Kirk Douglas, un galán con dos amores y demasiadas mujeres
Su fama de galán y su porte sensual le permitieron tener varias romances, pero encontró el amor en dos ocasiones y pasó por el altar; un caballero que hizo de sus conquistas, un estilo de vida
"Estoy enamorado de mi esposa, los sesenta años que han pasado desde que la conocí no han hecho mella en nuestro amor". Kirk Douglas le hacía frente a los agoreros que no creían en los vínculos de plazo extendido y a aquellos que esgrimían que, comezón del séptimo año mediante, es inviable seguir enamorado y apasionado de una misma persona a lo largo de mucho tiempo. Una falacia, según Kirk, quien murió a sus 103 años. Desde aquel día de 1953 en el que conoció a su segunda esposa, Anne Buydens, su vida cambió. Y durante años, rompiendo con todos los vaticinios en un universo de relaciones intermitentes, ambos coquetearon, se sedujeron y se amaron como el primer día. Dieron cátedra y le mostraron al mundo que el amor y la sensualidad son posibles en ese período de la vida que algunos denominan, con sutileza, cuarta edad y que, en el caso del actor y su bella mujer, se alejaba de cualquier sonata otoñal.
Acérrimo crítico de la gestión de Donald Trump, el protagonista del ya mítico film Spartacus se mantuvo, incluso luego de cumplir los 100 años, actualizado, lúcido, activo y de buen talante, a pesar del ACV sufrido en 1996 y que le ocasionó más de una limitación física. Kirk era una estrella del siglo XXl. Claro que lo fue. Tal fue su eterna juventud, que no dudó en mostrarse en público con gestos románticos hacia Anne, la mujer de su vida. Y este fue, seguramente, su gran secreto: el amor, pócima mágica que todo lo puede.
Perenne galán de porte varonil y sensual, sabía hacer uso de sus estrategias seductoras. Herramienta que le permitió tener a la mujer que quiso, pero que también le ocasionó algún dolor de cabeza con sus esposas. Hubo épocas en las que la fidelidad no fue su fuerte. Aprendió varias lecciones, luego de los consabidos sinsabores que, a veces, aparejan ciertas desprolijidades.
Un siglo y tres años
Murió a los 103 años. Una cifra inconmensurable que solo se puede transitar gracias al amor. Fueron años de felicidades, fuertes golpes, enamoramientos fugaces y amores de esos que escriben páginas memorables. Un siglo y tres años de un galán que también fue un actor de esos capaces de profundizar la tensión del relato y sacarle provecho a los papeles más jugados. No se quedó en el envase. Fue por más. Así en el cine, como en la vida.
En 1943, terminaba de cumplir con sus compromisos militares como un ciudadano más. Llegó al grado de Alférez, obteniendo un gran reconocimiento de sus superiores. Ya de vuelta a su vida de civil, comenzó a hurgar en sus contactos para retomar su incipiente carrera artística que, antes de partir hacia la rutina uniformada, le había comenzado a dar algunas incipientes satisfacciones. En esos tiempos, Kirk disfrutaba visitando a sus viejas amistades, poniéndose al tanto de todo lo que había sucedido en su ausencia. Una de esas tardes, en casa de una amiga, el apuesto galán del hoyuelo en el mentón ojeaba una revista Life en la que una hermosa Diana Dill (Diana Douglas en los cast de la industria) posaba para una gran producción de fotos. Kirk quedó impactado con la belleza de la modelo y actriz, a quien recordaba de la American Academy of Dramatic Arts. Hombre de temple y sabiduría para cumplir con todo lo que se proponía, esa misma tarde le juró a su amiga que conquistaría a Diana.
Otras versiones indican que Kirk leyó esa publicación mientras participaba de misiones militares de la Armada en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y que, embarcado, en un alto de la actividad, le dijo a sus camaradas que se casaría con esa bella mujer que aparecía en la revista.
Y así fue. El 2 de noviembre de 1943, Kirk y Diana contrajeron enlace, dando inicio a un matrimonio de siete años. Siete veranos de turbulencias apabullantes, pero que también permitió el nacimiento de sus hijos, Michael, famoso y talentoso como su padre, y Joel.
Fidelidad, divino tesoro
El sexo fue un aspecto sustancial en la vida de Kirk. Disfrutaba de los encuentros entre sábanas desde muy joven. Se sabía bello y apelaba a sus encantos para seducir. Pero también lo hacía con su simpatía y hasta con una saludable cuota de rebeldía. Una insubordinación innata que lo hizo desarrollar ciertas desprolijidades en el amor, y también manifestarse en contra del statu quo político y social.
Adhirió a ideas de izquierda y tuvo varios encontronazos con directores con los que le tocó trabajar. La cúpula de Hollywood más de una vez disintió con él. Con todo, supo ganarse grandes amigos como Burt Lancaster o el director Vincente Minnelli, quienes fueron sus confidentes cuando algún dolor de cabeza provenía de sus aventuras como hidalgo caballero andante del amor. En los afectos, la rebeldía a veces tiene un alto costo.
Casi adolescente, su debut sexual fue con una de sus profesoras, según él mismo confesó. Pero sus críticos más acérrimos, ¿qué estrella no los tiene?, decían que hay mucho de fábula en las historias que él contaba con lujo de detalles una y otra vez. "¿Cómo puede acordarse de diálogos exactos?", le recriminaban. Kirk sembró la semilla de esa leyenda que construyó.
Su exmujer Diana, a quien Michael Douglas unió con Kirk en el film Herencia de familia, falleció en 2015 víctima de cáncer y luego de tres matrimonios. Michael soñó siempre con ese encuentro de sus padres frente a cámaras. Y lo logró. Quizás fue el mejor epílogo para una vida marcada por las desavenencias. Diana sufrió mucho en su matrimonio con el actor. Era víctima de los rumores que llegaban a sus oídos. Cuentos que la enfurecían y que terminaban siempre con recriminaciones a él y peleas acaloradas delante de sus hijos.
Marlene Dietrich, Rita Hayworth, Joan Crawford, Mia Farrow, Faye Dunaway, Lana Turner, Lauren Bacall y siguen las firmas de las divas con las que habría compartido el lecho. Pero su lista de amantes es aún más nutrida cuando se refiere a las mujeres anónimas con las que hizo el amor. Se dice que en cierta ocasión le confesó a su terapeuta cierta disfunción sexual. Pero cuando le aclaró al especialista que había tenido sexo las últimas 29 noches con mujeres diferentes, el psicólogo le recomendó reposo para recargar energías.
No fue sencilla la vida de Diana Dill. En 1951, la mujer decidió separarse con todo el dolor imaginable y con toda la razón que se le puede reconocer. Convivir con el ganador del Oscar Honorífico, otorgado por la Academia en 1966, se había transformado en un verdadero martirio. Kirk era un "buen esposo", pero demasiado dispuesto a disfrutar de aventuras amorosas. También fue un buen padre, aunque bastante ausente debido a sus innumerables compromisos laborales. Esos con los que ganó fama y fortuna. Su hijo Michael Douglas siempre recuerda haber sufrido con el divorcio de la pareja, pero también reconoce el alivio que significó para su madre. Distinta fue la historia con Anne, que lo encontró más sosegado.
Almas gemelas
Anne fue quien ofició de traductora en Europa con motivo de la presentación del film Acto de amor, que lo tenía como protagonista a Kirk. Se trataba de una coproducción entre los Estados Unidos y Francia. Brigitte Bardot era otra de las integrantes del elenco.
Luego de una de las abrumadoras ruedas de prensa en París, Kirk decidió camuflarse para no ser identificado por los fans y salir a recorrer con un amigo la zona de Champs-Elysées. Allí fue cuando le confesó que había quedado deslumbrado por la traductora. Su confidente lo impulsó a invitarla a caminar por los alrededores de Notre Dame y dar un paseo en barco por el Sena. El plan mutó en cena. Y en amor. Ella dudaba de las verdaderas intenciones del galán. Luego, su galán. Fama de mujeriego mediante, Anne pensaba que se trataba de algo pasajero y que pasaría a formar parte de una más en su larga lista de amoríos.
El actor atribuía su longevidad a haber encontrado en su camino al amor de su vida. Tres años después de aquel flechazo inicial, se casaron en un casino de Las Vegas y formaron una feliz familia. Fruto de ese matrimonio nacieron Peter y Eric. La mujer, de origen belga, siempre declaró que su vida junto al astro era de lo más plácida. ¿Ficción para los medios o un cambio drástico en la manera de actuar de Kirk?
Pero no todo fue color de rosa. En 1991, el actor sobrevivió a un accidente de helicóptero en el que murieron dos personas. Este hecho fue el que le renovó su fe judía y un acercamiento profundo a Dios. Pocos años después, fue embestido por un ACV que le afectó el habla y buena parte de la movilidad. "El humor me salvó", confesó más de una vez. Pero el verdadero golpe, el más duro, sucedió con la muerte de Eric, el hijo menor de la pareja. Se habló de sobredosis de drogas y alcohol. El matrimonio sobrellevó la tragedia con la mayor entereza posible. Y con la dignidad que la vida pública permite ante el acoso mediático.
Anne acompañó a su marido en cada una de sus decisiones y fue responsable de torcer el rumbo de su carrera o corregir algún acontecimiento de la vida personal. Kirk la escuchó siempre. Verdaderas almas gemelas. Cuando salían hacían gala de un amor que trascendió el tiempo. El caballero y la dama. Kirk y Anne. La gran estrella de Hollywood y la mujer que lo sostuvo. Anne construyó la verdadera vida de Kirk, fue el pilar que él necesitó para no sucumbir ante las banalidades de la fama y las tentaciones de los placeres fugaces. Kirk pudo enorgullecerse de sus 103 años, sus dos amores y sus incontables mujeres.
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