La actriz de 67 años se encuentra “en un momento de plenitud” con su novio, Russell Thomas; sin embargo, antes de llegar a esta etapa satisfactoria de su vida, pasó tres veces por altar y creyó que las relaciones a largo plazo no eran para ella
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Cuando Kim Cattrall estaba casada con su tercer esposo, Mark Levinson, sintió el deseo de ser madre y empezó con tratamientos de fertilización a los que planeaba dedicarle gran parte de su tiempo. Era el año 1999 y la serie de la que formaba parte había alcanzado un éxito descomunal, una repercusión que se mantuvo a lo largo de los años: Sex and the City.
La demanda que le generó la ficción en la que interpretó con efervescencia a la memorable Samantha Jones le hizo replantearse muchos de sus objetivos a largo plazo, entre ellos, su maternidad. “Un día me levanté y pensé: ‘Estoy filmando 19 horas toda la semana, mis lunes empiezan a las 4 de la mañana y terminan de madrugada, ¿cómo voy a poder mantener este ritmo en mis 40? Simplemente no podrá suceder algo así’”.
Para la actriz británica se trató de un momento de claridad que no le pesó, simplemente lo aceptó como algo inevitable: “Fue extraordinario sincerarme conmigo misma, aceptar que no iba a seguir adelante con lo que estaba contemplando”. Como parte de esa aceptación, Cattrall contó que, si bien no quiso ser madre, sí se siente una cuando realiza determinadas tareas profesionales como ser mentora de jóvenes actrices. “Tengo un lugar en esos espacios para ser una figura materna, una tía, una amiga, y eso me dio mucho, me hizo sentir que lo que estaba llevando a cabo valía la pena, es muy fructífero darle herramientas al otro, pero mucho más satisfactorio es ver cómo repercute en uno”, reflexionó durante una charla con Vanity Fair.
Un matrimonio breve y otro que prefiere olvidar
Mucho antes de ese instante de claridad, Cattrall era una joven actriz que estaba dando sus primeros pasos en Hollywood gracias a su indeleble rol en el film de culto Mannequin de Michael Gottlieb, a su coprotagónico en la brillante Rescate en el barrio chino de John Carpenter, y a su intervención en La hoguera de las vanidades, del gran Brian De Palma, entre otras producciones de mediados de los 80 y comienzos de los 90 que la tenían como cara visible.
Cattrall acariciaba el estrellato y demostraba un gran potencial. Por entonces, la actriz que había trabajado junto a nada menos que Otto Preminger, se movía en el mundo del cine con la convicción de que tenía mucho más para dar. Fue entonces cuando conoció a Andre J. Lyson. Si bien el hombre le propuso matrimonio al poco tiempo de conocerla, Kim tenía sus reservas.
A sus 21 años, Cattrall ya había realizado una boda con la esperanza de que su vínculo con el escritor canadiense Larry Davis durara, al menos, unos años. La pareja se casó en 1977, pero las diferencias afloraron a los pocos meses cuando ambas partes coincidieron en que lo mejor era anular el matrimonio. Tras esa decepción amorosa, la actriz fue vinculada con el fallecido exprimer ministro canadiense, Pierre Trudeau, y en los reportes de la época incluso se llegó a afirmar que era la madre de uno de los hijos del abogado y político, Justin Trudeau.
Luego de un período de desencanto, Kim conoció a Lyson, el arquitecto alemán que la persuadió a poner en pausa su carrera y mudarse a Fráncfort. Cattrall dijo “sí, quiero” por segunda vez en 1982 y se embarcó hacia otras latitudes. Una vez instalada en la ciudad habló con su esposo sobre la posibilidad de tener un amor a distancia, ya que extrañaba su carrera y así empezó un nuevo capítulo de su vida: un ida y vuelta permanente entre Alemania y los Estados Unidos, que hoy preferiría olvidar.
Los constantes viajes, el distanciamiento, la imposibilidad de compartir momentos juntos y proyectar más allá de lo inmediato afectó enormemente a la pareja, que decidió divorciarse en 1989 luego de intentar mantener el vínculo lo más intacto posible. El golpe de un nuevo matrimonio que no pudo funcionar fue muy duro para la actriz, quien se abocó a su trabajo.
Sin embargo, esa etapa de su vida también se había visto sacudida debido a su mudanza a Alemania, que le hizo perder el envión que había trabajado tanto para adquirir. Sin premura y con serenidad, Cattrall volvió al ruedo con participaciones en series como Wild Palms, Angel Falls y Tom Clancy’s Op Center, y en películas como el thriller erótico Exception to the Rule y el largometraje de ciencia ficción, Unforgettable.
En medio de esa lucha por encontrar un papel que volviese a ponerla en el centro de la escena, Cattrall se enamoró de Mark Levinson, un ingeniero musical que le hizo creer en el matrimonio, tanto así que, cuando el hombre le propuso casamiento, aceptó sin titubear.
Un romance apasionado que terminó en un libro
Cattrall se casó con Levinson en 1998, el mismo año en que Sex and the City estrenaba su primera temporada. En sintonía con su personaje de Samantha -aquel que dejó una huella tan imborrable en la audiencia, que And Just Like That, el spinoff de la serie, nunca podrá reponerse de su ausencia-, la actriz se abocó a la escritura de un libro sobre el placer femenino y lo hizo con su marido como partenaire. Luego de notar que Levinson tenía mucho para aportar, una voz que oficiaba de complemento a la suya, Cattrall le consultó si quería compartir los créditos.
Así, en 2002 salió a la venta Satisfacción: el arte del orgasmo femenino, el libro que también recoge testimonios de televidentes de Sex and the City que se le acercaban a la actriz con preguntas sobre la vida sexual. De esta manera, Cattrall aceptó que Samantha era mucho más que un personaje. A fin de cuentas, estaba tan entrelazada con su vida que la inspiró a convertirse en escritora, al menos en ese momento. El libro que coescribió con su exmarido ofrecía “consejos, trucos y feedback para que las parejas puedan enfocarse en lograr el orgasmo para la mujer”, como se promocionaba durante el año de su lanzamiento.
Con la sinceridad que la caracteriza, Cattrall contaba por entonces que no había tenido buenas experiencias en la intimidad y que incluso había tenido que “soportar” muchos años de “mal sexo”. Sus declaraciones no fueron del agrado de sus dos primeros maridos, pero lo cierto es que la actriz jamás mencionó esos vínculos, preservando los detalles de una vida sentimental que no solo había estado circunscrita a sus esposos. Además de haber sido relacionada a Trudeau, aparecieron nombres como los de los actores Daniel Benzali y Alexander Siddig, el músico Gerald Casale, y el del filósofo Bernard-Henri Lévy.
Más allá de su habitual candidez, Kim trata de no quedarse en el pasado ni tampoco describir experiencias que puedan herir susceptibilidades ajenas. En medio de la gira promocional con su libro y de una nueva (y última temporada) de Sex and the City, su matrimonio con Levinson, con quien había contemplado tener hijos, empezó a resquebrajarse y en 2004 anunciaron su divorcio. “Cuando esa relación se terminó, tuve que visualizar cómo sería empezar a tener citas llegando a mis 50, y terminó siendo más divertido de lo que yo pensaba”. Al dejar las expectativas de lado, Cattrall cruzó caminos en 2016 con Russell Thomas, su actual pareja, y ahora vive el amor con otra óptica.
El despertar sexual de Kim Cattrall
En una reciente emisión del podcast Modern Love, la actriz se explayó sobre los pormenores del vínculo que la une a Thomas: “Mi sexualidad se despertó tarde”, reveló. “Tuve un período de tiempo para experimentar, para disfrutar de lo que estaba disponible, entonces fue muy divertido para mí, y luego conocí a Russell y ya tenía otra valentía”, añadió.
En la línea de la temática de su libro, Cattrall brindó consejos para las mujeres que inician un vínculo heteronormativo y temen expresar lo que desean en el plano sexual. “Hay que animarse a decir lo que uno quiere en esa situación, hay que mostrarlo”, dijo y amplió: “Muchos hombres no tienen ni idea, ni siquiera de anatomía, y lo saben, pero tienen que saber qué es lo que funciona para la mujer con la que están”.
"Cuando conocí a Russell, supe que el trabajo comenzaba, pero no de manera negativa, me refiero a un buen trabajo, uno que es significativo para tu vida"
Kim Cattrall
Por otro lado, aseguró que su relación con Thomas, quien trabaja para la BBC, sigue siendo “un trabajo duro”, más allá de la sabiduría que ahora tiene para navegarla.
“La gente cree que una relación simplemente fluye y que sos afortunada por eso, pero la suerte es cuando la preparación se encuentra con la oportunidad”, remarcó, citando al filósofo Séneca. “Cuando conocí a esta persona supe que el trabajo comenzaba, pero no de manera negativa, me refiero a un buen trabajo, uno que es significativo para tu vida”, aseveró y declaró que en su vida sentimental es “poco romántica y sensual”, a contramano de lo que pueda llegar a considerarse. Por el contrario, asegura que es más pragmática y resolutiva. “Se trata de progresar pidiéndole al otro lo que necesitás, revelándote al otro, mostrándote cómo sos”.
Muy lejos de la Kim que no podía concebir la idea de una relación a distancia, ahora Cattrall, a sus 67 años, disfruta del vínculo con su pareja de otra manera. “Cuando nos vimos y nos gustamos, él fue muy valiente porque, a pesar de no conocernos mucho, viajó a Vancouver para estar conmigo y nos llevamos muy bien. Es muy fácil estar con él, es hermoso y me hace sentir muy cómoda”, explicó, subrayando cómo en la actualidad le da mucha importancia al espacio que cultiva para sí misma, para después estar con ganas de pasar tiempo con el otro.
“Las parejas tienen que ser trabajadas de manera permanente”, reflexionó recientemente la estrella que sobrevivió a varios desamores. “Eso es lo más lindo que tienen los vínculos, cómo perduran gracias al esfuerzo que hacen ambas partes para que todo funcione”.
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