Con las dos se conoció en la tele, mientras filmaba dos novelas que hicieron historia; con Claudia Lapacó vivió cuatro años y con Gabriela Gili 17, hasta la muerte de la recordada actriz
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Fue uno de nuestros galanes más codiciados en televisión, cine y teatro. Arrancaba suspiros con sus ojos azules, su mirada profunda y su voz cautivante. Aparentemente ajeno a lo que provocaba, Rodolfo Bebán -quien falleció este sábado por la noche- construyó su carrera con actuaciones memorables, como las de Malevo, Alta comedia, Nosotros y los otros, El precio del poder o, en el cine, Juan Moreira. De pocas palabras, nunca asistía a eventos ni siquiera a entregas de premios. Y mucho menos hablaba de su vida privada. Pero todos sabían que era un gran seductor, claro. Tuvo varios romances y dos grandes amores que fueron las madres de sus hijos, las actrices Claudia Lapacó y Gabriela Gili. Y a las dos las conoció trabajando.
Con Claudia Lapacó se cruzó haciendo una novela memorable, El amor tiene cara de mujer. El culebrón tuvo cinco temporadas pero ella se incorporó en el 66. Fue amor a primera vista, se casaron a los pocos meses y fueron padres de Rodrigo y Diego. De perfil bajo, ni Bebán ni Lapacó hablaban de su intimidad, y sin embargo durante algunos años fueron la pareja del momento, tapas de todas las revistas de la época.
Estuvieron juntos poco más de cuatro años y se separaron. No fue en buenos términos. Y si bien jamás sacaron trapitos al sol, la actriz le contó a LA NACION que fue muy feliz en su matrimonio. “A (Rodolfo) Bebán lo conocí cuando él aún no era famoso. No me enamoré de la estrella, me enamoré del hombre. Para mí fue maravilloso ver cómo surgía y se lo empezaba a reconocer. Era el hombre que yo amaba y el padre de mis hijos, pero fue una separación muy abrupta: el día que descubrí que él no estaba donde debía estar, puse fin a nuestro matrimonio. En esas circunstancias aparecen cosas que uno no quería ver o no se daba cuenta... Yo era muy inocente, pero lo maravilloso es que a Bebán lo amé hasta el último día como si fuese el primero. Lloré y sufrí después de separarme, pero no estando con él”.
Durante 40 años y a pesar de tener dos hijos en común, Lapacó y Bebán no volvieron a verse. Se reencontraron en 2011 cuando protagonizaron la obra de teatro Filosofía de vida, junto a Alfredo Alcón. En ese momento ella dijo: “Mi emoción fue enorme, además fue muy fuerte estar al lado de Rodolfo, con quien estuve casada y tuve dos hijos, pero no nos habíamos visto por cuarenta años. La vida me dio una oportunidad de compartir esta obra con él”.
Luego de su separación, al actor se le atribuyeron varios romances, entre ellos con María Aurelia Bisutti, Susana Giménez y Thelma Biral. Pero ninguno jamás blanqueó nada hasta que se mostró con la modelo paraguaya Liz Amaral Paz, con quien tuvo a su hija Dolores.
Su gran amor
Gabriela Gili y Rodolfo Bebán se conocieron en 1972 y vivieron un apasionado romance en la ficción de la novela Malevo, en Canal 9. Por entonces ella se estaba separando del doctor Walter Murúa, su primer marido y padre de su hijo Leonardo. Como tantas veces, la realidad superó a la ficción y la historia de amor traspasó la pantalla.
Por entonces Bebán minimizó el hecho de que se hubieran enamorado mientras trabajaban juntos. “Uno no se enamora grabando, uno se enamora viviendo”. Pronto se casaron y tuvieron tres hijos: Facundo, Daniela y Pedro. Estuvieron juntos durante 17 años, hasta la muerte de la actriz, a finales de 1991, producida por una insuficiencia cardíaca. Las notas de la época hablan de una depresión crónica de la actriz que se había acentuado a partir de la muerte de Claudio Levrino, su compañero en Un mundo de veinte asientos. Dicen que para intentar sobreponerse a la tristeza consultaba a distintos profesionales, estudiaba canto y componía algunas canciones con su guitarra. La familia pasaba los veranos en Mar del Plata, muchas veces haciendo temporada teatral. Mientras la fama de Bebán crecía, Gili empezó a aceptar menos trabajos y también a salir mucho menos.
Alguna vez el actor se refirió a ese momento: “Fue un deterioro lento y extendido en el tiempo. Verla desaparecer de a poco fue algo terrible. Los chicos llevaron la peor parte, porque era una mujer muy joven, hermosa como ser humano, una madre impresionante. Ellos eran muy chiquitos, tenían una devoción por la madre, que era una especie de ángel, en todo sentido. Gaby fue el gran amor de mi vida, no me imagino con otra mujer”, dijo en reportajes de esa época.
Sin embargo, luego de la muerte de Gili, el actor tuvo algunos amores, entre ellos la actriz Adriana Castro, a quien conoció haciendo la obra de teatro Intrusos. Pero nunca volvió a tener una pareja formal y mucho menos a convivir. “No he querido. No quise pasar por lo mismo”, dijo alguna vez. “Con Adriana tenemos una excelente relación, estamos muy bien”, repetía cuando le preguntaba. Estuvieron juntos hasta 1995. Y ya nunca más se supo de sus amores. Tampoco se lo vio en eventos sociales y trabajó mucho menos. Se alejó del medio durante casi doce años y volvió a la televisión para hacer un personaje en la novela Camino al amor, en Telefe. Fue la última vez que trabajó. “Puedo decir que hice la vida que quise porque elegí la profesión que amo. Tengo los hijos que me hubiera gustado tener, pero uno nunca se puede sentir totalmente feliz por lo que ha hecho”, dijo alguna vez.
Bebán también reflexionó sobre la fama en una entrevista con LA NACION. “Me quitó muchas cosas. A mí me encanta bailar tango. De joven lo disfrutaba mucho. Pero cuando te hacés conocido, la gente te empieza a señalar: ‘mirá, aquel es fulanito, el de la tele’. Y ya no es tan cómodo, ni tan agradable ir a un lugar público. Una cosa es ser alguien del montón y otra hacer firuletes cuando todos te están mirando. Entonces empecé a dejar de ir. Otra actividad que me gustaba mucho era la esgrima. Era bueno en eso. Pero llegó un momento en que iba gente a verme porque era la figurita de la televisión. También dejé de hacerlo. Soy muy tímido en ese sentido. Tampoco me interesa prestarme a ningún juego mediático ni opinar de cualquier cosa. Eso no forma parte de mi manera de ser, aunque no juzgo a quienes lo hacen. Pero yo no me presto. Además, como soy un ser para adentro, bastante introvertido y tímido, me costaba”, concluyó Bebán.
Este artículo fue publicado originalmente el 9 de marzo de 2022.
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