo de la vida. Y solo tiene amor para nosotros.
Laura Tuny empezó a trabajar cuando apenas era una nena e interpretó a Etelvina, la malvada de Señorita Maestra que protagonizó Cristina Lemercier y se estrenó en el ‘82 y estuvo en pantalla durante tres años, con mucho éxito. Luego siguió trabajando durante algunos años hasta que en el 2004 se lanzó como cantante solista y sacó su primer trabajo discográfico y luego otros dos. “Todos los temas son de mi autoría así que me dedique también a la composición”, aclara. “Escribí canciones infantiles también y una especialmente dedicada a mi hija Y tu vendrás. El año pasado filmé una película en Los Ángeles y además compuse temas para programas de televisión en los Estados Unidos. Me gustaría retomar como actriz y seguir cantando y componiendo, claro. El camino de un artista es arduo, nada fácil pero lo tengo tan marcado que no pudo hacer otra cosa”, asegura.
-¿Qué hacías cuando escaseaba el trabajo y te desanimabas?
-Es un camino de sube y baja, una montaña rusa. Sin dudas es un camino sinuoso pero cuando tenés un amor tan grande por el arte, es difícil dejarlo. Por suerte tengo una fuerza muy grande para las cosas que quiero conseguir. Y esa fortaleza me ayuda a lograr mis objetivos en la vida y en el arte. Sigo apostando a lo que sé hacer. Hace unos meses grabé un nuevo tema que va a salir en los próximos meses. Todo cambió en el mundo de la música y hay que saber adaptarse también. La emoción es la misma. Además estoy produciendo una serie de animación infantil, con mis canciones. Y siempre pensando proyectos.
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