Laura Fidalgo: el recuerdo del Moulin Rouge, por qué no puede volver a bailar y su deseo de formar una familia
La bailarina se entrega a una charla íntima con LA NACION, comparte el álbum familiar de fotos y repasa su brillante carrera y sus deseos personales
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Laura Fidalgo dice que un día en su vida nunca es igual al otro. “Desde siempre”, remarca. Bailarina, actriz, productora de muchos espectáculos y creadora de su escuela de danzas y arte que llegó a tener 14 filiales en todo el país, la artista se despierta muy temprano a la mañana, porque no le gusta estar en la cama, y arranca con las actividades cotidianas, no sin antes tomar mate (“¡Soy adicta!”).
“Después acomodo mi casa, voy al supermercado y compro para mi estudio, para mi casa y para mis papás. Voy a visitarlos, primero, después voy a mi escuela y hago lo que sea necesario. El otro día se inundó el baño y limpié, baldeé, llamé al plomero y después de todo eso pude dar una clase. Hace 15 años que tengo estudios de danza. Las rutinas cotidianas me aburren aunque sí tengo mucha disciplina. Ahora entreno muy poquito porque no puedo, pero hago de todo. Me aburro fácil, tengo un espíritu muy libre, ascendente y luna en Acuario, busco crecer siempre”, cuenta Laura.
Lo que no le gusta es cocinar, “así que abro dos latas de atún, un huevo duro y una ensalada. Me aburre la cocina, lo sé hacer porque tuve que aprender de chica. Soy todoterreno”, sintetiza. También entrena y sus musas inspiradoras para la actividad son dos bien diferentes: Madonna y Rocky Balboa, el personaje que interpreta Sylvester Stallone en Rocky.
En diálogo con LA NACION, Laura Fidalgo hace un repaso de su vida y se detiene en el vínculo con sus padres, su paso por el famosísimo Moulin Rouge de París, el día en que se le apareció la Virgen y la forma en que llegó a su primer auto, en un programa de Marcelo Tinelli.
-Decís que sos todoterreno, ¿siempre fue así o tuviste que aprender?
-Soy una mujer de acción más que de palabra y sé que vine a esta vida a solucionar, pero también entiendo que es uno quien se pone en ese lugar. De muy chica quise sacar adelante a mi familia, mi mamá, mi papá y mi hermano, que son número uno en mi vida. Mi objetivo siempre fue salir adelante para darles todo lo que anhelo. Mi mamá es una trabajadora de toda la vida, tenía un negocio polirrubro en el que vendía mercería, bazar, perfumería, de todo. Y mi papá fue radiólogo en YPF y además fue un gran jugador de básquet. En los 70 mis padres tenían una heladería en San Telmo, de la distribuidora de helados Macri y fundieron con el Rodrigazo. Me quedó muy grabado el esfuerzo de mis padres. Yo fui a Nuestra Señora de la Misericordia de jardín a 5º año, mi hermano al Colegio Marianista de jardín a 5º año. Íbamos al club, a inglés particular, yo a danza, mi hermano a rugby, pero todo con un gran esfuerzo familiar.
-Mamaste eso de ponerte la vida al hombro y remar...
-Si, pero siempre con una sonrisa. Admiro mucho a mi mamá, que es muy optimista, me inculcó mucho la metafísica y me decía: ‘vos podés’. Me hacía escribir afirmaciones y decretar, leer libros de Louis Hay... Yo tenía un cuaderno que guardaba debajo del colchón y escribía lo que deseaba, siempre a lo grande. Mi mamá me decía que me visualizara cómo me gustaría verme, y yo le decía que en las marquesinas, vestida así, maquillada de esta forma. A la noche rezaba, escribía en un cuaderno, agradecía y lo ponía abajo del colchón. No es milagroso, es algo de todos los días. Y claro, admiro también a mi papá. Es clave como motivás a tus hijos porque un mal consejo te puede frustrar para toda la vida.
-¿Y de una de esas afirmaciones que escribías llegaste a las marquesinas de calle Corrientes y a abrir tu escuela de danzas?
-Es una combinación de todo. Amo lo que hago y creo que en todas las vidas voy a elegir el arte porque es mi salvación. Creo en la reencarnación y que todo está escrito, desde que llegás hasta que partís. Bailo desde los 3 años y medio porque me llevaron a una academia en Flores, a cuatro cuadras de mi casa, y jamás paré.
-¿Hoy también escribís afirmaciones y te visualizás?
-Ya no tengo el hábito ni la perseverancia de entonces. El arte y el deporte son sanadores, te liberan. No podés pasar por esta vida sin descubrir cuál es tu misión, tu pasión. Y sé que por medio de la danza y el arte he ayudado un montón.
-Hace cuatro años que no te subís a un escenario, ¿por qué?
-Hice Tengamos el sexo en paz, de gira. Paralelamente estaba de jurado en el Bailando, y en la temporada de verano estuve en El show de los cuernos. Y esa fue la última obra que hice. Después de la pandemia me dediqué a cuidar a mis padres, porque mi papá tiene problemas de salud. Llevan 60 años juntos, y tengo un hermano que es el amor de mi vida, que es licenciado en turismo. Mi cuñada también, es hermosa. Es neonatóloga y pediatra. Y tengo tres sobrinos increíbles a quienes amo. Lo primero es la familia y mi profesión. Postergué familia e hijos porque quería sacar adelante a los míos y a mi carrera y soy una apasionada.
-¿Dejaste de lado formar tu propia familia o no fue un deseo?
-No, no. Me encanta estar en pareja y he tenido relaciones largas, no soy del touch and go. Quiero un par. Y en este momento estoy sola. Hace cinco meses corté con una relación que no me llenó. Estoy con tantas batallas... Me rompí los ligamentos cruzados de las dos piernas y ya no es como antes.
-¿Fue en Bailando por un sueño?
-Me pasó en una pierna durante el Bailando y la otra con un ex novio, en Miami: estábamos andando en una bicicleta que frena contra pedal, me caí y me rompí. Y en 2018 me operé la otra pierna.
-¿Podés volver a bailar?
-No. No puedo girar y saltar, por ejemplo. Sí puedo moverme, pero soy bailarina desde los tres años y medio y siempre en mi vida fue a todo o nada. No puedo bailar así nomás. Yo dejo el alma y el corazón en cada función. Me acuerdo que cuando hacíamos tres funciones de algunas obras, el productor me decía: “Guardá un poco de energía”. Y no, doy todo siempre. Cuando termino una función, me baño, tomo mis mates, me cambio y vuelvo a la cancha a dar todo otra vez. Antes de romperme me levantaba a las 7.30, me iba a entrenar a las 9, ensayaba lo que tenía que bailar y después iba al teatro. No paraba de bailar. Y como productora generé El diluvio que viene, Rapunzel, Morocha argentina, Blancanieves y la casa del árbol. Llegué a tener 14 estudios de danza en todo el país. Hoy funciona uno en Belgrano y otro en Bahía Blanca. Y la idea es tener franquicias en el interior y también en Uruguay y Paraguay.
-¿El primer trabajo que te dio popularidad fue de la mano de Enrique Pinti?
-Estoy hace 30 años en el medio y si, con Enrique hice Pinti canta las 40 y el Maipo cumple los 90. Antes de que Lino Patalano me descubriera y me llevara a trabajar con Pinti, trabajé en Tato de América, en Good Show, en Jugate con todo, en Badía y compañía, Sábados de fiesta con Berugo Carámbula. También fui modelo de Pancho Doto, coreógrafa de Emanuel Ortega, de Oscar Colombo y durante cinco años fui bailarina del Teatro Roma de Avellaneda. Ahí tenía 19 años. Vivía en Flores, me tomaba dos colectivos e iba al Teatro Roma y ensayaba todo el día. Salía a las 6 de la tarde, me tomaba dos colectivos y me iba a dar clases a un estudio en Caballito. Salía e iba a Belgrano a trabajar en telemarketing ofreciendo servicios de emergencias durante dos horas. Volvía a Flores con dos colectivos, mamá me esperaba con la comida, me bañaba, cenaba y al otro día otra vez lo mismo. Eso lo hice durante cinco años, paralelamente era modelo de Pancho y los fines de semana desfilaba en boliches y showrooms. Tengo mucha vida previa a ser popular. Hoy siento que tengo mil años de vida. Después surgió lo de Pinti y muchas obras de teatro. Estuve en Francia, en el Moulin Rouge; en Brasil, en México y en Uruguay representando al país.
-¿Cómo llegaste al famoso Moulin Rouge?
-Estuve poco porque quedé como vedette, pero ya tenía una carrera hecha acá. En ese momento me llamó Néstor Montalbano para hacer Soy tu aventura, con Luis Luque, Diego Capuzzotto y Jorge Marrale. Cuando terminé viajé con Hernán Piquín a Madrid para hacer un espectáculo y aproveché para ir a Francia a audicionar para el Moulin. Fue una odisea, porque tenía que juntar plata para poder hacer el viaje y se me ocurrió ir a la revista Interviú para hacer una tapa. Me vendí como la mejor vedette y bailarina de la Argentina y como carta de presentación tenía una nota publicada en el diario por el espectáculo con Piquín. Todo fluyó, lo logré, me pagaron 12.000 euros y con eso fui a Francia. Éramos 30 personas audicionando y quedé con otras tres, de Italia, España y Estados Unidos. Tienen funciones todos los días y hay banco de suplentes y sub suplentes. Yo quedé para el sub suplente y me dijeron que me pagaban a partir de estar en el suplente. Ahí decidí que no me quedaba a vivir porque no quería empezar de cero. Es bárbaro el Moulin pero a nivel talento los argentinos la rompemos. Decidí volver porque ya tenía 28 años y mi caminito hecho acá.
-¿Tenés proyectos para volver a la tele y al teatro?
-Sí, tengo miles de proyectos. Presenté dos y estoy esperando respuesta. Tengo fe y por algo estoy de pie con todo lo que me pasó. Tuve un accidente y hasta me dieron por muerta en Crónica TV. Ese día estaba yendo a San Nicolás a agradecerle a la Virgen y volqué. Iba con un exnovio, manejando yo. Se me cruzó un camión, entró mal un cambio, tocamos la banquina y volcamos. Dimos cinco tumbos. Me dieron por muerta en Crónica y al otro día bailé. Después me quemé tomando mate en el Maipo y estuve internada. A los 10 años se me apareció la Virgen y me hice devota de la Virgen de San Nicolás.
-¿Cómo se te apareció la virgen?
-Tenía el manto blanco, luminoso, no sé qué virgen era. Estaba durmiendo en el cuarto que compartía con mi hermano. Me desperté y me quedé mirando el techo; a la mano derecha tenía una ventanita desde la que veía el patio de mi casa. Y en eso vi una imagen que fue apareciendo desde los piecitos hacia arriba, hasta la cabeza. Era la virgen con las manos juntas y me hacía un movimiento con la cabeza, como afirmando. Empecé a gritar que tenía a la virgen encima mío, mi hermano me decía que me callara porque quería dormir. Mi mamá vino corriendo, pero la virgen desapareció, esta vez de arriba hacia abajo. Nadie más la vio. Le contamos a la Hermana Silvina de la Misericordia, donde yo iba a la escuela, y nos dijo que era un súper mensaje, que iba a esa protegida toda la vida. Y realmente lo siento así. Tuve varios accidentes y salí ilesa. Y tengo suerte; mi primer auto me lo gané jugando al básquet en lo de Tinelli.
-¿Cómo fue?
-En Showmatch. Éramos diez famosos y una persona del público y quedamos el Pato Fillol, Marcelo y la chica de la tribuna. Me dio pena ganar por la chica del público, pero no tenía auto y vivía con mis papás. Puse una diferente y saqué un auto que tuve durante cuatro años y me llevo muchas temporadas a Mar del Plata. Con los años vino el Bailando, fui la primera jurado y trabajé diez años con él.
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