La protagonista de series como Felicity y The Americans se luce en Espíritus oscuros, film de terror que se estrenó esta semana
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A los quince años a Keri Russell solo le interesaba bailar. En ese momento de su vida, la adolescente nacida en California llevaba años de entrenamiento de danza y la audición para ser una de las bailarinas del programa infantil The Mickey Mouse Club era otra forma de practicar sus pasos frente al público. La idea de ser elegida en el ciclo en el que compartió pantalla con los talentosos Britney Spears, Christina Aguilera y Justin Timberlake, entre otros, le resultaba tan ajena que de ninguna manera podía imaginar lo que vendría después.
Ni los trabajos como actriz joven, ni el primer protagónico en Felicity, serie fundamental para su época, y mucho menos el reconocimiento por The Americans, una de las mejores ficciones de las últimas décadas, formaban parte del plan. Sencillamente porque no tenía ninguno. Cuando los productores de The Mickey Mouse Club se dieron cuenta que la bonita bailarina también tenía talento para la actuación, la primera sorprendida fue ella.
“Mi único entrenamiento formal fue en danza”, dice ahora Russell desde Nueva York durante la entrevista realizada por Zoom con LA NACION. Es una frase que suele repetir en los encuentros con la prensa cuando los elogios por su trabajo la empiezan a incomodar. Pero en este caso, más allá de su evidente timidez, la mención a la danza explica mucho de lo que sucede con su personaje en Espíritus oscuros, el film de terror estrenado esta semana que protagoniza. Una producción de Guillermo del Toro dirigida por Scott Cooper (Loco corazón), un realizador más conocido por sus films dramáticos que por su experiencia en el género. Ese que tampoco suele ser el territorio usual de Russell.
“Creo que lo más difícil de hacer este tipo de película es mantener la energía siempre al mismo nivel. El terror te exige una intensidad constante y por un periodo prolongado de tiempo. Si pensás en situaciones de la vida es como ese momento en que te está por chocar un auto y por un par de segundos te quedas sin aire y tu corazón late fuerte, pero después todo se calma. Sin embargo, en un rodaje como este tenés que mantener ese nivel de susto durante meses. Es agotador. Para mí eso fue lo más complicado de esta experiencia en comparación con otros trabajos”, explica la actriz que enseguida vuelve al principio, a la danza.
“El baile me ayuda siempre con mis personajes. Especialmente al hacer papeles con mucha exigencia física como los de Misión: Imposible III, The Americans y Espíritus oscuros. Cuando hay muchas peleas o escenas de acción tenés que aprender a moverte junto al operador de la cámara, se trata de encontrar el ritmo del otro, en definitivamente son pasos de baile. En el cine y la TV la actuación se apoya fundamentalmente en tu voz pero también en el cuerpo. Tenés que volverte uno con el camarógrafo con el que estás trabajando. Es como bailar”, sonríe Russell, que prefiere hablar del director de la película, Cooper, su productor, Del Toro, sus coprotagonistas, el joven Jeremy T.Thomas y Jesse Plemons, antes que de sí misma.
“Me da vergüenza verme en pantalla, así que en los rodajes no suelo mirar mis escenas en los monitores, pero en este caso Scott me convenció de hacerlo en una secuencia larga y lo que vi era tan genial, misterioso y climático que me entusiasmó mucho con todo lo que estábamos haciendo. Estoy contenta de no haber sido una bebé y haberme bancado mirar la escena”, recuerda la actriz que de aquel acto de valentía personal destaca, claro, el trabajo de Cooper y el del director de fotografía, Florian Hoffmeister. De su labor como Julia Meadows, la maestra que vuelve a su pueblo natal para intentar enmendar la relación con su hermano Paul (Plemons), jefe de policía del lugar, prefiere que hable la película, un film de terror que se apoya en el horror de los monstruos mitológicos de las leyendas de los nativos americanos y en el espanto de las consecuencias del derrumbe económico de algunas zonas industriales de los Estados Unidos.
“En algunos casos las historias de este género pueden tener un tono exagerado, pero en este caso todo está contado de manera realista e intimista. Creo que la combinación del trabajo de Scott y el director de fotografía la hizo una película hermosa y perturbadora al mismo tiempo. El monstruo creado por Guillermo funciona como una metáfora del desastre de los pueblos en quiebra y azotados por la epidemia de la adicción a los opiáceos. El niño (Thomas) en el centro del relato representa nuestros costados más vulnerables, nuestra lucha con los traumas del pasado”, se entusiasma la actriz sin revelar demasiado de la trama del film. Un ejercicio de la discreción que aprendió en sus años trabajando con J.J. Abrams, creador de Felicity y quién la convocó luego para las películas Misión: imposible III y, más recientemente, Star Wars: El ascenso de Skywalker, dónde interpretó a la traficante de especias Zorii Bliss. “Me encantó usar una máscara en casi todas mis escenas. Es mi mejor actuación”, dice Russell y larga la carcajada sin poder evitar, una vez más, reírse de sí misma, sorprendida todavía de que aquel paso de baile la haya traido hasta acá.
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