La historia de superación de Tiago PZK, en medio de la violencia familiar: “El rap era la forma de expresarme”
El músico recordó sus comienzos en la música y el nacimiento de su primera canción, “Sola”, dedicada a su mamá
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“Todos salimos de abajo y tenemos nuestras complicaciones personales”, asegura Tiago PZK. El rapero logró, a base de talento y esfuerzo, convertir el dolor en arte y de esa manera salir adelante en medio de una historia de violencia familiar que los dejó a él, su mamá y su hermana en la calle. El jueves se estrena Cato, el film en el que Tiago debuta en la actuación como un joven artista en busca de un futuro en la música.
“La gente de los barrios del conurbano tiene una puerta que la abren y ya está, porque están cerca de todo, pero hay una mentalidad que no te deja salir de ahí. Adelante de esa puerta hay un espejo que te refleja la misma realidad siempre: el vecino es carpintero, mi abuelo es herrero y eso es lo que vas a hacer vos. La mentalidad de que tenés que laburar de las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche rompiéndote el lomo para llevar el pan a la mesa y ya está, esa es tu vida”, dijo durante su visita a PH: Podemos Hablar.
“Es difícil soñar, siempre se te imponen ante los sueños”, reconoció. En su caso, fue su madre la que lo apoyó para que siguiera apostando por la música. “Me dijo: ‘vos hacé lo que te haga feliz’. Pero mi papá no me dejaba salir, era mi mamá la que me cubría”.
Su padre, que trabajaba como empleado de supermercado, también fue el responsable de que el músico se quedara sin un techo. “En un momento mis viejos se separan y yo me quedo en la calle con mi hermana y con mi vieja. Empezamos a ir de familiar en familiar, de casa en casa, pero éramos felices. No teníamos plata pero estábamos tranquilos, porque si estás bien la palta pasa a segundo plano”, reflexionó.
“Siempre perseguí mis sueños pero no sabía si iba a llegar, aunque a veces eso me incentivaba para hacerlo con más ganas”, analizó. “En una época me iba de monte grande a zona norte, cinco horas en colectivo, solo a rapear para que la gente me conozca y sepan quien era yo. Un día llegué al quinto escalón, que era la competencia más grande de argentina en plazas. Se hacía en Parque Rivadavia e iban 5000 personas, yo llegué a ese punto y me hice más conocido, ese fue mi primer respiro”.
Una vez que sus videos comenzaron a volverse virales, su entorno entendió que la música era algo serio. “Mi familia empezó a entender más mi mundo. El rap era la forma de expresarme y de sacar las cosas malas que había en mi casa, en donde había violencia de género. Era mi manera de descargarme”.
“El primer tema que pegó, con 70 millones de reproducciones, se llama “Sola” y habla de mi mamá. De como vivía ella, y como lo veía yo desde mi punto de vista, la violencia”, confesó el rapero. “En base de esa canción explotó mi carrera”.
Durante la charla, y ante la atenta mirada del resto de los invitados, Tiago contó lo que pasaba puertas para adentro en su casa. “Cuando nos quedamos en la calle conseguimos como un galponcito que tenía mi abuela en su terreno, en donde guardaba cosas, que no tenía ni paredes. Yo vivía ahí, al lado la cocina y el baño poníamos un armario como pared para dividir”, explicó.
“Nunca me animaba a cantar en mi casa porque me escuchaban, por eso aprovechaba cuando mi mamá se iba a trabajar para escribir. Un día me puse a escribir ‘Sola’ y ni tuve que pensarla. Me acuerdo que me emocioné, salí corriendo al trabajo de mi mamá que era al lado de casa, se la mostré y se lloró todo”.
“En ese momento tenía miedo, me pedía que ese tema no lo saque. Yo no lo iba a hacer, pero un día ella me dio la luz verde porque le demostré que era mi manera de sacarlo afuera y estar más tranquilo. Cada vez que la canto es una catarsis”, reconoció el artista, que confesó lo que sintió la primera vez que interpretó la canción en público: “La canté llorando abrazando a mi mamá”.
Mientras que la familia disfrutaba del éxito de Tiago, su padre lo padecía. “Él me llamo y me dijo que cómo podía hacer eso, sacarlo a la luz. Me decía que todos lo llamaban y lo bardeaban. En un momento sentí que fue un poco el karma, sin querer, porque yo no quería lastimarlo sino que era mi forma de sacarlo. También lo hacía por mi mamá, que no lo hablaba ni con su familia”, explicó.
“A mi viejo no lo vi más, pero siento que lo perdoné. Hay que soltar porque sino uno vive atado a las cosas que lastiman y quedan esas espinas”, culminó.
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