La inesperada redención de Zac Efron, que lucha por dejar atrás los “errores de su pasado”
Tras casi dos décadas luchando por alejarse de su paso por High School Musical y superar las etapas más oscuras de su vida, el californiano se ha erigido en protagonista de la carrera hacia el Oscar gracias a su papel en The Iron Claw
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“¿Qué le ha pasado a la cara de Zac Efron?”. Esa es una de las preguntas más repetidas en la prensa internacional en los últimos dos meses. Como pasara antes con estrellas de la talla de Demi Moore, Renée Zellweger o Meg Ryan, el escrutinio público y las especulaciones sobre posibles retoques estéticos se centran ahora en este californiano de 36 años, que saltó a la popularidad por su papel protagonista en High School Musical. En su caso, se achaca su aspecto “irreconocible” a unos pómulos algo hinchados y a la línea de la mandíbula, visiblemente diferente a la habitual, pese a que el actor ha explicado desde hace años que su cambio físico se debe a un grave accidente doméstico que le obligó a someterse a toda una reconstrucción facial. El debate respecto a su rostro fue tan generalizado que quien fuera calificado como “el chico maravilla de Disney” tuvo que admitir que hasta su madre lo había llamado para preguntarle si se había hecho retoques estéticos sin su conocimiento. Unas especulaciones que resurgen ahora con motivo del estreno de la celebrada última película de Efron, The Iron Claw, basada en la historia real de los Von Erich, una familia de luchadores marcada por la tragedia. El film ha situado por primera vez al intérprete en el camino hacia el Oscar, tras años vagando sin pena ni gloria por la industria. ¿Se alzará por fin con el cinturón de campeón?
La primera prueba de que quizá esta producción [que no tiene fecha de estreno en la Argentina] pueda convertirse en el año de renacimiento de Zac Efron data del pasado 11 de diciembre cuando descubrió su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Un reconocimiento a los 18 años que han pasado desde que diera vida a Troy Bolton en High School Musical y un recordatorio de su estatus en el sector que será de gran utilidad para el condecorado, según afirmó el actor Jeremy Allen-White. “Es como si Zac Efron no supiera que es una gran estrella de cine. Así que, para que nunca más se le olvide, estamos todos hoy aquí para recordárselo poniendo una estrella en el suelo con su nombre”, dijo el protagonista de la serie El Oso y su compañero de reparto en The Iron Claw.
Este melodrama indie en las redes ha despertado una pasional campaña en apoyo a los méritos de Zac Efron con cientos de comentarios que claman por una nominación. Ahí están los ejemplos pasados de Brendan Fraser, Jamie Lee Curtis, Jennifer Lopez, Matthew McConaughey… La reivindicación y legitimización por parte del público de una cara familiar de Hollywood nunca antes apreciada por los críticos es una de las tradiciones más poderosas en cada temporada de premios y Efron se alza este año como el perfecto embajador de dichos anhelos. “Es una locura. Ni siquiera quiero pensar en eso. Acabo de recibir una estrella, así que necesito frenarme un poco. Me conformo con lo que tengo”, respondió al ser cuestionado sobre los rumores de estatuilla.
Bien harían los académicos en prestar atención al perfil del actor, ya que, pese a su corta edad, su trayectoria marca cada casilla de las estereotipadas historias de redención tan apreciadas por Hollywood. Tras erigirse en ídolo de la generación millennial, Efron no supo encontrar un hueco en la madurez cinematográfica y ha encadenado grandes fracasos de crítica y público como Dirty Grandpa o la adaptación de Guardianes de la bahía. Una trayectoria que se vio afectada a su vez por una adicción al alcohol y a las drogas que lo llevó a ingresar en una clínica de rehabilitación en 2013 y cuyo consumo calificó como el “lubricante social” necesario para soportar la presión mediática que se había cernido sobre él durante sus comienzos. Poco después, su nombre copaba los titulares por haber protagonizado una pelea con un vagabundo en un barrio de Los Ángeles.
Zac Efron ya no era Troy Bolton. No era el rey de la fiesta de graduación, ni el capitán del equipo de básquet, ni quien lleva la voz cantante en el musical del instituto. Su futuro en la industria pendía de un hilo. “Soy un ser humano y he cometido muchos errores. He aprendido de cada uno de ellos”, corroboró en The Hollywood Reporter. Quizá por ese escrutinio al que era sometido, o por tratar de expandir su encanto peterpanesco más allá de los 30, Efron decidió transformar su cuerpo en el gimnasio y presumir de un físico trabajado del que, pasado un tiempo, también se acabó arrepintiendo. “No era una imagen realista”, manifestó en el programa de Ellen DeGeneres, “no quiero que nadie piense que esa es la imagen más sana que uno puede proyectar. No es glamoroso... confórmense con estar felices en su talla”.
Ante la imposibilidad de asomarse al siguiente nivel de Hollywood, la decisión de mudarse a las idílicas costas australianas de Byron Bay ―la misma localidad en la que residen Elsa Pataky y Chris Hemsworth― a comienzos de este siglo se antojaba como una capitulación definitiva por su parte. Vendió su mansión en Los Ángeles por más de cinco millones de dólares, se enamoró de Vanessa Valladares, la moza de un restaurante local, y dejó a un lado su faceta interpretativa para protagonizar una docuserie de conciencia ecologista y sostenible en Netflix, Con los pies sobre la tierra. Pero la relación sentimental apenas cumplió el año de vida y la plataforma canceló la serie, justo cuando acababa de estrenar su segunda temporada, dejando al actor de nuevo ante la obligatoriedad de reinventarse. Por suerte para él, y para los fans que llevan casi dos décadas esperando a que consiga por fin la oportunidad de brillar, el papel protagonista en The Iron Claw estaba a unos meses de distancia. Porque no hay nadie mejor que Zac Efron en la meca del cine para subirse al ring dando vida a un antihéroe marcado por el éxito precoz, los golpes bajos y un físico tan hipertrofiado como la intensidad de los focos que apuntan hacia su figura. Veremos si las alfombras rojas por venir así lo reconocen.
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