La nueva vida de Lily Allen: enamorada, lejos de la música y las adicciones, descubrió una nueva pasión en los escenarios
La británica -que fue furor con sus letras transgresoras durante la década del 2000- dejó el pop para emprender una nueva faceta como actriz; en una reciente entrevista, habló sobre su nuevo presente sobre las tablas, su matrimonio con un protagonista de Stranger Things y sus días lejos de las drogas y el alcohol
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Irrumpió en la escena musical a mediados del 2000. Sus canciones con una fuerte inyección de reggae, sus letras llenas de franqueza y provocación, sus looks donde mezclaba joyas de oro grueso con zapatillas deportivas y su desparpajo a la hora de dar entrevistas la convirtieron en uno de los personajes más llamativos de la nueva década. Sin embargo, sus problemas con las drogas y algunos conflictos personales fueron poco a poco alejándola de los escenarios. Hoy, Lily Allen parece estar atravesando una nueva etapa en su vida: lejos de la música y de las drogas, pero muy comprometida con la actuación.
Instalada en Nueva York, la artista británica encontró lo que tanto quería: pasar desapercibida. Es que la popularidad y el asedio de la prensa fueron uno de sus grandes enemigos a lo largo de su carrera. “No es un sentimiento muy agradable. Especialmente cuando tenés poco más de 20 años y todavía estás tratando de descubrir quién eres en el mundo”, confesó Allen en una reciente entrevista con The New York Times mientras recuerda la orden judicial que solicitó en 2009 para impedir que los paparazzi la siguieran por Londres.
Actualmente, su vida parece haber cambiado por completo. Dedicada cien por cien a la actuación, la intérprete sorprende con un papel principal en una reposición de The Pillowman, una obra de 2003 de Martin McDonagh. “Todavía puedo jugar con la experiencia humana”, dijo sobre esta transición en su carrera que sorprendió a más de uno. Hija de una productora de cine y un padre actor, no es extraño que Allen haya tomado este camino, por más sorpresivo que le haya parecido a muchos.
Como parte de este cambio, también quedaron atrás sus problemas con las drogas y el alcohol. “Desde los 18 hasta hace unos cuatro o cinco años, estuve fuera de mí todo el tiempo. También estaba usando la fama, eso era una adicción en sí misma: la atención, los paparazzi y el caos”, confesó, dando cuenta que el éxito y la popularidad empeoraron sus adicciones. Su matrimonio con el actor de Stranger Things, David Harbour, y sus dos hijas Ethel Mary y Marnie Rose (fruto de su relación anterior con Sam Cooper) fueron fundamentales para que la actriz y cantante encuentre la estabilidad que tanto necesitaba.
De cantante a actriz
Nacida el 2 de mayo de 1985 en Londres, Lily Rose Beatrice Allen tuvo una infancia dura. Cuando tenía 4 años, su padre, el actor y comediante Keith Allen, la abandonó, por lo que se crio con su madre y sus hermanos. Asistió a 13 escuelas distintas y fue expulsada de la mayoría de ellas por fumar y beber, indicio de que sus adicciones comenzaron a una edad muy temprana.
A los 19 años, Lily se sintió atraída por la música y firmó un contrato con el sello Regal/Parlaphone. Su estilo -que mezclaba vestidos estilo baile de graduación con joyas de oro y zapatillas deportivas- rápidamente la volvieron una estrella del pop británico. Con acento londinense, cantó sus propias letras -divertidas y provocativas- sobre relaciones desordenadas, sexo y autodesprecio. “Una mujer joven cantando y presentándose de esa manera se sintió muy emocionante”, dijo el periodista Michael Cragg, quien recientemente escribió un libro sobre música pop británica.
Sus primeros dos álbumes, Alright, Still (2006) y It’s Not Me, It’s You (2008), fueron éxitos comerciales pero, a partir del tercero titulado Sheezus y lanzado en 2014, comenzó a reflejar sus “crisis de identidad” mientras intentaba equilibrar su vida como una estrella del pop y como mamá. Cuatro años después, No Shame (2018) llegó para hacer catarsis sobre su divorcio y sus sentimientos de aislamiento. Sin embargo, con el correr de los años, Allen comenzó a mostrar su desilusión con la industria de la música y se fue alejando paulatinamente. “Es tan competitivo, está tan arraigado en el dinero, el éxito y las cifras digitales. Simplemente no estoy interesada en hacer nada de eso”, dijo quien rápidamente encontró un “plan B“ en la actuación.
Si bien cuando le propusieron un papel en 2:22 A Ghost Story ella lo rechazó argumentando que no actuaba, con el correr de las semanas la convencieron y terminó aceptando. Y no se equivocó. Dicho rol le valió una nominación a los Premios Olivier y varias puertas para otros proyectos como el que está llevando hoy en día en The Pillowman, donde interpreta a Katurian, una escritora que por primera vez es encarnada por una mujer. “Un día esperaba conseguir papeles principales en películas y televisión. Pero, por ahora, estoy abierta a cualquier oportunidad que se me presente”, dijo en la misma entrevista.
A sus 38 años, Lily Allen ha vuelto a escena. Tras años de polémica, la británica vuelve a posicionarse como icono pero, esta vez, sobria y feliz. Como da cuenta en su perfil de Instagram, el pasado oscuro, las fiestas y los excesos parecen haber quedado atrás, siendo los paseos en familia y sus actuaciones los grandes protagonistas de su feed.
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