La viuda de Chris Cornell publicó una sentida carta para recordarlo
A una semana de la muerte del ex líder de Soundgarden, Vicky Karayiannis compartió sus sentimientos en un texto dedicado a su esposo
La muerte de Chris Cornell fue tan sorpresiva para sus colegas y fans como para sus propios familiares. A los 52 años, horas después de brindar un concierto en Detroit, el rockero decidió quitarse la vida colgándose en la habitación de un hotel, según dictaminó el informe forense.
Vicky Karayiannis, esposa del ex líder de Soundgarden, compartió con la revista People una carta para recordarlo y hacerle saber al mundo sus sentimientos, a una semana de su trágica pérdida. Además, puso en duda que su marido haya tomado la decisión de quitarse la vida de manera consciente, tal como lo manifestó días atrás su propio abogado.
"Chris, un adicto en recuperación, tenía prescripto Ativan y podría haber tomado más Ativan de lo recomendado. Su familia cree que si se quitó la vida, no lo hizo sabiendo lo que estaba haciendo, y que las drogas u otras substancias podrían haber afectado su accionar", señaló Kirk Pasich.
LA CARTA DE LA VIUDA DE CHRIS CORNELL
Para mi dulce Christopher,
Te conocí una estrellada noche en París, en enero de 2003. Fue en el Hotel Plaza Athénée luego de recibir una llamada de Audioslave para invitarme a un fiesta tras el recital que brindarían a la noche siguiente. Recuerdo cómo nos presentaron, y el modo en que tus ojos me atravesaron.
Al día siguiente era el show, al que no asistí. Me encontré con todos en la fiesta después del show, y al darte cuenta que no había estado en el recital me preguntaste secamente: "Bueno, ¿dónde estuviste?". Nos sentamos, junto a un pequeño grupo. Te recuerdo pidiendo fois gras y a mí preguntándote si sabías qué era lo que estabas pidiendo. Siempre tuviste un gusto bastante elocuente.
Alguien estaba preguntando quién era la chica más linda en L’Avenue. Vos te paraste en frente de todos, miraste a tu alrededor, volviste sobre tus pasos y me apuntaste con el dedo. Charlamos esa noche hasta que salió el sol y fue tiempo de que te fueras rumbo a la próxima ciudad. Me llamaste al día siguiente y tres días después estábamos juntos en Londres.
Recuerdo cómo corriste, temeroso de que me hubiese ido porque saliste tarde del show de Zane Lowe y habíamos quedado en encontrarnos para tomar el té. En ese momento pensé que debía ser cuidadosa y tratar de no enamorarme de vos.
Pero no dejaste que lo hiciera. Tomaste todos los atajos del mundo para visitarme. Vivías permanentemente con jetlag porque no aguantabas que estuviéramos alejados demasiado tiempo.
Finalmente vine a visitarte a Nueva York durante el tour de Lollapalooza 2003 y estuve para tu fiesta de cumpleaños número 39. Unas pocas semanas después, yo estaba en Mykonos y vos seguías de gira, cantándome por telefóno: "Oh, dulce señorita Vicky, ¿vendrías a casarte conmigo?". No sabía qué pensar además de que te amaba y de que no podía evitarlo.
Volé a Los Angeles con mi mamá el día anterior a mi cumpleaños en agosto. Me diste la sorpresa más hermosa, con flores, velas y globos por todos lados, y cajas de regalos de todos las formas y tamaños, como si fuera Navidad. Me hiciste sentir como una princesa.
Te mudaste al Beverly Hills Hotel porque yo me estaba quedando ahí. Te despertaste una mañana dando vueltas en la cama. Me pediste que me sentara con vos, y me dijiste que necesitabas tener tu collar de regreso. Yo pensé: "No, ¿por qué?". Pero vos procediste a cortarlo y a sacar el anillo de plata que colgaba de él. Dijiste: "Me desperté y tuve la más extraña visión de estar haciendo esto mismo. No tengo un anillo de verdad, pero quiero casarme con vos". El anillo calzó perfectamente y, hasta que me sorprendiste con un Harry Winston varias semanas después, no me atreví a quitármelo y lo usé como alianza de casamiento. Ambos anillos siempre representaron lo diferentes que vos y yo éramos, pero lo bien que funcionábamos juntos.
Recuerdo el civil y el modo en que lloraste. Nunca conocí a un hombre tan sensible y especial.
Tuvimos nuestros hermosos bebés y estabas convencido de que éramos almas gemelas, que siempre me habías estado buscando. Estoy tan feliz de que me hayas encontrado. Estoy feliz por los casi 14 años y medio que estuvimos juntos. Hicimos todo juntos, literalmente todo. Eras mi mejor amigo, y cuando no estaba de gira con vos, hablábamos por teléfono al menos cuatro horas por día.
Fuiste el mejor padre, marido y yerno para mis padres. Tu paciencia, empatía y amor siempre estaba presente.
Siempre decías que te había salvado, que no hubieses estado vivo si no fuera por mí. Mi corazón brillaba al verte feliz, viviendo, motivado. Disfrutando de la vida. Haciendo todo lo que podías por devolver lo que te daban. Lo vivimos todo en esta última década. Lo siento, mi dulce amor, si no pude ver lo que te pasó aquella noche, siento que hayas estado solo, y sé que ese NO eras vos, mi dulce Christopher. Tus hijos lo saben también, así que podés descansar en paz.
Estoy destrozada, pero me pondré de pie por vos y cuidaré de nuestros hermosos bebés. Pensaré durante cada minuto de cada día, y pelearé por vos. Tenías razón cuando decías que éramos almas gemelas. Se dice que los caminos que se cruzan una vez se cruzarán nuevamente, y se que vendrás a buscarme, y acá estaré esperándote.
Te amo más de lo que nadie amó jamás en la historia del amor, y más de lo que nadie podrá amar jamás.
Siempre y por siempre,
Tu Vicky
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