La artista plástica cuenta cómo terminó su historia de amor tras siete años de matrimonio
Afines de 2013, la vida de Karina El Azem (44) cambió para siempre. Tras siete años de matrimonio, Roberto Pettinato (59), el padre de sus dos hijos, Lorenzo (6) y Esmeralda (4), le "informó" su intención de separarse, pocas horas después de haberle asegurado a un paparazzi que estaban juntos y bien. Al menos así lo recuerda ella, un año y medio después de aquel momento. "Viéndolo en retrospectiva, Roberto me había dado indicios de su decisión, como no querer renovar el contrato de alquiler del dúplex al que nos mudamos cuando recién nos casamos", cuenta la artista plástica desde la serenidad de su taller, mientras se dispone para una charla profunda –la primera, desde su separación– con ¡Hola! Argentina.
–Durante tu matrimonio se te veía tan enamorada y tan feliz. ¿Qué fue lo que pasó?
–¡No tengo la más remota idea! La separación fue algo inesperado para mí. De un día para el otro, Roberto me dijo "cambié" y me pidió que hablara directamente con sus abogados. Me presentó una decisión tomada y yo sentí que abrió la puerta de un avión y me empujó. Fui a hablar con sus abogados, puse toda mi energía al servicio de que las cosas se resolvieran con tranquilidad y de manera privada, pero no fue posible.
–Los rumores comenzaron a circular en octubre de 2013. ¿Qué recordás de aquel entonces?
–El estaba trabajando mucho: hacía radio, televisión y shows en el interior. Estaba muy exigido y estresado. Si bien me parecía que estaba haciendo demasiadas cosas, también entendía que estaba aprovechando las oportunidades y decidí acompañarlo en su decisión. Sentía cierta distancia, pero lo atribuía al trabajo.
–En algún momento dijiste que te "apropiaste" de su decisión de separarse. ¿Cuándo hiciste el clic?
–Fue tan radical el modo en el que decidió terminar nuestra relación que me di cuenta de que estaba bien que nos separáramos. Cuando empezó a hablar y a decir públicamente cosas que no eran verdad me di cuenta de que estábamos en lugares muy distintos. No sé por qué dijo en los medios cosas que no eran ciertas. En internet yo tenía un currículum y ahora tengo un prontuario.
–De todas maneras, pasaron seis meses hasta que confirmaste la decisión, ¿por qué?
–Como él negaba la separación y decía que vivía en casa, me empezaron a hacer guardias a mí. Un día me agarraron desprevenida y me tocó decirlo. No sé por qué Roberto negaba lo evidente, sobre todo cuando él ya hacía una vida independiente, andando sólo por los restaurantes de Buenos Aires. Decidí confirmarlo para dar un poco de claridad ante tanto misterio. Para mí nunca habría que haber hecho partícipes a los medios. Una separación es un hecho íntimo y no tiene por qué dirimirse en un ámbito público. Mis modelos eran Inés Estévez y Fabián Vena, que los dos dijeron "nos separamos" y no se habló más del tema. Yo hubiera querido algo así.
–Al día de hoy, ¿tenés claros los motivos de la separación?
–Sigo sin saber qué lo motivó a ponerle punto final a nuestra historia. A lo mejor, el de la familia es un modelo que él intenta y no le funciona. Creo que necesitó cambiar de vida, porque la vida que él tiene ahora es muy distinta a la que tuvimos juntos.
–¿Vos te hubieras separado de él?
–No del hombre que conocí, del que me enamoré y con quien tuve una historia de amor maravillosa. Sí del hombre que me hizo una denuncia penal falsa. Yo me casé para toda la vida y muy enamorada.
–¿Qué es lo que más te dolió de la separación?
–Los rumores, la falta de diálogo y la prepotencia con la que se manejó Roberto. Un día escuché en la tele que para no tener problemas con los contratos del año entrante –algo que le pasó con su divorcio anterior [de su segunda mujer, la psicóloga Gabriela Blondeau]– había decidido interponer la demanda de divorcio en diciembre [de 2013]. Lo escuché y dije "no puede ser", estaba tan aturdida que ni lo terminé de registrar. Vino la feria judicial y en febrero me llegó una demanda que confirmaba lo que había escuchado.
–¿Qué hay de cierto en todo lo que se dijo en este tiempo?
–Todo lo que circuló formó parte de una operación de prensa de su parte para difamarme. En su momento elegí no contestar para no contribuir con los dimes y diretes: me parecía que lo mejor para nuestros hijos era que al menos uno de sus referentes se mantuviera en eje. En un momento, hasta llegó a denunciarme penalmente. Decía que yo no lo dejaba ver a los chicos, cuando nada que ver: los amo y sería absolutamente incapaz de hacer algo así. De aquella denuncia salí sobreseída porque pude comprobar, recontruyendo con fotos lo que había sido ese mes, que los delitos que se me imputaban no existieron. La suya fue, sin lugar a dudas, una campaña para desprestigiarme.
–¿Eso es lo que te llevó a recurrir al abogado penalista Maximiliano Rusconi [quien, además, defiende a Diego Lagomarsino en la causa Nisman]?
–Sí, además del juicio civil de divorcio, que sigue su curso de manera normal, le contesté con dos demandas penales: una por calumnias por falsa denuncia y otra por injurias, consecuencia de todas las intervenciones mediáticas vinculadas a cuestiones que fueron desmentidas judicialmente. Ambas denuncias están acumuladas en una causa, radicada en el Juzgado Nacional en lo Correccional N°12.
–¿La denuncia penal en tu contra fue un punto de inflexión?
–Cuando te denuncian penalmente podés ir presa, y eso es muy fuerte. El día de mañana, quiero que mis hijos vean que contesté, que me mantuve de pie y que los actos tienen consecuencias. No es una pavada que una persona que tiene acceso a los medios los use para difamar a otra.
–¿El diálogo entre ustedes quedó interrumpido?
–Y, sí… Cuando las cosas se "judicializan" el diálogo queda interrumpido. Igual, espero que con el tiempo las cosas mejoren. Es un disparate tener hijos chicos y no poder conversar. Mi deseo es que podamos tener un diálogo. No termino de entender qué lo llevó a manejarse de una manera tan extrema, pero tampoco quiero ‘demonizarlo’. A veces pienso que todo fue una reacción frente al dolor y la frustración. Una separación –la tercera, en su caso– con chicos tan chicos es muy dolorosa.
–Como madre, ¿qué hiciste para resguardar a Lorenzo y a Esmeralda?
–En todo este tiempo me concentré en darles momentos de felicidad, en disfrutar mucho con ellos. Me interesa que estén conectados con la alegría de vivir y me parece que el arte te ayuda a llevar mejor los momentos duros de la vida. Lorenzo empezó con clases de violín hace poco y Esmeralda va a ballet y le encanta pintar. La amistad también te resguarda: los dos son muy amigueros y se los fomento. En el colegio y ante sus amigos son ellos, tienen su propia identidad: no son los hijos de una persona famosa. Además, ¡pasamos lejos de los kioscos de revistas!
–¿Recurriste a especialistas para ayudarlos a sobrellevar la separación?
–Sobre todo para informarme. Por suerte, los chicos están muy bien en el colegio y lo que se dijo en los medios no les llegó. En casa no hay televisión de aire porque hubo un momento en el que el tema salía hasta en las tandas publicitarias.
–Y cuando lo conociste, ¿qué te enamoró de Roberto Pettinato?
–Además de que me parecía buenmozo, inteligente y lo admiraba intelectualmente, compartíamos las ganas de formar una familia. Roberto había sido padre muy joven y sentía que no había podido disfrutar de sus hijos mayores [se refiere a Tamara, Homero y Felipe, fruto de su relación con su primera mujer, Cecilia Dutelli]. Me decía que siempre se había pensando a sí mismo siendo padre a los 50 años y que sentía que estaba preparado para dedicarles tiempo a sus hijos. Se sentía asentado y veía en mí a una mujer con quien proyectarse.
–¿Cómo fue su amor?
–Muy intenso. Al año de conocernos nos casamos, al año y medio nació Lorenzo y a los dos años llegó Esmeralda. Nuestros hijos fueron muy deseados, muy buscados. La construcción de nuestra familia fue muy clásica, la llevamos a cabo con mucha armonía y funcionó durante siete años, que es lo que dura un matrimonio "estándar".
–¿Cómo estás hoy?
–Me siento cada vez mejor. Si bien está este tema, que se tiene que terminar en algún momento, estoy bien: disfruto muchísimo de mis hijos y de mi carrera. Tener una vocación fuerte, como lo es el arte, ayuda y mucho. Además, siento que crecí un montón: antes pensaba en una carta documento y temblaba y ahora estoy a punto de recibirme de aprendiz de abogada. [Sonríe]. Esto que me tocó, el llamado "divorcio contradictorio", no se lo deseo a nadie: es un desgaste innecesario que se lleva mucha energía que no se tendría que ir ahí. Es terrible, pero me tocó y lo estoy enfrentando.
–¿Y a Roberto cómo lo ves?
–Muy expuesto. No lo veo como el hombre de familia que fue conmigo. Está en un lugar muy mediático, muy diferente al mío, y el desencanto fue enorme. Cuando nos conocimos, él no exhibía así su intimidad. De hecho, era superceloso de su vida privada, que además era muy rica porque Roberto siempre fue un gran "consumidor" de cultura.
–¿Te volverías a enamorar?
–Si bien los últimos dos años fueron duros, mi fe en el amor sigue intacta. [Sonríe]. De todas maneras, todo tiene su proceso y, hoy, enamorarme no es una posibilidad. Por otro lado, al hablar con mis amigas veo que las mujeres vivimos la separación de una manera muy distinta a como la viven los hombres. Una mujer te dice "¿hace un año y medio que te separaste? ¡Re poco!", y es verdad, porque realmente lo siento así.
–Si bien el divorcio todavía no salió, ¿el capítulo "Pettinato" está cerrado?
–Sí. Estoy en otro momento de mi vida: me siento tranquila y, de aquí en más, quiero seguir viviendo con serenidad. Hoy priorizo la paz, el equilibrio y la armonía. Ojalá la vida me dé la oportunidad de volver a formar una pareja porque ¿a quién no le gusta estar enamorado? En el futuro me gustaría estar al lado de un hombre que también tenga hijos y que lo entusiasme la idea de ensamblar familias.
–De ahora en más, ¿a qué cosas vas a estar alerta?
–¡A la historia emocional! Además de fijarme en cómo sea ese hombre a la hora de enamorarse de mí, voy a prestarle mucha atención a cómo fue al momento de cerrar su historia anterior.
Texto: María Güiraldes
Fotos: Matías Salgado
Producción: Laura Fernández
Maquillaje: Goivanna Caggiano
Agradecimientos: Josefina Ferroni, Ménage à Trois, Min Agostini, Oleana y Tatschke
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