En su entrevista más sincera, la ex Miss Mundo cuenta cómo volvió a enamorarse
La historia de amor empezó a escribirse en Punta del Este. Corría fines de diciembre de 2010 y Silvana Suárez (53) contemplaba el atardecer junto al mar, en el jardín de su departamento de Punta Ballena. Entonces vio a Wanlee Young (45), un turista oriundo de Ohio, Estados Unidos, que estaba sacando fotos. "Enseguida nos pusimos a conversar y me invitó unos tragos. Compartimos la tarde y me pareció bárbaro. Pero, como me había prometido a mí misma que no iba a engancharme con alguien que viviera lejos, decidí que sólo seríamos amigos", recuerda hoy la ex modelo nacida en la provincia de Córdoba, quien fue Miss Mundo en 1978 y estuvo casada durante más de diez años (entre 1988 y 1999) con Julio Ramos, el fundador del diario Ambito Financiero y padre de sus hijos, Julia (22) y Augusto (21).
A partir de aquel encuentro, Silvana y Wanlee comenzaron a hablar seguido por Skype. Hasta que el verano siguiente fue la excusa perfecta para reencontrarse. "El tenía ganas de viajar a Latinoamérica, entonces lo invité a mi campo de Nono, en Traslasierra, para celebrar Año Nuevo con toda mi familia cordobesa", cuenta Silvana. Ella fue a buscarlo al aeropuerto y después de un largo abrazo confirmaron que entre ellos había algo más. "La amistad duró dos días y, como si se hubieran parado los relojes, a partir de ese instante nos tornamos inseparables", confiesa.
Wanlee nació en Akron, Ohio, y al año de edad fue adoptado por sus actuales padres, una pareja que ya tenía siete hijos. "La mamá trabajaba en un hogar de huérfanos, y cuando lo vio se enamoró de él y decidió adoptarlo. Todos en la familia lo aceptaron como uno más", cuenta Silvana. Al cumplir 20, Wanlee se instaló en Atlanta, adonde estuvo viviendo hasta ahora. "El mes que viene vamos a mudarnos juntos a Buenos Aires. Por suerte, Wanlee puede hacer su trabajo desde cualquier parte del mundo: sólo necesita un teléfono y conexión a internet. Se dedica a vender servicios contables", explica Silvana, que lleva dos semanas recorriendo Estados Unidos en compañía de su novio. Primero recalaron en Nueva York para visitar a una de las hermanas de él, y luego fueron a Akron a conocer a sus padres y la ciudad donde fue criado. Cuando este reportaje salga publicado, estarán en Atlanta, "porque quiere presentarme a sus amigos de toda la vida". La última escala será el loft que Silvana acaba de remodelar en Puerto Madero.
–¿Cómo te conquistó Wanlee? ¿Qué te atrae de él?
–Es un hombre muy profundo y simpático. Además, compartimos el gusto por el arte, la moda y la pasión por los viajes. Le encanta conocer gente, es bastante más sociable y abierto que yo, y eso me gusta. El último mes y medio que pasamos separados fue muy duro, somos muy compinches y no veía el momento de volver a estar junto a él.
–¿La diferencia de edad generó algún conflicto?
–No, para nada. El parece más joven de lo que en realidad es, pero tiene 45. Y a mí, la gente me da menos años de los que tengo. Nadie puede creer que jamás me hice una operación, tampoco me puse botox. Para él, la edad tampoco fue un issue, porque tiene varios familiares que están en la misma situación. Su hermana, que vive en Nueva Jersey, está casada con un hombre ocho años menor que ella.
–¿Te costó mucho volver a enamorarte?
–No, porque nunca dejé de buscar a mi gran amor y de creer en la vida en pareja. A nosotros nos agarró desprevenidos, con las defensas bajas. Creo que por eso nos resultó más fácil entregarnos. Yo llevaba mucho tiempo esperando encontrar a alguien como Wanlee. Siempre que sentí el amor, me entregué, no lo oculté. Y no pienso hacerlo esta vez, ya estoy grande para eso.
–¿Soñás con la posibilidad de casarte nuevamente?
–Sí, me gustaría volver a casarme y, aunque todo es muy reciente, es algo que ya charlamos. La relación es fuerte y, obviamente, muy seria. Ojalá que sea para siempre, le estamos poniendo muchas energías. Por momentos nos miramos y decimos: "¡Qué suerte que tenemos de estar juntos y tan felices!".
–¿Influye de alguna manera que las culturas y costumbres sean tan diferentes?
–Es cierto que tenemos idiosincrasias disímiles, somos de razas distintas, pero yo me crie en un ambiente muy libre, con padres que son artistas plásticos. Cuando le mostré una foto de Wanlee a mi mamá, me dijo: "Qué bueno que es negro. Mejor para vos". Para mí no hay diferencia entre las razas. Estar junto a él fue y es sumamente enriquecedor. Estoy aprendiendo lo difícil que es ser negro en Estados Unidos... De maneras diferentes, los dos tenemos historias de vida muy duras.
–¿Qué planes tienen en común?
–Cuando volvamos de este viaje, él se mudará a mi loft de Buenos Aires. Como somos inquietos y nos gusta mucho movernos, queremos pasar parte del año en Punta del Este y en Córdoba. Ahora que mis hijos están independizados, puedo estar más tiempo con mis padres y con mi hermana y su hija, que forman una familia divina. Desde que dejé Córdoba a los 20 años para irme a Buenos Aires, no tuve muchas oportunidades de pasar tiempo con ellos.
LOS HIJOS Y LA ADOLESCENCIA
–¿Sufriste cuando Julia y Augusto se fueron a vivir solos?
–Sí, porque lo hicieron de un día para el otro. Cuando cambió la ley de la mayoría de edad, recibieron la herencia de su padre y en ese momento sintieron que tenían que hacerse responsables de su vida. El problema no era despegarme de ellos, porque siempre estuve dispuesta a que hicieran su vida, algo que yo hice a partir de los 20 años. Lo duro es que fue muy abrupto y no me lo esperaba...
–¿Cómo fue educarlos sola estos últimos años?
–Extremadamente difícil. La sucesión fue muy dura, todavía hay cosas que no se terminaron de resolver. Hubo mucha gente en el diario que se opuso y yo tuve que hacerme cargo de todo sin ninguna ayuda.
–¿Qué valores les transmitiste?
–Ellos podrían haberse criado rodeados solamente de un mundo de plata y poder. Pero, en cambio, yo busqué darles vacaciones en Nono para que pudieran conocer la vida de pueblo y tuvieran contacto con gente sencilla. Además, quise compartirles mi pasión por el arte y la música. Yo siempre fui muy afectuosa con ellos y les inculqué la importancia del cariño.
–¿Cómo vivís su juventud? ¿Tenés buena relación con ellos?
–Es muy difícil, sobre todo en estos tiempos de globalización e internet. Mis hijos nacieron en una época con valores diferentes a los de mi generación. Tenemos períodos buenos y otros no tanto, momentos de mejor comunicación y otros de poca fluidez. Yo no lo tomo como algo exclusivamente de mi familia, sino como algo general. Es difícil cuando los jóvenes acceden a tanta información y han tenido todo en su vida. De alguna manera creen que saben más que sus padres y ahí es cuando viene el choque. La vida en Buenos Aires también juega en contra: los chicos hoy tienen sus rutinas y nos resulta complicado vernos a diario porque las distancias y el tránsito son enormes.
–¿Tus hijos conocen a Wanlee?
–Todavía no, porque pasaron todo el verano haciendo cursos en el exterior, sólo lo vieron a través de Facebook. Pero no es algo que me ponga nerviosa ni que me preocupe, todavía ni siquiera lo charlamos demasiado... Creo que cuando un hijo ve contenta a su madre también tiene que ponerse feliz.
JULIO RAMOS, DIVORCIO Y SUCESION
–Después de haber trabajado diez años en Ambito Financiero, ¿qué recuerdo guardás de esa experiencia?
–Fue una época muy intensa, sentí que fueron equivalentes a veinte años. En un principio yo no elegí trabajar en Ambito... Pero Julio me sentó y me dijo que no me quedaba otra opción, ya que nuestros hijos eran muy chicos y que, como él era tanto mayor que yo (veintitrés años), tenía que aprender el negocio sí o sí... Julio murió en noviembre de 2006.
–¿Te costó tomar la decisión de vender el diario antes de que se cumpliera un año de su muerte?
–Fue muy duro, pero lo único que me mantuvo firme fue que estaba segura de que ésa era la voluntad de Julio cuando se estaba muriendo. Mis hijos y yo recién nos enteramos de la gravedad de su estado una semana antes de que muriera. Los médicos y sus propios amigos nos mintieron, nos ocultaron información. Fue muy difícil porque mis chicos se estaban quedando sin su padre. Mi intención en un comienzo era mantener el diario para que Julia y Augusto pudieran tener algo de su padre en un futuro. Pero con tantas complicaciones, hablé con ellos y estuvieron de acuerdo en seguir adelante.
–Pasados ya cinco años de la venta, ¿estás arrepentida?
–Aunque todavía lo lamento, creo que fue lo correcto. Yo le dediqué diez años de mi vida a ese proyecto, incluidos los fines de semana. Ojalá que mis hijos lo valoren alguna vez. Fue una etapa de mi vida en la que viví para la empresa y aprendí a amar una profesión que odiaba. Durante los diez años que trabajé como modelo, muchos periodistas no me respetaron y me pintaron como una "comehombres". Cuando, en realidad, yo sólo estaba haciendo el trabajo de una Miss Mundo. Fue duro porque dejaron de lado mi parte humana..
–Hoy, en plena vida nueva, ¿qué análisis hacés de tu matrimonio con Julio Ramos y del posterior y mediático divorcio?
–Tuvimos una relación muy intensa, de mucho amor, con dos hijos de por medio. Y de golpe llegó un divorcio muy agresivo, sonado y muy injusto. Con Julio hicimos muchas cosas juntos y la verdad es que lamenté que durante el divorcio destruyera todo aquello que habíamos creado. Yo lo ayudé a rehacer su vida y estoy convencida de que gran parte del éxito de Ambito Financiero tuvo que ver conmigo. Uno de los dolores más profundos de esa etapa de mi vida fue cómo bastardearon y vapulearon mi imagen.
–¿A qué te referís?
–En Buenos Aires conocí gente que me trató de una manera muy inescrupulosa y machista. El mundo del poder es, en general, muy machista. Creen que una mujer linda se casa con un hombre veintitrés años mayor por plata y que tiene hijos sólo por interés. Cuando yo conocí a Julio, él no era un hombre rico. Era, en realidad, un hombre que tenía posibilidades de hacerse muy rico. Salía de un divorcio en el que había perdido muchos bienes, y el diario no estaba sumamente establecido. Hay personas que no quieren ver el lado positivo de la vida y es muy duro lidiar con eso. Para mí, lo único importante es saber que yo siempre fui fiel a mi corazón, y esa es mi mayor fortaleza. Ahora vuelvo a creer en el amor, y siento que merezco ser feliz.
Texto: Julia Talevi
Fotos: Marco Aurelio/Getty Latam
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