La escandalosa vida de los Caniggia: lujos, polémicas y el desalojo de Marbella
En los últimos días, los integrantes de la familia Caniggia volvieron a los titulares de molde. O algo parecido. Lo cierto es que se supo que el matrimonio integrado por Mariana Nannis y Claudio Paul Caniggia debería unos tres años del alquiler de la fastuosa mansión en la que habitan en Marbella y que mostraban como propia haciendo alarde impúdico de una riqueza que parece que no era tal. El dueño de la propiedad, el ciudadano inglés Mike Partridge, habría hecho pública la denuncia en los medios españoles y, la semana pasada, apelando a la fama de la pareja en su tierra natal, reiteró sus dichos en el programa Pamela a la tarde de América TV, a partir de un informe del periodista Facundo Pastor. Ante eso, el matrimonio está preparando una contraofensiva para defender su buen nombre y honor, y explicar la situación real en torno a ese palacete de aires malagueños que sirvió de locación, en 2010, para la grabación del reality Mujeres ricas, donde Nannis mostró su intimidad salpicada de brillos, oropeles y mal gusto para el canal La Sexta de España. Más acá en el tiempo, la vivienda ofició de set para Caniggia libre,el reality de MTV protagonizado por los hermanos Charlotte y Alexander, hijos de Claudio y Mariana, que transita su segunda temporada con muy buena aceptación de la audiencia.
Como contrapartida al reclamo de Partridge, según comenzó a conocerse en las últimas horas, los Caniggia habrían demandado al propietario por no cumplir con la posibilidad de opción de compra convenida, debido a que la propiedad se encontraría hipotecada. La demanda de los argentinos sería contra Suzete Anne Partridge y Michael Dennis Partridge. El próximo 14 de mayo es la fecha indicada para la mediación. ¿Quién tiene la razón? ¿Los Caniggia no pagan el alquiler desde hace más de dos años (debiendo una cifra cercana al medio millón de euros) o son sus propietarios quienes no se ajustan a la ya arreglada posibilidad de compra que beneficiaría al excéntrico matrimonio sudamericano?
El escándalo, que podría desnudar cuentas bancarias en ruinas y lujos inventados, se convierte en un nuevo y triste episodio de una familia impredecible. Un clan que se ha conformado en torno a una visibilidad buscada y un exhibicionismo empalagoso y chocante. ¿Será este escándalo el The End de una película que tiene más de terror que de comedia?
Tal para cual
El apellido Caniggia podría haber tenido un derrotero insigne. Es que su popularidad nació con las virtudes de Claudio Paul, aquel "pájaro" futbolero que se paseó por River y Boca; vistió la casaca de la Selección nacional; y también mostró sus virtudes en el Roma o el Benfica. El "hijo del viento", como se lo llamó por sus desplazamientos veloces en el verde del campo de juego, nació en 1957 en Henderson, en el centro oeste bonaerense. Es el ciudadano ilustre que se fue y nunca más volvió. O volvió poco. En 1988 se casó con Mariana Belén Solange Nannis, una chica de Olivos que durante buen tiempo mantuvo el perfil bajo hasta que un día se embadurnó con el ungüento de la repercusión mediática y sintió que ese era el mejor estado en el que se haya sentido jamás. Aquellos alardes de opulencia hoy comenzarían a extinguirse.
Claudio y Mariana tuvieron tres hijos: Kevin Axel (artista plástico de perfil bajo), y los mellizos Alexander Dimitri (el preferido de mamá) y Charlotte Chantal . Alexander y Charlotte siguieron el derrotero de su madre de sobrada exposición.
En el argot popular, botinera se define a aquellas mujeres casadas con futbolistas. Muchas de ellas iniciaron carreras mediáticas que les permiten transitar desde la pasarela de un gran diseñador hasta integrar un panel televisivo emulando la tarea periodística. Podría decirse que Mariana Nannis fue la primera botinera nacional. Al menos la que impuso el término y cobró repercusión propia. Con perdón de Pata Villanueva, ex mujer de Roberto Tarantini, pero en aquellos tiempos el vocablo no existía.
Claudio Paul conoció a Mariana en una disco de Buenos Aires. Rápidamente se enamoraron. Contrajeron enlace en 1988, momento de plenitud profesional de él. En aquellos tiempos de brillo futbolero, Mariana comenzó a hacerse notar. Incluso a marcar diferencias con otras esposas de futbolistas. Tiempos de oro del gran Diego Armando Maradona. Épocas en las que Claudia Villafañe hacía culto de un extremado perfil bajo y se esforzaba por rescatar a su marido de los deslices, proteger su salud, y educar a sus hijas. La Nannis no se ganó el afecto de Claudia ni de las otras mujeres del fútbol. Su círculo social era escueto. A medida que la carrera de su marido comenzaba a declinar por razones cronológicas, ella ascendía en esa efímera fama de los que se hacen notar a cualquier precio.
Apariencias
El personaje construido por Mariana Nannis resultó atractivo en sus comienzos. Pero sus ostentaciones se hacían cada vez más grandilocuentes. Hablar de su fortuna, de los regalos costosos que le propiciaba su marido, de una vida sostenida en la liturgia del shopping, la convirtieron en un personaje particular. En un mundo de millones de carenciados, mayoría en el mundo, exhibir fortuna resultó obsceno.
Nannis no se privó de mostrarse sin ropas en una bañadera regada con espuma sembrada con pétalos de rosas y copa de champagne en mano. Alguna vez confesó que le gustaba llenarla con esta bebida y sumergirse en ella.
Alguna vez, Mariana comentó que, en su vestidor, los zapatos y carteras se contaban de a cientos. En el programa Mujeres ricas no dudó en confesar que tenía cuatro personas trabajando para ella, entre las cuales había un cocinero y un chofer que también oficiaba como custodio personal: "Te pega una patada y te arranca la cabeza", dijo sin mesura.
Claudio Paul se retiró del fútbol en 2012, luego de haber convertido 123 goles en clubes y teniendo en su haber 441 partidos jugados. Su paso por los estadios fue glorioso. Durante aquel año del retiro, sus hijos debutaron en el certamen de baile de Marcelo Tinelli y comenzaban a transitar con "luz" propia los medios.
A las ostentaciones de ella, se contraponía, y así sigue siendo, el silencio de él. Claudio Paul, una vez casado, se alejó de los suyos. Sus viajes a Henderson fueron cada vez más esporádicos. Ya con su madre fallecida, el vínculo con Vicente, su padre, se limitaba a una charla telefónica por semana. En 2014, el hombre murió sin poder reconstruir la relación con su hijo ni oficiar de abuelo presente en la vida de sus nietos.
"Todo lo solucionamos en la cama", dijo, alguna vez Mariana Nannis, admitiendo así que mantiene una vida "de amantes" con su esposo porque lo único que los une es el buen sexo. Tampoco tuvo empacho en calificar como "mortadela" a otros jugadores compañeros de su esposo en contraposición al "caviar", sustantivo devenido en adjetivo para elogiar a Claudio Paul.
De la misma estirpe
Lifestyle liminal. Fronterizo entre el placer y la obsesión. Charlotte y Alexander se muestran consumistas y adictos a la vida suntuosa. Vivieron mucho tiempo en un hotel de lujo extremo en Puerto Madero y no se privaron de mostrarse con fajos de billetes en la mano o con un manojo de bolsas de tiendas vip. Charlotte adquirió, además del gusto por el champagne y el consumismo patológico en el shopping que comparte con su madre, los malos vínculos de pareja. Hasta se habló de violencia de género. Ella lo desmintió. Sin embargo, hace un par de años, los rumores acecharon y hasta su madre salió a hablar. Los Caniggia realmente temieron por la salud emocional y física de la chica.
Alexander, por su parte, busca convertirse en músico, pero más allá de algún tema propagado a través de las redes, su cuarto de hora está dado por provocadoras frases dedicadas a los más diversos temas de actualidad. El autodenominado Emperador, el año pasado subió a sus redes sociales un video en el que, rodeado de maletas, decía: "¿Qué pasa manga de putitos barats? ¿Están preocupados porque subió el dólar? ¡Ja! Yo… ¡me voy a Miami!". Fue destrozado con mensajes lapidarios de sus seguidores.
Con todo, la provocación parece ser un buen negocio para los chicos. Actos de presencia (así se denomina a la visita ocasional a algún boliche para mostrarse y saludar, por la que se recibe muy buen cachet), entrevistas pagas, y seriados mostrando su vida. Un negocio que a ellos, a todas luces, les sirve.
Mientras los herederos se exhiben, cada tanto regresan los rumores de divorcio de Claudio Paul y Mariana. Lo cierto es que por ahora siguen juntos. ¿Qué pasará con los castillos en el aire construidos por esta familia? ¿Podrán seguir ostentando o serán ciertas las denuncias del propietario de la mansión de Marbella? Mariana Nannis define como "choza" a esa fastuosa propiedad que balconea mirando a África, valuada en diez millones de euros. Una cifra que no suena desorbitada si se la compara con los cincos millones que ella asegura haberle hecho gastar a su marido en vestidos, zapatos y carteras. "Soy caprichosa y hago lo quiero", dijo la Nannis en el reality de La Sexta. A su pesar, la Justicia española no se maneja con caprichos y tomará en cuenta, al menos para su análisis, los dichos del propietario de la mansión de Marbella quien asegura que desde 2016 no le pagan el alquiler. Muy pronto llegará la resolución de un episodio decisivo en el seriado de la vida real de los Caniggia, la familia sin prosapia cuyo próximo capítulo podría emular aquel título de cuento de Julio Cortázar, Casa tomada.
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