La periodista, una de las columnistas políticas de LA NACION, estrena este sábado su nuevo programa, De ida y vuelta, en CNN Radio y se apresta a iniciar una nueva temporada de su ciclo La trama por LN+
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“Mi mamá murió en un accidente de autos cuando yo tenía siete años”. La charla con Laura Di Marco no comienza por sus proyectos profesionales para 2023 -que por cierto, tiene unos cuantos- ni por la actualidad política del país -su especialidad como periodista-, sino por algunos rasgos más personales, sumamente íntimos.
“Todo lo que uno va viviendo te va trayendo al lugar en el que estás”, sostiene. Resiliencia es una palabra demasiado usada, algo bastardeada. Lo de ella es crecimiento, madurez e inteligencia para entender que mucho de la vida se construye, pero tanto otro está en manos de eso llamado destino. “No divido en bueno y en malo, creo que todo lo que te pasa te construye y te hace crecer si uno sabe extraer un aprendizaje de todo eso”. Di Marco supo atravesar sus propias sombras, precoces y de infancia, para llegar a un presente de plenitud laboral y amorosa, enamoradísima de quien fuera alguna vez un oyente fiel de su programa radial.
Si de trabajo se trata, mañana estrenará De ida y vuelta, su nuevo programa, que se emitirá cada sábado, de 7 a 10, por CNN Radio. Junto a Di Marco estarán Ana Gutiérrez Matus, abordando los temas de salud; Verónica Dalto se ocupará de las cuestiones de la economía y Pablo Costas cubrirá la actualidad del espectáculo. Además, habrá una periodista deportiva y un humorista, todos bajo la producción de Fabián Gijón. “Me encanta la marca CNN Radio”. CNN Radio fue noticia en las últimas semanas por la salida de su staff, con tintes de escándalo, de Marcelo Longobardi.
-La primera mañana es el prime time de la radio.
-Fue el horario en el que comencé, cuando era una becaria, trabajando en el programa de Bebo Granados en Radio Continental. Lo bueno de estar en CNN Radio es que me permite tener a periodistas de todo el mundo y eso hace que se pueda salir de la grieta, algo que empobrece tanto a nivel entrevistados.
-Es interesante la fidelización del oyente de radio, algo similar a lo que sucede con los lectores de los diarios y que se da menos en la televisión.
-Es así, hasta el punto de tal que, cuando trabajaba en Mitre, una radio muy masiva, cuando me tomé vacaciones, los oyentes me recriminaban que no estuviera al aire. Además, la gente percibe cuando se es auténtico y no se está interpretando a un personaje: eso hace que la audiencia empatice con quien está hablando frente al micrófono.
En cuanto a su labor televisiva, a mediados de marzo regresará a la conducción de La trama, el ciclo político que, desde esta nueva temporada, saldrá los sábados por la noche por LN+ “El sábado se volvió un día muy informativo”, argumenta la periodista, nacida en Villa Urquiza.
Infancias
“Mi mamá era maestra, profesora de piano, y luego puso su propia peluquería, en una época, los años 60, donde no era habitual que las mujeres tuvieran esa independencia. Además, manejó desde muy chica, fumaba y usaba minifalda, lo cual habla de una mujer muy independiente, de avanzada para su tiempo”. De esa mamá que falleció antes de tiempo, Di Marco heredó una biblioteca formidable. “A los trece ya leía a Simone de Beauvoir”.
También de su padre heredó su pasión por los libros: “Papá era más bohemio: vendía libros y cantaba tangos. Él no se ajustaba mucho a la vida burguesa que mi mamá quería”. El matrimonio se separó. “Para la época, también era una rareza, pero fueron valientes en su decisión de tomar caminos diferentes”, reconoce la autora de columnas de opinión en LA NACION.
-Luego del fallecimiento de tu mamá, y siendo vos tan pequeña, ¿cómo siguió la vida?
-Me quedé viviendo con mi abuela materna y, a mi papá, que se había vuelto a casar, lo veía los fines de semana, una especie de tenencia compartida.
-A pesar de haberla perdido a los siete años, ¿qué recordás de tu mamá?
-Me acuerdo mucho, recuerdo el momento del accidente.
Di Marco fue madre de Camila a los 20 años. Hoy, con su hija ya grande, la periodista reconoce que más de una vez celebró ese vínculo que ella no pudo tener con su madre: “Pienso en qué suerte que tiene que puede ir a comer con su mamá: yo no sé qué es eso”.
El padre de Di Marco falleció hace unos años, con lo cual la periodista encuentra en otros esa imagen de la vejez: “Veo a Beto Brandoni y mi pregunto si mi padre, si hubiese llegado a su edad, sería tan canchero como él”. Luis Brandoni y su exmujer Marta Bianchi asistieron –vueltas de la vida mediante– a la boda de los padres de la periodista, ya que el actor y el padre de Di Marco compartieron el servicio militar.
-¿No hay reproches a esa infancia sin mamá?
-Mi infancia fue el motor para hacer lo que hice después. Hubo un estigma por ser diferente, porque yo era la que no tenía mamá, y eso fue lo que más me motorizó para poder despegar, me dio fuerzas para lograr lo que yo quería en la vida.
-La falencia como sostén de una construcción.
-El psiquiatra Boris Cyrulnik, que perdió a sus padres en un campo de concentración, habla de la resiliencia y dice que los niños resilientes son los que sueñan. Yo era una niña que soñaba.
-¿Qué soñabas?
-Soñaba con lo que me pasó después en mi vida, lo cocreaba. Me metía en el baño y soñaba que era una periodista conocida… Soñé con ser periodista desde chica. Era una nena cuando tomaba mi grabador y salía a la vereda a preguntarle a la gente qué era el peronismo. Era un momento complicado del país y la gente tenía miedo de hablar.
-Preguntabas algo que no se condice con el campo de curiosidad de una niña.
-Ya me intrigaba…
-Una máxima sostiene que hay que tener cuidado con lo que se piensa y sueña, porque se termina cumpliendo.
-Decreté lo que me iba a pasar. Mientras todos mis amigos cenaban en una mesa grande con sus familias, yo lo hacía con mi abuela, por eso me encerraba en el baño a soñar. La imaginación puede darte grados de libertad y felicidad, como sostuvo Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido.
Ya separada, su madre se puso de novia con un joven diez años menor que ella, lo cual también era una osadía para la época. “Cuando mi madre murió tenía 32 años y su novio había cumplido 22, pero ella, para disimular, decía que tenía 28″. Ese hombre fue un reconocido artista plástico.
En el momento del accidente automovilístico en el que muere la madre de Di Marco, la mujer estaba acompañada por su pareja y por gente amiga. “El que manejaba llegó rengueando para avisarnos del accidente y de la muerte de mi madre. Lo atendió mi tío, quien le dijo ´¡Son unos hijos de puta!´ y le empezó a pegar. Se armó un escándalo en casa”.
-¿Recordás esa escena?
-Me acuerdo perfectamente.
-¿Cómo se supera?
-Hice mucha terapia porque un chico, a la edad que yo tenía, no puede expresar lo que siente, no tiene un cerebro que pueda bancar eso. Quienes trabajan en traumas dicen que uno congela el dolor para poder seguir desarrollando la vida de niño, y se retoma años después para poder trabajarlo.
-¿Cómo se trasciende eso en la adultez?
-Yo venía haciendo un gran trabajo de sanación personal. Uno tiene que curarse de las heridas de la infancia, porque si acarreás para siempre, arruinás tu vida adulta. Si la vida te arranca a tu mamá a los siete años, obvio que te quedan broncas y resentimientos, ¿cómo no te va a generar dolor? En la adolescencia tuve la lucidez de pensar que, si yo quería ser periodista y cumplir mis sueños, tenía que sanar aquello que me había sucedido.
-No es tan sencillo de ejercitar.
-Ese fue mi proceso, fue combustible, me dio potencia. (Facundo) Manes me dijo que todo aquello me dio anticuerpos para bancarme la vida y mi profesión.
-¿Por ejemplo?
-Muchos años después, en 2012, cuando publiqué La Cámpora, teniendo a todo el aparato del Estado en mi contra, me decían barbaridades, me prohibían el libro. Era una ignota para el gran público y en el programa 678 se hablaba de mí. Fue muy fuerte: muchos periodistas no escribían sobre algunos temas por miedo.
Además de su labor como periodista, Laura Di Marco también escribe ficción y textos autobiográficos. Muchos de sus dolores más profundos y sus reflexiones sobre el amor los brindó en Los cuadernos de Laura. En materia de ensayo periodístico escribió Cristina Fernández, la verdadera historia; La Cámpora, historia secreta de los herederos de Néstor y Cristina Kirchner; y Macri, historia íntima y secreta de la elite argentina que llegó al poder, entre otros títulos.
Sin miedos
“Un camporista me subió el libro completo a la web para que la gente no lo comprase”. Di Marco apunta contra la organización política del kirchnerismo hace una década: “Viví escraches, hubo insultos hacia mí como mujer, siendo que ahora el kirchnerismo se llena la boca hablando de feminismo, pero a mí me decían cualquier barbaridad sobre mi cuerpo, mi aspecto. Decían que era tonta y bruta”.
Aquellas enseñanzas del dolor prematuro y sus trabajos de búsqueda personal le sirvieron también para afrontar los sinsabores de su carrera: “Fue un capital emocional que había acuñado a lo largo de muchos años y me sirvió para afrontar situaciones difíciles”. Cuando llegaron los ataques de la política por lo que decía y escribía, entendió que “lo que el otro dice tiene que ver más con el otro que con uno, con las heridas del otro”.
-En la calle, ¿viviste situaciones adversas?
-Me insultaban, amenazaban y me decían barbaridades, me sigue pasando ahora, aunque menos porque el kirchnerismo está en retirada.
-De un lado y del otro de la grieta, no son pocos los periodistas que ejercen una suerte de militancia solapada o directa. ¿Se puede ser periodista y militante? ¿Lo segundo no anula lo primero? ¿Existe una contradicción allí?
-Para mí es una contradicción. El que trabaja estrictamente con la noticia debe ser ecuánime con su información. En mi caso, me he convertido en una analista política, en una ensayista, escribo columnas de opinión en LA NACION, algo que le agradezco al diario, ya que los espacios para la opinión política son escasos para la mujer.
-Opinión no es militancia.
-Por eso digo, se trata de un punto de vista y mi punto de vista es conocido, me nutro de información que trato que sea lo más objetiva posible. De todos modos, en la grieta eso es muy difícil, porque la gente va en busca del periodista que le ratifique lo que piensa.
-El sesgo confirmatorio.
-Exacto, en los diarios siento hay más lugar para los grises y en la televisión es más difícil, porque el periodista se dirige a un público, a un mercado, eso limita más. Pero siempre hay espacio para un periodismo profesional. Por eso separo información de opinión y, con respecto a la información, se debe ser riguroso.
-¿Tenés contacto con el oficialismo?
-Sí, porque, justamente, para preservar el equilibrio voy detrás de eso. En los libros tuve fuentes de La Cámpora. A medida que la grieta se profundiza, es más complejo sostener las fuentes, pero, por ejemplo, he ido a la casa de Juan Grabois a tomar mate. Debo decirte que los personajes del oficialismo son muy diferentes cuando están cara a cara.
-¿Algún nombre más con el que hayas tenido contacto?
-Axel Kicillof y ni hablar de Alberto Fernández, que fue la fuente de todo mi libro cuando estaba distanciado de Cristina (Kirchner), después se convirtió en esto que vemos, se reconvirtió. Tenía un gran vínculo con él, hablábamos mucho por teléfono, íbamos a comer. Era un tipo sensato, pero se fue radicalizando. A tal punto que me llamó a los gritos cuando escribí sobre la protoCámpora, sobre los jóvenes K, donde estaba Nicolás Trotta.
-Actualmente, ¿tenés trato con el presidente?
-No, cuando asumió, yo ya estaba haciendo La trama, y le mandé un WhatsApp diciéndole “Alberto espero que vengas”, pero no sucedió, iba a medios militantes. Cambió completamente, porque era un hombre abierto que tenía relación con Clarín y LA NACION, por eso Cristina (Kirchner) lo elige. Luego tuvimos una larga pelea por WhatsApp.
-Si hoy le escribís, ¿te contesta?
-No.
Oyente enamorado
A Laura Di Marco, la radio también le permitió conocer a su actual pareja, quien era oyente de su programa de Radio Mitre. “Me mandaba flores casi todos los días, eran unos ramos impresionantes”. La ceremonia se repitió durante dos meses y el periodista Jorge Fernández Díaz, titular del ciclo en el que estaba Di Marco, comentaba al aire cada vez que llegaba un presente. “En un momento nos conocimos. Fue una noche en la que no teníamos programa por el fútbol y me decidí a conocerlo”.
Aquello aconteció en febrero de 2019, cuando a través de Instagram –la red social por la que se comunicaban en esos primeros momentos– la periodista le ofreció tomar un café al pretendiente, economista de profesión. “Es bastante más grande que yo y me sedujo con su onda protectora y su inteligencia. Además, me acompaña mucho, porque no es fácil estar al lado de una periodista política en medio de la grieta”, concluye.
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