La nueva vida de Gisela Bernal: “Eros me devolvió la esperanza”
Luego de un escándalo mediático dio vuelta la página, se enamoró de un futbolista, se casó y hoy vive en Italia, también con su hijo Ian
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Dice Gisela Bernal que cuando conoció a su marido, Eros Medaglia, le volvió la esperanza. La bailarina y actriz y el futbolista se conocieron en 2017, se enamoraron, se fueron a vivir a Bélgica con el pequeño Ian, hijo de Gisela, se casaron en 2019 y ahora están en el sur de Italia, en Buccino Salerno, donde él juega en el Buccino Volcei. Después de vivir un escándalo mediático hace algunos años, dio vuelta la página y hoy es feliz. “Con el tiempo fui aprendiendo que en la vida los caminos son bastante diversos. Son etapas. Trabajé sin parar muchos años, casi no me tomaba vacaciones y ahora me tocó estar más tranquila por la pandemia, y me doy el gusto de enfocarme en otras cosas. Pero los escenarios siempre van a estar ahí porque es algo que amo y hago desde muy chiquita, y ganas de bailar voy a tener toda la vida. De hecho siempre trato de hacer algo nuevo y ahora estoy cursando online el instructorado de yoga con un profesor argentino muy recomendado, Vinicius. Estoy entusiasmada porque me gusta aprender algo diferente y el yoga te abre un aspecto nuevo de la vida. Trato de ser feliz con lo que tengo, en vez de esperar. Lo que tenga que venir, va a venir igual”, resume Bernal a LA NACION, que hace unos años brilló en “Bailando por un sueño” y en Stravaganza, de la mano de Flavio Mendoza.
-¿Te despediste de los escenarios, las luces, los brillos?
- No estoy tampoco tan alejada porque antes de la pandemia tenía varios proyectos para trabajar en España y en el norte de Italia. Iba a dar mis primeros pasos acá pero la pandemia frenó todo: estamos en zona roja, confinados, y muy afectados por el Covid, así que todos los proyectos están en pausa. Vengo de hacer Stravaganza al lado de mi querido y amado Flavio Mendoza y fue difícil dejar un lugar tan bueno.
-Pero decidiste seguir a tu amor...
-Sí. Nos fuimos porque se dio una oportunidad muy linda para Eros, a través de Tamara Alves. Fuimos primero a Bélgica, en el 2018, después vinimos a Italia, a Buccino, provincia de Salerno, al sur de Italia. Eros es una persona importantísima porque fue quien me devolvió la esperanza, el volver a creer en los hombres y hasta en el ser humano. Y no exagero. Es un gran compañero y a pesar de que hace ya tiempo que estamos juntos, siento que todo es como el primer día y lo amo mucho. Es una parte fundamental de esta familia y sin él nada podría ser posible.
-¿Cómo se conocieron?
-En el 2017 nos presentó un amigo en común, de manera casual. Eros estaba jugando en Atlético Rafaela, pegamos buena onda y empezamos a salir. Nunca más nos separamos porque fue una relación muy fluida y linda. Nos casamos en diciembre de 2019 y formamos una familia con Ian. Oí que muchas parejas se separaron en pandemia y la convivencia es un gran desafío, pero nosotros fluimos muy bien, y quizá influyó esta paz de Bucino, donde vivimos. Estuvimos en contacto con la naturaleza y el encierro no fue tan tremendo, como les sucedió a otras personas. La piloteamos, como todos, y estamos súper contentos.
-Una nueva vida, ¿no?
-Sí. Y nos encanta viajar, conocimos Holanda, Luxemburgo, Bélgica, algo de Italia.
-¿Estás dedicada solamente a tu hijo hoy?
-Sí, soy mamá full time. Ian cumplió 8 años y está enorme. Mi hijo es el centro de mis actividades. En Buenos Aires, cuando trabajaba, mi mamá me ayudaba cuidándolo, pero acá estamos solitos los tres. Me tocó ayudarlo con las clases online y acá la escuela es muy exigente: tiene muchas horas de clase y tarea para la tarde. Además, al comienzo no conocíamos mucho el idioma y por eso siempre digo que hice primer grado a la par de mi hijo y aprendí con él a pesar de que soy maestra. Ahora estamos en segundo grado (ríe). Se puso las pilas y terminó con todo excelente en el boletín. Mi hijo es una luz y tiene un gran poder de adaptación. Es un niño increíble, tiene la capacidad de hacer amigos donde sea y su gran pasión es jugar al fútbol.
-¿Fue complicado ensamblar la familia?
-Fue fluyendo de a poco, y el fútbol los conecta mucho: Ian ama el fútbol y Eros es su ídolo, su superhéroe. Conectaron desde el primer momento y también respetamos los tiempos, fuimos despacio y se dio naturalmente. Se aman y formamos una familia armónica.
-¿Les gustaría tener hijos?
-Sí, es algo que hablamos un montón. Si viene, está todo más que bien porque es algo que deseamos. Pero buscamos el momento y, más allá de la pandemia, nos gustaría estar en un lugar más fijo. La idea es esperar un poquito y ver qué pasa. Es un deseo y un sueño que vamos a poder cumplir y me emociona. Este lugar nos gusta, es amable, te hacen sentir como en casa y podría ser bueno para agrandar la familia. Todavía tenemos proyectos personales para cumplir que frenan un poco la cosa. Yo quisiera sacarme las ganas de seguir bailando un poco más. Es pensar y repensar antes de tomar la decisión porque le dedico mucho tiempo a la maternidad.
- Si te llamaran de La Academia, el programa que va a conducir Marcelo Tinelli, ¿aceptarías? Van a hacer muchas disciplinas que conocés.
-No soy una persona que cierra puertas porque nunca sabés qué podés desear o necesitar hacer el día de mañana. Mis experiencias en el “Bailando” fueron muy buenas. Me acuerdo que la primera vez bailé en el 2007 con Matías Ale. Me dio mucho a nivel artístico y humano y estoy muy agradecida. De todo se aprende pero el teatro tiene una magia especial, un contacto más cercano con la gente y ese feedback es hermoso.
-Tuviste un escándalo turbulento, ¿cuánto te costó dar vuelta la página y seguir adelante?
-Está todo en paz en este momento y no quisiera romper nada de eso. Las cosas sanaron a esta altura, para todos. Pasaron seis años en los que hubo un redescubrirme de mi parte. Hice un proceso muy bueno y estoy bien respecto de las cosas que cambiaron y tienen que ver con el crecimiento, el darme cuenta de muchas cosas, detectar otras. Siento que hay una gran sanación y que lo importante lo tengo todos los días al lado mío y me dice mamá. Por eso no cambiaría nunca nada de mi vida porque todo lo que sucedió tuvo una razón de ser y descubrí en mí una fortaleza que no sabía que tenía. En las situaciones límite descubrís quién sos. Pasé por procesos muy fuertes y acá estoy, entera y bien. El amor fue un gran motor de sanación y ese amor estaba en mi hijo, en mi madre, en mis hermanos, sobrinos, en mi familia y mis amigos. Muchas personas deseaban el bien para mí, presté atención a eso y me aferré a esos amores que hicieron que surja la esperanza, las ganas.
-¿Esa sanación tiene que ver con el paso del tiempo sumado a un trabajo interior?
-Sí. Hice terapia, aunque ya venía trabajando desde antes y traté de meterme para adentro en vez de escuchar el afuera. Elegí hacer ese camino y hoy me siento liviana. Trato de preservar mi intimidad y no cuento cosas que han sucedido y que hacen que hoy yo pueda sentirme así. Podés decir muchas cosas en la tele pero si te mirás a los ojos con la otra persona todo cambia, porque ahí no podés ocultar nada. Eso me hace sentir bien, tranquila.
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