Pecoraro cuenta en detalle cómo transcurrió el último año y medio, desde que se enteró que tenìa leucemia. En quién se apoyó y cómo lo superó.
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“Estuve muy cerca de la muerte y aprendí a valorar un montón de cosas de la vida. Sé que estoy viviendo mi segunda oportunidad”. Quien pronuncia estas palabras con mucha emociona es Lío Pecoraro, quien en diálogo con LA NACION repasa su dura enfermedad. El periodista tuvo leucemia mieloide aguda, pasó por un trasplante de médula cuya donante fue su hermana Laura, y hace unos días volvió a El run run del espectáculo, programa que conduce junto a su gran amigo Fernando Piaggio, todos los sábados y domingos, a las 16, por Crónica TV.
-¿La pesadilla quedó atrás?
-Sí, la pesadilla quedó atrás. Lo que transcurrió en este año y medio pasado fue una película que yo decreté ganar y decreté sanar. Es un decreto que me impuse desde el primer día y está ganado y sanado. Es una película con final feliz. En octubre del 2020 me diagnosticaron una leucemia mieloide aguda y estuve casi cinco meses internado en el Hospital de Clínicas, con salidas intermitentes. Allí hice un tratamiento que consta de cuatro etapas, una que se llama inducción, donde se busca la remisión de la enfermedad, y las otras tres etapas son de consolidación y se hacen durante quince días en los que te pasan la medicación, la quimioterapia que yo llamé elixir, y te bajan las defensas para matar lo que no tiene que estar en tu organismo. Cuando te suben las defensas otra vez, volvés a tu casa y al tiempo te internás nuevamente para que te hagan lo mismo. Así en tres oportunidades. Empecé en octubre de 2020 y terminé en febrero de 2021. Al final me hicieron un estudio que consta de una punción de médula y ahí comprobaron que ya no había enfermedad. Cuando alguien atraviesa por lo que atravesé yo, una leucemia mieloide aguda y es una enfermedad que se desarrolla en muy poco tiempo, se busca un potencial donante. En el inicio no me imaginé que esto iba a llevarme a un trasplante pero los médicos de la Fundación Favaloro me dijeron que era mejor hacerlo para evitar que la enfermedad regresara. Mis dos hermanas son compatibles conmigo y finalmente Laurita fue quien me donó la médula. El 5 de abril cumplí un año de vida. Fue muy duro, una gran lucha con distintas etapas.
-Entonces el tratamiento funcionó pero te trasplantaste para evitar que vuelva...
-Si, el tratamiento funcionó y dio remisión completa. De hecho, una persona no puede ser trasplantada si no está libre de enfermedad. Fue un gran gesto de amor de mi hermana, que ahora también es como mi madre porque me dio vida. Estuve un mes internado en Favaloro, mi hermana me acompañó durante las dos primeras semanas y se volvió a Rosario porque tiene mellicitos. Después me acompañó mi gran amigo, compañero, familia, amor, Fernando Piaggio.
-¿Fernando te acompañó en todo el proceso?
-En la primera etapa estuvo internado conmigo en el Hospital de Clínicas, el mejor lugar que encontré para hacer el tratamiento. Estaba toda la semana conmigo y sábados y domingos iba a hacer El run run del espectáculo y volvía. Así estuvo cinco meses.
-¡Cuánto amor!
-Tenemos mucho amor de amigos. Con Fernando somos familia, porque hicimos juntos la carrera de locución en Rosario, siempre nos gustó la televisión y allí el techo era bajo para lo que queríamos nosotros. Así que nos mudamos juntos a Buenos Aires y después de 20 años tenemos nuestro propio hijo que es El run run del espectáculo, angelado con el madrinazgo de Moria (Casán), con dos años y medio en la pantalla de Crónica TV, y la cuarta temporada. Fernando me acompañó en la primera etapa pero en el trasplante no podía entrar porque estábamos en la segunda ola de Covid. Fue un proceso muy duro pero sabía que iba a salir todo bien porque así lo decreté.
-¿Todavía estás con algún tratamiento?
-Sí, estoy tomando dos medicaciones para que la nueva médula conviva bien con mi cuerpo.
-¿Qué cambios hiciste en tu vida?
-No podía comer nada crudo hasta hace unos meses y hay cosas que todavía no puedo comer o tomar, como por ejemplo mate, porque el polvillo de la yerba puede tener ciertos hongos que podrían causarme algún daño, porque soy una persona inmunodeprimida.
-¿Sos creyente?
-Soy católico, creo en Dios y en la Virgen. Tengo una medallita que me mandó el Padre Ignacio. Mi hermana colabora con él. Tengo mis ángeles personales como Rocío Santucci, que es la cuñada de Fernando, y el personal del Clínicas: Sofía Isabel Fernández, que llevó adelante mi proceso, mi hematóloga Francisca Rojas y Marcelo Melo, director del hospital. Y en ellos agrupo a todos los médicos que son fabulosos. Lo mismo sucede con los profesionales del Favaloro, y especialmente con Alejandro Resquejo, Agustina Cía y Andrés Méndez. Claro que hubo ángeles que me ayudaron y están al lado mío todo el tiempo.
-¿Tuviste miedo de morirte?
-Estuve muy cerca de la muerte porque tuve una bacteria en el pulmón y me pasaron a terapia intensiva. A Fernando le dijeron que era muy posible que yo no saliera, y me lo contó hace poco. Sin embargo nunca tuve miedo de morirme y nunca me sentí enfermo. Tampoco me pregunté por qué esto a mí; al contrario, ¿quién soy yo para que no me pase a mí?
-¿Y qué te enseñó lo sucedido?
-Aprendí a valorar un montón de cosas de la vida. Sé que estoy viviendo mi segunda oportunidad, y le agradezco a Dios y a la gente que donó sangre y a quienes me demuestran su cariño día a día en las redes sociales y en la calle. Me dicen que oraron por mí y se alegran de verme bien, ese es el común denominador de los mensajes que recibo. Cuando me dieron el alta de la Fundación Favaloro estuve un mes sin comer porque me dio disgeusia, que es cuando sentís un sabor diferente en las comidas por la batería de medicamentos que tomaba. Bajé mucho de peso. Tuve que aprender todo de nuevo, porque no tenía fuerzas ni para doblar una remera. Se me hicieron llagas en la garganta y tuvieron que darme morfina en altas dosis; era algo a lo que le temía pero entendí que fue necesario. Deliraba, tenía espasmos pero la necesitaba porque el dolor era tremendo. Fue todo muy movilizante. Fernando fue mi ángel y lo sigue siendo porque me cuida: soy un poco atolondrado.
-¿Viven juntos?
-Fernando me está acompañando ahora, en este proceso. Pero vivimos a la vuelta. Somos familia, nos queremos mucho. Es una amistad de toda la vida, vinimos a Buenos Aires juntos con una mano atrás y otra adelante, alquilamos un departamento de 20 metros cuadrados y hoy cada uno tiene su casa. Crecimos juntos en el medio y nadie nos ha regalado nada. Pasaron veinte años y tenemos nuestro propio programa de televisión, que es nuestro hijo.
-¿Cómo te sentiste en tu regreso a la tele?
-Fue muy movilizante volver. Es un proyecto nuestro y sumamos a Andrea Chiarello, de Productora 30. Me demostraron mucho cariño y fue muy positivo para mi recuperación. Hubo mucha empatía y creo que me la gané trabajando. Me interesa concientizar a la gente.
-Cuando te dieron el diagnostico no lo esperabas, ¿cómo fue?
-Yo estaba reemplazando a Maju Lozano en Todas las tardes porque ella tenía Covid. Estaba en el estacionamiento del canal con José María Listorti hablando de la televisión y el rating y yo lo nombraba y en mi cabeza me preguntaba qué nombre le acababa de decir. Después me dije: ‘¿cómo se llama la conductora de mi programa? María Eugenia Lozano. Y después quise cantar “El tractor amarillo”, para saber si recordaba la letra. Todo esto mentalmente. Ya a punto de conducir el programa les pregunté a mis compañeras cuál era su nombre, y si tenía la cara torcida, porque no sabía si me había dado un ACV. Llamaron a una ambulancia, me llevaron a la Providencia, me hicieron un hemograma y los valores de plaquetas de glóbulos rojos y blancos salieron mal. El diagnostico fue casi inmediato. Ese problema cognitivo fue un aviso de Dios, para que fuera al médico. Tenía un sangrado bucal, fui al odontólogo y estaba todo bien. Era un síntoma de leucemia.
-”Decretado, ganado, sanado” es una frase que repetís mucho...
-La frase se me vino a la cabeza y la abracé. No sabía que yo era tan fuerte, le puse mucha garra para salir adelante. El 5 de abril de 2021 me trasplantaron, el 1 de julio volví al programa en forma virtual y hace unos días, presencial. Porque cuando te trasplantas tenés que arrancar como un bebé, a vacunarte de cero. Y además tengo las tres dosis de covid y la de la gripe. Quiero concientizar a las personas sobre la importancia de donar sangre porque salva vidas y existe un banco de médula mundial. Soy un tipo sano, no me drogo ni nunca me drogué. Mi disfrute es una buena comida y una copa de vino.
Agradecemos al Hotel Ibis Congreso
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