Rubia, la esperada película de Netflix, plantea a su protagonista como un ser de un erotismo arrollador y una vulnerabilidad extrema; ¿qué sabemos verdaderamente sobre su vida?
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Fue y sigue siendo un ícono, una leyenda: Marilyn Monroe, la actriz que supo reunir como ninguna un erotismo arrollador y una vulnerabilidad extrema, continúa dando que hablar décadas después de su muerte, de la que se cumplieron 60 años el 5 de agosto pasado. Hoy llega a Netflix la película Rubia, de Andrew Dominik, director de Chopper y El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, entre otras. Con la cubanoespañola Ana de Armas en el papel de Marilyn, Adrien Brody en el del dramaturgo Arthur Miller y Bobby Cannavale en el del beisbolista Joe Di Maggio, es una adaptación de la célebre novela del mismo nombre con la que la escritora norteamericana Joyce Carol Oates deslumbró a críticos y lectores en 2000.
A continuación, un repaso de algunos datos clave de la biografía de aquella chica de infancia difícil llamada Norma Jean quien hasta su muerte, a los 36 años, y ya como Marilyn Monroe, conoció el deseo y la veneración pero también la enorme soledad del éxito.
De Norma Jean Mortenson a Marilyn Monroe
Marilyn nació el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles como Norma Jean Mortenson. Su madre, Gladys Pearl Baker, anotó a su hija con el apellido de su segundo esposo, Martin Edward Mortensen (con “e”), aunque ya estaban separados. Más tarde, Norma Jean adoptaría el apellido del primer marido de su madre, John Newton Baker, haciéndose llamar Norma Jean Baker. Sin embargo, cuando decidió lanzarse a la actuación, reemplazó su nombre por uno más artístico. Optó por el apellido de soltera de su madre, “Monroe”, y eligió como primer nombre “Marilyn” en honor a Marilyn Miller, una de las estrellas más famosas de Broadway en los años 20.
Una infancia traumática
Dado que su madre sufría de esquizofrenia paranoide, la actriz pasó su infancia en casas de acogida y orfanatos. En sus primeros años, Norma Jean vivió un tiempo con una familia que quiso adoptarla, pero cuando tenía 7 años regresó a vivir con su madre, que parecía haber mejorado. Sin embargo, tuvo varias crisis y la pequeña fue derivada otra vez a un orfanato. La mejor amiga de Gladys, Grace Goddard, se llevó a Norma Jean a vivir con ella cuando tenía unos 11 años, pero algo más tarde se la dejó a una tía mayor llamada Ana. Cuando Ana murió, decidió casarse con apenas 16 años con un marino mercante llamado James Dougherty para evitar volver a un orfanato. Distintas versiones señalan que Norma Jean fue abusada más de una vez en todos esos años en los que pasaba de un hogar al otro.
Por su parte, su madre entró y salió de distintas instituciones médicas durante toda su vida. Cuando la actriz ya era famosa, le pagó durante muchos años a una mujer llamada Inez Melson para que la cuidara. Marilyn nunca conoció a su padre biológico, del que Gladys le había dejado apenas una foto. Si bien sospechaba de quién podía tratarse e intentó contactarlo, no tuvo éxito. En 2022, un test de ADN realizado por un equipo documental confirmó que el padre de Marilyn había sido Charles Stanley Gifford, un compañero de trabajo de su madre con el que esta había tenido un affaire. Gladys murió en 1984, 22 años después que su hija.
Una carrera inolvidable que duró apenas 14 años
Marilyn soñaba con ser actriz desde niña y lograr a través de la gran pantalla la atención que no había recibido en su infancia. En su breve pero intensa carrera cinematográfica de 14 años durante la era dorada de Hollywood, Marilyn trabajó en casi 30 películas junto a figuras como Ginger Rogers, Bette Davis, Joseph Cotten, Lauren Bacall, Laurence Olivier y Clark Gable. Su primer papel de relativa importancia en el cine fue en un musical de bajo presupuesto llamado Las chicas del coro, en 1948, en el que ya era posible adivinar su magnetismo y en el que la joven se lucía cantando tres temas. Pero fue La malvada, de Joseph L. Mankiewicz (1950), el film que le permitió brillar con luz propia, a pesar de su participación pequeña. Luego vendrían comedias que explotaban su belleza y sensualidad, aunque tuvo la oportunidad de demostrar que podía tener un registro más amplio con películas como Niebla en el alma (1952), donde interpretó a una niñera perturbada. Fue Niágara (1953), un film noir en el que se puso en la piel de una comehombres con planes asesinos, el que la lanzó definitivamente a la fama. Su siguiente película, estrenada ese mismo año, Los caballeros las prefieren rubias, de Howard Hawks, en la que compartió cartelera con Jane Russell, consolidó su lugar en el firmamento de Hollywood. Su manipuladora Lorelei Lee, una chica a la que volvían loca los diamantes, la convirtió en un ícono, sobre todo después de la famosa secuencia en la que cantaba “Los diamantes son los mejores amigos de una chica”, enfundada en un impresionante vestido de satén rosa chicle.
En 1955 rodó La comezón del séptimo año, de Billy Wilder (1955), donde interpretó a la encantadora vecina de un hombre casado, película que incluyó otra escena emblemática de su carrera, aquella en la que Marilyn se paraba sobre una ventilación de subte y su vestido blanco se elevaba por encima de sus rodillas. Fue también Wilder el que le ofreció el que quizá haya sido el papel más importante de su carrera (o al menos, el más exitoso) en la comedia Una Eva y dos Adanes (1959), con Tony Curtis y Jack Lemmon como dos músicos que huían de la ley disfrazados de mujeres.
Tres matrimonios, tres divorcios
Después de su primer matrimonio de conveniencia a los 16 años, Marilyn volvería a casarse dos veces más, pero ya con personas famosas. Si bien esa primera unión tuvo al parecer algunos buenos momentos (Dougherty la recordaría más tarde como “una joven muy linda y muy tímida”, que “cocinaba muy bien y disfrutaba el estar casada”), la distancia surgida entre los dos cuando él tuvo que ir a pelear en la Segunda Guerra Mundial y el deseo de ella de triunfar en el mundo del espectáculo culminaron en divorcio en 1946. Para cuando volvió a dar el sí en 1954, Marilyn era ya una estrella y su marido no lo era menos: se trataba de la leyenda del béisbol Joe Di Maggio, quien para entonces estaba retirado. El noviazgo duró dos años, pero el matrimonio menos de uno. Si bien personas allegadas a la pareja aseguran que Marilyn estaba enamorada de él y él de ella, el deportista no se llevaba bien con la exposición de la actriz. Era reservado, le rehuía a los grandes eventos y estaba cada vez más incómodo con el lugar de bomba sexual que le habían asignado a su esposa.
Al parecer, la escena de La comezón del séptimo año en la que la falda de Marilyn se elevaba hasta dejar ver su ropa interior -y que se filmó ante la mirada extasiada de miles de neoyorquinos fue la gota que rebalsó el vaso. Billy Wilder recordaría años después lo molesto que estaba el beisbolista, mientras que la peinadora que trabajó en la película, Gladys Whitten, afirmó que Di Maggio golpeó tanto a Marilyn esa noche que al otro día hubo que maquillarle los hombros para que no se le notaran los moretones. Al anunciar el divorcio ante la prensa, Marilyn lloró frente a las cámaras y dijo que había sido víctima de “crueldad mental”. Cuando la actriz murió, fue Di Maggio quien organizó el funeral. También se ocupó de que la tumba tuviera flores frescas todas las semanas durante 20 años.
En 1956, Marilyn sorprendió al mundo entero al casarse con Arthur Miller, uno de los dramaturgos más importantes de Estados Unidos, autor de Las brujas de Salem y Muerte de un viajante. El matrimonio duró cinco años y también fue turbulento. Ella estaba tratando de despegar de la imagen de “rubia tonta” que había forjado con algunas de sus películas y la unión con el autor de Panorama desde el puente le daba prestigio intelectual. Miller le llevaba diez años y había dejado a su esposa por ella. Por ese entonces, el dramaturgo estaba sospechado de ser comunista, por lo que algunos biógrafos creen que él también se benefició con la unión, que le permitió “limpiar” su imagen en tiempos de cazas de brujas. Marilyn dijo el día de su boda que era la primera vez que estaba “realmente enamorada”. Pero, con los años, él dejó entrever que estaba desilusionado. Tras la muerte de la actriz llegó a decir: “Marilyn fue la prueba de que la sexualidad y la seriedad no podían convivir en la misma persona”. La pareja buscó tener hijos, pero ella perdió varios embarazos, lo que la hundió cada vez más en la depresión. Hacia el final de su matrimonio, Miller escribió para ella Los inadaptados, que sería llevada al cine por John Huston en 1961. Fue la última película de Marilyn en estrenarse y también lo fue para su coprotagonista, Clark Gable. Durante el rodaje, Miller se enamoró de la fotógrafa Inge Morath, con quien se casaría en febrero de 1962. Marilyn nunca tuvo hijos, aunque ser madre era uno de sus mayores deseos.
Los Kennedy y otros amantes
La mayoría de las personas asocian a Marilyn con el presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy por el explosivo “Happy Birthday, Mr. President”, que la actriz le cantó enfundada en un vestido ajustadísimo en el marco de una gala celebrada en el Madison Square Garden de Nueva York para celebrar su cumpleaños 45. Si bien por entonces ya corrían rumores que vinculaban a la actriz con el mandatario, su actuación los impulsó aún más. Fue una de las últimas apariciones en público de la diva y, según testigos, ese día ella estaba un poco borracha: había tomado champagne antes de salir al escenario para calmar sus nervios. Numerosos biógrafos coinciden en que el político y la actriz tuvieron un affaire, e incluso se señala que Marilyn también fue amante del hermano del presidente, Bobby, procurador general en su administración. El documental El misterio de Marilyn Monroe-Las cintas inéditas, también disponible en Netflix, indica que Marilyn salió con los dos al mismo tiempo.
El supuesto vínculo de la actriz con estos dos miembros de la elite política de Estados Unidos fue, también, el hecho que alimentó las teorías conspirativas cuando fue encontrada muerta. Muchos creyeron que había sido asesinada. De acuerdo con uno de los biógrafos de Marilyn, Anthony Summers, su romance con JFK había comenzado diez años antes, cuando era senador. La única foto en la que se la ve con un Kennedy es una que se tomó tras la gala en el Madison Square Garden, donde se la observa charlando con John y Bob. En Rubia, el exmandatario es retratado en una breve y gráfica escena como un hombre rudo y desconsiderado que trataba a Marilyn como un juguete sexual.
Sin embargo, estos no son los únicos amoríos que se le atribuyeron a la actriz. Uno de sus amigos, el fotógrafo Sam Shaw, a quien también se le adjudicó un romance con la bomba rubia, dijo alguna vez: “Si Marilyn hubiera dormido con cada tipo que dijo que estuvo con ella, nunca hubiera tenido tiempo de hacer películas”. Entre los amantes endilgados a Marilyn figuran uno de los hijos de Charles Chaplin, Charlie Jr (romance al que la película de Dominik brinda considerable atención), el director Elia Kazan, Yves Montand, Tony Curtis, Marlon Brando, Frank Sinatra y Jerry Lewis. En muchos de estos casos, fueron esos mismos hombres los que revelaron el vínculo a la prensa tras la muerte de la actriz.
¿Bomba sexual, intelectual o ambas?
Marilyn fue, sin lugar a dudas, el ícono sexual de todo un país que la veneraba como a una diosa terrenal, una criatura fascinante que podía alternar entre una sensualidad desbordada y una gran dulzura. La actriz era consciente del poder que ejercía sobre los hombres y supo explotarlo. Acababa de estrenar Niágara cuando en 1953 salió la primera revista Playboy con imágenes de ella desnuda -fotografías que habían sido tomadas en 1949 y que su fundador, Hugh Hefner, compró y publicó sin su consentimiento-, estableciéndola para siempre como bomba erótica. Joan Greenson, hija de Ralph Greenson, el psiquiatra que atendió a Marilyn hacia el final de su vida, dijo alguna vez acerca de ella: “Marilyn tenía algo que la diferenciaba del resto (….) Se sentía cómoda con su cuerpo. Nunca antes conocí a nadie con esa naturalidad. Era casi como un animal, por cómo sentía, cómo se movía, de forma de algún modo muy bella y poética”.
Sin embargo, Marilyn buscó desesperadamente despegarse de esa imagen de rubia debilidad sin ideas propias y demostrar que era una mujer culta y que podía brillar en papeles dramáticos. Es por eso que, después de La comezón del séptimo año, se mudó a Nueva York para estudiar en el Actor’s Studio junto a Lee y Paula Strasberg, quienes dirigían la escuela de actores más prestigiosa del momento. Por allí habían pasado estrellas como James Dean, Marlon Brando y Paul Newman. Lee le recomendó a Marilyn psicoanalizarse, algo imprescindible para participar en sus clases, mientras que Paula se convertiría en su coach personal, acompañándola a todos los rodajes desde Nunca fui santa (1956) en adelante (una dependencia bastante particular que retrata bien la película Mi semana con Marilyn, de 2011, con Michelle Williams en el papel protagónico). Harto de su presencia constante, Huston, quien dirigió a Marilyn en Los inadaptados, llegaría a describir a Paula Strasberg como “ese murciélago”.
Una de las tantas incógnitas que rodean a Marilyn tiene que ver con si era una gran lectora o no. Durante su carrera se sacó varias fotos leyendo libros, como el Ulises de James Joyce o la poesía de Heinrich Heine. La película de Dominik parece abonar esta teoría y la muestra citando a los rusos Fiodor Dostoievski y Anton Chéjov. Lo cierto es que cuando la casa de subastas Christie’s comenzó a catalogar las pertenencias de Marilyn en 1999, dio cuenta de 390 libros de su biblioteca: entre ellos se contaban William Faulkner, Joseph Conrad, Gustave Flaubert, Emily Dickinson, Dostoievski, Carson McCullers, Colette, Dorothy Parker y Willa Cather. Además, era amiga del autor de Desayuno en Tiffany’s, Truman Capote.
Depresión, rodajes accidentados y un triste final
Para cuando rodó Una Eva y dos Adanes (1959), los problemas de Marilyn con los barbitúricos y el alcohol eran cada vez más notorios, como da cuenta también la película Rubia. Llegaba tarde a los rodajes, se olvidaba sus líneas de diálogo, parecía ida. Así y todo, la película fue un gran éxito. Muchos de sus biógrafos consideran que las introspecciones necesarias para cumplir con “el método” -como se conocía la técnica de actuación impulsada por los Strasberg, basada en la memoria sensorial y la experiencia de cada actor- fueron devastadoras para la actriz, atormentada por una niñez infeliz y una sensación permanente de soledad.
En uno de los muchos diarios que llevaba - y que, como todas sus pertenencias, legó a su profesor de actuación, quien fue para ella una especie de padre sustituto e incluso la llevó al altar cuando se casó con Miller-, Marilyn escribió: “¡Sola!!! Estoy sola y siempre estaré sola, no importa qué”. Su última película, Something’s Got to Give, de George Cukor, en la que iba a compartir cartel con Dean Martin y Cyd Charisse, nunca llegó a terminarse. La despidieron antes por sus tardanzas y su adicción. Hoy en día se conocen varias escenas del film inacabado, como una en la que se ve a Marilyn nadando desnuda y risueña en una piscina, así como tomas en las que se la observa perdiendo el hilo durante los ensayos.
Cuatro meses después del inicio de aquel rodaje, el 5 de agosto de 1962, fue encontrada muerta en su casa de Los Ángeles. Estaba desnuda en la cama, boca abajo, con el tubo de teléfono en la mano. La policía determinó que había muerto por sobredosis de sedantes y que se trataba de un “probable suicidio”, aunque 60 años después de su muerte, las teorías conspirativas acerca de su desaparición siguen alimentando documentales y biografías.
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