La increíble mansión en la que Tori Spelling vivió en su adolescencia y que ahora está a la venta
La exprotagonista de Beverly Hills, 90210 volvió a referirse a la casa familiar en donde solo vivió dos años y que su padre construyó para cumplirle un sueño a su madre
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Donna y Kelly hablan del pasado. Las actrices Tori Spelling y Jennie Garth, quienes dieron vida a esas dos jóvenes en la famosa serie de los años noventa Beverly Hills, 90210, se reencontraron en un podcast tres décadas después y hablaron de ellas y de la serie.
Garth (quien encarnó a Kelly Taylor durante los casi 300 capítulos de la ficción) charló con Spelling acerca de su vida, de su infancia y de sus padres -Aaron Spelling fue el productor de la ficción y también de éxitos de la televisión como Dinastía, Los ángeles de Charlie, Embrujadas-. En ese contexto surgió la pregunta sobre esa mítica casa que muchos tildaban de impresionante, donde vivió. Aquella inmensa mansión de 5.250 metros construidos (sobre un terreno de más de 19.000) en la que residió la actriz durante su adolescencia fue llamada Candyland en honor a su madre, Candy, puesto que su padre la construyó específicamente para ella; hoy se hace llamar simplemente The Manor. Tal y como informa People, la actriz se mudó allí cuando ya era algo mayor. “El principal error que se comete es pensar que me crié ahí. Nos mudamos cuando yo tenía 17, así que pasé allí un par de años”, explica.
“Nunca llegué a ver todas las habitaciones, y viví allí dos años. Había un ala en el que vivía todo el personal de mi madre [unas 20 personas]”, relata sobre los 123 cuartos que posee el lugar, que sus padres decidieron construir en 1991. Sin embargo, y aunque parezca inmenso, para Spelling el lugar era acogedor. “Quiero decir, era cálido. O todo lo cálido que una mansión de 5.000 metros cuadrados puede ser”, contó en el podcast. “Mi madre tiene un gusto impecable, pero las habitaciones eran muy grandes y siempre hacía frío. Porque en cuanto a tamaño, honestamente, eran demasiado grandes”, había contado la actriz tiempo atrás.
Además de 14 dormitorios, la construcción cuenta con 27 baños, un comedor con una mesa para 22 comensales, una habitación principal de 700 metros cuadrados, cine, teatro, bodega, floristería refrigerada, sala para la plata, museo para 1.000 muñecas e incluso una habitación específica para envolver regalos. Todo presidido por un vestíbulo con techos de casi 10 metros de alto con inmensas lámparas y una gran escalera con baranda de hierro forjado.
Ese hogar también se convirtió en un lugar para recibir invitados, pero tal y como ha contado la actriz, su madre no era demasiado aficionada a dar fiestas y apenas celebró “dos o tres”. Aunque cuando lo hacía, era a lo grande. Una de ellas fue nada menos que en honor a Carlos de Inglaterra. “La primera y una de sus pocas fiestas fue para el príncipe Carlos. Cuando él estuvo de visita en la ciudad, quiso celebrarlo ahí”, recordó. No se cita la fecha de la visita, pero debió suceder en 1994, cuando el heredero al trono británico pasó cinco días en la ciudad y se alojó en el hotel Bel Air.
Otra de las fiestas que también tuvo lugar en la casa fue la boda de la propia Tori, en concreto de su primer matrimonio con Charlie Shahnaian. Celebrado en julio de 2004, Forbes calificó al casamiento como uno de los más caros de la historia: costó más de 725.000 dólares. Se divorciaron dos años después, en octubre de 2005, cuando ella ya había comenzado una relación con su segundo marido, Dean McDermott, con quien se casó en Fiji en mayo de 2006 y junto al que comparte cinco hijos de entre 10 y 5 años. “Me encantaría llevar allí a los niños y decirles: miren, es la casa del abuelo. Porque les habría encantado conocerlo”, reconoció Spelling en la entrevista.
Aaron Spelling llevó a cabo su proyecto de esa casa solo por su esposa. “La construyó porque era el sueño de mi madre, y él quería que fuera feliz, estaba muy enamorado de ella”, afirmó Tori. La familia vivió allí durante más de 25 años. Aaron Spelling murió en 2006 y su viuda, Candy Spelling, decidió deshacerse de ella en 2009. La propia Candy contó en People entonces que pasó “cuatro años, 24 horas al día, siete días a la semana, planeando esta casa”, y que tras la muerte de su esposo quería “algo más pequeño” y para ella, aunque tuviera que deshacerse de algunas de sus cosas: “Es momento para el cambio”.
La casa acabó vendiéndose un par de años después, en 2011, y fue Petra Ecclestone, hija del magnate de la Fórmula 1 Bernie Ecclestone, quien se hizo de ella. La compró por 105 millones de dólares. En 2019, la vendió por 120 millones de dólares. En ese entonces, incluso Beyoncé y Jay Z se interesaron en ella. Ahora, la casa está de vuelta en venta. La tiene en cartera la inmobiliaria Hilton & Hyland, que la ha sacado al mercado por 165 millones de dólares, lo que la convierte en la tercera más cara de la ciudad.
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