El actor de Milagros inesperados estaba triunfando en Hollywood hasta que las complicaciones producto de un ataque al corazón terminaron con su vida; al poco tiempo, salieron a la luz conflictos familiares y dudas respecto a su estado de salud previo al triste desenlace
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Los ojos de John Coffey, ese hombre que fue encarcelado injustamente, eran cristalinos, puros, verdaderos. A pesar del dolor por la situación en la que se encontraba, siempre se mantenía firme en su objetivo: ayudar al otro a través del don que poseía. Eso no lo salvaría de una muerte anunciada, pero él ya había hecho las paces con su final, como lo denotaba su sonrisa cada vez que dialogaba con Paul Edgecomb, el guardia de esa prisión de Cold Mountain. Tanto esos ojos prístinos como esa suave cadencia al hablar fueron inmortalizados por Michael Clarke Duncan en el film de Frank Darabont, Milagros inesperados, por el que recibió su primera y única nominación al Oscar en el año 2000. El actor oriundo de Chicago trazó un peculiar recorrido antes de convertirse en estrella de Hollywood y su muerte generó conmoción y sospechas en iguales dosis.
De chico, siempre quiso jugar al fútbol americano además de incursionar en la actuación, pero la negativa de su madre Jean, quien temía por la integridad física de su hijo, lo hizo desistir de su primer objetivo. Luego, comenzó a trabajar como guardaespaldas de celebridades como Will Smith y Jamie Foxx mientras audicionaba para comerciales y pequeños papeles. Su debut en cine se produjo en 1995 con la comedia de F. Gary Gray, Friday, pero su nombre comenzó a resonar en la industria cuando Warren Beatty lo convocó para su ácido film político, Bulworth.
Ese mismo año, Duncan también formó parte del ensamble de Armageddon de Michael Bay y de la popular comedia de Will Ferrell, Una noche en el Roxbury. Así, el actor estaba viviendo su sueño de trabajar junto a los grandes y, a la par de la promoción de esos largometrajes, se entregaba al papel que cambiaría su vida: el de John Coffey en el drama basado en la novela de Stephen King en el que tuvo memorables secuencias con Tom Hanks. Esa sonrisa inolvidable surgió otra vez cuando, en plena ceremonia de los Oscar, su nombre se anunció como uno de los candidatos a mejor actor de reparto. La estatuilla dorada fue a manos de Michael Caine por Las reglas de la vida, pero para el actor ya era un sueño el haber recibido el aval de la Academia.
La nominación al Oscar abrió muchas puertas y su carrera cinematográfica acumulaba interpretaciones en series como Bones, Two and a Half Men y The Finder, y en numerosos films como El planeta de los simios, Daredevil, Sin City y The Challenger, la película que él mismo produjo y que tocaba fibras muy sensibles. El drama deportivo mostraba el vínculo entre el entrenador Duane Taylor (Duncan) y la promesa del boxeo Jaden Miller (Kent Moran, director del largometraje), uno que va de menor a mayor y que en cierto modo funcionaba como espejo de lo que Duncan hubiese querido para sí mismo en su juventud, cuando el deporte era su vida entera. El actor nunca llegó a ver en pantalla ese proyecto en el que tanto creía. The Challenger se estrenó en 2015, tres años después de que el actor muriera, para desconcierto de familiares, amigos y colegas, el 3 de septiembre de 2012 a los 54 años.
Los momentos previos a su triste final
En julio de 2012, el actor sufrió un ataque al corazón del que nunca pudo reponerse. “Él no logró recuperarse luego de eso”, informó su familia en un comunicado. En una entrevista que brindó poco antes de su muerte para CNN, Duncan contó que estaba intentando bajar de peso. Al mismo tiempo, en diálogo con la revista Men’s Health, habló de cómo no podía evitar vivir su vida “al máximo”, con todo lo que ello implicaba. “No me arrepiento de lo que hago, solo voy hacia lo que tengo por delante”, manifestaba. En ese momento, el actor estaba presuntamente comprometido con Omarosa Manigault, una personalidad televisiva magnética que había participado de realitys como El aprendiz y Gran Hermano, y que años más tarde se convertiría en consultora política. La familia de Duncan no tenía una buena relación con Omarosa y desconfiaba de cómo cuidaba de su pareja. Las dudas se acrecentaron en las horas previas a la muerte del actor.
El actor sufrió un infarto agudo de miocardio el 13 de julio, y en agosto fue trasladado a una sala común porque se había estabilizado su condición. Pero el 3 de septiembre murió por complicaciones respiratorias vinculadas a ese ataque que padeció ante la mirada de Omarosa, quien estaba en la cama con él y quien dijo haber llamado al 911. La sobrina del actor, Karyn Johnson, sembró interrogantes cuando aseguró que nunca pudo corrobarse ese llamado: “Jamás lo escuchamos, desde la familia creemos que su muerte no se produjo por causas naturales o complicaciones, quizá alguien tuvo que ver con eso”, apuntó. LaToya Jackson, muy amiga de la familia, incluso llegó a aseverar que Omarosa pidió que le quitaran a Duncan el soporte vital.
En esos meses en los que el actor permaneció internado, el entorno de Duncan también desconfiaba del supuesto compromiso del actor con la mediática. Uno de sus mejores amigos, Kevin Jones, contó que Michael nunca le había hablado de ningún compromiso, lo cual encendió las alarmas de los integrantes de la familia quienes, cuando debieron lidiar con la muerte de su ser querido, se enteraron que había un testamento que favorecía a Omarosa con ocho millones de dólares y numerosas pertenencias de valor. Judy, hermana del fallecido artista, le contó al portal TMZ que en sus últimos días él se encontraba prácticamente inconsciente y que consideraba que su novia lo había forzado a firmar documentos que la beneficiaban económicamente.
“Estaba obsesionado con su dinero mientras él peleaba por su vida”, declaró entonces la hermana del actor. Por su parte, Omarosa negó las acusaciones y aludió a cómo el estilo de vida de Duncan lo condujo a su propia muerte, desde su compulsión a trabajar contrarreloj a su imposibilidad de hacer una dieta estricta como se le había recomendado. Su familia contradijo nuevamente a Omarosa, asegurando que él se encontraba sano, que estaba efectivamente bajando de peso y que jamás había consumido ni drogas ni alcohol, ya que siempre lo sobrevoló el trauma de convivir con un padre alcohólico que eventualmente abandonó la casa familiar.
Un libro que prendió la mecha y las dudas que persisten
En agosto de 2018, Omarosa publicó sus memorias, Unhinged, en las que no solo hizo referencia a su relación con el actor, a quien siempre describió como el amor de su vida, sino también a la familia. “Tuve que lidiar con familiares de Michael, incluso con aquellos que eran muy lejanos, y con socios que hicieron hasta lo imposible para quedarse con su dinero”. Como si la tensión y el dolor no hubieran sido ya suficiente carga para la hermana del actor, Judy terminó leyendo el libro y desmintió categóricamente a su autora, reafirmando lo que siempre creyó pero nunca pudo probar: que Omarosa persuadió a Michael a cambiar su testamento en esos momentos de debilidad.
“¿Qué más puedo decir de una víbora que fue por detrás de la familia para quedarse con su fortuna?”, llegó a expresar Judy, quien también puso en duda el compromiso, como también lo hizo su sobrina. “Yo conocía mucho a mi tío, no iban a casarse y, por lo que sé, estaba viendo a otra persona. Ella nunca llevaba un anillo al hospital, empezó a usar uno después de su muerte”. En medio de la publicación del libro y las acusaciones cruzadas, Omarosa amenazó a Judy con contarle a los medios cómo ella la estaba hostigando con mails y llamados para que le diera dinero de Michael.
Sin embargo, eso no fue todo. Omarosa acusó a la familia de haber abandonado la tumba del actor y lo hizo en un artículo para Daily News en el que contó que dicha tumba no tenía su nombre grabado en el Forest Lawn Memorial Park de Beverly Hills, y que ella se ocupó de poner una placa en su honor. Asimismo, reveló que nunca nadie visitaba el cementerio, excepto ella. En cuanto a las palabras de Karyn, la sobrina de Duncan que puso en tela de juicio el llamado al 911, Manigault detalló en su libro lo que aconteció esa noche. “Noté que respiraba diferente hasta que luego dejó de hacerlo, entré en pánico y llamé a la operadora y les dije que creía que mi prometido estaba teniendo un ataque al corazón. Yo le hice reanimación y los paramédicos me dijeron que, de no haber sido por eso, se hubiera muerto ese día, en julio”, escribió Omarosa para defenderse.
Como la familia de Duncan nunca solicitó una autopsia, las acusaciones quedaron simplemente en eso: acusaciones que nunca pudieron ser probadas. Cinco años después de la muerte de Duncan, Omarosa conoció al reverendo John Allen Newman en Washington D.C. mientras ella dictaba una clase en la Universidad de Howard. La boda se llevó a cabo en el hotel Trump de Washington, en el salón de baile presidencial del Old Post Office Pavilion.
Si bien nunca se sabrá que sucedió en esa habitación de hospital en las semanas previas a su muerte, el legado de Duncan permanece vigente gracias a los recuerdos de quienes lo conocieron, como Tom Hanks, quien en su funeral (al que asistieron numerosas figuras, de Jay Leno a Stephen King) brindó un discurso emotivo, pero con margen para la luminosidad con anécdotas divertidas. “Michael era un tesoro, era magia, era un hombre de un amor sin límites”, expresó el actor con quien Duncan formó una dupla conmovedora.
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