Había dejado de creer en el amor cuando Federico Álvarez Castillo (58) la invitó a salir. “Antes de conocerlo a Fede, me había dicho a mí misma: ‘Basta, se acabó’. Estaba dispuesta a quedarme sola”, confía Lara Bernasconi (39) con la mirada perdida en el mar de José Ignacio. Son las once de la mañana de un fabuloso día de playa y alejada de los medios desde hace unos años, ahora tiene ganas de compartir con ¡Hola! Argentina su historia de amor, que nueve meses atrás fue coronada con la llegada de su primer hijo: Iñaki.
“Recuerdo el momento exacto en que me dije a mí misma: ‘Quiero un amigo, un compañero de vida, un tipo que me potencie y con quien sea lindo compartir todo… O no quiero nada’”, continúa. “En nuestra primera salida, Fede me invitó a comer sushi y la conexión fue inmediata. Yo estaba desilusionada por mis otras relaciones. Pero él llegó en una edad en la que sabés si alguien es para vos o no”, agrega con una sonrisa.
Se la ve a gusto con la vida que supo construir junto a Álvarez Castillo y enamorada de su bebito que duerme la siesta mientras ella conversa con ¡Hola! Aterrizaron en José Ignacio tras pasar la Navidad en Tucumán, donde nació Lara. “Queríamos descansar porque 2017 fue un año fuerte y de mucha evolución personal. Un hijo te transforma”, cuenta Lara, que el 11 de abril pasado le dio la bienvenida a su heredero en el Sanatorio Los Arcos, y rememora: “Apenas quedé embarazada, noté un cambio muy fuerte dentro de mí. Fue una sensación especial, una mezcla de sensibilidad con una gran fortaleza interior. Iñaki me permitió pararme frente a la vida desde otro lugar”.
–¿En qué momento te encontró Iñaki?
–Relajada, en eje, muy enamorada, y con el cuerpo fuerte y sano. Muchas mujeres dicen que estar embarazada es el mejor estado físico, y si bien fue increíble para mí, no sé si lo experimenté como algo tan copado. Te ves gorda, te sentís pesada, estás torpe, tosca.
–Ahora se te ve flaquísima.
–En parte es por la lactancia, que me consumió. [Se ríe]. A Iñaki no le gusta la mamadera. Recuperé mi figura rápidamente, supongo que la genética y mi alimentación tuvieron mucho que ver. Soy muy ordenada, como de cuatro a seis veces por día, trato de no consumir harinas ni lácteos. Escucho lo que mi cuerpo quiere, tomo mucha agua. Un mes antes de venirnos a Uruguay, retomé gimnasia funcional, que te estiliza el cuerpo. No arranqué antes porque Iñaki se despierta mucho de noche y estaba muy cansada durante el día.
–¿Te sienta la maternidad? ¿Cómo la vivís?
–Me siento en llamas de felicidad. Estoy muy conectada con Iñaki, trabajo para que sea un chiquito positivo, alegre. Cuando se levanta, sea la hora que sea, lo busco con una sonrisa porque quiero que su despertar sea alegre. Me mata de amor que hoy dependa las 24 horas del día de mí. El amor de un hijo es mágico y puro. Ahora en la playa, Iñaki está chocho. Juega, le gusta la arena y está fascinado con unos anteojos de sol que le regaló una amiga de Fede. Se los deja puestos, es genial.
–¿El casamiento es una cuenta pendiente para vos?
–No, porque ya me siento casada con Fede: es el padre de mi hijo y decidimos formar una familia juntos. No necesito firmar un papel para sentirlo así.
- Texto: María Güiraldes
- Fotos: Tadeo Jones y Matías Salgado
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