La felicidad de Penélope Cruz al obtener el premio más importante del cine español y sus próximos desafíos: Ferrari y el cine italiano
La intérprete suma este reconocimiento al Oscar ganado por Vicky Cristina Barcelona, al César de Honor y a galardones obtenidos en los principales festivales cinematográficos del mundo
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Con la distinción del premio Nacional de Cinematografía 2022 a Penélope Cruz se acaba un agravio, el de la ausencia de este galardón en un currículum que muy pocos poseen en España. La actriz ha sido cuatro veces candidata al Oscar -la última, hace cuatro meses, con Madres paralelas- y lo ganó en 2009 con Vicky Cristina Barcelona. Tiene el César de Honor francés, tres premios Goya de 13 nominaciones, el Donostia del festival de San Sebastián, el Bafta británico, un premio de interpretación junto al resto de compañeras de Volver y un David di Donatello italiano. Además, es la primera actriz española ganadora de la Copa Volpi del certamen de Venecia.
El ministerio de Cultura y Deporte, a través del jurado que presidía Beatriz Navas -directora general del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA)- concede ahora este nuevo hito en el palmarés de Cruz, una actriz poderosa, versátil, capaz de pasar fácilmente del drama a la comedia y, aunque a ella no le guste confesarlo, muy volcada con labores sociales a espaldas de los medios de comunicación.
En su pasada candidatura al Oscar, que además la emparejó -al estar también seleccionado- con su marido, Javier Bardem (finalista por Being The Ricardos), Cruz sintió que se resumían muchas de sus pasiones vitales: Bardem y llegar por una película, Madres paralelas, de Pedro Almodóvar. “Que sea con Pedro es tan emocionante e increíble. Estoy feliz, y, ¡uf! es mi cuarta candidatura, algo surrealista. Hay que celebrarlo”. Hace tres décadas del estreno de Jamón, jamón, el gran lanzamiento de Cruz, a la vez que su primer trabajo junto a su actual marido. Y su primera colaboración con uno de sus directores fetiche, Bigas Luna (su hija se llama Luna en homenaje al cineasta). “A una semana de acabar aquel rodaje me sentía tan perdida. Pensé que lo mismo era la primera y la última oportunidad. Aquella inseguridad la mantengo, y viene de algo lógico: dependemos de la confianza de los demás”, recordaba en febrero, el día de la nominación.
En aquella jornada, la actriz repitió un mantra, que se ha convertido en su mandamiento vital: “Seguiré rodando una película, a lo sumo dos al año. Vivo aquí en Madrid, mis hijos son mi prioridad, lo de Hollywood lo hice siempre con billete de vuelta. No puedo querer más a España. Me siento una española más, y las cosas que me pasan primero me sorprenden a mí”.
Cruz miente cuando dice que tuvo “mucha suerte” en sus inicios. Porque la tuvo, pero también a ello le ha sumado un trabajo diligente y constante. En su manera de ver la vida le han marcado tanto su madre como su suegra, Pilar Bardem, a la que dedicó un bonito mensaje tras su fallecimiento el pasado mes de julio. “Gracias por haberte puesto siempre del lado del que más lo necesita. Por alzar tu voz ante las injusticias. Por dejarte la piel luchando por mejorar las condiciones de vida de los miembros más necesitados de nuestro sector, sin esperar nunca nada a cambio. Eres admirable”, apuntaba en las redes sociales.
Durante el confinamiento, Cruz se volcó en actividades que nunca se hicieron públicas. Solo trascendió su ayuda al hospital de La Paz (Madrid) y su donación de 152.000 mascarillas a residencias de mayores, personas dependientes y al hospital madrileño Gregorio Marañón. Además, Cruz forma parte de los apoyos de la ONG Proactiva Open Arms y, en 2018, explicó: “Ellos mismos saben que no son la solución, pero entonces, ¿quién recogería a esa gente? Europa y el resto del mundo no pueden dar la espalda a este problema gigantesco, no vale mirar para otro lado. Sería el horror. Si no aceptamos encarar este hecho, ¿qué ocurrirá? Debemos invertir en educación en sus países, ayudar en las zonas donde peor lo están pasando”.
Como actriz, en su día a día a veces le puede la intensidad. En el rodaje de Todos lo saben, de Asghar Farhadi, fue evacuada en ambulancia tras sufrir una crisis por rodar muchas veces una secuencia de gran fuerza dramática, que llegó a asustar a Bardem, también compañero de reparto: “¿Soy intensa? Es una manera de vivir las cosas que uno no elige. Tiene su lado positivo, porque las cosas buenas a lo mejor también las siento más. Las malas mucho, las sufro muy a flor de piel todo el tiempo, pero yo me recuerdo así desde pequeña. Me afecta mucho la energía de los otros; si una persona entra en un cuarto y no está bien y además tengo una relación con esa persona familiar o personal, se me pega. Absorbo mucho, como una esponja”.
Ahora mismo, Penélope Cruz se encuentra inmersa en la preproducción de Ferrari, de Michael Mann, sobre la vida del industrial y piloto de carreras Enzo Ferrari, al que dará vida Adam Driver. Y en otoño llegarán los estrenos de su nuevo trabajo italiano, L’inmmensità, de Emanuele Crialese, que se desarrolla en la Roma de los años setenta, y de En los márgenes, el debut como director de su amigo el actor Juan Diego Botto, en el que Cruz también participa como productora.
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