La nueva vida de Matías Alé en Villa Carlos Paz: tiene un local de sushi, hace radio y televisión, y sueña con “un gran amor”
El actor se encuentra instalado en la localidad cordobesa pero, a diferencia de otros años, no se encuentra dentro de ningún elenco teatral; en diálogo con LA NACION, aseguró que quiere formar una familia y que aprendió mucho tras el brote psicótico que sufrió en 2015
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CÓRDOBA.- Matías Alé eligió Villa Carlos Paz para vivir; tiene un local gastronómico en sociedad y, además, hace radio diariamente en la ciudad de Córdoba y tres programas de televisión. “No hago teatro pero trabajo más que otras temporadas”, dice a LA NACION. Se lo ve contento, entusiasmado con su emprendimiento y siempre bien dispuesto con la gente que lo saluda y le pide sacarse fotos. “Estuve del otro lado y no puedo permitirme una mala cara, un mal gesto”, asegura.
Sin pareja por el momento, cuenta que está “enfocado” en su trabajo y que sigue a la espera del “gran amor”. Y aunque rápidamente aclara que tuvo “amores importantes” está convencido de que en algún momento llegará la persona con la que formar una familia y tener hijos. “Pero no es ahora”, asume.
Después de atravesar algunos episodios delicados con su salud, asegura que tiene el “mejor presente” y que trabaja cada día para ser “mejor persona”. Supone que su espíritu emprendedor lo heredó de su papá. “Teníamos un cementerio parque; trabajaba muchísimo. Murió sin estar enfermo, de un ataque. Yo ya estoy de regalo, ya soy más grande que cuando él murió”, asegura.
-Esta es una temporada distinta, ¿extrañas hacer teatro, estar en los medios todo el tiempo?
-No. Me levanto todos los días a las 7:15, desde el secundario que no lo hacía. Voy a hacer radio a Pulxo, a Córdoba, de lunes a viernes, una oportunidad que me propusieron desde la productora de Hernán Domínguez y que disfruto. Además, desde hace unos años hago un programa diario de televisión para el norte del país con Multivisión Federal y a eso le sumo otros dos, Show Beach y Encendidos. Solo me dio “cosita” el otro día cuando fui a llevarle sushi a Peter [Alfonso, que está haciendo temporada con Un plan perfecto] al teatro, pero no extraño.
-¿Tenías propuestas para este verano?
-En Córdoba había surgido una sola propuesta, sí tenía para Mar del Plata, pero recién abríamos Sushi Flower y quería dedicarme a esto. En unas semanas estamos abriendo una heladería y café acá al lado. Mi socio viene de la industria zapatera; vamos avanzando. Esta es una franquicia y el nuestro es el primer local que no es solo delivery; también tenemos mesas. Por suerte nos va bien; hay días en que salgo yo a entregar.
-¿Y qué dice el cliente cuando te ve llegar?
-La primera vez, cuando llegué el que abrió la puerta llamó al resto de la familia. Me invitaron a entrar, comí una porción de pizza que había... Me gusta, hacía tiempo que tenía la idea de un emprendimiento y se dio. Si hago teatro no puedo estar acá; vengo cerca de las 20 y me quedo hasta el cierre. Al menos ahora que recién arrancamos es así.
-¿Qué recuerdos tenés de tus vacaciones de chico?
-Con mis viejos y mi hermano íbamos a Miramar. Teníamos una casa allá, y cada vez que voy, paso. Me acuerdo los olores, los ruidos, los atardeceres. Cuando mi papá vivía nos llevaba con amigos, éramos una barra. Cuando él murió regresamos y nos tenían identificados por un dálmata que tenía mi hermano. Salíamos a pasearlo y la gente nos decían “ustedes son los de la casa de la música”, es que íbamos varios y había música, cajas de pizza. La vendimos a la casa; una vez estuve por comprarla de nuevo. Hace poco me avisaron que la compraron unos estadounidenses.
-¿Cuándo trabajás en verano, tenés un tiempo para vos?
-Cuando era más chico, cuando hacía temporada con Carmen [Barbieri], empujaba a mis compañeros a ir al paint ball, a andar en moto, a jugar al fútbol. Era otra energía. Ahora si tengo un tiempo, duermo la siesta. Siempre disfruté de trabajar en el teatro, en la tele. De chico quería ser actor.
-¿Por qué?
-No sé, soñaba con eso. Mis viejos sabían que mientras estábamos en Miramar me tenían que llevar dos veces por semana a Mar del Plata a ver a los famosos. Me quedaba horas frente al Provincial, al Hermitage. No había teléfonos para fotos, era con el papelito y la lapicera para el autógrafo, yo los coleccionaba. Me acuerdo que iba a La Movida del Verano y lo veía a Juan Alberto [Mateyko]. Me insolaba porque estaba horas y un día él sacó una botella de esos barriles azules con hielo y tomaba y yo pensaba “un día voy a ser como él, tendré mi propia botella”. Por eso jamás me niego a una foto ni pongo mala cara; estuve del otro lado. Tengo un presente inmejorable, estoy acá, trabajando y disfrutando. Acá soy como Pluto, la gente se para, me saluda. Es muy lindo.
-¿Viajar te gusta?
-Mucho, me encanta. Con Graciela [Alfano, su expareja] viajamos mucho. Con ella eran viajes más culturales, a mí la playa me enloquece. Ahora estoy planeando para dentro de unos meses ir a Irlanda, donde vive mi mejor amigo y su familia; soy el padrino de Mateo y Manuela, los dos nombres con “M” por mí.
-¿Cuál es el lugar al que volverías o volvés siempre?
-Disney. Soy un fanático. He ido siete veces; solo, en pareja, con familia y ahora quiero llevarlos a mis ahijados que no conocen. Es magia pura. Trabajaría de Cinderella, de Parrot… Llego y me compro la gorra de Goofy y no me la saco más; hago las filas, me peleo por los juegos. Me enloquece.
-Te gusta el mar y elegiste Villa Carlos Paz...
-Acá me traían de chico porque era asmático y los médicos les aconsejaban a mis papás el aire de las sierras. Me gusta todo de acá. Adopté a los cordobeses y, lo más importante, es que ellos me adoptaron a mí y no es fácil.
-¿Sos de mirar series, de leer, de escuchar música?
-No tengo ni tele en el departamento, no veo series. No tengo resistencia, empiezan y me duermo. Sí soy fanático del cine. Música, escucho de todo: La Beriso, La Delio Valdez, La Konga. Antes jugaba más al fútbol, ahora tengo que bajar un poco de peso. Estoy haciendo pilates, súper enganchado; también camino por la costanera. En Buenos Aires había empezado a hacer yoga; acá todavía no encontré.
-¿Cocinás?
-Nada. Me gusta comer. El pastel de papas me vuelve loco. El otro día la mamá de mi socio nos hizo milanesas con puré, como cuando era chico. Hasta mayonesa pedí. Pero no cocino nada. Al departamento que tenía en Buenos Aires -y que le vendí a Coco Sily- lo remodelé y le saqué la cocina, imagínate.
-¿Estás en pareja?
-No. Me falta vivir un gran amor. He tenido amores importantes, pero creo que ya llegará la persona para formar una familia, para ser padre. Pero no es ahora, estoy focalizado en el trabajo. Trabajo para ser mejor persona y he ido aprendiendo con el tiempo. Con mis viejos aprendí eso de no hacer al otro lo que no querés que te hagan. Eso es, al final, la base de todas las religiones, de todas las creencias. Cuando estuve enfermo aprendí mucho. La gente todavía ahora me dice que hizo cadenas de oración por mí.
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