Kim Basinger, una actriz que le impuso a Hollywood sus propios tiempos
Kim Basinger cumplirá 67 años el próximo 8 de diciembre y aunque está alejada de Hollywood conserva su halo de diva y estatus, ese del que no se ha desprendido desde que comenzó su carrera primero como Miss Georgia a los 16 años y después como modelo, para llegar a su punto más álgido tras protagonizar en 1986 la película Nueve semanas y media junto a Mickey Rourke.
Su carrera despegó como un cohete y durante casi una década Basinger parecía tocada por esa varita que supone un antes y un después en una trayectoria profesional. Sin embargo, el mismo halo sexual que la situó en el camino del éxito le pesó como una losa y en algún momento, cuando el buen hacer como intérprete se debió imponer al atractivo físico, los papeles comenzaron a decaer y su vida personal también puso palos en el camino. Su desnudo al ritmo de la sugerente canción interpretada por Joe Cocker no dejó que la actriz se mostrase ni siquiera tras conseguir su único Oscar a mejor actriz secundaria por su personaje en L.A. Confidential en 1998.
Si bien está retirada desde hace unos años disfrutando de una vida más tranquila, la actriz aún no cerró la puerta del todo a las cámaras y por estos días de hecho está viviendo su retorno a los medios de la mano de la profesión con la que comenzó: el modelaje. Basinger es una de las protagonistas de la campaña de primavera de la firma italiana Miu Miu, de la que es propietaria y directora creativa Miuccia Prada.
La campaña se ha bautizado Icons (Iconos), un término que a la actriz le va como anillo al dedo, pero que en manos de la firma de moda cobra otra dimensión para ella porque se trata de una marca cuyo estilo choca con los estereotipos que siempre se han asociado a su imagen, porque ya trabajó con ellos antes y porque de alguna manera marca su regreso al foco mediático, tras un retiro por su confesa timidez y los ataques de pánico que sufre desde su juventud. Un traje de chaqueta negro y un vestido de pequeños lunares con adornos de strass en los puños la devolvieron al set, aunque haya sido al de fotografía. Y la estética de las imágenes siguen recordando que Kim Basinger está dispuesta a dar guerra cuando los sesenta van llegando a su fin.
A lo mejor con este particular regreso alguien ve en ella de nuevo ese "cruce entre Marilyn Monroe, Brigitte Bardot y Judy Holliday con el talento de Julie Christie", que describió el productor de la película Extraña pasión, e intente convencerla de volver a trabajar en Hollywood, aunque habrá que ver si Basinger está dispuesta a surfear otro tsunami de fama. Porque incluso la película que supuso su gran éxito también fue su pesadilla, porque la actriz salió llorando de la prueba de casting de Nueve semanas y media y le dijo a su agente que había sido la peor y más humillantes experiencia de su vida. Y el rodaje no mejoró esa visión, ya que el director, Adrian Lyne, quería que la actriz viviera al borde del terror durante las diez semanas que duró y no dejó que los dos protagonistas tuvieran ningún acercamiento personal fuera del set.
Ella afirmó luego que salió fortalecida de la experiencia, pero sus ataques de pánico se convirtieron en agorafobia y las personas de todo el mundo que sabía que estaban pendientes de sus palabras cuando recogió el Oscar, transformaron su noche triunfal en una de las peores de su vida.
Su vida personal ha sido como sus películas, a veces en lo más alto y a veces tocando fondo. Se casó primero con el maquillador Ron Snyder, un matrimonio que duró nueve años y que no tuvo hijos. Después llegó a su vida el actor Alec Baldwin con quien contrajo matrimonio en 1993 y se divorció en 2002. Los dos estaban en la cresta de la ola y salían en todas partes, pero cuando su relación acabó vivieron un agrio proceso de divorcio en el que las dos partes intercambiaron duras acusaciones tratando de conseguir la custodia de la hija que tienen en común, Ireland, y que es la única de la actriz. Baldwin calificó a su exesposa de psicópata y de querer poner en contra de él a la niña.
Muchos años después, la actriz habló de aquella etapa y de lo desagradable que resultó para ella y su hija: "Un divorcio es difícil para un niño sin importar cómo se produzca, pero el nuestro fue muy público y sucio. Crié a Ireland de una manera poco convencional. Solo quería que se sintiera libre. Si quería invitar a amigos y rayar las paredes con lápices, me parecía bien. Hoy estamos bien, la vida sigue", dijo entonces. Pero bromeó diciendo que debería haber elegido mejor sus películas porque en una de ellas conoció a su exmarido. Para rodarla renunció a protagonizar el film Durmiendo con mi enemigo. "¿No es curioso?", afirmó entonces Basinger, "luego me fui precisamente a dormir con el enemigo". También vivió una tórrida aventura con el cantante Prince en la época en la que rodó Batman, al final de la década de los ochenta. En los últimos años mantiene una relación sentimental con Mitch Stone, quien fue su peluquero, y aunque durante 2020 ha habido rumores de ruptura, no hay datos ni declaraciones que lo confirmen.
Lo realmente curioso es que la actriz que elevó la temperatura de medio mundo es en realidad una tímida compulsiva afectada por el miedo escénico. Basinger no ha ocultado esto nunca e incluso reconoció que este problema la obligó en ocasiones a recluirse en su casa durante meses. Tampoco evitó reconocer que en sus comienzos consumió estupefacientes y que tuvo que luchar contra sus adicciones durante mucho tiempo para librarse de ellas.
Si bien su pasado es una montaña rusa de sensaciones, tampoco la perturba ahora. Ese retiro que algunas estrellas casi no pueden soportar porque los focos ya no las iluminan, Kim Basinger lo vive con tranquilidad. Ha aceptado volver a ejercer como modelo como en 2017 aceptó un papel en Cincuenta sombras más oscuras solo por complacer a su hija. Lo dijo claramente en una entrevista: "No siento presión por no estar donde solía" y además le importa muy poco lo que la gente piense sobre ella, por tanto las veces que veamos o escuchemos a Kim Basinger será porque se siente segura y cómoda con lo que va a hacer o porque su hija la convenció de nuevo.
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