La increíble transformación de cantante pop sueco a pensador despreciable
Hasta junio, Alexander Bard era uno de los jurados en el programa de talentos Talang, emitido por el canal sueco TV 4. Y entonces lo echaron: se juntaron más de 20 mil firmas para reclamar que la emisora le rescindiera el contrato, y el despido se hizo efectivo. ¿La razón? Una serie de tuits en los que se refería a las protestas por discriminación racial en los Estados Unidos, y particularmente uno en el que decía: "Si las vidas negras quieren importar, entonces que las vidas negras se ocupen de lo suyo, estudien mucho, vayan a trabajar, ganen su propio dinero en vez de depender de los planes, dejen de mentir, salgan de la cárcel y se conviertan en héroes en lugar de víctimas autoseñaladas para que el mundo se les ría. ¡Eso importa!".
No era ni por asomo la primera controversia protagonizada por Bard: ya en 2017 lo habían excluido de un panel en una charla TED, en Bruselas, Bélgica, por sus repetidos ataques mediáticos al feminismo, la izquierda y los musulmanes. A Bard, filósofo y pensador, lo conocimos en la Argentina en otra de sus facetas, e incluso nos visitó: en 1992 hizo playback en Ritmo de la noche con su grupo Army of Lovers, aquel del hit "Crucified".
El disco Massive Luxury Overdose salió en 1991 y convirtió a Army of Lovers (cuyo nombre proviene de Army of Lovers or Revolt of the Perverts, un documental alemán de 1979 que explora el activismo por los derechos de la comunidad homosexual en los 70) en un eslabón más en la larga cadena de bandas pop suecas que toman por asalto al mundo (antes que ellos había estado ABBA, y contemporáneos suyos son Roxette y Ace of Base). Más allá de su música, una de las claves de su éxito fue su estética: mientras Alexander -el rubio- se ocupaba de las composiciones, su socio Jean-Pierre Barda manejaba el aspecto visual y las coreografías. La tercera pata era La Camilla, una modelo amiga de ambos que dejó el grupo apenas después de que "Crucified" y "Obsession" coparan todos los charts (la reemplazó la rubia exhuberante que vimos en el programa de Marcelo Tinelli: Michaela de la Cour).
No era aquella la primera experiencia musical de Bard: en 1982 grabó un single con el grupo synth-punk Baard, integrado por él y dos bailarinas de strip tease. Después formó Barbie, un proyecto en el que cantaba versiones de canciones pop travestido y que -con el aporte de Barda y una reformulación del repertorio- se convirtió en Army of Lovers. Simultáneamente estudió economía en la Escuela de Economía de Estocolmo y se interesó en la filosofía y la teoría social, a lo cual se dedicó profesionalmente a partir de mediados de los 90.
Como suele pasar en estos casos, el trío nunca pudo igualar el éxito de "Crucified" (editaron dos discos más: The Gods of Earth and Heaven, de 1993 y Glory, Glamour and Gold, del 94) y se fue apagando hasta separarse en 1996. Bard siguió vinculado a la música, en grupos como Vacuum, Bodies Without Organs y Gravitonas, además de componer para otros artistas. Hasta que en 2013 la política los movilizó para volver: "Nos reunimos porque estamos hartos de lo mal que Vladimir Putin está tratando a los gays en Rusia, y esta locura tiene que parar. Army of Lovers puede tener influencia sobre esto", declaró Jean-Pierre Barda en su momento. Hasta hoy siguen presentándose en vivo ocasionalmente.
Mientras tanto, Alexander Bard -ya sin la blonda melena de los 90: ahora porta rigurosa calva y barba roja- fue consolidando su veta académica. Se especializó en el análisis de la sociedad a partir de la creciente virtualidad que implica la revolución de Internet, sobre lo cual co-escribió (junto a Jan Söderqvist) la llamada Trilogía de Futurica: Los netócratas (de 2000, traducido a 16 idiomas con más de 340 mil copias vendidas), El imperio global (2003) y Las máquinas del cuerpo (2009). Sus últimos dos libros (también escritos a cuatro manos con Söderqvist) son Sinteísmo: creando a Dios en la era de Internet (2014) y Libido digital: sexo, poder y violencia en la sociedad en red (2018). Su interés principal está puesto en el estudio sociológico de la tecnología y en cómo este proceso afecta todos los aspectos de nuestras vidas, incluso la identidad: según Bard, estamos dejando de ser individuos para pasar a ser "dividuos", con diferentes personalidades en las varias comunidades en las que vivimos y en los diferentes canales que utilizamos. "Felicitaciones a todos los que fueron diagnosticados con esquizofrenia: son los ganadores", bromeó en una charla en 2012.
En lo político, se define como un marxista libertario, una corriente que discute las posiciones reformistas de la izquierda y el intervencionismo de la socialdemocracia, poniendo el énfasis en el anti totalitarismo y argumentando que la clase trabajadora no necesita de un partido o un Estado que forje su destino. Su discurso público es radical contra posiciones que considera progresistas, y es habitual verlo coincidir con agitadores de derecha y defender a Donald Trump con rabiosas críticas al Partido Demócrata y su candidato para las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Joe Biden.
First #Sweden accepts large immigrant populations who show total disregard for freedom of speech. Then the crime rate among these immigrants is so explosive that Swedish Police demands mandatory eavesdropping on ALL citizens to fight gang violence. This is not going well, is it?&— Alexander Bard (@Bardissimo) September 5, 2020
"Primero los musulmanes quieren matar nuestra libertad de opinión en Suecia. Después las feministas se unen a la turba linchadora contra la libertad de expresión. Se entiende que los islamistas y las feministas se lleven bien, dado que ambos odian la libertad y no pueden soportar que les cuestionen sus ideas locas. ¿Pero por cuánto tiempo", tuiteó hace apenas días. "Primero Suecia acepta grandes poblaciones de inmigrantes que muestran un desprecio total por la libertad de expresión. Entonces los números del crimen entre esos inmigrantes son tan explosivos que la Policía Sueca ordena espiar obligatoriamente a TODOS los ciudadanos para pelear contra la violencia de las pandillas. Esto no va bien, ¿no?", opinó poco antes.
Declaraciones como estas fueron las que le valieron el repudio de parte de la sociedad sueca y el despido del programa de televisión en el que jugaba el papel de jurado "duro", símil Simon Cowell. Aunque no lo parezca, aquel artista pop que jugaba con el kitsch y la iconografía gay para provocar y -de paso- hacer bailar al mundo con "Crucified" y este pensador controversial enemistado a muerte con la cultura woke son la misma persona.
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