La romántica boda de Facundo Arana y María Susini

Fue el broche perfecto para un amor que surgió como de un cuento de hadas, cuando ella entró a un bar de Puerto Madero con la mano lastimada y él, como un príncipe valiente, salió a su rescate. El flechazo fue instantáneo y no se despegaron más. El sábado 22, en su casa en el barrio privado Altamira, de Tigre, Facundo Arana (40) y María Susini (36) celebraron sus cinco años juntos con una ceremonia para cien invitados.

A las 19, con el sol recostándose sobre la laguna que asoma detrás del jardín, la modelo avanzó por la alfombra roja con un original diseño de Verónica de la Canal. Delante de ella, su hija India (4) tiraba pétalos de rosa ante la mirada enternecida de todos. Unos metros más allá, en el muelle donde instalaron el altar, las esperaban Facu y los mellizos Yaco y Moro (3), encantados con la escena. El padre Cristian –que es amigo de la familia y el día anterior, en una iglesia de la zona, los había unido en sagrado matrimonio– aportó su calidez y los acompañó mientras intercambiaban los anillos.

"A los 40 años uno no se casa equivocado, lo hace con todas las ganas y para toda la vida. Aunque en realidad había tomado la decisión de hacerlo el primer día que la miré a los ojos", confesó Facundo unas horas antes, cuando brindaron con la prensa en el hotel Intercontinental de Nordelta. Y agregó: "El jueves fuimos solos al civil, el viernes fue la iglesia con la única compañía de nuestros cachorros, y en un rato es la celebración con nuestras familias y amigos".

La semana estuvo llena de emociones. La noche previa al civil la pasaron en vela, charlando y agradeciendo la felicidad de haber formado una familia divina. Después, Facu invitó a María a volar en avión, y vieron el amanecer desde el aire. Una vez de vuelta en el aeródromo, fueron directo al Registro Civil de Tigre, y aunque su turno era más tarde, pudieron adelantarlo pidiéndoles a dos desconocidos que salieran de testigos. La mañana del sábado la dedicaron a cumplirles la fantasía a sus hijos. Ellos pedían que se casaran, querían ver si era "como en los cuentos". Con todo el amor de padres, María se puso el traje más escenográfico que encontró en el atelier de De la Canal y Facu se vistió de príncipe con sable incluido. Delante de sus "cachorros", se juraron amor eterno. El broche final lo dio una amiga de Mary, que se disfrazó de sirena y apareció en un bote cantando. Eso sí: la voz bellísima que salía por los parlantes la había grabado Paula, la hermana de Facu, una talentosísima cantante lírica que, además, cantó el "Ave María" en la ceremonia. ¿Los chicos? Quedaron fascinados, y la "sirenita" hasta les llevó un cofre con regalos de sus padres.

Con ese mismo espíritu, el de querer compartir la felicidad, durante los dos últimos meses planearon "el gran día". Con ayuda de los amigos que iban de visita, el actor construyó las mesitas y algunos bancos con los que se armaron los livings dispuestos en el jardín, y ella puso su toque, con fardos, aguayos y "fogones" de hierros que aportaron magia. El menú fue sencillo y delicioso: bastones de langostinos, salmón y carne; empanadas, pizzas, postres y una muy bien provista barra de tragos. Ahí también estuvo el toque "afectivo". Cecilia, la hermana de María, les hizo la torta de casamiento. Un cuento con final feliz, a la altura de un amor de novela.•

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