Karin Cohen: "Sufrí mucho mi separación de Guillermo Andino"
Ella tiene esa voz. Simpática y buena onda, Karin Cohen está de vuelta de la fama, los romances mediáticos y las persecuciones periodísticas de las que fue protagonista. Después de tocar fondo y salir bastante ilesa, vive su nueva vida bajo perfil haciendo lo que le gusta: radio. Todos los días, conduce un programa en el horario del regreso en Radio Porteña. También, tiene en la TV Pública un programa llamado Abierto al público, con información para el consumidor.
-¿Siempre tuviste esa voz?
-Sí, de chiquita, pero yo quería tener la voz finita para cantar y a los tonos altos no llegaba.
-¿Soñabas con ser cantante?
-No tenía un sueño concreto, específico. Lo mío se fue dando. Como me gustan muchos los animales, pensé que iba a estar cerca de la naturaleza. Pero como también me gustaba escuchar y estar con las personas...
-... terminaste trabajando como locutora en la tele y en la radio, ¿eran consumidores de los medios en tu casa?
-Mi vieja era publicista, artista, pero nunca ejerció como tal. Mi papá es ingeniero pero le gusta mucho la música. Toca el clarinete. Entonces en mi casa siempre hubo mucha música y yo desde que tengo uso de razón tengo un micrófono adelante. En la escuela siempre era la presentadora de los actos y en misa era la encargada de la lectura de la biblia.
-Era tu destino.
-¡Sí! Hasta cuando iba a al baño, jugaba a eso: agarraba una crema de mi mamá y leía las instrucciones tipo publicidad y si no jugaba con el duchador como micrófono.
-¿Fuiste directamente a estudiar al ISER?
-Sí, milagrosamente, entré de una, con un 8.
-Sos de las pocas.
-Sí, lo sé. Tengo compañeras que han insistido más de una vez. Yo entré al toque y al mismo tiempo, estudié Ciencias de la Comunicación en la UBA. Esa carrera la terminé después de varios años, ya trabajando en los medios.
-¿Por qué quisiste terminarla?
-Por el mandato de seguir estudiando. Tardé como diez años en terminar de cursarla y pasé por distintos momentos de mi vida. De hecho, mis profesores en la última parte, eran mis compañeros de trabajo.
-¿Apenas terminaste el ISER empezaste a trabajar?
-Sí. Antes estaba en las radios truchas que había en esa época. Trabajé en tres radios: San Isidro, Devoto y Olivos. Me recibí y vino Anselmo Marín a buscar talentos para trabajar de noche y trabajé de noche muchos años. Y después apareció FM 100.
-Tu espaldarazo.
-Sí, sí. Con los pantalones de cuero que tenía en la publicidad... Fue mi primer contacto con lo visual porque yo venía haciendo radio. Fue genial y nos escuchaban mucho, mucho, mucho. Yo estaba a la noche y la música no era tan latina sino más bien rock nacional. Le hacíamos notas a Soda, Virus y muchos más. Tremendo.
-¿Cuántos años trabajaste ahí?
-Cuatro años. No fue tanto, pero fue intenso.
-¿Por qué te fuiste?
-No me fui, me fueron, pero enseguida pegué la tele y entré en Rock and Pop. Era una radio que yo escuchaba y los oyentes tenían ciertos pruritos con que una voz de la FM 100 vaya a Rock and Pop. Pero yo fui siempre del palo porque los escuchaba.
-Podés ser del palo, pero si no tenés la imagen...
-¡Pero te anunciaba Las Pelotas como una reina!
-¿Hiciste un cambio de voz o algo?
-Supongo que me empecé a desestructurar... No sé, no me acuerdo. Obviamente no era lo mismo, pero sí, tuve que cambiar el chip.
-¿Nunca fuiste la locutora clásica?
-No, muy poco tiempo acompañé a alguien. Después la FM me fue llevando a que yo fuera la conductora y en tele lo mismo. Entré de chica a hacer noticiero, muy chica.
-¿Qué fue lo primero que hiciste en un noticiero?
-Los flashes de CVN. Eran cinco horas al aire. Era durísimo. Tenía 50 temas en la cabeza y nos daban la rutina, pero a veces había que estirar y yo tenía que improvisar. Era gimnasia pura porque sabía del tema, pero tenía que seguir comentando. Aprendí a tener muchos datos. Tenía mi cabeza estructurada de una manera interesante.
-Por eso seguías estudiando.
-Sí, lo que me dio la universidad fue la capacidad de amalgamar la teoría, de unir conceptos. Yo quería disfrutar mi trabajo y quería ser buena en lo que hacía. Tengo una exigencia muy grande. Una exigencia que me impidió disfrutar de algunas cosas como hubiera querido o pegar un portazo cuando lo necesitaba.
-¿Por qué?
-Tener trabajo, para mí, era muy importante. Por el mandato... Yo vengo de una familia de laburo.
-¿Te fuiste enseguida de la casa de tus padres?
-A los 24. Empecé a ganar bien de entrada en medios grandes. Tal vez hubiera querido ser más hippie, agarrar una mochila y viajar. No se dio.
-Desde muy chica tuviste trabajos importantes.
-Sí.
-Trabajos importantes y que no se podían dejar...
-Exacto y cada trabajo fue por mérito propio, no conocía a nadie en los medios.
-¿Cuál era tu fuerte?
-La conducción, siempre lo fue. Sé llevar adelante a un grupo de personas y eso que estuve muchos años sola porque en la presentación de las noticias tenés un compañero, un par de columnistas y ya. Trabajé muchísimos años así. Hasta que Rosita Sueiro me dio la posibilidad de hacer Sin vueltas, cuando se fue Lía Salgado. Yo tenía 27 años y podía manejar los problemas que traía la gente. Problemas familiares, con el marido, con hijos, con ex, suegros... Me fogueé mucho y me di cuenta que me gustaba trabajar con gente y ser moderadora.
-Ahí te hiciste famosa.
-En su momento, sí.
-¿Manejaste bien la fama?
-Era lo que era. Sucedió. Me acuerdo que mi cara estaba en un cartel en la vía publica. Era verme y "guau", pero lo veía recontra natural. Nunca fue un problema. Incluso la mirada del otro. Yo entro en un lugar, miro y noto la mirada porque les sueno familiar. No saben bien mi nombre, sobretodo las nuevas generaciones y sé que eso pasa porque toda mi vida miré a cámara. Mirar a los ojos a la gente logra una familiaridad que es muy linda y cercana. Por lo tanto, la persona que se acerca es porque hay alguna cosa de afecto.
-Hay gente que te reconocería solo por la voz.
-También. Hasta el día de hoy me pasa y a mí me gusta. Está buenísimo. Yo laburo para que me escuchen. Este trabajo es fuerte porque estamos entregando una parte muy importante de nuestro ser, ya no de nuestro ego, nuestra fuerza, nuestra energía... Más allá del vestido o de con quién salís. Estás entregando mucho y por eso a veces duele tanto el rechazo o un comentario malo pero, bueno, no tuve la experiencia porque en esa época no se usaba ni Twitter, ni nada y ahora estoy retranqui, ni me fijo. Y si hay un comentario más o menos le contesto buena onda y se quedan helados.
-¿Cometiste muchos errores en ese momento que te hiciste muy famosa?
-No.
-¿Ni siquiera cuando fuiste novia de Guillermo Andino?
-No. Fue difícil, sobre todo cuando cortamos. Yo estaba viviendo una cosa fea y dolorosa y los medios venían y preguntaban. Chiche Gelblung hizo un programa sobre mí...
-Es que fue súper expuesto.
-Fuerte. Me molestó que en unas vacaciones nos sacaron unas fotos y yo no había arreglado nada...
-¿Lo arregló él?
-No lo sé. Él me lo negó siempre. Entiendo que éramos la parejita que se buscaba en ese momento y sí, teníamos 28 años, nos veía la gente. Él era muy conocido, yo recién arrancaba, pero yo la pasé muy bien en esa época.
-¿Fue un buen novio?
-Sí, lo fue. Tengo un muy buen recuerdo. Era mucho más sencillo de lo que los demás pensaban. Había mucha foto... Tal vez más de las que yo hubiera querido. Me sorprendí con tanta foto.
-Eran los Pells...
-¡Claro! Cuando Sebastián Ortega estaba haciendo esa serie, yo me señalaba con el dedito como que era yo y Sebastián se reía. Fue genial, fue divertido, alucinante... Guillermo era mi compañero, mi amigo... Pero terminamos y nunca más en la vida lo volví a ver.
-Además él enseguida se casó con otra.
-A los seis meses, mi Dios, eso fue duro, muy duro. Pero vos me preguntaste cómo fue el noviazgo. Fue divino. Fue un garronazo la separación.
-¿Por qué?
-Porque yo sufrí mucho.
-Contaste hace poco que habías sufrido violencia de genero... ¿Fue con Andino?
-No, no, ni mucho menos... Fue con otra pareja que tuve después.
-¿Qué pasó?
-Sentí un avasallamiento muy grande pero en ese momento nunca me vi como víctima. Yo estaba muy, muy frágil. Cuando la mujer esta frágil sucede eso.
-¿Estabas frágil por haber cortado con Andino?
-No fue al toque. Fue un tiempo después.
-Pero te habían pasado cosas fuertes con Andino. Te estabas por casar...
-Sí, sí, sí, pero no fue de inmediato. Pasó un tiempo.
-¿Cómo lograste salir de eso?
-Desperté un día y vi que ya pasaba a ser algo que rozaba lo físico y ahí me separé.
-¿Lograste hacerlo sola?
-No, con ayuda terapéutica y de amigas infalibles. Estaba sumida en una desvalorización muy grande. Yo que venía de los flashes y del aplauso... A uno le puede pasar en un momento de la vida que está tan triste y desvalorizado que no puede ver el valor que uno tiene y el amor que uno debe sentir por uno mismo. Pero, bueno, afortunadamente pasó lo que pasó porque de ahí salí completamente cambiada y transformada.
-¿Cómo conociste a tu actual marido?
-Anabel Cherubito me lo presentó. Ella salía con su hermano. Al principio no quería, pero un día dije "bueno". Yo estaba muy escarcha, muy delgada, pero lo miré y sentí alegría y fue todo muy de repente y muy fluido. Porque al año nos mudamos juntos. Al año siguiente quedé embarazada, al otro año compramos la casa. Pasaron muchas cosas en poco tiempo y seguimos juntos. Tenemos dos hijas, hace 16 años que estamos juntos y mirando atrás, no reniego de nada. Estoy en un camino hoy que me siento tanto más libre de pensar así.
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-¿Vos te alejaste en un momento de los medios por decisión propia?
-Me alejé porque sucedió. Me despidieron de los lugares en los que estaba y después no pude volver a encontrar trabajo, pero fue en esa época, en la época de estar en esa relación y con esa energía. ¿Qué iba a vender? Fue un momento muy oscuro.
-Todo tenía que ver con todo.
.Sí, siempre. ¡Siempre! Cambiás el chip, cambiás a fuerza de dolor. Hay personas que cambian sin tanto dolor, pero hay otras que necesitamos pasar por momentos dolorosos, difíciles y muy peliagudos.
-¿Cómo hiciste para rearmarte después?
-Apareció Mauro, mi marido, y empezaron a cambiar las cosas. Yo empecé a ganar confianza en mí misma.
-¿Cuál fue el primer trabajo que conseguiste después de eso?
-Me volvió a llamar Daniel Hadad para el noticiero de Canal 9. Es notable, cambiás tu energía y cambia absolutamente todo. Es así. Estoy convencida completamente. Por eso en los momentos que la paso mal o hay ciertas sensaciones de que las cosas no van, reviso qué me está pasando y no estoy pudiendo expresar. Es el desbarajuste entre lo que sentís y lo que hacés. No hay otra. No estaba a gusto en esa relación, pero me seguía quedando.
-¿Cuánto duraste?
-Dos años. No mucho, pero fue fuerte.
-Tocaste fondo y lograste salir.
-Completamente. Estoy por un camino así. No sería la que soy hoy si no hubiera pasado por eso. Yo agradezco todo lo que viví. A veces pienso que algunas cosas podrían haber sido un poquito más tranquilas, ¿no?
-¿Tenés un lindo presente?
-Lo tengo. Y no sabés lo que lo agradezco. Cuando me distraigo y me canso por todas las cosas que hago, la casa, las chicas... Me desbordo y me traigo. Digo: "¿Qué construí? ¿Quién soy yo hoy?" Todo el tiempo me hago esas preguntas y me contesto cosas lindas, por suerte.
-¿Te sirve estar contenta para hacer mejor tu trabajo?
-Sí, en la radio hablamos de todo, a calzón quitado. Yo a veces me olvido que estoy al aire y me encanta y digo "listo, ésta soy yo". Antes, tal vez, me costaba mucho.
-¿Por qué no podías?
-Porque soy estructurada o lo era. Siempre fui muy políticamente correcta. Ahora soy genuina. Siempre lo fui con mi gente, pero en mis trabajos no. Siempre trabajé para gente más grande. El noticiero me vino de golpe y de muy de chica. En el talk show hablaba de todo... Y tenía solo 28 años. Tenía que demostrar que era más grande. Entre que soy correcta, mi voz, todo el paquete... Parecía mayor. Me acuerdo que en América me ponían sacos muy de señora y aros grandes.
-Te avejentaban.
-Sí, hoy es "¡fuera todo eso!" Tengo la edad que tengo y estoy feliz. Me hago cargo y disfruto lo que antes por ahí decía: "Uy, qué van a decir, qué van a pensar". Estaba atenta a la mirada del otro. Hoy por hoy, sé que existe, sé que va a estar, pero ya no se va a interponer en lo que tengo ganas de decir o hacer. Incluso me mejoró en las relaciones personales esta liberación.
-¿Sí?
-Sí, es más espontáneo todo. Me agotaba el personaje de lo que se esperaba de mí. Ahora ya no, disfruto mucho de la gente que me rodea, tengo muchos amigos.
-¡Pero fueron muchos años!
-Sí, ¡terminé agotadísima!
-¿Qué te hizo el clic?
-Supongo que la maternidad. Con los hijos o sacás quién sos o no podés criar. No puedo mostrarles a mis hijas una cara y después ser otra.
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-Lo que pasa es que cuando contratan a alguien para conducir un noticiero tiene que ser alguien como vos. No puede ser una persona desbordada o que dice barbaridades, por eso también te sirvió.
-Claro, me sirvió y lo agradezco porque forjé toda una carrera con esto.
-¿Volverías a un noticiero?
-Pero ya no lo haría desde el lugar de lo que se espera de mí. Nunca me voy a desbordar, pero si quiero hacer un comentario que sé que va a ser bueno, lo haría.
-¿Te quedabas con ganas de decir cosas en los noticieros que conducías?
-Sí, claro, me las arreglé para decir ciertas cuestiones, no como hubiera querido, no como la haría hoy: de una manera más genuina y cuidando el laburo. El idioma tiene millones de palabras.
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