La nueva vida de María Eugenia Ritó, tras recuperarse de las adicciones y superar una depresión: “Siento que morí y volví a nacer”
La vedette y actriz se someterá a un procedimiento para bajar de peso y piensa en volver a los escenarios muy pronto; “Pasé por mucho sufrimiento, pero la sigo peleando”, asegura
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Fue una de las vedettes más populares de finales de los ‘90, trabajó con los capocómicos más prestigiosos y brilló en teatro y en televisión. Pero hace algunos años se separó, tuvo algunos problemas personales, cayó en un pozo depresivo y se alejó del medio. “Vivo para contarlo”, rescata María Eugenia Ritó, que hoy se siente plena y volver a trabajar.
En una charla íntima con LA NACION, en la que por momentos llora y otros ríe, Ritó abre su corazón y habla de la difícil separación de su exmarido, Marcelo Salinas, de los momentos de oscuridad en los que estuvo sumergida y de las muchas veces que naufragó, pero también de la fuerza que la impulsa a salir adelante, de la fe en Dios y del amoroso recuerdo de sus padres.
En apenas unos días va a colocarse un balón gástrico para bajar de peso, lo que le hace mucha ilusión. “Lo último que hice en televisión fue el ‘Bailando por un sueño’ en el 2014, y en teatro un año después, con Tu cola me suena, en la temporada de Mar del Plata. Después me separé y eso fue un quiebre en mi vida. Siento que morí y volví a hacer”, se emociona.
“No quiero hablar de drogas, porque ya está. Tuve una separación conflictiva de la que tampoco voy a decir nada porque todavía estamos cerrando algunas cosas del divorcio, todo está yendo medianamente bien y sólo falta ultimar detalles. Tengo buenas vibras, buenas expectativas y espero que del otro lado también así sea. Y quiero decir que tuve muchas alegrías cuando estuve casada y hoy siento que sané mucho y que entendí otras cosas después. Ya pasó el duelo, tengo ganas de estar bien, de reintegrarme al trabajo”, remarca.
-¿Qué cosas hiciste para sanarte?
-Un trabajo interno muy grande, terapia, y además soy muy creyente. Mi mamá era monja, se enamoró de mi papá, dejó los hábitos y empezó a trabajar en una casa de familia. Ella era paraguaya y tenía sus estudios, pero trabajó como empleada doméstica apenas salió del convento. La perdí cuando era chica. Con mi papá, que también falleció cuando yo era muy joven, se llevaban treinta años. Yo le decía a mi mamá que quería ser monja, bailarina y actriz. ¡Qué mambo tenía la piba! (ríe).
-¿El recuerdo de tus padres te ayudó a salir adelante?
-Mis padres son mi fuerza y mi motor. Y Dios. Son mis angelitos de la guarda, que me miran y me cuidan. Tengo mis rayes, pero soy una buena persona. Y siento la buena energía de la gente porque, aunque hace mucho que no estoy en el medio, me tienen presente. Ahora vivo con una amiga que vino del Paraguay y que es un gran apoyo y me ayuda con el estilismo y las redes sociales, Heber Zelaya. Es mi angelito en la Tierra. También tengo a mi hermana, y mi familia siempre estuvo incondicionalmente. Somos muy distintas, alguna vez estuvimos peleadas, pero somos muy unidas y yo la amo. Muchos amigos también estuvieron al lado mío.
-¿Qué más te impulsó a querer salir de la oscuridad en la que viviste los últimos años?
-Las ganas de estar bien, de volver a trabajar. La adicción va a estar siempre, porque es así. Es ‘solo por hoy’ todos los días y vengo muy bien. Yo hoy quiero y puedo. Tuve momentos muy feos, estuve deprimida, tirada en la cama y no podía escapar de ahí. Me considero más que resiliente porque por mucho menos hay personas que se mueren, o que tienen graves problemas de salud. Y yo estoy bien, tengo un poco de sobrepeso y algo de colesterol, pero estoy bien, sana.
-Vas a ponerte un balón gástrico, ¿cómo te preparas?
-Voy a ponérmelo en la primera semana de agosto. No es una cirugía, sino un procedimiento que hacen a través de una ecografía. Tenés que tomar una pastilla que después se infla en la panza y el tratamiento dura seis meses. Te saca el apetito, tenés que hacer dieta, no tomar alcohol, una vida sanita. En mi caso es volver a adquirir buenos hábitos de vida. Ya empecé a entrenar y voy todos los días al gimnasio. Me estoy preparando desde hace algunas semanas, tomando protectores gástricos, y me hice un montón de estudios. En la primera endoscopia me dijeron que no podía ponerme el balón porque tenía una hernia de hiato, tuve que hacer dieta, bajar un poco de peso y mejoró, así que ahora estoy apta para el tratamiento, que no es más que un cambio de vida.
-¿Sentiste que habías tocado fondo?
-Siento que me morí y volví a nacer. No tengo dudas, estoy de vuelta. Me emociono porque estoy muy contenta. Quiero volver a trabajar, yo solita construí mi carrera, y me pagaba todo: producciones, trajes, bailarines. Siempre fui una gran laburante. Estuve 12 años con mi marido, entre convivencia y matrimonio. En su momento decidí no tener hijos porque hoy en día las chicas se recuperan rápido, pero tenía mucho trabajo, empezaba con una cosa y seguía otra sin parar.
-¿Te arrepentiste de esa decisión?
-Él quería, pero yo no. Fue una decisión mía y no me arrepiento. Lo hablé mucho en terapia. Me aboqué a mi carrera y después tuve adicciones y pasó el tiempo. No tengo vergüenza de contar lo que viví, porque vergüenza es matar y robar y yo no hice nada de malo, en todo caso el daño me lo hice a mí y por eso me emociono. Hoy quiero salir adelante. Me formé, tomé clases de canto, de baile, de actuación con Julio Chávez, con Raúl Serrano, con Carlos Evaristo, hice ficción, teatro.
-¿Quién te dio la primera oportunidad?
-Daniel Roncoli, un periodista que de alguna manera me abrió las puertas a este mundo. Y también Marcelo Olmedo, el hijo del Negro. Lo conocí en un estudio de grabación en el que era secretaria, iban muchos locutores, cantantes de jingles. Yo quería ser artista desde chiquita, le decía a mi mamá que quería trabajar en Señorita maestra. También soy profesora de educación física, di clases en gimnasios, trabajé en un shopping, fui recepcionista en un solárium, camarera, promotora de una marca de agua, atendí una panadería, fui corredora y levantaba pedidos. En el ‘98 entré al medio, poquito tiempo después de la muerte de mi mamá, fue una época muy dura. Olmedo me presentó a Hugo Sofovich y a Emilio Disi, les dije que bailaba, que cantaba y todo era mentira porque en ese momento todavía no sabía hacer nada; me forme después.
-Nunca paraste...
-En el ‘99 hice Rompeportones. Y cuando fui al “Bailando...” tomé clases de tango, jazz, clásico, hip hop, hasta acrobacia. Estuve en los mejores teatros de calle Corrientes, Carlos Paz y Mar del Plata. Trabajé con Chichilo Viale, Jorge Corona, Nito Artaza, Carmen Barbieri, Sergio Gonal, el Negro Álvarez, Raúl Lavié, Valeria Lynch, Patricia Sosa, Juan Carlos Copes, Antonio Gasalla. Hice ficciones para Sebastián Ortega, para los hermanos Borenzstein, para Polka, tuve un personaje fijo en Los secretos de papá. Le debo mucho a Gasalla porque fue muy exigente y me gusta que me exijan, me esforcé y crecí mucho. Siempre fui muy profesional, llegaba dos horas antes al teatro, elongaba, preparaba la voz, tenía todo doble por si había algún problema: doble bota, doble conchero, doble peluca. Y después hubo un quiebre, algo que pasó con mi marido, pero de lo que no quiero hablar. Y todo cambió. No fue una infidelidad, no hubo terceras personas. La separación fue de mutuo acuerdo.
-¿Volviste a enamorarte?
-Tuve la mala suerte de salir con un chico con quien pasé momentos muy feos, sufrí violencia de género, agresiones. Me costó mucho salir de esa relación tóxica porque me había enamorado. Estuve deprimida, me interné un par de veces, hice terapia. Muchas veces no tuve un mango. No podía trabajar, no podía levantarme de la cama y mucho menos entrenar (llora). Mucho sufrimiento, pero la sigo peleando. Llega un momento en que no querés saber más nada, el cuerpo no te aguanta. Y no quiero pasar por eso nunca más y no quiero desperdiciar un minuto sin ver el sol. Vi la oscuridad durante mucho tiempo, y me quedo con la luz. Por suerte puedo contarlo.
-Y en estos siete años que no trabajaste en el medio, ¿pudiste mantenerte económicamente?
-Por suerte tenía algunos ahorros y muchos amigos me ayudaron. Pronto voy a estar bien y vuelvo a trabajar. Tuve algunos llamados para hacer revista en el verano, pero no sé si voy a estar bien. No voy a volver como vedette sino como figura, porque ya mostré la cola y las lolas, ahora que lo hagan otras. Lo que si voy a hacer es producciones para la plataforma Divas Play, que es un trabajo como cualquiera, ganás dinero y hoy lo hacen todas, hasta las grandes figuras de Hollywood. Tantas veces estuve desnuda gratis, por qué no lo voy a hacer ahora que me pagan (ríe).
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