La ex de Cristian Castro y el nieto de Adolfo Bioy Casares se casaron en la Catedral de San Isidro y celebraron con una exclusiva fiesta en el Jockey Club
El día tan esperado por fin había llegado y aunque el servicio meteorológico anunciaba lluvias intensas durante toda la noche, Gabriella Bo (34) decidió tomárselo con calma. Fiel a su mirada positiva, decretó que el agua sería un buen augurio para su matrimonio con Florencio Basavilbaso Bioy (41). Esta es su tercera gran apuesta al amor: la primera había sido con Cristian Castro (y duró once meses) y la segunda con Juan Redini, padre de sus dos hijos, Santiago (9) y Tomás (7). Entonces, enfrentó la tormenta con una sonrisa y, en compañía de su mamá Cristina Amaral y su íntima amiga Barbie Simons, se dispuso a prepararse para la boda en su casa de Tigre. Mabby Autino se encargó del maquillaje y, más tarde, se sumó al equipo Marisa Campanella, quien trajo el vestido de novia. "Mi sueño era que Marisa reviviera el aire de la belle époque de los abuelos maternos de Florencio, los recordados escritores Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo", dijo Gaby.
Poco antes de las nueve y media, las puertas de la catedral de San Isidro se abrieron de par en par. Cuando los presentes vieron a la novia y a su padre, Eduardo, tomados del brazo respondieron con un aplauso. "Estaba nerviosa, pero mi papá me ayudó a calmarme. Antes de que camináramos hacia el altar, me dio un beso para tranquilizarme.Después noté que él estaba más tenso que yo, porque caminaba rápido y yo estaba relajada escuchando al coro del Teatro Colón que entonaba la marcha nupcial", contó. Los novios nunca se soltaron la mano y cuando intercambiaron los anillos y se escuchó el Ave María acompañado por un violín, Florencio se emocionó hasta las lágrimas. En cuanto se convirtieron en marido y mujer, se besaron. Los hijos de Gaby fueron los primeros en celebrar la unión y, como buenos testigos de ese amor, caminaron detrás de los recién casados.
UNA FIESTA INFORMAL
Lejos de pretender un festejo tradicional, los novios eligieron la sede del Golf del Jockey Club de San Isidro. "Sentíamos que con la ceremonia religiosa ya teníamos la parte estructurada y por eso en la fiesta no bailamos el vals, no hubo shows, ni videos. Tampoco la típica torta", explicó Gabriella. Y agregó: "Los dos somos muy tranquilos y simplemente queríamos celebrar el amor. Nos parecía que lo más importante era que estuvieran nuestros seres queridos, que todos bailaran hasta el cansancio. Por suerte todo eso se cumplió".
Según contó la ex modelo (devenida en decoradora de interiores), ella fue su propia wedding planner y se ocupó de cada detalle. Excepto la elección del Jockey, que fue una sorpresa que le dio Florencio. Durante el cóctel, el catering de Los Petersen ofreció una mesa "deli" –con salmón, camarones, quesos y ahumados– y otra "argentina", con los mejores cortes de carne. Luego, ya en las mesas, se sirvió un lomo crocante con salsa del bosque, acompañado de papa bandoneón y puntas de espárragos. Después del postre, empezó a sonar la música a cargo de DJ Fede Ortiz para Grupo Sarapura. "Al principio no queríamos nada de canciones en español. Teníamos ganas de hacer un flashback con nuestros amigos y recordar los momentos en los que íbamos a bailar", reveló la novia que se sorprendió cuando su hijo, Tomy, improvisó un show de breakdance. "La noche superó mis expectativas. Como había gente de Paraguay y Argentina, no sabía cómo íbamos a encajar todos. Pero ‘el Negro’ y yo lo disfrutamos tanto que los invitados notaron nuestra felicidad y disfrutaron a la par".
A las cinco y media de la mañana, partieron rumbo a su casa junto a los hijos de ella y varios amigos. Esa fue la noche de boda. Al día siguiente desayunaron en familia y a la noche, Florencio y Gaby dieron una comida en el hotel Four Seasons para unos pocos amigos. Y el lunes se fueron de luna de miel a un lugar secreto.
"CUANDO NO ESPERABA VOLVER A ENAMORARME, LA VIDA ME SORPRENDIO CON UN GRAN AMOR"
Cuatro años atrás, amigos en común los presentaron en una comida y fue amor a primera vista, dicen. Hace un año y medio probaron la convivencia junto a los dos hijos de Gabriella, con quienes "el Negro", como llaman a Florencio, tiene una relación muy afectuosa. Dado el éxito de la experiencia, en febrero pasado acordaron dar un paso más. "Yo sabía que ella quería casarse y por eso lo conversamos. Pero no hubo una propuesta formal", explicó el hijo de Marta Bioy, la heredera del escritor Adolfo Bioy Casares, a quien Silvina Ocampo adoptó como propia y quien en 1994 murió tras sufrir un accidente vial.
"Cuando no esperaba volver a enamorarme, la vida me sorprendió con un gran amor", confesó Gaby a ¡Hola! Argentina. Es que la hija de uno de los hombres más ricos de Paraguay (Eduardo preside el Grupo Bo, que nuclea, entre otros negocios, el diario Asunción Noticias y acciones en Radio Cardinal y Canal 13 de Paraguay) ya se había casado por civil en 2003 con el cantante mexicano Cristian Castro, y aunque aquel matrimonio duró once meses, ella asegura que nunca dejó de creer en el amor. "La gente cree que la pasé mal con mi ex, pero no es así. No reniego de lo que viví, pero la realidad es que evolucioné. Tengo otra mirada ante la vida, ante mi trabajo, ante el amor", reconoce.
Además de ser excelentes compañeros, Gabriella dice que lo que la unió con su actual marido fue haber tenido una educación similar: "Yo me crie con una familia estructurada, pero al mismo tiempo me daban la libertad de elegir. La familia y las estructuras marcan tu vida y, por suerte, con ‘Florent’ somos parecidos. Tuvimos una educación similar, con hombres muy fuertes e influyentes que nos enseñaron que la familia es lo primero y eso es lo que queremos construir".
Texto: Paula Galloni y Jaqueline Isola
Fotos: Juan Roncoroni y Estudio Luchia Puig
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